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La mejora de las funciones productivas de los bosques pluviales tropicales

M.N. Salleh

Salleh bin Mohammed Nor es Director Ejecutivo de la TROPBIO Research, Kuala Lumpur, Malasia.

Adaptación de la memoria general presentada al XI Congreso Forestal Mundial, sobre el tema «Función productiva de los bosques».

La expresión bosque pluvial tropical (tropische Regenwald) fue empleada por primera vez en 1898 por el botánico alemán A.F.W. Schimper (Whitmore, 1990). Hoy, los bosques pluviales tropicales pueden encontrarse en las tres áreas de tierras tropicales del mundo sobre una superficie total de 17,6 millones de km2 (Dixon et al., 1994). El mayor bloque que se encuentra en América Latina totaliza una superficie de 4 millones de km2; seguido por Asia que cubre 2,5 millones de km2, y Africa, con 1,8 millones de km2. La tasa de deforestación es muy elevada. En 1990, la FAO (1995) estimaba que el ritmo de deforestación en los trópicos es de aproximadamente 460 000 hectáreas anuales, lo que equivale a una tasa del 0,6 por ciento. Si esta tasa de deforestación continuara, muchos países podrían perder la totalidad de sus bosques pluviales tropicales de dimensiones relativamente moderadas, hacia el año 2025 (WRI, 1988). Predicciones similares han sido formuladas por la Interagency Task Forte on Tropical Forest, de Estados Unidos, que en 1980 llegó a la conclusión de que si continuara la actual tendencia, los bosques pluviales tropicales mundiales fuera de Africa central y de la cuenca del Amazonas serían solamente remanentes dispersos en el año 2025 (Grainger, 1987).

No hay duda de que se puede y se debe tomar medidas para asegurar que los bosques remanentes no se agoten. Las inquietudes expresadas por todos los países en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (CNUMAD) en 1992 necesitan una continuidad y ser llevadas a la práctica sobre el terreno. Entre aquellos que se ocupan de conservación de bosques tropicales, existe el temor de que la utilización de los recursos forestales lleve a la destrucción de los bosques, o por lo menos que si los bosques son gestionados para la producción de madera, deberán sacrificarse otros productos y servicios que aquellos pueden ofrecer. Para aplicar buenas prácticas de gestión, es crucial que todos los forestales y gestores comprendan las funciones de los bosques pluviales tropicales antes de tomar cualquier decisión sobre la gestión y el uso de éstos.

Selva tropical en la Amazonia peruana

El presente artículo sostiene que la gestión de múltiple uso, para obtener madera y productos y servicios no madereros, puede maximizar el crecimiento económico y, al mismo tiempo, conservar el valor del bosque para el futuro.

Producción de madera

Bosque natural

La demanda mundial de madera tropical ha crecido significativamente durante las últimas décadas (Panayotou y Ashton, 1992), como consecuencia del aumento de la población y del desarrollo económico. Para el año 2000, la proyección de extracción de madera tropical se estima que aumentará a 236 millones de m³ (FAO, 1982; Erfuth, 1984), con el sudeste asiático como fuente dominante (Gills, citado en Denslow y Padoch, 1988). Entre el 3 y el 18 por ciento de la producción total de madera tropical es vendida en los mercados internacionales (WRI, 1988). Al mismo tiempo, las exportaciones de madera tropical crecieron 14 veces en los 30 años anteriores a 1980 (Grainger, citado en Panayotou y Ashton, 1992).

En 1980, Brazier (1982) estimó que el valor total de las exportaciones mundiales de maderas tropicales era de 8 700 millones de dólares. Según WRI (1988), el valor total de los productos madereros exportados era de aproximadamente 50 000 millones de dólares en 1985, generando una gran parte (entre el 10 y el 20 por ciento) de los ingresos por comercio exterior de algunos países en desarrollo (Grainger, 1986). Los bosques pluviales tropicales representaron sólo el 13 por ciento de toda la producción mundial de madera en rollo (Panayotou y Ashton, 1992). Sin embargo, si las tendencias actuales de tala y deforestación continuaran, se teme que no habrá suficientes bosques para abastecer las necesidades de madera de las futuras generaciones.

Corta y silvicultura

La cosecha forestal y el transporte son componentes esenciales de la gestión forestal. Por lo tanto, la elección de los métodos de corta y transporte debe ser motivo de cuidadosa consideración, porque tendrán el mayor impacto sobre la productividad futura del bosque. Los componentes del ecosistema forestal que pueden verse afectados negativamente por las operaciones de cosecha y de transporte incluyen la masa de madera residual, la estabilidad del suelo, los animales de caza, las especies raras y la regulación de vertientes (Marn y Jonkers, 1981). Operaciones poco cuidadosas pueden tener como consecuencia una excesiva mortalidad de plantones, de lo que puede resultar una reserva inadecuada de especies deseables, bajos rendimientos futuros de madera y ciclos de cosecha prolongados.

La corta o cosecha forestal es el primer gran impacto de la interferencia humana sobre el bosque y debería, por tanto, ser planificada y ejecutada de modo apropiado. Sus implicaciones son de gran alcance sobre el futuro a largo plazo del bosque, y un juicioso cuidado es esencial para asegurar la recuperación y crecimiento del bosque residual. A este respecto, la práctica de la corta de impacto reducidos es un esfuerzo dirigido a asegurar un tratamiento inicial apropiado del bosque. Por consiguiente, la operación de corta debería ser considerada como parte del proceso silvícola.

La mejora de la utilización y la elaboración es importante para asegurarla sostenibilidad de los bosques tropicales. En la fotograma, producción de madera de troncos de pequeño diámetro en Chaquite Grande, Honduras

Actualmente, varios métodos se usan en todo el mundo; entre ellos, tractores de ruedas u orugas, cables superficiales con cabria, cables aéreos, y helicópteros o globos. Los sistemas de tractor de oruga son los más difundidos en la industria forestal pero también son particularmente perjudiciales para la masa residual (Nicholson, 1958), con una perturbación global superior a la de los sistemas de cable con cabría en la superficie (Hamilton y King, 1983). La perturbación total del suelo por los sistemas de cable aéreo es inferior a la que producen los cables en superficie, debido a que presentan menos requerimientos de trochas. Los sistemas de extracción aérea, usando helicópteros o balones, provocan los perjuicios menos importantes, si bien son los más caros.

La cosecha de madera, incluso bajo una gestión de rendimientos eficaz y sostenida, plantea muchos otros aspectos de riesgo a la sostenibilidad del bosque. El daño causado a la estructura del bosque, al entorno forestal y social y al ecosistema, es de lejos muy superior al de cualquier otro uso de la tierra, excepto el clareo para agricultura (Leslie, 1994). Para minimizar el daño al ecosistema forestal, Leslie sugiere que deberían incorporarse técnicas de cosecha de bajo impacto con una gestión sostenible del rendimiento. Esto supone talar menos árboles por hectárea, evitar perjudicar la masa residual y la retención y protección de los árboles y otros productos no madereros que tienen un valor comercial o artesanal, real o potencial o una significación ecológica o cultural.

Ha habido un lento movimiento hacia el uso de tecnologías más respetuosas con el medio ambiente en las operaciones de cosecha y transporte forestal. Muchas de las investigaciones de los años recientes se han centrado en los impactos ambientales asociados con las operaciones de cosecha o con el desarrollo de infraestructura y la necesidad de mejorar el control de las operaciones de corta (Dykstra y Heinrich, 1997). Una cuidadosa planificación de las trochas forestales y lanzaderas de troncos puede minimizar los daños sobre la cubierta y el piso del monte. En Sarawak, esta planificación ha permitido la extracción de hasta un 30 por ciento más de madera por hora, con costes globales reducidos en un 19 por ciento, y los espacios abiertos en el bosque disminuyeron del 40 al 17 por ciento, con una supervivencia de 60 tallos comerciales por hectárea en lugar de 40 (Marn y Jonkers, 1981).

La silvicultura de bosque pluvial es la manipulación del bosque en favor de ciertas especies y de tal modo mejorar su valor (Whitmore, 1990). El principio biológico de la silvicultura es que mediante el control de los espacios en la cubierta es posible influir sobre la composición de especies en el próximo ciclo de crecimiento. En los bosques donde la existencia de plantones y renuevo de las especies deseables es inadecuada para la regeneración natural, sea por la baja supervivencia inherente o como resultado de una operación de corta destructiva, las opciones disponibles son limitadas. La regeneración artificial a través de una plantación de enriquecimiento es tal vez la mejor opción para restaurar las especies deseables en el bosque remanente. Esto es así porque la regeneración natural de las especies comerciales depende en gran medida de la supervivencia de los plantones establecidos, ya que la producción de frutos es irregular y por tanto ocurre raramente antes de que aparezca la maleza que sigue a la corta (Whitmore, 1984; Kio, 1987).

El éxito de la plantación de enriquecimiento varía enormemente según el método que se use, las especies que se planten y el alcance y calidad de los cuidados posteriores (Panayotou y Ashton, 1992). Esta práctica ha sido sometida a prueba en varios tipos de bosque en Asia y Africa, con un énfasis en la regeneración de las especies dipterocarpáceas y de la caoba, respectivamente (Whitmore, 1984, Nwoboshi, 1987). Hay dos métodos de plantación de enriquecimiento actualmente en uso: plantación en línea, en la que los plantones se colocan en pasillos, generalmente clareados en lo alto, y plantación en grupo, en la que grupos de plantones son colocados en los espacios, creados natural o artificialmente, de la cubierta (Kio, 1987).

Plantación cooperativa polivalente (mezcla de pino y acacia) en las montañas próximas a la población de Cam Lo, en la provincia de Ouang Tri, China

Hasta hoy, la plantación de enriquecimiento no ha tenido mucho éxito. Los plantones con frecuencia no consiguen estabilizarse, y aquellos que lo consiguen suelen exhibir un pobre crecimiento o son abrumados por trepadoras y malezas (Liew y Wong ,1973; Kio y Ekwebelam, 1987). Sin embargo, Kio (1987) sugiere que el fracaso de la plantación de enriquecimiento se debe a la aplicación impropia de los métodos, no a un fallo del concepto. Como ha sido señalado por Ashton (citado por Panayotou y Ashton, 1992), la plantación de enriquecimiento se ha logrado en Karnataka y otros estados de la India, así como en Sri Lanka, durante muchos años.

Los experimentos en Malasia también han indicado un alentador potencial para la plantación de enriquecimiento con especies autóctonas y exóticas, cuando está acompañada por un esfuerzo concertado de mantenimiento y tratamiento, incluyendo la aplicación de fertilizantes.

El autor está convencido de que la plantación de enriquecimiento es no sólo una opción viable sino una necesidad en la gestión de bosques tropicales, debido a la reducción de la calidad de las masas residuales después de la corta. Por otra parte, la plantación de enriquecimiento asegura las especies para el suministro futuro y ayuda a introducir prácticas de planificación.

Plantación forestal

Las actuales estimaciones de las superficies de plantación forestal indican un total aproximado de 135 millones de hectáreas (Mather, 1990; Sutton, 1991; FAO, 1993) dominado por unos pocos géneros: Acacia, Eucalyptus, Picea y Pinus, Araucaria, Gmelina, Larix, Paraserienthes, Populus, Pseudotsuga y Tectona tienen importancia regional (Savill y Evans, 1986; Evans, 1992). Sólo en torno al 25 por ciento de las plantaciones forestales existentes en el mundo se encuentran en las regiones tropicales y subtropicales; aproximadamente el 15 por ciento en la zona Asia-Pacífico, el 7 por ciento en el continente americano y el 3 por ciento en Africa (Evans, 1992; Kanowski y Savill, 1992).

El establecimiento de plantaciones forestales en los trópicos aumentó significativamente durante la década pasada. Evans (1992) informa que la superficie de plantación se multiplicó por siete durante un período de 25 años, pasando de 6,7 millones de hectáreas en 1965 a 42,7 millones en 1990. Estas plantaciones son, casi por completo, plantaciones monocultivo de edad uniforme, con el propósito primario de producción de madera (Evans, 1992; Panayotou y Ashton, 1992; Kanowski, 1997), siendo un 90 por ciento de ellas destinadas a producir madera de uso industrial.

La FAO (1993) ha estimado que el ritmo anual de establecimiento de plantaciones forestales es de 2,6 millones de hectáreas en los trópicos, lo que es muy inferior al de las zonas templadas donde se ha estimado en alrededor de 10 millones de hectáreas (Mather, 1990). Países como Indonesia y Chile han establecido plantaciones forestales por conversión de bosques naturales, mientras que en Nueva Zelandia y Portugal, el establecimiento de plantaciones se ha desplazado completamente a sitios anteriormente usados para la agricultura (Kanowski, 1997).

Siendo que la principal función de las plantaciones forestales es la de producir madera, éstas pueden ser desarrolladas de modo que desempeñen un papel más significativo en el medio ambiente global. El mundo se enfrenta a problemas de degradación de los suelos. Hay actualmente millones de hectáreas de tierras degradadas en todo el mundo. La única actividad que puede desarrollarse dentro de una superficie de esta magnitud es la plantación forestal y el cultivo de árboles. Se trata de una oportunidad importante para la silvicultura y la profesión forestal de crear un impacto sobre el ambiente global así como de aportar un recurso renovable muy necesario para el futuro. El autor espera que la FAO y la Organización Internacional de las Maderas Tropicales (OIMT) se pongan a la cabeza de un programa de deforestación masiva de las tierras degradadas del mundo durante los próximos veinte años, con el objetivo de asegurar que al menos el 75 por ciento de las tierras degradadas en todo el mundo serán cubiertas con árboles para el año 2020. Estas dos organizaciones internacionales deberían aunar sus fuerzas para movilizar todos los recursos disponibles hacia el logro de este objetivo.

Los productos forestales no madereros son una cornucopia de mercancías útiles para la humanidad En la fotografía, un niño recolectando frutos silvestres de un árbol en Camboya

Al margen de «reverdecer» el planeta, las plantaciones forestales pueden desempeñar un papel muy importante en la retención del carbono y en apoyo de los esfuerzos globales para resolver los problemas del efecto invernadero y del cambio climático.

Productos y servicios no madereros

Los productos forestales no madereros, tal como fueron definidos por Wickens (1994) remiten a bienes y servicios destinados al mercado o a la subsistencia, para el consumo humano o industrial, obtenidos de recursos forestales renovables y que son un punto de apoyo para aumentar los ingresos domésticos reales y el empleo. Estos productos incluyen el uso de las plantas para alimentos, bebidas, forraje, combustible y medicina; y el uso de pájaros y peces y otros animales para alimentación, pieles y cuero, y los servicios de la tierra para conservación y recreación.

Los productos forestales no madereros, o productos forestales menores proporcionan múltiples bienes útiles para la humanidad. A menudo se los considera como subproductos y el valor económico potencial (monetario o en términos de utilización) es habitualmente desconocido o inapreciado por los gestores forestales. El alto ritmo de desaparición de la vegetación tropical ha hecho que se estudie con más detalle el potencial de los bosques como una fuente de productos forestales menores, porque éstos también pueden aportar ingresos en dinero y valores intangibles. Los gestores forestales, en particular, deberían tratar de incrementar la productividad de los bosques en este tipo de productos y, al mismo tiempo, continuar aportando productos y servicios esenciales a la humanidad.

La cosecha, procesamiento y mercadeo de bienes no madereros para la producción local y las industrias de pequeña escala o para los mercados internacionales, pueden crear empleos, ya que la mayor parte de los procesos son intensivos en mano de obra. El empleo en estas industrias puede generar ingresos significativos a los recolectores y procesadores locales. En Belize, Balick y Mendelsohn (1992) encontraron que las plantas medicinales tradicionales permiten a los hombres de la selva o recolectores obtener ingresos dos a diez veces más altos que las ganancias de los agricultores. Según el IEA (1989) el ingreso anual medio de una familia en Xapuri, Brasil, por la extracción de goma y frutos para las comunidades locales era de 960 dólares. Si se combinara este ingreso con otras actividades no monetizadas, como la pesca y la caza, el ingreso total podría llegar hasta los 1 500 dólares anuales por familia. Esto es el doble de las ganancias de la población común en la región septentrional de Brasil.

Los productos forestales no madereros pueden ser también un importante capítulo del comercio exterior; dichos productos han entrado en el mercado internacional y son gravados y registrados. Por ejemplo, el 40 por ciento de los ingresos totales del Departamento Forestal de la India en los años noventa fueron recaudados gracias a los productos forestales no madereros (Mukerji, 1994). En Malasia, hubo un incremento del 480 por ciento en los ingresos por exportaciones de productos forestales no madereros entre 1986 y 1988. Y entre 1982 y 1987, los ingresos por el mismo concepto de Tailandia aumentaron un 81 por ciento (de Beer y McDermott, 1989).

En la región Asia y el Pacífico, el retén, procedente de bosques naturales, es el principal producto forestal después de la madera. Su cultivo ha demostrado ser rentable tanto para los pequeños propietarios como para los propietarios de plantaciones en Indonesia y Malasia. Cada mes, el valor bruto total del retén puede llegar a 2 millones de dólares EE.UU. en Malasia peninsular. Este valor puede aumentar entre 21 y 25 veces si el retén es procesado como muebles o encordados (Abd. Latif 1989; Aminuddin y Abd. Latif, 1996).

Muchas otras especies de plantas son ampliamente utilizadas en industrias de tipo artesanal: bambú, kapok y otras especies de palmeras utilizadas también como alimento, envoltorios, cestas, trampas para pescar y esteras (Pearce, 1989). El bambú normalmente se produce en pequeñas cantidades en sitios perturbados. La producción de bambú es actualmente de más de 10 millones de toneladas anuales (Sharma, 1980). En la India, se estima que unas 2 millones de toneladas (peso en seco) de bambú suministran 600 000 toneladas de pasta de papel cada año (Lessard y Chouinard, 1980). Abdul Razak y Abd. Latif (1988) estimaron que el bambú cubría una superficie de unas 320 000 hectáreas en Malasia peninsular, con una existencia en pie estimada en torno a los 7 millones de toneladas. El mercado local para productos de bambú en Malasia peninsular representa un valor de 1,2 millones de dólares EE.UU. anualmente (Aminuddin y Abd.Latif, 1996). En Sarawak, las esteras y cestas trenzadas localmente se han hecho populares entre los turistas (Pearce, 1989). Las orquídeas y sarracenias son especialmente apreciadas en Malasia. Las sarracenias, como la Nepenthes rajah, que puede cotizarse hasta en 1 000 dólares por planta en los mercados extranjeros, sólo puede hallarse en las montañas de Sabah y Sarawak, y algunos recolectores emplean helicópteros para llegar a picos remotos (Briggs, 1985).

Extracción de resina de un pino en Honduras

Los productos no madereros pueden ser un sustituto potencial para los combustibles fósiles. El tronco de Coparifera langsdorfii, una leguminosa arbórea del Amazonas, produce un aceite inflamable que es extraído y usado localmente en reemplazo del kerosene (Whitmore, 1990).

Durante milenios, el bosque ha sido la fuente principal para cubrir las necesidades medicinales del hombre. Este es un hecho bien documentado en numerosas publicaciones antiguas que detallan el uso de varias partes de las plantas para muchas dolencias (Burkill, 1966). La demanda de productos medicinales sigue siendo fuerte y estable en muchos países, especialmente en los países en desarrollo, donde hasta el 80 por ciento de la población continúa dependiendo de los remedios tradicionales, según la Organización Mundial de la Salud (1977).

Los bosques son un almacén bioquímico. Un gran número de productos químicos están presentes en varias partes de las plantas. La lignina es utilizada para la fabricación de plásticos, resinas por intercambio jónico, estabilizadores del suelo, refuerzo del caucho, fertilizantes, vainillina, agentes curtientes, estabilizadores de las emulsiones asfálticas y dispersantes para la perforación petrolera y el procesamiento de la cerámica. La celulosa puede utilizarse para el rayón y plásticos, y como materia prima para la hidrólisis del azúcar que, si se añade levadura, puede convertirse en alcohol y en proteínas comestibles (Whitmore 1990). Un buen ejemplo es el látex del árbol del caucho, que es de gran importancia comercial. En el pasado, la madera de Caesalpinia sappan fue usada en Malasia para producir un tinte rojo. La Rhizophora mucronata, que tiene un alto porcentaje de tanino en la madera, es usada en la industria de la curtiembre (Burkill 1966). Los pobladores de las selvas amazónicas usan árboles de Copaifera spp., Couma spp. y Manilkara spp. para producir resinas comerciales o aceites resinosos (Dubois, 1996). A escala industrial, el aceite extraído de la pepita de la palma babassu (Attalea speciosa) es usado para fabricar jabón y margarina (Balick, 1988). Una situación similar se produce con la melia o neem (Azadirachta indica) en la India (Tewari, 1992). Látex, resinas, cosméticos, condimentos y otros productos bioquímicos que son explotados por sus propiedades químicas exclusivas, pueden ofrecer un alto potencial de valor añadido cuando se los recolecta y procesa en estado silvestre. Sin embargo, una vez que su valor en el mercado internacional supera un cierto umbral, la industria de los países desarrollados probablemente los reemplazará por sustitutos sintéticos, como ya ocurriera con los tintes naturales extraídos de Caesalpinia sappan (Burkill, 1966).

La fauna es otro producto forestal no maderero. Animales salvajes, aves, peces, reptiles e insectos son un componente esencial de las economías locales y poseen un alto potencial por su valor para la caza y la alimentación así como pieles que despiertan gran interés comercial.

Operaciones de aprovechamiento de bajo impacto ambiental mediante una cuidadosa selección y sistema de cable aéreo en Bandarawela, Sri Lanka

En Tailandia, más del 60 por ciento de la población rural depende de los peces como su principal fuente de proteínas animales (Brennan, 1981). Pierret y Dourojeanni (1966) informaban que a pesar de la disponibilidad de ganado y de cerdos domésticos, la dieta de las poblaciones rurales del Amazonas está constituida en un 85 por ciento por pescado y carne silvestre (pecarí, venado y tapir).

El turismo es también una fuente de ingresos importantes, especialmente para los países de la sabana africana. Kenya recauda anualmente entre 350 y 450 millones de dólares gracias a la industria del turismo (Dixon y Sherman, 1990). El turismo orientado a la naturaleza en Costa Rica genera entre 3 y 10 millones de dólares anuales (Laarman, 1987). Sólo las entradas a los parques pueden generar 200 000 dólares anuales para la economía de Rwanda (Weber y Vedder, 1984).

Sin embargo, aún queda mucho por hacer para desarrollar el potencial de los productos no madereros de una manera económica sostenible, de modo que puedan jugar un papel a largo plazo en la vida económica de la población rural. Casi todos los recursos son recogidos de la naturaleza y no hay seguridad de suministro, ni control sobre la calidad. Con la disminución y degradación de los bosques, los problemas de un abasto continuado de productos forestales no madereros se hacen reales. Por otra parte, hay muy poco conocimiento científico generado a través de investigaciones sobre la biología, la fisiología y la genética de estos recursos. La iniciativa del Centro Internacional de Investigación para el Desarrollo (CIID) de Canadá, de promover la invesrtigación y el desarrollo del bambú y el retén es elogiable y su esfuerzo ha culminado con la formación de la Red internacional del bambú y el rotén.

El bambú y el retén son los únicos productos forestales no madereros que cuentan con una institución internacional dedicada a ellos.

Una estrategia internacional global debería desarrollarse y los recursos reorientarse desde programas menos relevantes o menos urgentes. La primera tarea urgente es asegurar que los recursos no se extinguirán. Una iniciativa concertada debería lanzarse para identificar los recursos que están en peligro debido al exceso de uso o la destrucción del ecosistema, y consecuentemente debería desarrollarse un programa de conservación.

La segunda tarea urgente es identificar las áreas potenciales para desarrollar programas dedicados. Por ejemplo, el mundo necesitará encontrar un combustible económico, renovable y respetuoso con el medio ambiente para sustituir los combustibles fósiles. Es, por supuesto, una estrategia de largo alcance. Mientras que Malasia ha tenido éxito con sus productos a partir del aceite de palmera para motores de automóvil, los potenciales de otras alternativas, como la Copateira langsdorfii del Amazonas, deben ser investigados.

Finalmente, está el área de investigación y desarrollo. La investigación y la ciencia forestales van muy rezagadas en comparación a otras disciplinas. La tecnología de la información y la ciencia de la electrónica se han desarrollado mucho durante las últimas décadas, y también las ciencias agrícolas han progresado significativamente. El Centro Internacional de Investigación en Agroforestería (ICRAF) y el Centro de Investigación Forestal Internacional (CIFOR) son ahora miembros del Grupo Consultivo sobre la Investigación Agrícola Internacional (GCIAI), pero hay un retraso de 20 años respecto al Instituto Internacional de Investigación sobre el Arroz (IRRI) y el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) y otras instituciones internacionales que se ocupan de la investigación agrícola. En términos financieros y de mano de obra entrenada, la investigación forestal está lejos del nivel de la agrícola. La misma falta de apoyo se refleja en los programas nacionales de todo el mundo y en la propensión a reducir los programas forestales en los países desarrollados, lo que sin duda es un motivo de preocupación

Por ello, en tanto que los productos forestales no madereros pueden ser la clave de la supervivencia de la silvicultura como una disciplina y como una profesión, hay todavía mucho que hacer en la comprensión de los sistemas de producción de esos productos. Hasta que sean bien comprendidos, hay pocas probabilidades de que su pleno potencial llegue a ser apreciado.

Conclusiones

El mundo está agobiado por muchos problemas, de los que el medio ambiente no es el menor. La Cumbre sobre la Tierra Más Cinco, que se ha celebrado en Nueva York en junio de 1997, no ha dado lugar a muchas esperanzas, por el escaso compromiso de los líderes mundiales de tomar los problemas en sus manos. Sin embargo, en tanto los líderes políticos no den bases para la esperanza, los profesionales y los gestores de recursos naturales deben hacer el máximo para empeñarse ocupándose de los problemas.

Los recursos financieros son una necesidad para atender muchos de los problemas globales, y los forestales profesionales pueden contribuir a la solución de estos problemas. Por ejemplo, se puede asegurar que las operaciones de corta provoquen un perjuicio mínimo a los bosques, haciendo cumplir las reglas y regulaciones. Se puede promover la plantación de árboles la gestión sostenible del recurso y la conciencia ambiental entre el público, y brindar apoyo a las ONG para lanzar los programas ambientales.

Sin embargo, lo fundamental para que esos esfuerzos tengan éxito es la comprensión de las funciones de los varios componentes del bosque. Aunque ya existe un conocimiento adecuado para llevar adelante programas de acción, mucho más debe descubrirse. La necesidad de investigación adicional y de una mayor comprensión de los recursos, los ecosistemas y los vínculos entre ellos es urgente. Recursos financieros y humanos más importantes deberán ser aplicados a este esfuerzo. A menos que exista un compromiso total de todas las partes, hay muy pocas esperanzas de maximizar los beneficios de los bosques tropicales y de asegurar la sostenibilidad a largo plazo de este recurso importante y único.

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