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Relación entre la contaminación del y la decadencia de los bosques: Rechazo de la teoría de Waldsterben

O. Kandler

Los resultados de un decenio de investigaciones contradicen las afirmaciones según las cuales la contaminación atmosférica está llevando a una decadencia generalizada de los bosques de Europa central.

El Dr. Otto Kandler es profesor emérito y ex catedrático de Botánica del Instituto de Botánica de la Universidad Ludwig-Maximilian de Munich, Alemania.

Abetos rojos extramaduros (de aproximadamente 250 años) con monte joven y especies colonizadoras (Sorbus aucuparia) en primer plano

Abetos rojos, vigorosos y maduros (hasta de 150 anos) en los linderos de una zona de pastoreo en los Alpes bávaros

El concepto o de Waldsterben

El término Waldsterben (muerte o decadencia de los bosques) surgió en Alemania a principios del decenio de 1980 y estaba basado en las aserciones de algunos autores (Ulrich, 1980; Schütt, 1980; 1981; 1982) según las cuales en Alemania y otras partes de Europa había ido registrándose un proceso de decadencia de los bosques en gran escala desde fines del decenio de 1970. Estas afirmaciones, rápidamente difundidas por los medios de comunicación (véase Der Spiegel, 1981) sostenían lo siguiente:

· Todas las especies arbóreas se veían afectadas y mostraban síntomas similares no identificados precedentemente.

· El síndrome se diferenciaba de las enfermedades conocidas que afectaban a los árboles.

· Los síntomas principales consistían en pérdida y/o decoloración de las hojas, senectud prematura, alteración de los patrones de desramación, pérdida de las raíces cebadores, etc.

· Los síntomas eran heterogéneos de una región o masa forestal a otra y dentro de las especies.

· El concepto de Waldsterben se elaboró y difundió muy rápidamente. Por ejemplo, se preveía que el abeto rojo (Picea abies (L.) Karsten) y los pinos que mostraban síntomas se deteriorarían con una rapidez tal que sería necesario cortarlos antes de los tres años; se preveía asimismo que el abeto rojo y el pinabete (Abies alba Miller) de la Selva Negra morirían en el curso de diez años.

· La causa más probable del Waldsterben era una compleja enfermedad debida a una forma de tensión acumulativa provocada por el aumento de la contaminación del aire (debido a la lluvia ácida, el dióxido de azufre, el óxido de nitrógeno, el déficit de ozono, los hidrocarburos, etc.), así como por el deterioro de los suelos debido al depósito de sustancias contaminantes.

Muchos científicos especialistas en silvicultura y técnicos forestales experimentados se declararon escépticos frente a tales sin embargo, con pocas excepciones (por ej., Braun, 1981; Binns y Redfern, 1982), se registró una aceptación general de las previsiones de la teoría del Waldsterben, tanto en la comunidad científica como entre un público más vasto. De hecho, la corta adicional de 10 millones de m³ de madera (equivalentes a un 20 por ciento de la explotación anual de la República Federal de Alemania) que se efectuó en 1984 había sido pronosticada en 1983 por la Comisión Alemana de Economía Forestal (Pfleiderer, 1984), mientras que la Unión de Propietarios Forestales Alemanes había previsto una pérdida de 1 300 millones de marcos al año por cada 20 por ciento de superficie forestal de Alemania afectada por el Waldsterb en (Meister, Schütze y Sperber, 1984).

El «nuevo tipo de daños forestales» o Waldschäden

En vista de la gran resonancia pública de las terribles previsiones difundidas por los sostenedores del Waldsterben, en 1982, las autoridades forestales de Alemania decidieron estudiar el desarrollo del neuartige Waldschäden («nuevo tipo de daños forestales») - término oficialmente utilizado ahora en lugar del término popular Waldsterben - mediante encuestas anuales, y asignaron una cantidad considerable de fondos para apoyar la investigación sobre la causa de este supuesto nuevo síndrome.

En las encuestas anuales, realizadas en una serie de parcelas de 4 « 4 km. las categorías de daños están determinadas por los siguientes porcentajes de déficit de hojas: 0 = árbol sano (< 10 por ciento), 1 = árbol ligeramente dañado (11-25 por ciento), 2 = árbol moderadamente dañado (26-60 por ciento), 3 = árbol gravemente dañado (61-99 por ciento), 4 = árbol muerto (100 por ciento). La decoloración puede hacer pasar un árbol a una categoría superior de daños según el porcentaje del follaje afectado. El número de los árboles de las distintas categorías de daños se convierte en la superficie forestal correspondiente del país que ocuparían los árboles dañados si formaran un solo rodal. Por ello, desde 1984, los informes sobre los daños forestales anuales emitidos por el Gobierno alemán indican el porcentaje de la superficie forestal total imaginariamente cubierta por los árboles de cada categoría de daños. Esta clasificación ha sido adoptada por los demás países europeas, y en la actualidad ha constituido la base del informe conjunto publicado en 1992 por la Comisión Económica para Europa y la Comisión de las Comunidades Europeas sobre las condiciones de los bosques en Europa.

Aunque este tipo de clasificación no sirve para identificar la causa de la decadencia de los bosques, - Manion (1987) refleja bien la opinión crítica de un fitopatólogo analítico afirmando que: «No hay que hacer indiscriminadamente un único 'jugo' de la 'ensalada' que forman la degradación, la decadencia y la muerte de los árboles» - las diversas encuestas disponibles desde 1984 pueden ayudar a determinar el alcance y la dinámica de los supuestos nuevos daños forestales.

Abetos rojos con grave decoloración amarilla

Desarrollo

La serie de informes anuales realizados desde 1984 hasta 1992 en República Federal de Alemania (no se dispone de datos compatibles procedentes de la República Democrática de Alemania) demuestran que no se verificó ni el marcado aumento previsto en el nivel de los daños en el decenio de 1980 (Figura 1), ni el progresivo desplazamiento porcentual en las categorías de daños, desde las inferiores hacia las superiores, llegando a la muerte. De hecho, no se registró ningún incremento en la mortalidad y no se estimó necesario efectuar una tala de carácter extraordinario. Por consiguiente, no se verificó la continua disminución de los precios de la madera que habían previsto los economistas a principios del decenio de 1980, y los precios no superaron las fluctuaciones normales (cfr. Kandler, 1988a).

La dinámica con que se producen los daños que se registran anualmente es diferente en cada una de las cuatro especies arbóreas principales (Figura 2), así como entre las diversas regiones (Figura 3). La evaluación de las especies demuestra que el nivel ligeramente superior de daños totales registrado a principios del decenio de 1990, tal como se indica en la Figura 1, se debe exclusivamente al claro aumento de los daños producidos en las dos especies de frondosas; el nivel de daños de las dos especies de coníferas, a principios del decenio de 1990, resulta ligeramente inferior al nivel de principios del decenio de 1980. Efectivamente, en 1987 los daños de las dos especies de frondosas superaron los de ambas especies de coníferas y en la actualidad su nivel es mucho más alto que el de las coníferas. Dicha inversión de tendencia en la proporción de daños en las frondosas y coníferas no resulta compatible con la hipótesis de Waldsterben basada en una supuesta tensión ecosistémica de carácter acumulativo causada por los contaminantes del aire y su depósito, considerando que los árboles manifiestan, según las especies, formas específicas de sensibilidad a los factores de tensión ambiental, y que sus reacciones deberían ser análogas, a menos que la intensidad o el tipo de los factores de tensión cambie en medida considerable.

Figura 1: Porcentaje de la superficie forestal incluida en las categorías de daños 0 a 4, para todas las especies arbóreas importantes de Alemania

Figura 2: Porcentaje de la superficie forestal incluida en las categorías 2, 3 y 4, para las cuatro especies arbóreas principales de los bosques de Alemania

Figura 3: Porcentaje de la superficie forestal incluida en las categorías 2, 3 y 4 para todas las especies arbóreas importantes en Babaría (13a), Rin del Norte-Westfalen (NR), Suiza (Sw) y Schleswing-Holstein (SH)

Cabe señalar que recientemente se consiguió aislar Phytophtora cinnamomi de los suelos y las raíces de encinas y alcornoques en estado de degradación (Quercus saber y Q. ilex) de España y Portugal (Brasier, 1992; Brasier, Robredo y Ferraz, en prensa). Este hongo es un agente patógeno que ataca a las raíces de una gran variedad de especies de plantas. Dado que se ha observado que en los robles y encinas de Europa central (Vincent, 1989;1991) la degradación de las raíces cebadores, que constituyen el objetivo principal de P. cinnamomi, se produjo antes de que los «nuevos daños» afectaran a las plantas, Brasier, Robledo e Ferraz (en prensa) han recomendado que se efectúen investigaciones sobre la posibilidad de que P cinnamomi esté implicada en el proceso de decadencia de las frondosas en Europa central y oriental.

Relación con la contaminación del aire

Los daños provocados a los bosques por la producción en gran escala del humo típico (SO2) se han generalizado en las regiones de Europa central desde el comienzo de la industrialización en el siglo XIX. Dichos daños se observan actualmente en la zona de Europa Oriental, como por ejemplo en las Montañas de Ohre, a lo largo de la frontera entre Alemania y la República Checa. Las dos amplias zonas de extracción de lignito que se desarrollaron a principios del decenio de 1950, el Valle de Eger y Bitterfeld, representan las principales fuentes de producción de SO2, que ha provocado distintos daños forestales en una superficie de varios miles de km² en ambas laderas de las Montañas de Ohre y afectado asimismo a las vecinas Montañas de Harz y Fichtel de Alemania occidental (Wentzel, 1982). No obstante, el actual fenómeno de muerte de las coníferas se ve restringido a la cadena de las Montañas Ohre a partir de una altitud de 900 m. s.n.m., donde el efecto perjudicial del SO2 aumenta marcadamente a causa de los fuertes vientos (Liebold, 1988).

No obstante haberse identificado que los danos causados se deben al SO2, siguen mostrándose a menudo en los medios de comunicación fotografías de árboles moribundos de la cadena de Ore como ejemplos característicos de Waldsterben, lo que provoca cierta confusión.

En Alemania occidental, las concentraciones de SO2 anteriormente registradas en las zonas industriales y los centros urbanos se habían reducido drásticamente a principios del decenio de 1980, cuando se describieron por primera vez los fenómenos relacionados con el Waldsterben, y hoy siguen disminuyendo. Un típico ejemplo de reducción de las concentraciones de SO2 en Alemania occidental lo encontramos en la dinámica de evolución de las concentraciones de SO2 en la región del Rin-Ruhr, que constituye el conjunto industrial urbano más grande de Europa central. A final de siglo, los bosques de coníferas que cubrían una superficie de varios miles de km² murieron o sufrieron graves daños, mientras que sobrevivieron los bosques menos sensibles de frondosas en los que, sin embargo, se observaron distintos niveles de reducción del crecimiento. No obstante, desde el decenio de 1960, el promedio anual de concentración de SO2 fue reduciéndose en tres fases (Figura 4): en la primera, durante el decenio de 1960, se aportaron mejoras técnicas a las centrales eléctricas y las fábricas metalúrgicas y se cambiaron los tipos de combustible utilizados; más tarde, a partir del decenio de 1970, se empezaron a construir chimeneas más altas; y por último, desde 1983, se comenzó a desflorar los gases de las chimeneas. Hacia fines del decenio de 1980 se había logrado reducir el nivel a 30 m g/m³, frente a los 200 m g/m³ del decenio de 1960 (Bruckmann y Pfeffer, 1992).

Figura 4: promedio anual de las concentraciones de SO2 y NO2 en la zona del Rin-Ruhr, y de las concentraciones de SO2 en los bosques de Baviera (escala izquierdas y porcentaje de la superficie forestal incluida en las categorías 1 a 4 para todas las especies arbóreas de Rin del Norte-Westfalen (escala derecha)

Un roble común (Quercus robur) en decadencia en el sur de Munich, Alemania

Sin embargo, las concentraciones de NO2 disminuyeron sólo en medida limitada en la región del Rin-Ruhr hacia fines del decenio de 1980 (Figura 4), manteniéndose invariadas en las zonas rurales y forestales, a pesar del creciente porcentaje de automóviles dotados de convertidor catalítico (en 1991 alcanzaban casi el 40 por ciento). Asimismo, en el curso del decenio de 1980 no se produjo ningún cambio en el nivel de las concentraciones de ozono.

Las consecuencias ecológicas de la reducción de las concentraciones de SO2 en la región del Rin-Ruhr y en otros centros de emisión consistieron en que desde el decenio de 1960 fue registrándose una rápida recuperación de las coníferas y la reaparición de abetos de piñas colgantes y líquenes en zonas donde habían desaparecido hacía casi 100 años (Kandler, 1988b). Estos fenómenos demuestran que sólo el SO2 fue responsable de los daños típicos de la contaminación; la contribución de los otros agentes contaminantes constituyó, a lo sumo, un fenómeno secundario. Ni la evolución de los «nuevos daños forestales» ni su nivel de difusión con respecto a la superficie total de Alemania occidental, en determinados estados, o en las distintas especies arbóreas sigue un curso paralelo al de los registros específicos de las concentraciones de SO2, NO2, y ozono que se llevan en cualquiera de las estaciones permanentes de seguimiento del país. Por lo tanto, es muy improbable que la contaminación del aire represente una causa o al menos un factor de favorecimiento significativo en el síndrome de los «nuevos daños forestales».

Esta conclusión se ve confirmada por las mediciones del intercambio de gas en las ramas de abetos de la Selva de Baviera (Koch y Lautenschläger, 1989; Koch, en prensa) y los Alpes (Häsler, 1991; Wieser, Weih y Havranek, 1991). Algunas ramas se mantuvieron encerradas en dos cámaras climatizadas por casi cuatro años, una con aire natural y la otra con aire purificado. No se detectó ninguna diferencia en el coeficiente de fotosíntesis y de respiración entre las dos cámaras. Estos resultados indican que las concentraciones prevalecientes de contaminantes del aire en la segunda cámara donde se simulaban las condiciones ambientales eran inferiores al umbral de inhibición.

La falta de una relación entre la difusión de los daños forestales registrados anualmente y el nivel prevaleciente de contaminación del aire se ve ulteriormente corroborada por un estudio reciente sobre las correlaciones espaciales entre los daños forestales y los contaminantes del aire que se ha realizado examinando la base de datos regionales más detallada de que se dispone en Alemania occidental (Neuland, Bömelberg y Tenhagen, 1990). Estos datos se refieren a las categorías de daños 2, 3 y 4 de todos los 7 016 emplazamientos examinados en 1985, y abarcan también la edad de los árboles, las condiciones podólogas y climáticas, la emisión de SO2 y el depósito de SO4 y de NO3 en aproximadamente 100 estaciones de seguimiento.

Tal como se preveía, se observó una correlación positiva, significativa estadísticamente, entre los daños forestales y algunos parámetros, tales como la edad de los árboles, la elevación del emplazamiento, los suelos llanos y fácilmente drenabais, etc., pero no se ha demostrado la existencia de correlación alguna entre los daños forestales y la contaminación del aire (es decir, entre las concentraciones atmosféricas de SO2 y NO2 y los depósitos de SO4 y NO3). Por otro lado, existía una correlación entre acidez del suelo y daños forestales: el déficit del follaje era mínimo en los suelos ácidos podsólicos y máximos en los suelos de neutrales a básicos rendzínicos ricos en Ca, los cambisoles cámbium, etc. Este resultado contrasta con la hipótesis de toxicidad/acidificación Al3+ (Ulrich, 1980; 1989). Concuerda, en cambio, con los resultados de un experimento en el que parcelas de un rodal de viejos abetos situados en suelo podsólico ácido se abonaron con cal durante el primer año o se trataron con lluvia ácida (pH 2,7) durante seis años (Kreutzer y Göttlein, 1991). Después de ocho años, en comparación con la parcela de referencia, las condiciones de la copa de los árboles (evaluadas con los mismos métodos que los utilizados en las encuestas anuales), habían mejorado ligeramente en la parcela sometida a lluvia ácida, mientras que en la tratada con cal habían empeorado ligeramente.

Un rodal dañado por el SO2 en las Montañas de Ohre

Sobre la base de tales resultados, es necesario que se vuelva a considerar y se estudie más a fondo la supuesta función de la acidificación en los «nuevos danos forestales». De hecho, los datos disponibles no justifican plenamente los pronósticos basados en estos fenómenos de rápida decadencia de los bosques debida a las tasas efectivas de depósito, ni la exigencia general de abonar urgentemente con cal todos los bosques en los que se observan estos daños (Ulrich, 1980; 1989).

Relación con el crecimiento

Figura 5: cronología de los anillos anuales de 260 abetos rojos (de 40 a 135 años) de 87 rodelas de los pastizales de baja montaña a unos 70-110 km al sur y al este de la región del Ruhr

Nota: La anchura de los anillos se da como porcentaje de un valor de referencia derivado del crecimiento anterior. El porcentaje de los arboles incluidos en las categorías de danos es el siguiente: 0=50%; 1=35%; 2/3=14%.

Figura 6: Incremento del diámetro en el curso de cuatro generaciones de abetos rajas en rodelas cuyas condiciones de emplazamiento son idénticas

El análisis de los anillos de crecimiento de los árboles constituye un medio confiable de reconstruir el curso del crecimiento de los árboles durante largos períodos. Los estudios en gran escala realizados por muchos autores sobre árboles de las tres especies principales de diferentes regiones de Europa central han revelado que a mediados del decenio de 1970 se produjo una fuerte regresión que coincidió con una serie de años de sequía, pero que en los últimos decenios no se verificó ninguna disminución general de carácter persistente en el incremento del diámetro. En los árboles de las categorías de daños 1,2 y 3 se registran distintas tasas de crecimiento, pero la desviación de la media no suele exceder la gama común de variaciones que suelen registrarse dentro de amplias poblaciones debido a la competencia, a las diferentes condiciones del lugar dentro del rodal, así como a distintos daños mecánicos o a las infestaciones y enfermedades infecciosas. Un ejemplo típico relativo al abeto rojo se ilustra en la Figura 5. La cronología de los anillos de crecimiento de 260 árboles de los pastizales de baja montaña al sur y al este de la zona del Rin-Ruhr ilustra las características anteriormente indicadas: una fuerte regresión a principios del decenio de 1970, una diferenciación en la anchura de los anillos de las distintas categorías de daños, y un crecimiento ligeramente superior durante los últimos decenios, tal como indica la anchura media de los anillos que era del 103 por ciento en el período de 1963 a 1988, y del 110 por ciento en el período de 1983 a 1988.

En los últimos decenios se ha observado también un aumento del crecimiento al compararse el incremento en el diámetro (cfr. Figura 6, así como Schneider, Lorenz y Poker, 1987) o en la altura (Keller, 1992) de distintas generaciones de árboles en rodales de abetos que se hallaban en idénticas condiciones de emplazamiento: el crecimiento de los árboles de rodales de 30 a 60 años era más rápido que el de los árboles de rodales de 90 a 120 años, cuando estos últimos tenían la misma edad que los primeros.

La confirmación definitiva del sustancial incremento de la tasa de crecimiento de los bosques durante el período en el que se había previsto la máxima difusión del Waldsterben puede verse en los resultados de los inventarios forestales tradicionales, basados en evaluaciones del volumen repetidas periódicamente en masas forestales representativas. Los inventarios realizados en Alemania y Austria en 1990 revelan que entre 1975 y 1985 en los bosques de propiedad del Estado y de compañías (el 30 por ciento aproximadamente de la superficie forestal total de los respectivos países), en todos los estados meridionales de Alemania y en Austria habían aumentado en varios puntos porcentuales no sólo la tasa de incremento anual, sino también el valor del tronco y la corta anual establecida, aunque según las encuestas anuales realizadas en dos de esos estados (Bavaria y Baden-Württemberg), los niveles más elevados de «nuevos daños forestales» se registraron en Alemania occidental (Cuadro 1). Con respecto al aumento del crecimiento, un funcionario administrativo afirmaba: «La productividad del sitio en los bosques de Baden-Württemberg ha aumentado: El valor del tronco, el incremento anual y la corta anual en los bosques del Estado y de las corporaciones han aumentado en casi un 20 por ciento en 20 años y no se puede prever cuándo se interrumpirá esta tendencia». (Weidenbach, 1992).

Esta afirmación pone de relieve la necesidad de un cambio radical de perspectiva. En lugar de preguntarnos «¿por qué se están muriendo los bosques?» deberíamos preguntarnos ahora «¿por qué el crecimiento de los bosques ha sido más rápido en la segunda mitad del siglo que en la primera?».

Figura 7: Desviación de la precipitación y la temperatura en Europa central, en comparación con la media del periodo 1851-1971 (precipitaciones) y 1781-1970 (temperatura)

CUADRO. Promedio del porcentaje de las zonas de propiedad del Estado y de compañías privadas incluidas en las categorías de danos 0 a 4 (todas las especies arbóreas) en Austria1 y en cuatro estados meridionales de Alemania2; y promedio anual de la explotación, incremento y valor del tronco en los recientes decenios

País o estado

% de la superficie forestal damnificada 1984-1992

Inventarios forestales³


categorías

0

1

2-4

Período

Corta prescrita

Incremento

Valor del tronco

ALEMANIA

Bavaria

36

39

25

1975-1985

100

107

116




1986-1990

102

103

104

Baden-Württemberg

37

43

20

1971-1980

110

106

109




1981-1990

105

103

110

Rheinland-Pfalz

51

39

10

1977-1980

100

102

101




1981-1986

102

105

105




1987-1990

102

104

103

Hessen

46

35

19

1971-1980

112

106

109




1981-1990

100

112

109

AUSTRIA

694

27

4

1971-1980

...

103

110




1981-1990

...

101

110

= no disponible
1 Fuente: Newmann y Pollanschütz (1992)
2 Fuente: BELF (1992).
³ Los datos sobre la explotación, incremento y valor del tronco anuales se facilitan como porcentaje de los datos respectivos del período en que se efectuó el inventario forestal anterior. Inventarios llevados a cabo por los respectivos departamentos forestales.
4 La clasificación austríaca se basa en 4 categorías en lugar de 5. Por ello, la categoría austríaca 0 incluye la categoría alemana 0 y gran parte de la categoría alemana 1, mientras que la categoría austríaca 1 incluye la parte restante de la categoría alemana 1 y parte de las categorías alemanas 2, 3 y 4.

Posibles causas del aumento en el crecimiento de los bosques

La aportación de nitrógeno mediante el depósito de NOX y amoníaco se indica frecuentemente como la causa de este aumento del crecimiento, pero también del deterioro de los suelos y, a largo plazo, de la muerte de los bosques (Nihlgard, 1985; Hofmann, Heinsdorf y Krauss, 1990). Sin embargo, con excepción de los estudios llevados a cabo en las proximidades de establos para la producción masiva de animales de granja, se dispone de pocos datos fidedignos sobre las consecuencias efectivas del depósito de nitrógeno en los bosques. En los gradientes de contaminación cercanos a las fuentes agrícolas localizadas de amoníaco se observó un incremento del contenido de nitrógeno en las agujas de los abetos y en la capa superficial del suelo (Hofmann, Heinsdorf y Krauss, 1990). Sin embargo, no se registró ningún aumento en el contenido de nitrógeno de las agujas y la capa superficial del suelo, ni en el crecimiento de los árboles en las cercanías de las fuentes localizadas de NOX, tales como las centrales eléctricas o las grandes ciudades. De hecho, en las grandes superficies forestales de Europa central, donde las tasas anuales de depósito oscilan entre 10 y 20 kg de nitrógeno por hectárea, el estado nutricional de los bosques de coníferas ha resultado ser aún inferior al nivel óptimo (Zöttl, 1990). Por ello, es necesario que se efectúen con urgencia estudios estadísticos rigurosos sobre la correlación espacial entre el depósito de nitrógeno y el aumento del crecimiento de los árboles.

Es probable que la temperatura, las precipitaciones (Figura 7) y la concentración de CO2 contribuyan a dicho aumento del crecimiento, debido a que actúan de forma sinérgica y a que su considerable aumento coincide aproximadamente con el comienzo del período de mayor crecimiento de los bosques a mediados de este siglo, cuando la emisión de nitrógeno procedente de la circulación de automóviles seguía manteniéndose a un nivel muy bajo. No obstante, aún no se dispone de datos acerca de las correlaciones que fundamentarían esa hipótesis.

Un tercer factor, a menudo descuidado, es la mejora de las medidas de ordenación forestal (aclareo regular, mejora del terreno antes de la plantación, lucha contra plagas, etc.) y, en particular, la interrupción de la práctica de eliminar los desechos y la capa de humus. Este factor puede haber sido aún más importante. En 1920, Rebel, ex jefe de la administración forestal de Baviera, comunicó que en los bosques estatales bávaros se había verificado una reducción de la producción de madera del 20 al 30 por ciento, debido al rastrillado de la capa de humus. Es lógico suponer que una vez abandonada la mala práctica de eliminar los desechos, desde el decenio de 1930 hasta el de 1950, se debe haber registrado debe haber registrado un considerable aumento en el crecimiento.

Pese a un crecimiento generalmente mayor, en algunos rodales siguen observándose bajas tasas de crecimiento y un elevado coeficiente de muerte de los árboles; sin embargo, estos rodales se hallan limitados principalmente a emplazamientos en los que se registran condiciones orográficas extremas, condiciones atmosféricas desfavorables, un escaso suministro de minerales, enfermedades endémicas (por ej., pudrición de las raíces y el corazón), una insuficiente ordenación forestal, a la combinación de todos estos factores.

Figura 8: Cambios en las condiciones de cuatro abetos rojos enfermos en los Bosques de Baviera (1321 m. s.n.m.) entre 1959 y 1986

Figura 9: Recuperación del follaje de un abeto rojo enfermo (F-K 1) en Munich-Untermenzing entre 1982 y 1987

Relación con las fluctuaciones normales en la condición de la copa

La falta de pruebas relativas al aumento pronosticado de los daños forestales ha planteado un número creciente de interrogantes críticos acerca de las malas condiciones de las copas, por constituir una novedad e indicarse como un síntoma característico de Waldsterben. La necesidad de realizar una evaluación retrospectiva crítica de las condiciones de la copa fue expresada de manera clara por Landmann (1989): «La afirmación de que los niveles de defoliación son 'elevados', lo cual sugiere la hipótesis de que la evolución observada no es normal, implica una referencia a esas 'normas'».

Figura 10: Incremento anual del abeto rojo enfermo (F-K 1) de la Figura 9 y de dos abetos rojos sanos que se encuentran en un lugar cercano al primero (F-K 2 y F-K 3)

La defoliación y otros supuestos síntomas de Waldsterben no se cuantificaron ni registraron en los inventarios realizados antes de 1983. Sin embargo, en algunos períodos anteriores de sequía, durante el verano, se habían efectuado estimaciones de la magnitud del aclareo de copas que resultaron similares a las realizadas a mediados de la década de 1970 y principios de la de 1980. Por ejemplo, Rebel (1924), quien al comienzo del decenio de 1920 había observado un mejoramiento en las malas condiciones de las copas en Baviera, denominó este fenómeno «enfermedad del calor», y señaló que entre el 21 y el 51 por ciento de la superficie forestal de varias regiones de Baviera estaban «en peligro o irreversiblemente enfermas», es decir, experimentaban una defoliación equivalente a las actuales categorías de daños de 1 a 3. Por lo tanto, la estimación de Rebel de los daños forestales en Baviera resulta análoga a la de los actuales informes sobre daños forestales. En la literatura forestal de carácter histórico se describen muchos otros casos regionales y locales de muerte regresiva, debidos a causas desconocidas y a menudo relativos a todas las especies arbóreas, que se acercan mucho a la actual descripción del Waldsterben (cfr. Kandler, 1992).

Al comparar las recientes fotografías que documentan el fenómeno de Waldsterben (por ej., Schütt, 1984; Bauer, 1985) con algunas viejas fotografías de masas forestales que aparecen en revistas científicas, álbumes de fotos y tarjetas postales, se nota que también en tiempos anteriores solían encontrarse árboles con copas ralas. Una evaluación de alrededor de 2 000 abetos claramente reconocibles en postales de antes de 1925 y del período entre 1975 y 1985 (Schweingruber, 1989) ha demostrado que del 16 al 41 por ciento y del 16 al 21 por ciento de los árboles mostraban distintos grados de déficit del follaje, equivalentes a las categorías de daños 2 y 3, en el primer y segundo períodos considerados, respectivamente. Estas cifras son prácticamente idénticas a las de las recientes encuestas llevadas a cabo en Suiza (WSL, 1992).

La comparación de fotografías, antiguas y recientes, de los mismos rodales permite también visualizar el mosaico en pequeña escala de las copas y sus dinámicas no sincrónicas dentro de los rodales (Figura 8). Cada uno de los cuatro abetos gravemente dañados que se han fotografiado en 1959 en los bosques de Baviera manifestaron comportamientos diferentes durante los 27 años siguientes. En 1959, el árbol 1 se hubiera incluido en la categoría de daños 1 ó 2, y los árboles 2, 3 y 4 en la categoría 3. En 1986, el estado del árbol 1 había empeorado, el del árbol 2 había mejorado ligeramente, mientras que la parte superior de las copas de los árboles 3 y 4 se habían regenerado hasta recuperar una condición casi normal. Es improbable que la contaminación del aire, la acidez del suelo o las condiciones climáticas, que constituyen las supuestas causas de los «nuevos daños forestales» que se registran anualmente, sean la verdadera causa del distinto destino de esos árboles vecinos entre sí. Es más probable que la pudrición de las raíces y el corazón, que se descubrió mediante la inspección del alma, llegara a ser más o menos grave o se eliminara por completo mediante la interacción patógena de carácter oscilatorio entre el agente patógeno y el árbol (cfr. Shigo, 1985).

Un segundo ejemplo ilustra la recuperación de un abeto (F-K 1) en condiciones de grave defoliación (categoría de daños 3) en el curso de algunos años (Figura 9). En comparación con los dos árboles sanos (F-K 2 y F-K 3) que crecían a una distancia de sólo 10-20 m, el incremento del crecimiento anual del árbol F-K 1 (Figura 10) empezó a disminuir en 1969 y llegó al nivel más bajo en el verano seco de 1976, cuando el árbol comenzó a perder las agujas. La recuperación del crecimiento incremental empezó en 1980, pero en 1982 se produjo una pérdida de agujas más grave. En los años siguientes se fueron superando en parte las infecciones, el árbol produjo más agujas de las que perdía, y en 1987 se le volvió a incluir en la categoría 1. Cuando se cortó, se descubrió que había sido afectado por Heterobasidioin annosum (Fr.) Bref. y Armillaria mellen sensu lato. En 1978 estaba ya muerto alrededor de un cuarto del cámbium que se hallaba en la base del tronco. Las numerosas nuevas raíces que se habían formado desde 1980 habían permitido que la copa se recuperara.

Las oscilaciones registradas en la condición de las copas en períodos mucho más breves que los observados en las enfermedades de raíces y tallos se deben principalmente a las condiciones climáticas y/o a las infecciones e infestaciones del follaje por agentes patógenos o insectos.

Las fluctuaciones anuales en la condición de las copas, según se observa en las encuestas anuales, se han estudiado más a fondo en Suiza. Aquí, el grado de déficit del follaje de unos 7 árboles marcados, incluidos en las encuestas anuales (1989), se determinó sobre la base de categorías de daños que iban aumentando progresivamente del 5 por ciento, y los cambios anuales mayores del 10 por ciento se describieron en un diagrama (Figura 11). El aumento de las mejoras en las categorías de daños más elevadas corrobora la afirmación anterior de que la serie de encuestas anuales no indica que con el tiempo se verifique un desplazamiento desde las categorías inferiores hacia las superiores, como se sostiene en la teoría de Waldsterben, sino más bien que se registre un estado dinámico estable en las condiciones de la copa a un nivel con un pequeño margen de fluctuación.

Conclusión

El dogma central de la teoría de Waldsterben indica que desde el decenio de 1970 ha ido produciéndose una decadencia sincrónica sin precedentes en todas las especies arbóreas de los bosques de Europa central, debido a una compleja enfermedad de los ecosistemas forestales provocada originariamente por la contaminación del aire. Sin embargo, un decenio de investigaciones sobre los «nuevos daños forestales» realizadas en Alemania occidental muestran lo siguiente:

· Los síntomas que se consideraban específicos de la nueva y compleja enfermedad no han evolucionado de manera paralela.

· Los períodos de aumento de los daños y de recuperación se alternan de manera independiente en las diferentes especies y regiones e incluso en árboles del mismo rodal.

· Las cronologías anuales de los anillos y los inventarios forestales indican que en el decenio de 1980 no se ha verificado ninguna disminución del incremento, sino más bien un aumento del crecimiento.

· No puede demostrarse ninguna correlación espacial y temporal entre los «nuevos daños forestales» y la contaminación del aire.

· Los estudios retrospectivos sobre las condiciones forestales indican que al comienzo del siglo las condiciones de ralea de las copas de los abetos rojos eran similares a las actuales y que se verificaban casos periódicos de decadencia en las principales especies arbóreas.

Por lo tanto, los resultados de un decenio de investigaciones no resultan compatibles con el dogma fundamental de la teoría de Waldsterben. Confirman, más bien, que se producen fluctuaciones no síncronas en las condiciones forestales, así como fenómenos periódicos, verificados y sin verificar, de decadencias propias de las distintas especies.

El Waldsterben puede considerarse como un problema de sensibilización, ya que las condiciones de los bosques que antes se presumían «normales» se convirtieron repentinamente en un símbolo del creciente temor del potencial destructivo de las actividades humanas para el medio ambiente. Sin embargo, los conceptos holísticos, como lo es la hipótesis del Waldsterben, no contribuyen a solucionar los problemas. Al contrario, fomentan las emociones y conducen a conclusiones apresuradas. Para entender realmente la multiplicidad de los fenómenos de decadencia que experimentan nuestros bosques, debemos seguir analizando síntoma por síntoma, especie por especie y lugar por lugar, según los principios clásicos de la fitopatología y la silvicultura en general.

Figura 11 porcentaje relativo a unos 7 500 árboles, según las encuestas anuales realizadas de 1987 a 1989 en los bosques suizos, expresado en categorías de déficit del follaje con aumento porcentual del 5 por ciento: < 5%: invariado; < 10%: mejorado; > 10%: deteriorado. Las relaciones de déficit del follaje que se establecen en las categorías de danos alemanas figuran en el eje horizontal

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