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1. VALORES ECONÓMICOS: UTILIDAD Y LIMITACIONES


Los valores económicos no existen aisladamente. Éstos valores proporcionan solamente una perspectiva económica del valor de los bienes y servicios asociados con una o una serie de actividades. Éstos se atribuyen a los insumos y a los productos de los procesos productivos o de transformación. Por lo tanto, el primer paso fundamental es identificar los insumos y productos asociados con el cambio propuesto, que el encargado de tomar las decisiones está analizando.

Un mismo bien o servicio puede acarrear consigo tanto un valor positivo como negativo

Los bienes y servicios pueden ser asociados ya sea a valores monetarios negativos (costos) como positivos (beneficios). Todo depende de quién los está evaluando. Para el trabajador el salario es un beneficio que tiene un valor positivo, representa un ingreso. En cambio, desde el punto de vista de la empresa forestal que contrata al trabajador, el salario es un costo y tiene un valor negativo en los cálculos de la empresa.

Hay que recordar que la evaluación económica significa aplicar valores positivos a los bienes y servicios. Éstos se trasforman en “costos” (y adquieren un valor negativo) cuando hay que renunciar a ellos. Cuando los recibimos adquieren un valor positivo y se trasforman en “beneficios”. Por ejemplo, no obstante tomemos cualquier tipo de medida substitutiva para calcular el costo de la contaminación, éste fundamentalmente resulta equivalente al valor positivo de los beneficios de salud a los que renunciamos a causa de la contaminación.

Desde el punto de vista de la sociedad, el valor de la mano de obra dependerá del valor de lo que ésta produce. Cuando se contrata la mano de obra para un determinado trabajo y luego acaba siendo utilizada para otro trabajo, hay que considerar un “costo de oportunidad”. El costo de oportunidad no es más que un reflejo del valor de los bienes o servicios a los que se renuncian cuando un recurso se utiliza con una finalidad determinada en lugar de otra.

Un mismo bien físico o servicio puede tener diferentes valores económicos y sociales, dependiendo de la ubicación y el periodo de su producción.

El ejemplo del cuadro 1.1 muestra que un mismo servicio (en este caso la misma reducción de la erosión y de la pérdida de suelo, pero en distintos lugares) puede ser asociado a valores económicos y sociales bien diferentes. El punto fundamental que hay que recordar es que no existen valores económicos absolutos. Éstos dependen de las condiciones particulares asociadas con el lugar y el momento en que el bien o el servicio está disponible, cuánto es producido del bien o servicio, cuántas personas lo quieren y cuántas están dispuestos a pagar por el.

El concepto de con y sin

Cuando se propone un cambio en la utilización o en la ordenación forestal, los costos y beneficios conexos que hay que tomar en cuenta son aquellos adjuntos que acarrea el cambio, esto es, los costos y beneficios con y sin el cambio. He aquí tres puntos que necesitan atención:

Frecuentemente, con y sin el cambio propuesto es diferente a “antes y después” del cambio

Las magnitudes calculadas con y sin el cambio pueden no ser las mismas de las magnitudes de antes y después. El ejemplo del recuadro 1.2 explica este punto.

Recuadro 1.1 Convertir las repercusiones ambientales en términos económicos y sociales.

Un forestal aconseja a un gobernador regional que la reforestación y las actividades a ella relacionadas podrían reducir los índices de erosión del suelo en las tierras agrícolas abandonadas de un valle fluvial, de al menos 7 toneladas por hectárea al año. La reducción de la erosión del suelo es un impacto positivo para el medio ambiente. Sin embargo, de por sí, el reducir la pérdida del terreno no es necesariamente un beneficio para el hombre. Inmediatamente el gobernador pregunta cómo los ciudadanos de su jurisdicción serán afectados por este impacto ambiental, es decir, cuáles son los impactos sociales y económicos.

De hecho, los beneficios sociales y económicos dependen directamente de dónde tiene lugar la repercusión ambiental. Por una parte, si el valle fluvial no está poblado y el río desemboca en el océano sin ser casi usado por los hombres, los beneficios de la reducción de la erosión serán probablemente muy reducidos desde el punto de vista de los valores económicos y sociales. Casi seguramente el gobernador no estará interesado a menos que se demuestre que existen otros beneficios sociales/económicos originados por la plantación de árboles. Por otro lado, si el río desemboca en una represa que proporciona energía hidroeléctrica y agua potable y para el riego para varios miles de personas en el territorio del gobernador, la reducción de la erosión podría disminuir la sedimentación y la pérdida de capacidad de la represa y, por lo tanto, evitar la pérdidas de la represa que tienen impactos sociales y económicos directos. En este caso, los beneficios sociales y económicos originados por la reforestación para la reducción de la sedimentación podrían ser considerables, aunque los impactos ambientales (reducción de la erosión) sean los mismos que en el caso anterior.

El punto fundamental es que la repercusión ambiental positiva originada por la reducción de la erosión significa poco para el tomador de decisiones, a menos que no se convierta en términos sociales y económicos, es decir, en repercusiones para la población, o sea, que signifique evitar las pérdidas en los valores de producción in situ, disminución de la pérdida de vidas a causa de inundaciones y reducir las pérdidas en los cultivos irrigados y en los valores de la hidroelectricidad.


Recuadro 1.2. Ejemplo 1. Proyecto de protección del suelo.

Supongamos una situación en que una determinada zona de tierra se está deteriorando bastante rápida y constantemente debido a la erosión y que ésto reduce la productividad de sus cultivos. Se propone un proyecto forestal de conservación para parar la erosión y para restaurar y elevar el nivel de productividad del suelo (del nivel actual A al nivel CD futuro). La situación se muestra a continuación:

Si no aplicamos el concepto de con y sin, podemos acabar definiendo los beneficios del proyecto como el área ACDE. Sin embargo, un hecho es cierto: sin el proyecto la erosión y la pérdida de suelo continuarían según la línea AB, más que continuar constantes en AE. Aplicando el concepto de con y sin, observamos que los beneficios reales originados por el proyecto comprenden el área ACDB

Tanto la oferta como la demanda son importantes cuando se analizan los valores de con y sin una actividad o proyecto.

El aumento de la oferta de un bien o servicio a causa de un proyecto no constituye un valor económico a no ser que exista demanda para dicho aumento. Por lo tanto, el incremento de una unidad de valor existente no corresponde a una medida de valor de este aumento de oferta a menos que exista una demanda para el mismo. El cuadro 1.3 explica este punto.

Este ejemplo trata de un proyecto de ordenación de cuencas que reducirá el volumen de sedimentos que fluye río abajo hacia la represa, lo que aumentará la capacidad de la misma “con” en comparación a “sin” el proyecto. La diferencia de capacidad (oferta) con y sin el proyecto se indica en la columna 4, que deriva de las columnas 2 y 3. Casi independiente de la oferta de agua es el uso de la misma, que se muestra en las columnas 5 y 6 con y sin el proyecto. Obsérvese que la demanda de agua (uso del agua) para los primeros cuatro años es la misma que con o sin el proyecto. Esto es así porque en cualquiera de los dos casos la oferta es mayor que la demanda y, por consiguiente, el uso de agua depende de la demanda. Sin embargo, al cuarto año, la capacidad (oferta) sin el proyecto es menor que la demanda y, por lo tanto, el uso del agua está limitado por la oferta. Con el proyecto la capacidad es mayor y, por consiguiente el uso de agua puede ser mayor, como indicado en la columna 7. En esta columna se muestra la medida del beneficio del proyecto con y sin el proyecto al cual tenemos que atribuir los valores. Frecuentemente, puesto que los analistas ignoran el factor de la demanda, atribuyen erróneamente valores a las cifras de la columna 4. De hecho, el aumento de la capacidad tiene valor sólo si alguien quiere usar dicho aumento.

Recuadro 1. 3. Un ejemplo de aplicación del principio de con y sin.

Proyecto de Cuenca; Identificación de los beneficios del agua
(millones de m3/año)


Capacidad de oferta de la represa

Demanda de uso de la represa

(1)

(2)

(3)

(4)

(5)

(6)

(7)









Sin el

Con el

Diferencia

Sin el

Con el

Diferencia

Año

Proyecto

Proyecto


Proyecto a/

Proyecto b/









0

100

100

0

86

86

0

1

96

99

3

86

86

0

2

92

98

6

87

87

0

3

88

97

9

87

87

0

4

84

96

12

84

88

4

,

,

,

,

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,

,

,

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21

16

79

63

16

79

63

22

12

78

66

12

78

66

23

8

77

69

8

77

69

24

4

76

72

4

76

72

25

0

75

75

0

75

75

a/ Limitada por la demanda de agua durante los primeros 4 años y, luego, limitada por la capacidad a medida que la demanda supera la oferta

b/ Limitada por la demanda por los primeros 10 años y, luego, limitada por la capacidad a medida que la demanda supera la capacidad incluso con el proyecto.

c/ Esta es la medida obtenida tras el proyecto, es decir, la diferencia en el uso con y sin el proyecto.

Con frecuencia, la columna 4 es erróneamente considerada la medida de los beneficios. En realidad, es la columna 7 que proporciona el mejor cálculo, es decir, donde se consideran tanto la oferta como la demanda.

Los precios administrativos reflejan la realidad del ambiente político

En teoría, los valores que se atribuyen a un bien o servicio determinado deberían reflejar el mejor uso alternativo para los recursos (verdadero costo de oportunidad), o la verdadera disposición a pagar por dichos bienes y servicios, sin considerar las intervenciones del gobierno e incluyendo todos los factores externos. En la práctica esto no es posible, ni tampoco siempre deseable.

El ejemplo del recuadro 1.4 se refiere a la adopción de los precios administrativos para la tierra. Trata de una situación en que un determinado territorio ha sido declarado bosque nacional por el cuerpo legislativo, para ser utilizado sencillamente como bosque. El problema es si la valoración del costo de oportunidad del suelo debe o no considerar opciones de uso - como la agricultura o el parque industrial -, aunque éstos no estén permitidos por las leyes vigentes, que se supone seguirán existiendo en los años futuros.

A este respecto consideramos que el costo de oportunidad asociado con una propuesta de cambio en el uso del suelo debe reflejar sólo las opciones permitidas por el sistema vigente (y que se supone seguirá en vigencia a lo largo del tiempo necesario para la realización del cambio propuesto). Los valores resultantes son los denominados “precios administrativos”, o precios/valores vinculados por el ambiente político vigente y previsto. Otra pregunta completamente distinta y legítima es cuál es el costo de continuar con la misma política.

Hay que recordar que el ambiente político no está establecido sólo por las normas públicas, sino que también por las leyes o costumbres sociales y religiosas. Un ejemplo típico es el de las vacas sagradas de India, que representan ciertas realidades del país que deberían ser reflejadas en cualquiera evaluación económica realística del ganado vacuno.

Recuadro 1. 4. Los precios administrativos en la evaluaciones de los proyectos forestales.

Supongamos que una zona de tierra actualmente inutilizada pueda ser técnicamente utilizada para dos propuestas que se excluyen mutuamente: agricultura y plantación forestal. La alternativa de plantación produciría 150$ de beneficios al año, al neto de todos los gastos menos del costo del suelo. La alternativa de la agricultura originaría un beneficio de 200$ anuales, al neto de todos los costos excepto que por la tierra. No obstante, existe una limitación política: el gobierno ha decidido que en esa zona se permitirá sólo la silvicultura.

Al analista se le pide que estime el valor económico de la alternativa de plantación. Para hacer ésto, tendrá que estimar, entre otras cosas, el valor del suelo que será usado en el proyecto. Este valor es igual a los beneficios netos a los que se renuncia por no haber podido adoptar la mejor alternativa de uso del suelo. Puesto que la principal alternativa técnicamente posible es la agricultura, con un beneficio neto de 200$ anuales, algunos opinarán que es este el valor del suelo que se debería adoptar como costo de oportunidad en el análisis económico del proyecto de repoblación forestal.

En cambio, otros afirmarán que, dado que fue una decisión política a excluir la alternativa agrícola, el valor del suelo para el proyecto de reforestación debería ser equivalente a los beneficios netos a los que se renuncian al no escoger la mejor alternativa forestal. Si esta alternativa forestal produce un beneficio neto de 60$ anuales, excluido el costo del suelo, ¿cuál valor debería ser incluido en el análisis, 200$ o 60$?

Dependiendo de cual valor se escoge, se obtendrán dos estimaciones completamente diferentes del valor del proyecto. Como hemos dicho, la plantación produciría 150$ de beneficios netos, sin tener en cuenta el costo de oportunidad del suelo. Si se consideran los 200$ como valor económico del suelo, el valor económico del proyecto de plantación será igual a 150$ - 200$, o - 50$, y, por lo tanto, el analista no aconsejará su ejecución, basándose en el hecho que los costos son mayores que los beneficios. Por otro lado, si se consideran las restricciones políticas, el beneficio neto generado por el proyecto sería 150$ - 60$ = 90$, y el proyecto posiblemente sería aprobado dado que tiene un valor positivo. ¿Cuál es el enfoque correcto?

Al utilizar el concepto de “con y sin”, el analista debe considerar sólo la diferencia efectiva estimada. Las restricciones políticas imponen verdaderas fronteras para las posibles oportunidades, como también las limitaciones tecnológicas. Por lo tanto, el valor de la posible producción agrícola no debe entrar en el análisis del proyecto de plantación. No respetar esta idea conduciría a decisiones equivocadas. En el ejemplo, si las restricciones políticas fueran consideradas irrelevantes, no existirían argumentos económicos para la aprobación del proyecto. El proyecto no se ejecutaría, pero tampoco se realizaría la opción agrícola, puesto que la línea política es real. Consecuentemente, la sociedad no recibiría ni los beneficios de la repoblación forestal, ni los originados por la alternativa agrícola.

Lo dicho no implica que el valor de las opciones agrícolas no realizables sea irrelevante. Al contrario. Si bien este valor no debe ser incluido en el análisis del proyecto de plantación, es pertinente en un análisis de la política restrictiva sobre el uso del suelo. Puesto que sin este tipo de política se originaría 200$ de beneficios netos y, en cambio, con la política la mejor alternativa produce sólo 150$, la diferencia de 50$ sin duda representa una parte del costo social de dicha limitación y, por lo tanto, es una información importante.

Los tomadores de decisiones pueden, o no, considerar aceptable la pérdida de 50$ para alcanzar objetivos sociales no económicos en relación al problema del suelo. La pérdida es de evidente importancia en el análisis de las implicaciones políticas, pero, dado la política, no es relevante para la evaluación del proyecto de repoblación forestal.

Valores del capital y valores de los flujos

Aquí están incluidos varios aspectos que el encargado de tomar decisiones debe conocer acerca de los valores forestales.

Los recursos biológicos tienen valores de flujo y de existencias

Los bosques tienen existencias permanentes de árboles que puede producir flujos de maderas, frutas, nueces y otros productos. Ambos tipos de valores son importantes cuando se consideran los cambios propuestos en la utilización forestal. Lo mismo es cierto también para las demás plantas y animales del bosque.

El valor de los flujos y de las existencias es el punto central de las discusiones sobre la sostenibilidad de los sistemas de recursos biológicos.

En efecto, la mayor parte de los argumentos que sostienen la necesidad de llevar una contabilidad de los recursos naturales o de considerar las existencias de los recursos naturales en las cuentas nacionales, se refieren a este aspecto.

Ultimamente se manifiesta siempre mayor interés para realizar la contabilidad de los recursos naturales de los bosques y de otras fuentes. En gran parte, esto se debe a una anomalía en la cuenta de ingresos nacional, que lleva a una estimación excesiva del valor de los ingresos generados por los recursos naturales, puesto que no se descuenta el valor de la depreciación. La depreciación es un costo imputado, que refleja el declino de la capacidad productiva de los bienes hechos por el hombre - edificios, fábricas, materiales -, y la inversión necesaria para mantener en el tiempo un cierto nivel de capacidad productiva. A diferencia de los bienes de capital hechos por el hombre, en la cuenta de ingresos nacional, el valor de la producción procedente de los recursos naturales se calcula sin descontar el costo asociado con el agotamiento o la degradación de los mismos. Es por eso que cuando los bosques son desmontados, no se registra ninguna depreciación que refleje la disminución de la capacidad productiva de los mismos. El mismo recurso se trata como un bien libre, lo que representa claramente un error de medición. Al incluir sólo el valor de producción sin calcular el valor de los insumos de los recursos naturales, las cuentas de ingresos nacionales estiman en exceso los ingresos generados y proporcionan informaciones equivocadas para la toma de decisiones. Por lo tanto, desde este punto de vista, las políticas que reducen los bosques o degradan el medio ambiente y disminuyen la capacidad productiva futura, parecen como deseables.

Se han elaborado distintos métodos para resolver estos problemas de evaluación. Esencialmente, éstos intentan rectificar la discrepancia de evaluación entre los bienes de capital humanos y naturales, descontando una cierta suma del valor de producción. De este modo se tiene en cuenta la disminución de la capacidad productiva de los recursos naturales, que se debe al agotamiento y a la degradación de los mismos.

Valores financieros y valores económicos

Los valores financieros se refieren exclusivamente a los bienes y servicios que tienen un precio de mercado. Los valores financieros se consideran siempre desde la perspectiva de una persona particular o de otra unidad. Es así que, para esta unidad, los costos financieros representan pérdidas de capital/recursos, mientras que los rendimientos financieros son afluencias de dinero. El valor económico es un concepto más amplio que se explica a continuación.

Valor del tiempo y actualización

Los costos e ingresos, o beneficios, se verifican a lo largo del tiempo y no todos en el mismo momento. Por ejemplo, algunos costos pueden presentarse hoy, mientras que los beneficios correspondientes sucesivamente en el futuro. La pregunta principal es cómo comparar los valores presentes con los valores futuros, puesto que sabemos que son distintos (tener un dólar americano hoy vale más que tener que esperar diez años para poseer el mismo dólar). Los economistas utilizan los métodos generalmente aceptados de actualización (traer los valores futuros hacia el presente) y de composición (llevar los valores presentes hacia un cierto periodo futuro). Los conceptos básicos de dichas técnicas se explican en el documento Estudio FAO Montes 106 (Gregersen y Contreras 1992). La clave para comparar los valores de distintos periodos es colocarlos en un punto común de tiempo de modo que puedan ser comparados.

El “valor de cambio” es diferente que el “valor de uso”

Cabe notar que cuando se realiza un análisis adoptando cualquiera de los métodos descritos, es importante distinguir entre valor de uso (estimación de valor por el consumidor) de ciertos bienes y servicios no comerciables y el valor de cambio (precios de mercado) de bienes y servicios vendidos en el mercado. Por este motivo, no se deberían comparar, p. ej., los precios de mercado de la madera con las estimaciones del valor de uso de la recreación. Estos valores representan dos conceptos distintos que frecuentemente son diferentes. Es así que, por ejemplo, el precio de mercado pagado (valor de cambio) por un viaje de ecoturismo a un costo de caza en Kenia podría se mucho más bajo de lo que un consumidor está realmente dispuesto a pagar (valor de uso) por el viaje. El precio de mercado refleja sólo marginalmente la d.a.p.. En suma, si se comparan estos dos tipos de valores, podemos llegar a conclusiones equivocadas acerca de los valores relativos.


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