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Fijación y repoblación de dunas en Tripolitania

por JEAN MESSINES Recientemente Asesor Forestal de la FAO, en Libia.

Los problemas de la repoblación y fijación de dunas en Libia, se plantean idénticamente en la mayor parte del Cercano Oriente. De esta manera aunque el articulo se limita al estudio de talas problemas en Tripolitania, las conclusiones del Sr. Messines se aplican a un área mucho más extensa de la que él se reptare concretamente.

La impresión que recibe el viajero que recorre por vez primera la Tripolitania, es de desolación y ruina. Esta impresión se debe a la intensidad de las estepas, a la ausencia de bosques y, sobre todo, a la invasión de las arenas. Si no fuera por algún que otro oasis costanero; por las concesiones italianas cultivadas; por unos cuantos tímidos intentos de repoblación forestal y de las numerosas y bastante hermosas plantaciones lineales a lo largo del litoral, se podría creer que el desierto ha conquistado todo el país.

Para encontrarle no hace falta penetrar mucho tierra adentro: los suburbios de Trípoli están rodeados de grandes extensiones de arena casi desnuda, a veces planas pero mas a menudo formando infinidad de pequeñas dunas. Estos fenómenos de erosión eólica son mucho más notables en Tripolitania que en las demás partes del Africa del Norte. Las causas son múltiples, pero se deben sobre todo a las desfavorables condiciones topográficas y climáticas.

Topografía

El trazado de Tripolitania es tal que sólo forma una barrera insignificante contra el viento sur, o Ghibli. No existe una pantalla de altas montañas que separe el desierto del mar, sino sólo una meseta poco accidentada, de una altitud que oscila entre 300 y 600 metros, o todo lo más 800 metros, que domina la gran llanura costera de la Jefara. La barrera es suficiente para permitir que Trípoli y el sector del litoral disfruten de un clima relativamente clemente; pero no es ni lo suficientemente alta ni lo bastante continua para impedir que el Ghibli sople a veces sobre la llanura con increíble violencia, impulsando y depositando millares de toneladas de arena.

Clima

También el clima constituye un factor de erosión eólica. Debido a su aridez, las plantas permanecen raquíticas y no cubren adecuadamente el suelo. La precipitación pluvial es siempre inferior a 400 mm. La media máxima de sólo 379 mm., se recogió en la Estación Experimental Agrícola de Sidi-Mesri, a 5 Km. de Trípoli, y en las proximidades de la zona en que empiezan las dunas. En toda la Jefara la precipitación pluvial varía entre 100 y 350 mm. Además las lluvias son irregulares y están mal distribuidas Solamente llueve en otoño y durante el invierno. En los tres meses de verano la sequía es absoluta. La inexactitud pluviométrica, o sea el promedio de los valores absolutos de las diferencias de la distribución de las lluvias en relación a la media aritmética, y comparada con la misma es muy grande; del 35 por ciento en El Azizia, en el corazón de la Jefara, y del 48 por ciento en El Uotia, en la frontera tunecina. Esto indica hasta qué punto son irregulares las lluvias.

A veces los calores estivales son muy fuertes, en El Azizia se ha llegado al máximo absoluto de 58°. En esta llanura costera, como por ejemplo en Misda, el calor puede llegar a ser más intenso que en el desierto. Por ello, y a pesar de que no abundan las heladas, se registran grandes diferencias térmicas, resultantes únicamente de las excesivas temperaturas estivales.

La Tripolitania se clasifica en tres zonas climáticas:

1. Toda la zona oriental y central, llamada Jebel, la llanura costera de Dafnia y la Pequeña Jefara; el litoral desde Sabratha hasta Misurata, pasando por Trípoli, tienen un clima mediterráneo semiárido.

2. El Jebel-Nefusa, desde Yéfren y el sector oriental de la Gran Jefara, en torno a El Azizia, pertenecen a la zona mediterránea árida.

3. Toda la Gran Jefara Occidental y las mesetas al Sur del Jebel, incluyendo Misda y Beni-Ulid, forman parte de la zona del Sahara.

Naturalmente, en cada una de estas zonas existen matices particulares. Por ejemplo, Trípoli y el sector norte de la Pequeña Jefara disfrutan de la influencia moderadora y de la humedad marítima, y son las regiones donde las lluvias están mejor repartidas. Tomando en consideración estos factores, ¿en qué regiones de Tripolitania se podrá llevar a cabo con éxito la repoblación forestal? En general, desde el punto de vista forestal, tiene interés todo el sector donde la precipitación pluvial regular alcanza o sobrepasa los 200 mm., o sea la zona semi-árida mediterránea donde es posible el cultivo del olivo. Es allí también donde pueden emprenderse repoblaciones con posibilidades de éxito, sin precauciones especiales como los riegos regulares durante los primeros años de la plantación. Pero es precisamente también la región más invadida por las arenas. Sin embargo, no hay que desesperar. Se puede luchar contra la erosión eólica, por lo menos en las zonas de depósito y de acumulación de las arenas.

Los suelos

En toda la región de Trípoli abundan las el desierto constituye un proveedor incansable. Las minúsculas partículas de arena cruzan las montañas gradualmente o en una sola vez impulsadas por la tormenta, y se depositan sobre toda la llanura. Cuando sopla el Ghibli, el cielo se obscurece y toma un característico color rojizo. La movilidad de las arenas constituye una amenaza constante e imparte a la Pequeña Jefara, sobre todo en las regiones situadas al sur y al este de Trípoli, el aspecto de un desierto. Así, en esta zona mediterránea, la arena forma verdaderos «erges» del tipo del Sahara. Estas arenas continentales son las arenas rojas de Heix de los geólogos, esencialmente cuarzosas y de granos muy finos. Pero también hay arenas marinas, blancas, de granos redondeados y de textura más basta; más ricas en elementos calcáreos, pero menos capaces de retener la humedad que las arenas continentales. Son las que ocasionan la formación de vastas extensiones de dunas marítimas a lo largo de todo el litoral, desde Zuara hasta Misurata, sobre todo en Sidi-Benur, Sliten, etc. Estas arenas rojas y blancas se mezclan principalmente en la región costanera, y las dunas que forman están con frecuencia muy cercanas entre sí. Entre estas formaciones, todavía móviles, de arena pura, subsiste la estepa en extensiones más o menos grandes. A veces, incluso ha podido establecerse sobre antiguas depósitos de arena que anteriormente la habían invadido, cubriendo todas las demás formaciones geológicas. En estos terrenos arenosos, ondulantes, nivelados a veces por la agricultura nómada de cereales, todavía pastan rebaños de ovejas y cabras. Sin embargo, el equilibrio es visiblemente precario, y bastaría con poca cosa para destruirlo.

El pastoreo abusivo y los estragos que en la vegetación han causado las cabras - «navajas de afeitar del globo», como las llama justamente F. Cavara 1 _ han ocasionado una intensa degradación de los suelos. Cuando se acentúa la sequía y dura algunos años, el suelo, despojado de su cubierta vegetal, se desvanece al soplo del Ghibli desapareciendo para siempre.

1 Cavara, F.: La vegetación de Tripolitania y el aprovechamiento económico y agrario de la nueva colonia. Nápoles, 1914.

Vegetación natural

La vegetación de la estepa tripolitana es escasa, diseminada y pobre en especies. Las que crecen son más o menos resistentes a la sequía. Por ser de tipo xerófito, tienen por lo general un sistema de raíces sumamente desarrollado y por el contrario su follaje se reduce al mínimo; las hojas son casi siempre filiformes, secas y lustrosas, la epidermis gruesa y cutinizada. Muchas especies tienen forma esférica. La mayor parte de los arbustos son espinosos.

En la Jefara, la estepa tiene, según los lugares, un carácter más o menos marítimo y mediterráneo o continental y predesértico, e incluso en el extremo oeste un carácter desértico y sahárico.

Especies leñosas

En el pasado los bosques cubrían grandes extensiones de Tripolitania. Ignoramos en qué forma, pero aún quedan restos de antiguas formaciones. El más notable es el parque forestal de Acacia tortilis (en árabe, talha), que está en la Gran Jefara, al norte y al nordeste de Gasr-el-Hag, en una zona donde la precipitación es inferior a 150 mm. Los árboles están espaciados de 50 a 100 metros, pero por lo menos son árboles. El más conocido entre los rodales de este tipo en Africa del Norte está en el sur de Túnez y cubre unas 30.000 hectáreas. En varias partes de Argelia y Marruecos se encuentran rodales de acacias mucho más pequeños, y los hay también en las estepas desérticas de Cirenaica. En las actuales condiciones, no creemos que este árbol tenga gran valor económico; crece lentamente, y en clima tan árido sólo puede constituir un parque de una densidad de 20 a 25 árboles por hectárea, en el mejor de los casos. Por lo tanto no parece lo más indicado emprender operaciones de repoblación con acacias, si bien el rodal de Gasr-el-Hag podría declararse reserva forestal nacional, y prohibiendo que en él se apaciente el ganado. Si se tomara semejante medida, acaso se produjera la regeneración natural sin grandes dificultades.

En la misma región, a lo largo del camino que va de El Uotia a Giosc, en el lugar denominado El Ghezuania, existía hasta hace pocos anos un antiguo rodal de Tamarix articulata (en árabe, etal), que fué destruido por los nómadas. A pesar de la edad de los árboles, aún brotan hijuelos en los viejos tocones. También esta reliquia de los antiguos bosques debería preservarse y protegerse a título de reserva nacional.

Pero la especie lanosa más corriente en Tripolitania es el Zizyphys lotus (en árabe, sadr), que puede convertirse en árbol, pero que en general se convierte en arbusto debido al ramoneo de las cabras y sus ramas espinosas y frondosas tienen la característica de contener las arenas movedizas, las cuales se acumulan en curiosos montículos en torno a la red del ramaje que crece a la par que la arena que fija. Esta formación forestal cubre extensas superficies en forma de bosquetes o árboles diseminados. En menor abundancia se encuentran también el Pistacia atlantica (en árabe, batum), al pie del Jebel, y el Rhus oxycantha2 (en árabe, gedari). De la flora lanosa espontánea merecen citarse la Nicotiana glauca, el Ricinus communis (en árabe, cherua), el Calotropis procera (en árabe, osciurcronca) y diversas especies de Tamarix (gallica, africana). Todos ellos son arbustos, pero, a excepción del ricino, cuya utilidad para fijar las arenas se discute más adelante, no convienen para repoblaciones de importancia en Tripolitania debido tanto a su lento crecimiento como a su poco interés desde el punto de vista económico.

2 En Tripolitania no se encuentra la asociación especial de Rhus y Pistacia ientiscus, en su forma de monte bajo, que es tan común en Cirenaica, en la llanura costanera entre Tocra y Tolmeita.

Plantas de la estepa

Este mapa debe compararse con la relación que en la página 51 se hace de las tres zonas climáticas de Tripolitania. La zona adecuada para la repoblación es, más o menos, la comprendida dentro de los límites de cultivo olivarero.

La misma estopa presenta aspectos muy diversos. Durante la temporada de lluvias, en los sectores de arenas estables, el suelo se cubre de una vegetación herbácea bastante rica en leguminosas y de numerosas plantas anuales. Los tipos de especies perennes que predominan característicamente nos permiten distinguir varias formaciones:

1. Asphodelus microcarpus (en árabe, belus) y menos frecuentemente, la esquila (Urginea marítima - en árabe, ansil), crecen en arenas húmedas, profundas y llanas. En ciertos casos la esquila constituye la única vegetación de la estepa. A veces, también, ambas plantas van asociadas.

2. Artemisa campestris (en árabe, sciaha); requiere idénticas condiciones que el Asphodelus y crece junto con él. Prefiere los suelos ondulados y arenosos.

3. Imperata cylindrica (en árabe, dis) 1 crece en los suelos más pobres, aunque profundos y húmedos, y a veces ligeramente salinos. Esta planta arraiga en la arena y, como veremos más adelante, puede ser útil para la fijación de dunas. Otra planta gramínea arbustiva, Psamma arenaria, es también útil a este respecto y suele crecer a lo largo del litoral, sobre arenas marítimas.

1 En árabe Dis, sirve para indicar la Imperata cylindrica y la Psamma arenaria en Tripolitania, y la Ampedolesma mauritanicus en Argelia.

4. Retama retam (en árabe, rtem): prefiere los suelos ondulados profundos, más bien secos. El carácter xerófito de esta planta es muy marcado. Frecuentemente forma asociación con la Aristida pungens (en árabe, drinn) y con el antes mencionado Ricinus communis. La explotación abusiva del rtem para combustible ha ocasionado a menudo la degradación del suelo y la formación de dunas movedizas. El drinn que crece junto con ella, tiene largas raíces serpeantes que se extienden sobre la arena y tratan de penetrarla. Estas dos plantas, junto con el dis son auxiliares inapreciables en la fijación de dunas para la repoblación. El mismo drinn puede constituir toda la vegetación de la estopa, y en ese caso es indicación de que la duna no se ha fijado todavía.

5. Calycotome intermedia (en árabe, gandul): El gandul es un pequeño arbusto espinoso que prefiere los suelos profundos y pedregosos y señala la presencia a cierta profundidad de un caparazón calcáreo, muy frecuente en esta zona, como en todas las regiones áridas. Estos suelos con caparazón calcáreo, llamados suelos con costra, de los climas áridos mediterráneos abundan mucho, especialmente en la Jefara, donde suelen estar recubiertos por las arenas de origen más reciente.

6. Cuando el suelo va siendo poco, o muy poco profundo y la arena menos abundante, existe la estepa de Deverra tortuosa (en árabe, guzzah), y de Thymelaea microphylla (en árabe, metnam). Cubre grandes superficies de la llanura de Dafnia, en el Este, entre Homs (Lebda) y Misurata. Por último, en los terrenos más superficiales, donde la costra calcárea está a flor del suelo, las plantas características de la estepa son el Gymnocarpus fruticosus (en árabe, gescrud) o el Rentherium suaveolens (en árabe, arfege).

7. Las formaciones del tipo de montaña, y con mayor frecuencia todavía, del tipo predesértico que se encuentran corrientemente en el Jebel y en las mesetas meridionales, pueden hallarse también en ciertas partes de la llanura, especialmente en la Gran Jefara Occidental y en la zona al sur de Taurga. Ejemplo notable de esta vegetación es la Artemisia herba alba.

Estos datos sobre las diversas formaciones esteparias son útiles tanto para el agrónomo como para el silvicultor. De todas ellas, las dos primeras: estepa de Asfódelo y estepa de Artemisia Campestris pueden todavía tener un aprovechamiento agrícola. Naturalmente también pueden repoblarse lo mismo que las estepas de Dis, Rtem y Drinn, con un mínimo de 200 milímetros anuales de lluvia.

Las dunas marítimas una amenaza tan grande como las desérticas, como lo demuestra esta fotografía, tomada cerca de Zouara. El propio oasis se ve amenazado por la invasión de las dunas y las higueras que aparecen en la fotografía están ya medio enterradas.

Trabajos de fijación y repoblación de dunas

Debido al clima, las posibilidades de repoblación en la llanura se limitan a la pequeña Jefara y al litoral. El objetivo primordial de los técnicos forestales deberá consistir en fijar y repoblar:

(1) las arenas continentales más o menos movedizas;
(2) la estopa que está un tanto cubierta de vegetación y a menudo casi enteramente desprovista de ella; y
(3) las zonas en que se necesiten con urgencia tales medidas de protección para llevar a cabo la difícil tarea de repoblar las arenas costeras.

Los técnicos forestales italianos, cuyos esfuerzos han permitido fijar y repoblar varios millares de hectáreas de dunas, han perfeccionado la técnica de esta labor. Después de los tanteos iniciales, se han obtenido excelentes resultados, especialmente desde el punto de vista de la protección de carreteras. Un recorrido de la carretera de 30 kilómetros desde Trípoli a Castel Benito basta para darse cuenta del éxito de los trabajos. Antes de que el Servicio Forestal Italiano interviniera, las comunicaciones eran precarias a la salida de Trípoli, bien hacia Homs (Lebda) o bien hacia el interior y exigían con frecuencia desviaciones. Hoy día las principales comunicaciones están aseguradas.

Aunque la técnica de las operaciones sea idéntica en ambos casos, conviene distinguir los dos campos de acción o sean las dunas marítimas y las dunas continentales.

Las arenas continentales, cuyo grano es muy fino, se fijan gracias a una red de setos bajos construidos con vegetales muertos (hierbas de la duna, juncos, etc.). El dis (Imperata cylindrica) es el que más se utiliza. Estos pequeños obstáculos, flexibles, retrasan considerablemente el movimiento de la arena, pero no lo impiden del todo. Bastan, sin embargo, para permitir que arraiguen los árboles plantados en los cuadros de dis, que tienen un promedio de 4 × 5 m., y conseguir fijar definitivamente las arenas con el repoblado joven. De esta forma, la topografia del lugar se modifica lo menos posible. En cambio, se proscriben los obstáculos rígidos y las barreras altas: los tablestacados y las cercas altas, rígidas y continuas provocan una fuerte acumulación de arena y contribuyen a la consolidación y al crecimiento de las dunas, que no es precisamente lo que se quiere.

Por el contrario, para las arenas marítimas, parece preferible recurrir a los obstáculos altos y continuos. Estos contribuyen a formar al borde del mar una duna litoral artificial, al abrigo de la cual se puedan fijar las arenas que invaden los palmares y cubrirlas con pequeños setos bajos. Por lo tanto, conviene emplear ambos métodos.

Repoblación de las dunas

En Tripolitania, se ha abandonado el sistema de cubrir de lleno las arenas con haces de leña o ramas, método que numerosos especialistas consideran complemento indispensable para la fijación de dunas. Asimismo se ha renunciado a la siembra artificial de especies herbáceas, tales como el Rtem o leñosas como el ricino, como ayuda para la fijación de las dunas y la reproducción de las plantas. La experiencia ha demostrado que la siembra de plantas adecuadas se produce naturalmente.

COMPARACION DE LAS CARACTERISTICAS CLIMATICAS DE ALGUNAS ESTACIONES AUSTRALIANAS Y LIBICAS

Antes de la Segunda Guerra Mundial, los italianos habían realizado una ingente y muy buena labor en el terreno de la fijación de dunas y de la repoblación, y esta zona, hoy desolada, tras de haberse practicado una corta a matarrasa, estuvo una vez cubierta de tallares de Acacia cyanophylla, una de las especies que han dado mejor resultado.

Finalmente, después de un largo proceso de eliminación, se han seleccionado las siguientes especies leñosas que son aptas para la fijación de arenas:

1. Acacia, sobre todo, la Acacia cyanophylla. Se trata de una variedad de la A. saligna Bentham, de la cual sólo se diferencia en el color de las hojas. En otras partes de Tripolitania, se encuentran todas las ferinas de transición entre estas especies. En Australia, esta acacia prospera en la costa meridional del continente, en el sector de veranos secos y escasas lluvias invernales. Resulta interesante señalar que allí crecen en las landas, sobre arenas calcáreas profundas, cerca de los montes de Eucalyptus gomphocephala, árbol que en Tripolitania ha dado casi igual resultado que la Acacia cyanophylla. El clima de Libia es admirablemente apto para ambas especies.1

1 Situada entre los 32 y 33 grados de latitud Norte la Tripolitania Septentrional, desde el punto de vista del clima, se asemeja mucho a Australia, país que ocupa aproximadamente, idéntica situación en los antípodas. Esto nos hace esperar que en Tripolitania se puedan plantar con éxito las variedades de acacia y eucalipto oriundos del sudoeste del continente australiano.

La A. cyanophylla, debido a su hermosa floración en racimos amarillos y su excelente capacidad de subsistir es el árbol, por excelencia, de Tripolitania. Fija admirablemente el suelo gracias a la extensa red de sus raíces que se desarrollan tanto en superficie como en profundidad, y permite, mejor que el eucalipto, la formación de la vegetación herbácea bajo su cobertura. Produce humus y una tierra vegetal. Cuando es joven rebrota y echa hijuelos con bastante abundancia y gracias a ello queda asegurado el porvenir del monte. Este árbol posee una ramificación abundante de ramas bajas que se extienden y cubren el suelo de manera que el sotobosque no se desarrolla bien y el riesgo de incendio es mínimo.

La producción sólo consiste en leña y carbón vegetal, pero ya se han hecho experimentos - que vale la pena continuar sobre la manera de aprovechar, en escala industrial, el contenido tánico de la corteza. Hasta ahora, los resultados han sido contradictorios. El contenido tánico de la corteza de la A. cyanophylla es efectivamente inferior al de otras acacias australianas (mollissima, picnantha), pero desgraciadamente se ha demostrado que estas últimas especies dan peor resultado para la fijación de dunas.

En los trabajos de repoblación, se emplean plantas de un año cultivadas en tiestos en vivero.

2. El Tamarix. La segunda especie elegido es el Tamarix articulata, que también ha demostrado ser sumamente apta, especialmente en las arenas marítimas. Soporta bien la sal y es resistente a los vientos marinos, a la niebla, a la espuma del mar y a las tempestades. En Zouara, a orillas del mar, parece que el Tamarix es la especie que mejor se adapta a las condiciones del medio ambiente. Sobre el terreno de plantación se utilizan acodos, de 7 a 8 meses, cultivados en vivero.

Los eucaliptos pueden aportar una solución a los problemas de la repoblación en Trípoli. Esta arboleda perteneciente al monte de Hascian y de propiedad del Estado demuestra lo bien que se dan estas especies. El fuste blanco de la derecha pertenece a un E. rostrata, y detrás se ven varios E. gomphocephala. Los árboles tienen 18 años de edad y su espaciamiento es de 5 × 5 metros.

3. El Ricino. Por último, hay amplio campo para el aprovechamiento del ricino ordinario (Ricinus comunis), planta muy apreciada por sus semillas y por el aceite lubricante del que existe gran demanda como producto de exportación y tiene muchas aplicaciones. Esta planta es excelente para fijar las dunas y como rompevientos, y además no necesita riego. Los habitantes de Libia la conocen bien y la han empleado con éxito en los alrededores de Trípoli. Se debe recomendar su uso sobre todo en repoblaciones de propiedades particulares.

Al principio de los trabajos los italianos utilizaron en gran escala la Robinia pseudo-acacia, pero, según parece, los resultados no fueron muy buenos. El coste de estas plantaciones es menor que el de las de A. cyanophylla, porque se pueden emplear plantones a raíz desnuda, cultivados en plena tierra, y además porque la plantación se hace a estaca con rapidez y, por consiguiente, con economía. Sin embargo, los repoblados presentan un aspecto enfermizo, son de crecimiento irregular y rinden muy poca madera. Se han ensayado también el álamo negro y el de Carolina, pero no dieron buenos resultados y en seguida fueron descartados.

Conviene, por el contrario, considerar el empleo del eucalipto, siempre que no se le utilice como especie inicial para fijar las dunas. Este árbol puede emplearse en estepas arenosas todavía estables, como preventivo por un lado, y como especie de sustitución en dunas fijadas y repobladas una vez efectuada la primera corta del tallar de acacia. Se emplearán las dos especies más abundantes en Tripolitania y que han demostrado su valor: el E. rostrata y E. gomphocephala. Ambas tienen un crecimiento sumamente satisfactorio, pero la segunda parece tener una mayor longevidad y un mayor crecimiento, por lo cual produce más y mejor madera de construcción. Además, se adapta a los terrenos calcáreos, por todo lo cual debe definitivamente otorgársele la preferencia.

Es también posible el empleo en pequeña escala del Pinus halepensis y del Pinus pinea, en la repoblación de las estepas arenosas, situadas entre las arenas movedizas. Su crecimiento es lento, y son menos eficaces que las acacias para la fijación de dunas. En cambio, los pinos producen madera industrial, madera menuda de construcción y de embalaje, por lo cual su interés comercial es indudable. Como el Eucalyptus, el Cupressus sempervirens, la Casuarina equisetifolia y la Acacia hórrida, se pueden emplear para alineaciones a lo largo de los linderos de las parcelas y en los bordes de las carreteras y pistas de las zonas agrícolas, tanto en las propiedades privadas como en las de propiedad pública.

Los recursos de agua

La cuestión de la densidad de las plantaciones en terrenos arenosos, plantea el delicado problema de los recursos de agua.

La capa freática del litoral y de las llanuras costeras de Tripolitania, así como en toda la Jefara, yace a diversas profundidades. Cerca del mar se encuentra agua a una profundidad de 4 a 5 metros, incluso bajo depósitos arenosos. Los innumerables pozos (más de 8.000) que hay en los alrededores de Trípoli, aseguran la prosperidad de los oasis del litoral. En la Jefara, los pozos son menos numerosos y hay que excavar a mayores profundidades para encontrar agua, de 15 a 20 metros en la zona costanera, 40 metros en El Azizia a más de 80 metros hacia el interior, cerca de las montañas. Estos pozos se emplean sobre todo para abrevar el ganado en las cañadas ganaderas. El agua es, en general, fresca y potable, pero las reservas no son inagotables y disminuyen seriamente durante el verano. Por desgracia, en la actualidad la capa freática parece haber descendido a un nivel peligrosamente bajo, lo que indica una disminución de las reservas de agua subterránea y señala la conveniencia de actuar con prudencia en el fomento de la agricultura y silvicultura.

No cabe duda de que en una región árida o semiárida el agua de lluvia por sí sola no basta para satisfacer las necesidades de las plantas. En Tripolitania el agua corriente raras veces llega al mar: el agua de lluvia se infiltra en el suelo o se evapora. La evaporación es considerable y se produce de dos maneras, a saber:

1. Evaporación Física. Varía según el suelo esté o no cubierto de vegetación. Se ha medido experimentalmente y se ha visto que en climas templados se pierde, por evaporación de una cuarta parte a la mitad del total del agua de lluvia. Se ha calculado que en las zonas desérticas o subdesérticas la evaporación potencial podría alcanzar de 30 a 40 veces el total de las precipitaciones. En los terrenos arbolados, se calcula que se evapora la tercera parte del agua que se pierde en las zonas ralas.

2. Evaporación Fisiológica. Resulta de la transpiración y las necesidades asimilativas de la vegetación. Esta evaporación varía de una especie a otra según la región del mundo y la época del ano. Los resultados de las investigaciones en este campo son aún demasiado incompletos y fragmentarios para que pueda darse ninguna cifra que sea aceptable como definitiva.

Tomemos, por ejemplo el caso de una plantación de eucaliptos con un espaciamiento de 6 × 6, lo cual significa más o menos 270 pies por hectárea. En el clima tripolitano, en pleno verano, un solo árbol bien desarrollado transpirará por lo menos 200 litros diarios de agua. Aún calculando que la transpiración disminuya considerablemente en invierno o durante el reposo vegetativo que suele ser relativo bajo el clima tripolitano, la evaporación fisiológica de una plantación de eucaliptos de este tipo, sería de 8 a 10.000 metros cúbicos por hectárea y por ano. Lo cual corresponde a un nivel de agua de 800 a 1000 milímetros.

Es evidente que existen en dicho cálculo muchos factores desconocidos y que los datos citados se mencionan con grandes reservas. Sea lo que fuere este resultado tiende a confirmar que en Tripolitania un espaciamiento de eucaliptos de 6 × 6 metros resulta demasiado compacto. No hay más que examinar los repoblados del patrimonio del Estado en Hascian, en las dunas, para convencerse de que los árboles espaciados a 5 × 5 se resienten en conjunto y su crecimiento hubiera sido mayor con un espaciamiento de 7 × 7 e incluso de 8 × 8; el volumen total hubiera resultado superior y los productos de mejor calidad.

Volviendo a la cuestión dé la evaporación: hemos calculado ya que una plantación de eucaliptos es capaz de transpirar y absorber de 800 a 1.000 milímetros anuales de agua por hectárea. 1

1 Para fines de comparación, Furon (L'érosion du sol, Raymond Furon, París, 1947) cita las siguientes cifras tomadas de Keilhaok y otros autores, respecto a la evaporación bajo el clima templado de Europa:

- Monte de coníferas: 0,5-1 mm. por día hasta 300 mm. anuales.
- Cultivos de cereales: 2,2-5 mm. por día, o sea en 4 meses de crecimiento activo 270-600 mm. anuales.
- Praderas de gramíneas y tréboles: 2,1-7,3 mm. por día, o sea en 8 meses de crecimiento activo 500-1.000 mm. anuales.

Bajo el árido clima de Trípoli, y en las arenas en un terreno plantado de eucalipto o acacia, la evaporación fisiológica por sí sola o, sin mencionar la física que, claro está, depende de los recursos efectivos de agua del suelo para funcionar normalmente tiene que recurrir a otros recursos de agua además de las lluvias, sin lo cual la vegetación se agosta y muere. Por fortuna, el rocío ayuda mucho. Las condensaciones nocturnas se conocen mal, al menos cuantitativamente; en efecto, el rocío resulta difícil de medir. Pero varias observaciones indican que ciertas plantas y, sobre todo las plantaciones forestales atraen de la atmósfera una cantidad de rocío igual a la cantidad de luvias.

De todas maneras, en Tripolitania tiene que existir algún equilibrio puesto que es posible el cultivo de secano en zonas donde la precipitación pluvial es de sólo 200 mm. Hay también muchas plantas, sobre todo plantas desérticas, capaces de extraer con sus raíces apara de la arena, a cinco o seis metros de profundidad o más; otras extienden sus estolones sobre una superficie de por lo menos 20 metros cuadrados. En Trípoli algunos eucaliptos que crecen a lo largo de las carreteras tienen raíces de 65 metros de largo. Teniendo en cuenta estos hechos conviene plantar los árboles muy espaciados, como en la Reserva Forestal de Acacia tortilis en Gasr-el-Hag. La densidad de plantación de la Acacia cyanophylla debería ser como máximo de 2 plantas por célula de dis, o sea de 800 a 900 plantas por hectárea. Las repoblaciones de eucaliptos, en suelos arenosos estables deben ser sólo de 150 plantas por hectárea con un espaciamiento de 8 × 8. No debe intentarse cubrir uniformemente el suelo. En Túnez, en las dunas de Garmath, donde el clima es más húmedo que en Trípoli, para las plantaciones jóvenes de Acacia cyanophylla se emplea doble o triple número de plantas por hectárea que el que aquí se indica, es decir, de 2.000 a 2.500 plantas. El aspecto de estas plantaciones es el de un rodal espeso, difícilmente penetrable y de apariencia totalmente distinta a los repoblados de Tripolitania, donde los árboles están bien espaciarlos y adoptan una forma esférica, adaptada a la aridez de la región. La lucha por la existencia desempeña aquí un papel muy importante.

Conclusiones

Un estudio de los problemas de la repoblación y fijación de dunas en Tripolitania, nos lleva a conclusiones aplicables a todos los países áridos. En un país corno Tripolitania, sería absurdo tratar de crear un dosel forestal completo o plantar uniformemente regiones enteras. Más aún, las especies elegidos para la repoblación y la fijación de dunas deben ser frugales con el agua y resistentes a la sequía, y parece que el empleo de muchas de las acacias y eucaliptos australianos sería la mejor solución al problema.

El estado actual de nuestros conocimientos no nos permite calcular científicamente hasta qué punto es posible la repoblación. Pero, sin duda alguna, podemos afirmar que la naturaleza se encargará de anular rápidamente cualquier proyecto imprudente o excesivamente ambicioso.


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