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Principios de ordenación del pastoreo en los montes

por la SECRETARÍA DE LA FAO

En páginas posteriores de este número se da cuenta de la Reunión Técnica sobre el Pastoreo en las Montes, que se celebró en Roma del 29 de marzo al 3 de abril. La presente nota fué uno de los documentos de trabajo de la reunión.

En la mayoría de los países, árboles y forrajes revisten importancia, pero ni unos ni otros son suficientes para satisfacer todas las necesidades. De aquí que al estudiar el pastoreo en los montes deba tenerse presente la necesidad de establecer un tipo de ordenación con arreglo a la cual sea posible la producción maderera y al propio tiempo la de forrajes. 1

[1 Véase también El Pastoreo en los Montes, Estudios de Silvicultura y Productos Forestales, N° 4, FAO, 1953. ]

Aceptada la producción maderera como requisito previo, la ordenación del pastoreo en los montes tenderá a lograr los objetivos siguientes:

1. Una elevada producción de especies forrajeras útiles, sobre la base de un rendimiento constante en la medida en que las condiciones de lugar y de cultivo lo permitan.

2. La conservación o rehabilitación de los suelos en una condición estable y productiva que permita una elevada producción de plantas forrajeras.

3. Un alto rendimiento de productos pecuarios basado en la existencia abundante de forrajes.

Para obtener esta elevada producción, se consideran fundamentales los conceptos siguientes:

(a) que el animal constituye el producto final del proceso de la ordenación de los pastizales arbolados y que, para que aquél se desarrolle en buenas condiciones, no sólo debe contar con un abundante suministro de forrajes nutritivos, sino también ser de raza y clase adecuada a las condiciones del pastizal y aprovechar los pastos lo más económica y eficientemente posible.

(b) Que las plantas son organismos vivos y complejos que para crecer vigorosa y abundantemente uno y otro año necesitan también un abundante suministro de elementos nutrientes. Es preciso respetar sus necesidades de crecimiento y protegerlas cuidadosamente contra los abusos.

(c) Que el suelo constituye la fuente de elementos nutrientes para las plantas y representa el medio en que éstas se desarrollan. Para producir con abundancia las plantas forrajeras nutritivas que precisan los animales de pastoreo, hay que proteger todo el complejo edáfico o sea la estructura física, los micro-organismos y la materia orgánica.

En esta combinación de suelo, plantas y animales que hemos de tener en cuenta en la ordenación del pastoreo en los montes, se debe conceder atención principal a proteger el suelo y las plantas. Sin suelo y plantas forrajeras los animales no pueden subsistir en régimen de pastoreo y es un hecho bien comprobado que, con un programa de buena ordenación de pastizales y cuando abundan los pastos nutritivos en un suelo estabilizado, la producción y desarrollo del animal son prácticamente automáticos. Esto, naturalmente, a reserva de los efectos que los insectos, enfermedades y otros factores puedan ejercer sobre la producción pecuaria.

Los pastizales forestales en buen estado están muy cerca del punto optimo en lo que se refiere a forrajes nutritivos, debido a que casi toda la precipitación es inmediatamente absorbida por el suelo, y por ello éste se encuentra en las mejores condiciones para el crecimiento de las plantas. Esto, a su vez, se traduce en una gran producción pecuaria. Pero, si el ganado empieza a abusar de la vegetación por un pastoreo excesivo o constante en los períodos críticos de crecimiento, resulta que las plantas pierden su vigor, empiezan a mermar sus raíces y llega un momento en que mueren, siendo sustituidas por otras especies de calidades inferiores para el pastoreo. Mientras tanto, el suelo, al no estar ya debidamente protegido por una cubierta vegetal o sostenido firmemente por una espesa masa de raíces, empieza a sufrir las consecuencias de la erosión hídrica o eólica. Desaparecen la humedad y los elementos nutrientes necesarios para las plantas y para los animales que allí pastan y se reduce así el rendimiento en forrajes y productos pecuarios. Si no se aplican medidas para corregirlo, este proceso de degradación continúa a ritmo cada vez más rápido.

Muchos de los pastizales forestales del mundo están en una cierta fase de deterioro. Para mejorar los Pastizales y su productividad por medio de una ordenación del pastoreo, es preciso un proceso totalmente opuesto al que acabamos de señalar. Es necesario permitir que las plantas se acumulen lo suficiente para detener el escurrimiento de las precipitaciones y para reintegrar al suelo el barrujo y materias orgánicas. A medida que mejoran las condiciones edáficas, va aumentando la densidad y volumen de las plantas y, a su vez, se eleva la producción pecuaria. El grado en que se espera que los citados pastizales produzcan forrajes, animales y productos forestales y el ritmo a que se cree que podrán recuperarse de su agotada condición por medio de una mejor ordenación dependerán, en gran medida, del clima que disfruten. Existen algunas diferencias esenciales en el clima que influyen en el crecimiento y aprovechamiento de los forrajes en los pastizales arbolados y que tienen importancia en la evaluación de las prácticas aplicadas en aquéllos.

FIGURA 1. - EMPOBRECIMIENTO DE LOS PASTIZALES

El pastoreo de monte en diversas zonas climáticas

Zona templada semiárida

Probablemente, el pastoreo en los montes se ha venido practicando en la zona templada semiárida desde hace más tiempo y con mejores resultados que en cualquiera otra de las principales zonas climáticas del mundo. Los pastos indígenas de esta zona son nutritivos y conservan bien sus cualidades alimenticias, por lo que resulta muy adecuado para la producción de ganado. Generalmente, las plagas de insectos y las enfermedades del ganado no presentan allí problemas graves.

Esta zona está caracterizada por una variación considerable en las temperaturas de una a otra estación y por una precipitación anual relativamente escasa. En algunas partes, la precipitación pluvial se concentra en el invierno y principios de primavera, mientras que otras tienen lluvias estivales. En muchos casos, se registra un prolongado período de sequía cada año y, a veces, si falla la precipitación normal, la sequedad y la consiguiente escasez de pastos se convierten en un problema grave para la ordenación de los pastizales y la ganadería. Cuando así ocurre, es absolutamente necesario para evitar que el ganado muera de hambre, contar con reservas forrajeras con que hacer frente a la crítica situación.

La escasez de lluvias hace que las masas forestales sean bastante claras y el crecimiento de los árboles relativamente lento. Sin embargo, a su sombra medra considerable herbaje muy adecuado para el ganado y la fauna silvestre. En las partes más cálidas de las zonas de precipitación invernal, la vegetación se desarrolla desde finales de otoño a principios de la primavera. Los veranos son cálidos y la vegetación se agosta y resulta poco apta para el pastoreo. Sin embargo, en los lugares más fríos, parte de la precipitación suele producirse en forma de nevadas y el crecimiento de los pastos no empieza hasta que en la primavera se funde la nieve y se calienta el suelo. Dicho crecimiento se verifica en un período relativamente corto, a finales de la primavera y principios del verano, y el forraje se mantiene en condiciones nutritivas hasta finales de este último. Las lluvias estivales dan lugar a que crezcan pastos de verano, que se aprovechan mejor en dicha estación y en el otoño, aunque en algunos pastizales se practica el pastoreo durante todo el año.

En las zonas templadas semiáridas, los pastizales en los montes han sido explotados abusivamente y se han deteriorado por lo que no producen ya todo el forraje y productos pecuarios que podrían o deberían producir. Por otra parte, también sufre el rendimiento en maderas y las cuencas de recepción se encuentran en grave estado. Se impone por consiguiente una mejor ordenación del pastoreo.

Zona templado - húmeda

En la zona templado - húmeda, la humedad no es, por lo general, un factor limitativo para el crecimiento de la vegetación arbórea y herbácea. En muchos casos, las favorables condiciones para el crecimiento producen masas bastante densas de especies frondosas o de una mezcla de frondosas y coníferas con escasa vegetación herbácea y arbustiva. Los brinzales de muchas especies frondosas son apetecibles, por lo que el ganado que pasta en dichos montes a veces causa daños a los árboles. Como, ordinariamente, existen en ellos animales de caza, éstos consumen la mayor parte del forraje pero aun la caza puede ser perjudicial para los pastos cuando el número de aquélla excede de lo que los pastos pueden soportar.

En algunas partes de los sectores más cálidos de esta zona, un crecimiento más claro de resinosas permite una abundante producción de gramíneas y demás vegetación herbácea. Es posible que en algunos casos a ello hayan contribuido los incendios repetidos y es evidente que un subpiso denso representa un constante peligro de incendio. Durante el periodo de crecimiento, esta vegetación es bastante alimenticia, pero poco después su nivel nutritivo desciende no llegando al necesario para el mantenimiento del ganado, por lo que es preciso completarla con raciones complementarias. Con el pastoreo rara vez se consigue destruir el grueso del matorral, por lo que, frecuentemente, para mantener unas buenas condiciones de crecimiento hay que recurrir a la roza durante los períodos húmedos del año. Cuando se practica este sistema, hay que tener mucho cuidado para proteger las especies más valiosas y apetecibles contra los abusos bien sea del pastoreo o bien del fuego.

Un tercer tipo de condiciones, que se registra en las zonas templado-húmedas, son los pastos alpinos y subalpinos. Estos se encuentran en sectores fríos situados a elevada altitud con lluvias, en su mayor parte estivales, desarrollándose la vegetación esencialmente en el transcurso del verano. Con frecuencia, estos pastizales se explotan intensamente, están entremezclados con el bosque, y no pueden utilizarse en otra época a causa de las nieves y los fríos. Los pastos conservan sus cualidades nutritivas durante todo el verano y proporcionan un pastoreo excelente, principalmente para los rebaños de ganado lechero.

Montes de las zonas tropicales húmedas

En las zonas húmedas de los trópicos tenemos que considerar dos tipos principales de condiciones respecto al pastoreo en los montes: las correspondientes a los bosques tropicales densos y las de las formaciones de sabana. Las lluvias pueden ser bastante intensas durante todo el año o bien ser normal que se den seis meses de fuertes lluvias, durante los cuales crecen las hierbas, mientras que el resto del año es completamente seco. En los bosques densos tropicales no se practica el pastoreo o se practica en pequeña escala, a no ser cuando se cortan los árboles para dedicar los terrenos al pastoreo o al cultivo. Aún entonces, muchas de las hierbas que aparecen no constituyen buenas especies forrajeras y hay que mantener una lucha constante para evitar que el arbolado vuelva a invadir el terreno. Para conservar la vegetación herbácea, es preciso realizar quemas periódicas, pero, cuando el fuego no se utiliza adecuadamente, tanto los suelos como la estación se perjudican notablemente.

El monte de sabana determina una situación pastoral muy semejante a la que se registra en las partes más cálidas de la zona templado-húmeda, es decir, abundante crecimiento de hierbas y demás vegetación, pero con una cualidad nutritiva bastante baja, a no ser durante la temporada de crecimiento. También en estos lugares el fuego ha desempeñado y continúa desempeñado un papel importante en el mantenimiento del aspecto de los pastos y en conservar la vegetación relativamente aprovechable para el ganado.

FIGURA 2. - FORRAJE QUE RINDEN DIVERSAS PLANTAS DE UN PASTIZAL EN VÍAS DE MEJORAMIENTO

Zonas áridas de los trópicos

Las partes árido-tropicales del mundo van desde el desierto desando hasta las sabanas con árboles diseminados y, en ningún caso, producen herbaje abundante. Las precipitaciones se concentran en un período bastante corto y durante el resto del año el tiempo es muy seco. Naturalmente, el crecimiento de las hierbas se produce cuando existe humedad suficiente y, como ésta puede variar de una a otra región, se practica un tipo de pastoreo de carácter nómada. El ganado cuenta con cantidades muy limitadas de agua, por lo que algunas partes de los pastizales sólo se utilizan accidentalmente compartiéndolos tal vez con la fauna silvestre.

Ajuste del número de cabezas de ganado a la posibilidad del pastizal

El ajustar el número de animales a la posibilidad del pastizal es, probablemente, el problema mayor y más grave que la ordenación de los pastizales en los montes presenta hoy día en muchas partes del mundo. La falta de equilibrio se pone de manifiesto por el bajo rendimiento de los pastos, la escasa producción de animales y el deficiente desarrollo de éstos, las catastróficas pérdidas periódicas de ganado por falta de alimentos, especialmente durante los períodos de sequía y la grave erosión del suelo que ocasionan tanto el viento como el agua. Además, en muchos países el cultivo de forrajeras no basta para compensar la falta de pastos y, los forrajes producidos, se consideran a menudo demasiado valiosos para dárselos al ganado de pastoreo como alimento.

Se entiende por capacidad de pastoreo la posibilidad de que una unidad de pastizal pueda sostener adecuadamente a un número constante de cabezas de ganado durante un determinado período de cada año, sin perjuicio para éste u otros tipos adecuados de aprovechamiento de la tierra. Esta definición implica un equilibrio entre los pastos y el número de ganado de posible entrada, pero no tiene gran significación para la ordenación, a no ser que se tenga un conocimiento razonable de la composición florística del pastizal. En primer lugar, si se quiere evitar el deterioro del pastizal o de otros recursos, deberá quedar bien claro que no toda la vegetación que crece en un pastizal es forraje. La cantidad de forraje que puede proporcionar una planta depende de factores tales como la preferencia que sientan los animales por ella, su comestibilidad o apetitosidad, la cantidad de herbaje que tiene que quedar en la planta para que ésta disponga de los elementos nutritivos suficientes y su capacidad de tolerar el pastoreo. Una buena planta forrajera debe poder competir en régimen de pastoreo con otras formas y especies de vegetación y proporcionar al suelo cubierta protectora de vegetación y barrujo le defienda contra la erosión y contribuya a la regeneración de lugares deteriorados. Un gran poder de diseminación o la posibilidad de propagarse vegetativamente son propiedades convenientes para las plantas forrajeras, lo mismo que lo es un amplio sistema radical capaz de soportar grandes variaciones de humedad y temperatura del suelo y el pisoteo del ganado.

Sin embargo, la ordenación de un pastizal y el equilibrio entre el número de cabezas de ganado que en él entran con su posibilidad, no se pueden basar tan sólo en plantas aisladas sino más bien en el conjunto de toda la vegetación forrajera. Es cierto que habrá que conceder una atención especial a determinadas especies de primera calidad que contribuyen en gran proporción a la riqueza de los pastos y a las que hay que conservar en todo su vigor o elevar su frecuencia en aquellos pastizales que se encuentren deteriorados. Estas plantas no deben ser pastadas más allá del límite de seguridad, ano cuando parezca que todavía queda en el pastizal una cantidad considerable de hierbas sin pastar. En el cálculo de la posibilidad de un pastizal no debe entrar el aprovechamiento intenso de las especies de calidad inferior porque con este sistema las especies más ricas y apetitosas resultarán pastadas con exceso y exterminadas. Para conservar o restablecer las buenas condiciones edáficas e hidrológicas, es de suma importancia que quede en el terreno una cantidad considerable de hierbas sin pastar o tan sólo parcialmente aprovechadas. El deterioro físico y biológico del suelo, debido a la falta de equilibrio entre el número de cabezas de ganado y la cantidad de pastos disponible, menoscaba la producción de forraje y de productos pecuarios. Otros sistemas de buena ordenación de pastizales no pueden compensar los efectos del excesivo número de animales.

En algunas partes del mundo, especialmente en las zonas semiáridas, los años de intensa sequía en que la precipitación es bastante menor de la normal, determinan una escasa producción forrajera y un grave exceso de pastoreo, produciéndose pérdidas de ganado en el pastizal. Las sequías constituyen uno de los rasgos normales de dichas zonas, pero no es posible saber de antemano cuándo se producirán. Por consiguiente, para que el número de cabezas de ganado guarde la debida relación con la posibilidad del pastizal, deberá ser algo inferior a dicha posibilidad en un año normal, de modo que permita la acumulación de una reserva de forrajes para poderlos utilizar en un año de sequía. Para compensar también los efectos de la sequía, se deberá disponer de reservas de heno u otros forrajes complementarios, que por lo menos permitan mantener al ganado de cría durante el período de sequía. En ocasiones, se hará necesaria una reducción brusca del número de cabezas de ganado, vendiendo rápidamente los animales de inferior calidad.

Figura 3. - Ganado pastando en un pastizal arbolado del Irán, objeto de un pastoreo extraordinariamente abusivo. Esta circunstancia ha tenido por consecuencia el bajo nivel de la producción forrajera, la degradación de la cubierta forestal y la mediocre calidad y la improductividad del ganado. Para aumentar la producción maderera y forrajera en pastizales arbolados de esta clase, es indispensable intensificar la vigilancia del ganado y poner en práctica métodos racionales de ordenación pastoral. (Foto: Carocci Buzzi)

Si, como ya se ha indicado el animal es el producto final del pastoreo en los montes, habrá que atender debidamente al vigor de cada res, al número y frecuencia de su progenie y a las pérdidas por muerte debida al hambre y otras causas. Diferentes investigaciones realizadas en los Estados Unidos, han demostrado que cuando el número de cabezas de ganado vacuno se ajusta a la posibilidad del pastizal, se obtiene más cantidad de carne y mayor provecho económico de cada animal que cuando el número de ganado es excesivo. Los mismos resultados se han observado con el ganado lanar y con las cabras de angora. En muchos países el nomadismo y la falta de vigilancia de las unidades de superficie hace que resulte difícil la regulación del número de reses que entran a pastar. En tales casos, quizá sea necesario adoptar nuevas y adecuadas medidas para regular el pastoreo, tales como la asignación de ciertas zonas a particulares o a grupos.

Es preciso no olvidar que la caza mayor, venados, alces, etc., que se apacienta en los montes representa una parte concreta de la carga de pastoreo y por lo tanto, hay que contar siempre con ella al calcular el número de animales de posible entrada en relación con los recursos forrajeros disponibles. Igualmente, habrá que tener en cuenta que la población de la fauna silvestre aumenta constantemente y a no ser que el número de estos animales se regule sistemáticamente por medio de la caza o por otros procedimientos de eliminación, se pueden producir grandes problemas de exceso de pastoreo y de deterioro del pastizal.

También los valores forestales resultan afectados naturalmente, por el exceso de ganado, pero si el número de cabezas de éste guarda la debida proporción con la cantidad de pastos y se utilizan las razas y clases de ganado convenientes, los valores forestales, por lo general, no resultarán gravemente dañados por el pastoreo. Desde luego, se admite que ciertas clases de árboles, tales como el algarrobo, por ejemplo, además de su valor maderero son de gran valor forrajero y puede contarse con ellos como parte de las existencias de forraje.

Aprovechamiento estacional más eficaz de los pastizales arbolados

En la mayoría de las zonas pastorales del mundo se practica en los pastizales alguna forma de pastoreo estacional. Las altas montañas se utilizan sólo durante el verano porque la nieve y el frío impiden pastar en ellas durante cualquier otra época del año. Las zonas de desierto arbustivo, con precipitación exclusivamente invernal y donde los pastos crecen en el invierno, suelen utilizarse también en esta misma estación. Durante el verano están excesivamente secas y denudadas. Las laderas intermedias se aprovechan en la primavera y el otoño cuando el ganado se traslada desde los pastizales bajos de invierno a los de verano en montaña. Tales emigraciones estacionales son lógicas y en realidad necesarias. Desde el punto de vista de la nutrición animal la temporada de crecimiento verde es la época más adecuada para consumir los pastos, pero para planificar más eficazmente el aprovechamiento de estos pastizales se deberán tener en cuenta las necesidades de desarrollo y crecimiento de las especies de más importancia en los recursos forrajeros. El punto más crítico para la supresión del forraje es cuando en la planta se están formando los tallos de semilla. El pastoreo en este momento, que a veces corresponde al principio del período seco de verano, significa hacer desaparecer el alimento producido y almacenado temporalmente en las hojas y que normalmente descendería hasta las raíces para almacenarse e iniciar el crecimiento en el año siguiente. La falta de humedad en el suelo puede impedir el ulterior crecimiento y la producción de los elementos nutritivos que la planta necesita almacenar. La ordenación del pastizal debe planearse de tal forma que se evite el pastoreo de la misma zona año tras año en esta época crítica. Es conveniente diferir el pastoreo de una manera absoluta durante dicha época. Con un pastoreo ligero a principios de la temporada y un pastoreo moderado después de que el forraje haya madurado se mantendrá generalmente el pastizal en buenas condiciones.

Muchos son los países que podríamos citar como ejemplo al tratar del problema del aprovechamiento estacional y la clase de ordenación que conviene para proteger y mejorar la productividad de los pastizales. En realidad los principios fundamentales tienen una aplicación más o menos universal. Como ejemplo podemos tomar algunas partes del oeste de los Estados Unidos en donde hay grandes y amplios valles entre montañas en que la precipitación es muy escasa y se produce principalmente en el invierno en forma de nieve. Los veranos son extraordinariamente secos y casi todo el ciclo de desarrollo vegetativo se produce durante los principios de primavera. Estos pastizales son utilizados bien por el ganado lanar o por el ganado vacuno durante el final del otoño, invierno y principios de la primavera. La investigación ha demostrado que para que las especies pascícolas crezcan satisfactoriamente, repongan las reservas alimenticias almacenadas y produzcan semillas, el pastoreo temprano de primavera que es cuando la vegetación está desarrollándose, debe limitarse a años alternos. Esto exige que se divida el pastizal en dos partes para su utilización en primaveras alternas y que para el pastoreo de invierno se dedique un área algo mayor del pastizal.

Los pastizales de primavera suelen estar situados en altitudes intermedias y el período de crecimiento puede ser algo más tardío que el de los pastizales de invierno. Ordinariamente, el ganado utiliza estos pastizales durante el período de crecimiento activo. También en ellos tiene gran valor práctico un sistema de pastoreo diferido y a rotación, en el cual se pueden dividir los pastizales por lo menos en dos tranzones, a los que el ganado puede entrar en épocas diferentes de la temporada de pastoreo de primavera. El tranzón pastado a principios de la temporada de un año podrá ser aprovechada a finales de la temporada del año siguiente, de modo que se evite que una unidad determinada sea pastada todos los años durante el momento más crítico del ciclo anual de crecimiento. En muchos casos, estos mismos pastizales pueden ser utilizados de nuevo en el otoño durante la emigración a los pastizales de invierno, por lo que, a final del período de pastoreo de primavera deberá quedar una reserva de pastos para su utilización en el otoño.

El crecimiento de forrajes en los pastizales de verano de gran altitud es todavía más tardío y el ganado lo utiliza muchas veces durante gran parte del ciclo de desarrollo. Generalmente, éstas son zonas de pluviosidad bastante intensa durante el invierno y de gran humedad del suelo a principios de la primavera, por lo que habrá que evitar su utilización hasta que el suelo esté firme y no se encuentre ya expuesto a enfangarse o apelmazarse por el pisoteo del ganado. Las plantas de los pastizales de verano exigen las mismas atenciones con respecto a su crecimiento y desarrollo que las de los pastizales de primavera - otoño. Como la temporada de pastoreo de verano se extiende con frecuencia mucho más allá del final del período de crecimiento, existen grandes oportunidades para proteger cada año a las plantas durante su ciclo de desarrollo en parte del pastizal por medio de un sistema de pastoreo diferido y a rotación.

En algunas de las zonas de alta montaña de Suiza, Francia e Italia, administradas por sus respectivos Servicios Forestales, en donde es corriente un largo período de lluvias estivales, el crecimiento de los pastos prosigue a lo largo de la mayor parte de la temporada de pastoreo de verano que suele durar tres o cuatro meses. Estos pastos se fertilizan con estiércol de establo y la producción de forraje es grande. Este forraje se utiliza análogamente al de los pastaderos cultivados porque el pastoreo es lo bastante intenso para hacer que se disponga de pastos frescos durante toda la temporada. La mayor parte de estas hierbas forman césped, de modo que la producción de semillas no es muy importante para el mantenimiento de su producción forrajera.

En las zonas tropicales húmedas y en los sectores más cálidos de la zona templado-húmeda, la única época en que puede utilizarse con provecho los pastos es durante el período de crecimiento, porque sus valores nutritivos en otras ocasiones son muy escasos. En tales zonas húmedas el pastoreo durante el ciclo de desarrollo no es tan pejudicial como en las zonas más secas porque, por lo general, crece más pasto del que puede ser aprovechado. Sin embargo, la temporada de pastoreo puede ampliarse a veces más allá de la temporada de crecimiento, añadiendo algún concentrado proteico, como por ejemplo harina de semilla de algodón. El peligro mayor estriba en que sean pastadas con exceso las especies forrajeras de primera calidad, mientras queda todavía en el pastizal un herbaje abundante en especies de calidad inferior.

Clase de ganado

En términos generales, la clase de ganado que conviene admitir en un pastizal debe ser aquélla capaz de aprovechar mejor los pastos y que proteja además los otros valores del terreno. Los hábitos de pastoreo y sus preferencias en cuanto a forrajes varían ampliamente según las distintas clases de animales, pero una determinada clase de ganado tiene aproximadamente los mismos hábitos, independientemente de donde se encuentre. Las cabras, los venados y los camellos prefieren los arbustos, árboles y otros tipos de vegetación leñosa y se conocen generalmente como ramoneadores. Las cabras especialmente se alimentan de casi cualquier clase de vegetación, pero a veces se las obliga a pastar muchas plantas en cantidades que normalmente no consumirían. Igualmente consumen un volumen considerable de gramíneas y otras hierbas, especialmente en la primavera cuando tales plantas están verdes. En un pastoreo ordenado se las admite con preferencia en los pastizales donde abundan las especies arbustivas y en los que conviene mantener un equilibrio razonable entre el volumen de cubierta de matorral y los demás forrajes, de forma que el pastizal pueda ser utilizado, si se desea, por otras clases de ganado. Cuando la madera para leña y otros productos forestales tienen gran valor en los pastizales arbolados, lo mejor suele ser utilizar animales que no tengan preferencia por los tipos leñosos de vegetación. El ganado 'vacuno, los búfalos y los caballos, prefieren las gramíneas y otros tipos de hierbas. Solamente ramonean por necesidad y en ciertas épocas del año y generalmente prosperan poco en los pastizales de matorral. El ganado lanar y los alces prefieren también los tipos herbáceos de forraje aunque en los meses invernales cuando los valores nutritivos de dicha vegetación son bajos pastan considerablemente las especies leñosas. Convendrá hacer destacar aquí que por lo que se refiere al ganado doméstico la raza tiene tanta importancia como la clase de ganado que entra en el pastizal. No basta con decidir sencillamente utilizar ganado vacuno, sino que para obtener los mejores resultados, es preciso escoger una determinada raza de dicho ganado que se adapte a las condiciones de la tierra en la que ha de pastar. La clase y raza de animales que convienen variará con las condiciones climáticas, insectos, enfermedades, etc. Esta consideración tiene especial importancia en las zonas tropicales.

Los cerdos utilizan ventajosamente la bellota durante la temporada de montanera que es corta y se pueden llevar a pastar si no hay riesgo de que sufran daños los árboles madereros. A veces causan daños a las raíces de ciertas coníferas.

OBTENCIÓN DE UN USO RAZONABLEMENTE UNIFORME DEL PASTIZAL

En muchos pastizales, parte del problema del exceso de pastoreo se debe a la concentración de las reses alrededor de los abrevaderos, majadas, ordeñeros y en los valles verdes húmedos en que los pastos pueden ser más suculentos y frescos. A la inversa, pueden existir partes del pastizal situadas a cierta distancia del agua o no atrayentes por otros motivos que podrían proporcionar mayor cantidad de forrajes que en la actualidad. En muchos pastizales es prácticamente imposible obtener un aprovechamiento exactamente uniforme de todo él, pero si el número total de animales se ajusta a la posibilidad del pastizal, se puede lograr un mejoramiento considerable aplicando algunas medidas básicas de la ordenación de pastizales. Para realizar una labor eficaz es importante conocer las características del pastizal y tener alguna noción de los hábitos de pastoreo de los animales que a él entran.

Una mala distribución de los animales puede ser originada por la deficiente distribución de los abrevaderos, por una topografía accidentada, por la presencia de los llamados pastos fuertes en algunos sectores del pastizal; por la costumbre de volver a llevar los hatos o rebaños al mismo campamento central una noche tras otra; por la falta de cuidado y vigilancia del rebaño mientras está pastando en el campo o por las concentraciones causadas por la conducción, la trashumancia o el nomadismo del ganado. No en todos los pastizales ni en todos los países o zonas climáticas se presentan estos problemas de distribución pero algunas de las prácticas siguientes pueden ser útiles para ayudar a resolverlos en donde existan:

1. Instalar nuevos abrevaderos para el ganado en el pastizal. Habrá que tener en cuenta el principio de distribuir el ganado en pequeños grupos. Incluso son importantes los pequeños abrevaderos que pueden durar solamente poco tiempo, en la temporada de pastoreo.

2. Instalar salegares en lugares estratégicos y suministrar otros minerales que puedan escasear en el forraje del pastizal para atraer a los animales a zonas de pastos que suelen evitar debido a su accidentada topografía o a otras causas.

3. Llevar los animales deliberadamente a zonas poco pastadas, especialmente durante las épocas del año en que se dispone de agua y otros elementos necesarios para los animales de pastoreo.

4. Dejar el ganado a la intemperie por las noches y acorralarlo en sectores periféricos del pastizal para evitar los efectos del pisoteo en el traslado de ida y vuelta para encerrarlo en campamentos centrales. La instalación de pequeños campamentos situados a distancias intermedias y con carácter temporal para recoger los rebaños durante una noche o a lo más algunos días descongestionará los principales lugares de concentración.

5. Evitar los movimientos concentrados de ganado, como la conducción de un pastizal estacional a otro, planeando el pastoreo y traslado progresivo de los animales.

6. Mejorar el sabor de los pastos fuertes por medio de quemas prescritas y cortas para que retoñen. Con el fin de proteger el suelo y demás recursos habrá que planear muy bien las quemas y realizarlas cuidadosamente durante los períodos húmedos del año.

7. Instalar cerramientos y otras mejoras tales como tinglados de ordeño y abrigos para regular mejor los movimientos del ganado. Los cercados son especialmente útiles para dividir los pastizales en tranzones a fin de reglamentar el uso estacional y llevar a cabo los planes para el pastoreo diferido y a rotación.

Una parte importante y fundamental de la ordenación de pastizales es la vigilancia del ganado y de la fauna silvestre en el pastizal, a fin de que aquellos utilicen los pastos en la forma más eficaz posible, compatible con la protección del suelo y de las especies pascícolas. Convendrá insistir de nuevo en que aunque el animal es el producto final del aprovechamiento pastoral, los recursos básicos son las plantas forrajeras y el suelo y es preciso conservarlos y protegerlos celosamente.

Aprovechamiento pastoral y silvícola simultáneo

Un tipo de ordenación del pastoreo que guarde y proteja el forraje y el suelo protegerá también los valores madereros e hidrológicos. Con excepción del sector de maderas duras de la zona templado-húmeda, el pastoreo y la silvicultura son del todo compatibles en un mismo terreno. En la mayoría de los casos, el pastoreo puede continuar aun cuando se esté llevando a cabo un programa de regeneración de pastizales arbolados, pero la ordenación ha de ser racional y estar en armonía con las necesidades de suelos y plantas para robustecerse y reconstituirse. El pastoreo puede servir para proteger el monte reduciendo el volumen de materiales inflamables y con ello el peligro de incendio, pudiendo también actuar de auxiliar para afirmar y despejar el repoblado.

Sin embargo, nada de esto modifica el hecho de que muchos montes del mundo sean prácticamente improductivos a causa de la extrema presión a que los someten los animales que en ellos pastan. Hasta que estos montes recuperen su capacidad de producción de madera o forraje es indispensable poner en práctica métodos perfeccionados de ordenación de pastizales. En algunos casos quizá sea preciso replantar el monte si en el viejo rodal no subsiste ninguna fuente segura de semillas de especies que ofrezcan interés. De todos modos puede imponerse la necesidad de fijar un período de veda total del pastoreo con objeto de dar al nuevo rodal la posibilidad de arraigar.

No se puede mejorar la ordenación de pastizales arbolados con sólo hablar de ello. Es posible que un país necesite ante todo elaborar o adoptar una política de pastoreo bien definida. Quizá sea preciso que esta política esté apoyada por la oportuna legislación y por una organización administrativa que pueda hacer cumplir la necesaria reducción del número de cabezas de ganado, sobre todo de determinadas clases que pueden ser perjudiciales para les especies forestales, y dar los primeros pasos hacia la implantación de las oportunas temporadas de pastoreo. Mientras tanto es indispensable persuadir a la gente de la necesidad y valor de tal programa, de modo que cooperen en su realización. Sin contar con el apoyo y la cooperación de los usuarios de la tierra, el mejoramiento de montes y pastizales resulta una tarea verdaderamente difícil.


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