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Flores de almendro y gallinas azules: La capacitación y la extensión forestales de las mujeres del medio rural en Pakistán

M. Kane

Experiencias del Beluchistán, componente pakistaní del Proyecto interregional de la FAO para la conservación y el desarrollo participativos de las tierras altos y la participación de la mujer en la ordenación de los recursos naturales.

Marilee Kane es consultora especializada en el tema de la mujer en el desarrollo, colabora actualmente en el Proyecto interregional de la FAO para la conservación y el desarrollo participativos de las tierras altas en Noza, Beluchistán, Pakistán.

Una promotora de grupo (las mujeres locales no permiten que se las fotografíe)

En el Pakistán, la purdah o segregación social de las mujeres forma parte de la cultura del país. En el servicio forestal oficial, en general, y en el servicio de extensión, en particular, trabajan exclusivamente hombres. Por otra parte, las actividades de desarrollo, que comprenden proyectos de desarrollo forestal social o comunitario, no han aún adoptado criterios que sean compatibles desde el punto de vista cultural con la participación de la mujer. Esta situación ha dado lugar a una exclusión casi completa de las mujeres de las actividades de fomento de la ordenación de los bosques y las cuencas hidrográficas, a pesar de que ellas se ocupan de muchas de las labores relacionadas directamente con la conservación y utilización de los recursos naturales. En un articulo publicado en Aurat (revista pakistaní), del Nevo (1992) identifica dos componentes principales que obstaculizan el proceso de participación de la mujer en la silvicultura social en el Pakistán: «En todo el Pakistán hay sólo un pequeño grupo de mujeres extensionistas, y una gran escasez de personal masculino y femenino de desarrollo y forestales que puedan capacitarlas», y «los programas forestales sociales deben ser compatibles con las normas culturales de las comunidades a que se refieren». Además, las actividades de desarrollo han carecido de criterios y metodologías que promovieran la participación de la mujer. En el Beluchistán, componente experimental del Pakistán en el Proyecto interregional de la FAO para la conservación y el desarrollo participativos de las tierras altas (véase el recuadro), iniciado en 1992 en el distrito de Mastung, en la cuenca hidrográfica secundaria del Noza situada en el valle de Kanak, se han experimentado métodos destinados a promover la participación de las mujeres locales en la ordenación sostenible de los recursos naturales.

Papel de la mujer en la comunidad

Las mujeres brahui trabajan como promedio 17 horas al día durante la estación productiva. El análisis de género de las actividades femeninas habituales pone de manifiesto que de abril a octubre la mayoría de las mujeres de Noza dedican más del 60 por ciento de su tiempo a actividades productivas, y el resto del tiempo lo dividen entre las tareas domésticas y las obligaciones sociales.

Durante la Primera Conferencia Nacional de Campesinas (Conferencia de Haryali), celebrada en Lahore en 1991, las participantes del Beluchistán declararon: «nuestro trabajo consiste en tareas domésticas como cocinar, lavar la ropa, acarrear agua y leña y preparar tortas de estiércol. También tenemos que cuidar a los animales de granja, cortar hierba y limpiar los establos de los animales, darles forraje y agua y por último ordeñarlos. En el campo cosechamos el trigo, arrancamos las cebollas y las metemos en bolsas, escardamos, cosechamos, cortamos hortalizas y luego llevamos la comida a los hombres que trabajan en los campos. No sólo hacemos esto, sino que algunas de nosotras también cosemos y hacemos trabajes asalariados».

Aunque las mujeres y los niños brahui utilizan los recursos naturales y contribuyen considerablemente a su mantenimiento, tienen poco o nada que decir en el proceso de adopción de decisiones. Por ejemplo, los pozos y la tierra pertenecen a los hombres. En algunas tribus, no se permite a las mujeres plantar árboles, especialmente frutales, porque las creencias locales dicen que si la mujer planta un árbol éste se marchita y muere, o queda estéril y no produce frutos.

Por consiguiente, el desafío está en obtener la participación de las mujeres, que ya tienen una pesada carga de trabajo, una movilidad limitada y escaso poder de decisión, en la ordenación de las cuencas hidrográficas. ¿De qué manera se puede poner en marcha este sistema y convertir a las mujeres en participantes activas y completas en la ordenación de la base de los recursos naturales?

Identificación y capacitación de instructoras

Visto que la costumbre impone que las mujeres deben estar separadas de los hombres, es necesario capacitar y preparar dos equipos de extensionistas para realizar la labor de campo. Aunque estos equipos de hombres y mujeres no pueden trabajar directamente juntos, tienen la responsabilidad conjunta de integrar las cuestiones de género en la planificación y desarrollo generales de las aldeas.

En el Beluchistán, el Departamento Forestal y de Fauna y Flora Silvestres no ha empleado tradicionalmente mujeres profesionales o extensionistas forestales femeninas. Las mujeres del Beluchistán que siguen una carrera profesional suelen orientarse hacia la medicina o la enseñanza, profesiones tradicionalmente más aceptadas para las mujeres. No hay casi ningún modelo de función para mujeres que trabajen en actividades forestales, agrícolas o ganaderas, y a este problema se suma la escasez de puestos reservados a las mujeres en la administración provincial en general. Por otra parte, para las pocas mujeres profesionales que ocupan un puesto de funcionarias públicas es mucho más aceptable y deseable trabajar en una oficina que ir a las aldeas. Las familias sólo permiten a sus mujeres viajar a las zonas rurales en condiciones controladas, y exclusivamente en vehículos del proyecto o el departamento.

Ejemplos de tarjetas utilizados por el proyecto para identificar los componentes de la jornada de los participantes

Para alcanzar a las mujeres, en el proyecto experimental del Pakistán ha habido que contratar «promotoras de grupo» fuera del Departamento Forestal y de Fauna y Flora Silvestres. En lugar de publicar anuncios en la provincia buscando candidatas con formación superior que procedieran de los centros urbanos como Quetta, capital provincial, se contrataron como promotoras de grupo mujeres locales sin formación superior que hablaban el brahui. La dirección del proyecto impartió capacitación práctica a estas promotoras de grupo, a fin de asegurar la equidad profesional entre los hombres y las mujeres que trabajan en el proyecto.

Para aprender a utilizar mecanismos participativos, las promotoras de grupo tienen que dejar de lado los aspectos de la posición social y las actitudes tradicionales y aprender a escuchar a las mujeres de las aldeas y mostrarse «abiertas» hacia ellas. El cambio de actitud es un proceso difícil y complicado, y el proyecto aprovechó la experiencia de las instructoras de Shirkat Gah, una ONG que trabaja en la promoción de la mujer en la provincia de Sindh (Shirkat Gah, 1994). Durante la capacitación de las promotoras de grupo para trabajar en las zonas urbanas de bajos ingresos de la ciudad de Karachi, las instructoras encontraron en las cursillistas una resistencia que parece ser habitual en el Pakistán. Aunque las mujeres que recibían capacitación eran «ellas mismas de clase media, parecían ofrecer resistencia a identificarse con las comunidades de bajos ingresos. Los símbolos de una 'posición instruida, de clase media' eran evidentes en su manera de vestir, y el hecho de que llevaran grandes bolsas y ficheros a las visitas sobre el terreno acentuaba las diferencias y tal vez ponía de manifiesto el temor a la pobreza y la conciencia de un clasismo rígido». En el proyecto hubo que insistir en la necesidad de no hacer estas distinciones de clases.

Un elemento fundamental para llegar a las campesinas es la capacidad para organizar reuniones. Sin embargo, el grupo destinatario, las mujeres de las aldeas de Noza, no tenía experiencia en la organización de reuniones o la realización de ejercicios colectivos. La mayoría no habían recibido nunca una visita de promotoras de grupo o de extensionistas del Gobierno antes de la llegada del proyecto. «Las primeras reuniones son siempre ruidosas y caóticas: todas hablan a la vez, los niños pequeños lloran y los mayores invaden la habitación para ver lo que ocurre» (FAO, 1993). En una aldea, los jóvenes comenzaron a arrojar piedras desde los tejados vecinos a las mujeres reunidas con personal del proyecto porque se trataba de mantenerlos fuera de las reuniones. En la siguiente visita, las promotoras de grupo llevaron balones de fútbol a la aldea, manteniendo ocupados a los jóvenes y permitiendo a las mujeres reunirse en paz. Los balones de fútbol fueron un sistema eficaz para pasar el tiempo hasta que las reuniones de mujeres dejaron de considerarse como algo excepcional.

Evaluación rural participativa

El primer paso del proceso de participación de las mujeres en la ordenación de los recursos naturales consistió en realizar una «evaluación rural participativa» (ERP) con las mujeres de las aldeas. En teoría esto era difícil, puesto que la jerarquía y la cultura tradicionales establecen para las personas y los grupos un foro estructurado para comunicar las necesidades a los dirigentes, así como a los extraños como el personal del proyecto. Por otra parte, la ERP depende de que las personas hablen por sí mismas. Se dedicó bastante tiempo y esfuerzo a la preparación de mecanismos interactivos para que la ERP pudiera utilizar las mujeres, casi todas analfabetas (la tasa oficial de alfabetización de las mujeres en la zona del proyecto es del 1,2 por ciento, pero es probable que hasta esta cifra sea exagerada).

Una actividad útil de la ERP fue la preparación de un mapa de la aldea. Hay que señalar que la respuesta fue buena, por lo menos en parte, debido al «privilegio» de utilizar bolígrafo y papel, normalmente limitados al mundo de los «alfabetizados», en este caso exclusivamente a unos pocos hombres de la aldea. Un resultado particularmente interesante de la labor de preparación de mapas fue que las mujeres, al contrario de los hombres de las aldeas que participaban en actividades análogas, incluyen de manera consistente los recursos naturales en el mapa de la aldea. Representan siempre los pozos, los campos y las tierras altas, poniendo de manifiesto la importancia de esas zonas. Esto confirma que «la perspectiva que tienen las mujeres de su medio ambiente es con frecuencia más multidimensional y multifuncional que la de los otros miembros de la comunidad» (Dankleman, 1993), y éste es un elemento fundamental para la ordenación sestenible de la cuenca hidrográfica.

Otro mecanismo de la ERP adoptado para su uso por las mujeres de las aldeas es el «perfil de la jornada diaria». Este medio se utilizó para fomentar los debates sobre las actividades cotidianas y estacionales de las mujeres. Debido a que la reclusión de las mujeres en el recinto familiar está asociada a un nivel económico más elevado, con frecuencia son reacias a hablar de las tareas que realizan fuera del hogar. Las mujeres de las aldeas tenían dificultades para enumerar las distintas actividades que llevaban a cabo, por lo tanto las promotoras de grupo tuvieron que diseñar una serie de dibujos de colores que representaban el trabajo de las mujeres brahui del medio rural durante un día. En realidad, a las mujeres de las aldeas les resultaba más fácil hablar de sus tareas cotidianas con los dibujos delante. Cuando identificaban otras actividades que no estaban representadas, la promotora de grupo hacía nuevos dibujos.

Tras señalar las diversas actividades que llevaban a cabo, el paso siguiente consistía en calcular el tiempo que dedicaban a cada una. Al principio esto era difícil para las mujeres, que no miden el tiempo en horas, sino por el sistema tradicional de contar las secciones del día. Para simplificar esta labor, las promotoras de grupo fotocopiaron las representaciones del perfil de la jornada en tres tamaños distintos, a fin de obtener una aproximación comparativa mejor del tiempo dedicado a las diversas actividades. Aunque podían seguir participando y este mecanismo interactivo permitía a las mujeres crear una documentación visual de su vida cotidiana, la transformación de las imágenes del color al blanco y negro en el proceso de fotocopiado hizo que les resultara mucho más difícil la interpretación y el uso de los dibujos.

Las necesidades prioritarias identificadas por las mujeres de Noza por medio de la ERP se concentraron en la mejora de la estructura (clínicas, escuelas, etc.) y no en la conservación de los recursos naturales. Dada su responsabilidad en una gran variedad de tareas del hogar y de la aldea muy laboriosas, y debido a que están excluidas del proceso de adopción de decisiones con respecto a los recursos naturales, esto parecía lógico. Al igual que las campesinas de muchas partes del mundo, desean tener acceso al agua corriente en la aldea y a escuelas y dispensarios y aumentar sus ingresos familiares. Sin embargo, un proyecto experimental para la conservación y el desarrollo de las tierras altas raramente puede justificar la creación de servicios sanitarios o escuelas. Por otra parte, las actividades generadoras de ingresos contribuyen a crear conocimientos prácticos, organizaciones, etc., necesarios para una ordenación sostenida de los recursos naturales a largo plazo. Por consiguiente, las actividades iniciales de los proyectos con las mujeres se han concentrado en la generación de ingresos.

Manzanos enanos plantados en tierras de pastoreo...

...y en un huerto familiar junto con hortalizas

Técnicas prometedoras

Organizaciones de mujeres

La estrategia del proyecto consistió en preparar conjuntos de actividades generadoras de ingresos, buscando al mismo tiempo la manera de incluir a las mujeres en la ordenación del medio ambiente, teniendo en cuenta las normas culturales. El personal del proyecto ayudó a las mujeres a crear organizaciones de autoayuda, mediante las cuales podían aprender a celebrar reuniones, adoptar decisiones colectivas y administrar el crédito.

Las mujeres necesitan aumentar la confianza en sí mismas y la capacidad para expresarse. Es preciso que puedan debatir ideas y tener acceso a información. Las organizaciones les proporcionan un foro para aumentar su capacidad en estos aspectos y recibir otros tipos de capacitación práctica.

Al principio, las mujeres encontraban dificultades para decidir lo que deseaban hacer, debido a que habían tenido escasos contactos con la mayoría de las actividades lucrativas y no participaban en la comercialización. Después de un sencillo estudio de viabilidad, las mujeres seleccionan actividades generadoras de ingresos, como la cría de gallinas para la producción de huevos, el engorde de corderos o el corte y confección, creando al mismo tiempo una organización de mujeres. En cada caso, el grupo selecciona una actividad y las promotoras de grupo anotan las decisiones colectivas en libros de registro, hasta que se encuentre un miembro de la comunidad local que pueda mantener la documentación escrita de la organización (a menudo un marido o un hijo). Si la aldea es grande, se crean dos o tres organizaciones de mujeres. También se les pide que se pongan de acuerdo para iniciar un programa de ahorro, en el que cada miembro contribuya en contado con una aportación mensual, hasta alcanzar una suma mínima para poder abrir una cuenta bancaria.

El grupo elige para un período de un año los directivos, formados por la presidenta, la vicepresidenta y la tesorera. También da un nombre a la organización. En Noza se ha iniciado una competición espontánea para buscar el nombre más original de una planta o una flor silvestre que crezca en la cuenca hidrográfica, de manera que las organizaciones tienen nombres como tulipán silvestre, lirio silvestre o flor de almendro silvestre.

Al principio, las promotoras de grupo tratan de celebrar dos reuniones por mes con cada organización, bien organizadas e interesantes. Las mujeres de las aldeas con frecuencia se visten bien en los dios de la reunión, lo cual pone de manifiesto la importancia que le conceden. Se pasa lista para destacar que la participación regular es importante y que no se pueden adoptar decisiones si no están presentes todos los miembros y se llega a un consenso. Los directivos del grupo aprenden también a registrar los ahorros mensuales en libretas de ahorro. Aunque las reuniones se organizan en relación con actividades lucrativas, su finalidad es capacitar a las mujeres en funciones directivas y de gestión, de manera que eventualmente puedan administrar sus organizaciones de manera independiente y desempeñar una función más importante en la ordenación de los recursos naturales.

Cursos de capacitación

Todas las actividades del proyecto cuentan con el apoyo de cursillos de capacitación. Se invita a todas las participantes a asistir a los cursos y, después de algunas vacilaciones iniciales, las mujeres parecen disfrutar y beneficiarse de ellos. Los cursos están organizados de manera que se consiga una participación máxima, y con frecuencia se recurre a tarjetas con dibujos, debates colectivos y demostraciones prácticas. Se anima a las niñas y las muchachas a tomar parte con sus madres en la capacitación.

La política del proyecto ha consistido en contratar a mujeres extensionistas e instructoras del distrito de Mastung siempre que sea posible, en lugar de depender de las zonas urbanas. En dicho distrito resulta más fácil encontrar mujeres extensionistas sanitarias. Por ejemplo, las mujeres de las aldeas desceban construir letrinas de pozo, de manera que el proyecto contrató a una visitante sanitaria para impartir capacitación básica sobre higiene que utilizó el material didáctico existente preparado por el UNICEF adaptado a la zona del proyecto. Sin embargo, todas las extensionistas necesitaban un incentivo financiero del proyecto, puesto que el trabajo con él en las zonas rurales se consideraba fuera de sus funciones normales en el departamento. Otro problema relativo a la organización de los cursos de capacitación fue que las normas culturales impiden a las mujeres viajar sin la compañía de otra mujer; por consiguiente, la instructora tenía que ir acompañada de una promotora de grupo, de manera que el proyecto debía alquilar otro vehículo para el transporte. Además, el personal del proyecto ha tenido que preparar los cursos de capacitación para las actividades avícolas, la comercialización de huevos y el engorde de corderos, puesto que no había ninguna mujer extensionista con esta experiencia. La creación de una organización representa una ventaja, porque es más fácil introducir personal de organismos del gobierno o de las ONG en los grupos de mujeres deseosas de aprender y dispuestas a hacerlo. Por ejemplo, las mujeres de una oficina de agricultura de Quetta, expertas en la «confección de mermelada», que nunca habían estado en las aldeas, pudieron ir a las organizaciones de varias aldeas cuyas mujeres deseaban aprender la manera de utilizar la fruta sobrante de los huertos.

A medida que aumentaba la confianza de las mujeres en sí mismas, comenzaron a tomar la iniciativa y solucionar sus propios problemas. Las primeras mujeres de la organización Jazmín que tomaron parte en la cría de gallinas para la producción de huevos estaban deseosas de tener sus propias gallinas sin que se mezclaran con la de otros recintos familiares. Como solución, tomaron la iniciativa de pintarlas de colores vivos, como azul cobalto, amarillo verdoso y púrpura.

Dibujo utilizado por el proyecto para promover las actividades de cría de gallinas entre las mujeres

Visitas a exposiciones

Al comienzo del proyecto se inició la práctica de llevar a las mujeres en visitas e intercambios de informaciones. Las mujeres del medio rural están con frecuencia aisladas y carecen de información. Mediante las visitas, tuvieron la oportunidad de ver, aprender e intercambiar ideas. Con este fin, el proyecto alquila una furgoneta o un autobús solo para las mujeres, que realizan viajes de un día acompañadas de las promotoras de grupo Las mujeres deben tener el permiso de sus maridos o sus familias para abandonar la aldea, y al principio solamente se permitía salir con el proyecto a las más ancianas, pero progresivamente fue aumentando el número de mujeres de distintas edades que obtenían permiso para viajar.

En la primera visita guiada, 14 mujeres de tres aldeas visitaron parcelas de demostración de armuelle (Atriplex hortensis) en el Instituto de Investigación de las Zonas Aridas de Quetta. El resultado fue que una mujer convenció a los hombres de su aldea para que cedieran una parcela a fin de plantarla de armuelle, en cooperación con el Departamento Forestal. También se han organizado visitas a la conocida feria anual de ganado de Sibi. En una ocasión, el autobús alquilado se averió en el paso de Bolan y algunas de las mujeres llegaron a casa después de medianoche. El hecho de que se permitiera a las mujeres participar en visitas posteriores puso de manifiesto el nivel de confianza que se había alcanzado con el personal del proyecto. Otra visita permitió a 35 mujeres de seis organizaciones de Noza participar en la celebración del Día Internacional de la Mujer en Quetta, el 8 de marzo de 1995.

También se han organizado visitas para reunir a las dirigentes de las organizaciones locales de mujeres recién creadas. En ellas, las mujeres se encuentran con que tienen que describir sus organizaciones y actividades a otras personas que, aunque sean mujeres, son extrañas. Esto aumenta su capacidad para hacer presentaciones concisas y ordenadas y exponer con lógica y de manera amplia sus actividades, y mejorar su capacidad profesional para ocupar puestos directivos. Por ejemplo, recientemente, Zer Bibí, vicepresidenta de la organización de mujeres «Flor de Almendro» de la aldea de Raza Mohammad, visitó a la presidenta de una organización de Dasht que recibe ayuda del Programa de Apoyo Rural del Beluchistán. Zer Bibí tuvo que explicar la manera de trabajar de la organización «Flor de Almendro» y las principales actividades llevadas a cabo en la aldea por medio de la organización.

Con su experiencia, Zer Bibí pudo a su vez proporcionar un modelo que pudieran seguir las otras integrantes de las aldeas en una Convención de Zonas de Aldeas para los agricultores y sus esposas, organizada por el proyecto en 1995. A esta convención asistieron 19 mujeres de seis aldeas. A la primera convención del proyecto, en 1993, solamente habían asistido cinco mujeres de una sola aldea. Se pidió a Zer Bibí que presentase la organización «Flor de Almendro» en primer lugar durante una presentación general de las directivas de las organizaciones, y expuso un modelo para que lo siguieran las otras mujeres en sus presentaciones.

El mulla muestra la cocina solar de su esposa

Hacia la conservación de los recursos naturales

Las mujeres y el proyecto están tratando por todos los medios de poner fin a la situación crítica en relación con la leña. La esposa del mulla de una aldea de la zona del proyecto tiene una cocina solar. Sabe exactamente cuánto tiempo tarda en hervir el agua y en cocer la carne, el arroz o las lentejas, e incluso el pan. Su marido no la autoriza a salir de la aldea, pero ha permitido al personal del proyecto organizar una visita de intercambio a su casa para las mujeres de otra aldea interesadas en conocer las ventajas de la cocina solar y la manera de utilizarla. El hecho de que el personal del proyecto pueda organizar una demostración, que realiza una mujer de la aldea, de una cocina solar que permitirá conservar el combustible en Noza para un grupo de mujeres de la zona, ilustra los progresos que se han realizado en cuanto a facilitar la participación de las mujeres al desarrollo local y a la conservación de los recursos naturales. Un estudiante del Departamento de Brahui de la Universidad de Beluchistán que tomó nota de los comentarios de las mujeres de las aldeas durante la Convención de Agricultores para toda la zona del proyecto, celebrada el 14 de junio de 1995, anotó simplemente: «ésta es la primera vez que veo mujeres de las aldeas fuera de los recintos familiares. Noza es una zona atrasada y las mujeres observan la purdah, sin embargo, vi a todas estas mujeres hablando de manera libre y franca, tomando parte en el desarrollo de su región» (Niaz, 1995).

El proyecto ha comenzado a involucrar a las mujeres de las aldeas en la planificación y realización de plantaciones de árboles en los recintos familiares, aunque en la práctica los plantan los niños, a fin de evitar conflictos con los tabúes sociales. Esta actividad se ha llevado a cabo al mismo tiempo que los hombres de las aldeas plantaban árboles a lo largo de las acequias y en algunas zonas de tierras altas. En tres aldeas, el proyecto ha convencido a un hombre para que permita a su esposa ocuparse de las demostraciones de manzanos enanos en las tierras familiares, lo cual es un resultado importante. Una de las mujeres ha plantado hortalizas entre las hileras de árboles y ahora realiza una demostración múltiple.

El futuro

En la fase más reciente del proyecto se han reajustado las estrategias. Dado que nuevas aldeas adhirieron al proyecto se esbozó un mapa sobre cómo los campesinos desearían recuperar las tierras comunes o las tierras altas con la ayuda del Departamento Forestal. Se ha pedido a las campesinas que eligieran las especies de arbustos que desean para leña y las plantas medicinales que cultivarían en las tierras altas. Las conversaciones se han grabado en cinta magnetofónica, de manera que los conocimientos locales acerca de las plantas medicinales se pueden transmitir a todas las aldeas, aunque algunas mujeres se niegan a grabar su voz. El Departamento Forestal ha acordado su colaboración en la organización de una actividad de recolección de semillas. Las mujeres recogen las semillas de las plantas medicinales que prefieren y las venden al Departamento Forestal para sembrarlas en las tierras altas. La realización de este programa exige una cooperación más estrecha entre hombres y mujeres de los equipos de campo y entre los hombres y mujeres de las aldeas. A fin de fortalecer esta cooperación, el personal del proyecto tiene previsto, a finales de este año, impartir capacitación en las aldeas sobre «sensibilización con respecto a las diferencias entre los sexos» con la ayuda de la Fundación Aurat (organización no gubernamental indígena que promueve la potenciación del papel de la mujer en el Pakistán).

El proyecto ha demostrado la posibilidad de incluir mujeres con movilidad y capacidad de decisión limitadas en los programas de silvicultura social y en la conservación de los recursos naturales, así como la necesidad y las posibilidades de adoptar los programas a las normas culturales existentes. En el Beluchistán este proceso ha requerido bastante tiempo. Las mujeres del medio rural tienen que adquirir en primer lugar confianza, por medio del trabajo en un grupo. Necesitan capacitación práctica para las actividades directivas y de gestión, así como alfabetización funcional. Deben aprender la manera de utilizar el crédito y de manejar cuentas bancarias. Una vez organizadas, las extensionistas pueden ayudarlas a mejorar sus conocimientos prácticos.

El Departamento Forestal del Beluchistán parece satisfecho con la participación de las mujeres en el proyecto de conservación y desarrollo de las tierras altas, pero, a fin de mantener este tipo de actuación, será necesario que el Departamento cree puestos permanentes, para aumentar la participación de las mujeres en la silvicultura social y la ordenación del medio ambiente. No resulta fácil convencer a las autoridades y los departamentos financieros provinciales a crear nuevos puestos en la extensión destinados a mujeres. Una posibilidad sería que el Departamento Forestal permitiera a las promotoras de grupo, que están por obtener un diploma superior, competir por puestos como «agentes de extensión forestal social».

Es evidente que la experiencia de un solo proyecto no puede proporcionar el mecanismo que abra totalmente el camino hacia una participación e integración ideales de las mujeres en la ordenación de los bosques y las cuencas hidrográficas. Sin embargo, el proyecto experimental del Beluchistán ha demostrado que se puede progresar, aunque sea a pequeños pasos, incluso en unas condiciones que podrían parecer particularmente difíciles. Puede ser útil intentar seleccionar varias de las enseñanzas aprendidas en estos esfuerzos recientes, en el marco de una mayor integración de la mujer en la ordenación de los recursos naturales:

· en aquellas situaciones donde las mujeres están aisladas y no se les permite trabajar con hombres que no pertenecen a sus familias, se debe contratar y capacitar a mujeres como extensionistas/promotoras de grupo para poder llegar a las usuarias de los recursos;

· se pueden buscar técnicas sencillas y oportunidades para superar los pequeños obstáculos y los tabúes sociales que impiden una mejor organización de las mujeres, convirtiendo en normal lo que antes se consideraba excepcional;

· las claves para una ordenación sostenible de los recursos naturales por parte de las mujeres son el aumento de la capacidad y la confianza (lo cual puede abrir el camino a la iniciativa) y la creación de organizaciones, impartiendo los conocimientos prácticos correspondientes.

En resumen, el enfoque de la extensión para las mujeres en esta situación es distinto del que se aplica a los hombres. Se constata que las características de los hombres, es decir la movilidad, el control de los medios de producción, la educación y el nivel general de confianza en sí mismos, permiten adoptar un enfoque de la extensión orientado más hacia la «transferencia de tecnología». Por lo menos hasta que las mujeres no dispongan de estos atributos, en parte alcanzados por medio de los esfuerzos de un sistema de extensión para la promoción colectiva, la transferencia de tecnología será imposible. Es necesario consolidar los pequeños progresos, de manera que lo que resultaba impensable hace unos años no sólo se convierta en posible y factible, sino en normal. Para esto se requieren criterios respetuosos de las normas culturales y de todos los miembros de la sociedad.

El proyecto interregional para la conservación y el desarrollo participativos de las tierras altar

El proyecto interregional para la conservación y el desarrollo participativos de las tierras altas (GCP/INT/542/ITA) tiene como objetivo global de desarrollo la promoción de la participación activa de las comunidades locales en la ordenación y el desarrollo de las cuencas hidrográficas de las tierras altas, de acuerdo con las necesidades sociales, económicas y de sistemas de producción de las comunidades rurales interesadas. El proyecto como tal tiene una organización global, con un mecanismo de coordinación y proyectos experimentales en cinco países: Bolivia, Burundi, Nepal, Pakistán y Túnez. La idea es utilizar estos cinco proyectos como laboratorios externos para conseguir progresos tangibles en los planteamientos en cuanto a la participación popular en la conservación de las tierras altas.

El proyecto está financiado por el Gobierno italiano y se lleva a cabo por medio de la FAO. El proyecto experimental del Pakistán, que se puso en marcha en 1992 en el distrito de Mastung, en la cuenca hidrográfica secundaria de Noza, situada en el valle de Kanak, se está llevando a cabo en colaboración con el Departamento forestal y de fauna y flora y silvestres del Belachistán.

Bibliografía

Dankelman, I. 1993. Women, children and environment. En F.C., Steady, ed. Women and children first. Environment, poverty, and sustainable development. City, Vermont, Schenkman Books.

Del Nevo, M. 1992. Planting the first seed. Aurat. La mujer del medio rural en el Pakistán. Número especial de la Revista. Lahore, Pakistán.

FAO. 1993. Consultant's report No. 4. Proyecto interregional de la FAO para la conservación y el desarrollo participativos de las tierras altas (GCP/INT/542/ITA), Beluchistán, Pakistán.

Niaz, S. 1995. Women's Voices. Informe del Departamento de Brahui de la Universidad del Beluchistán, Pakistán. (Inédito)

Shirkat Gah. 1994. Training of women community organizers, a report basad on Shirkat Gah experiences. Informe recopilado por A. Syed, R. Naz, S. Bashir, S. Masooma Kazmi, N. Fernandes y Z. Kamal. Sindh Province, Pakistán.


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