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Lucha contra el matorral y los árboles inútiles

por ARTHUR W. SAMPSON, profesor emérito de Silvicultura
Y ARNOLD M. SCHULTZ, especialista adjunto, Escuela de Montes, Universidad de California, Berkeley.

Primera parte de un trabajo sobre máquinas desbrozadoras, preparado a requerimientos de la FAO. Las restantes partes aparecerán en sucesivos números de «Unasylva» Y toda la serie completa se publicará por separado.

GRAN parte de la superficie terrestre está cubierta de matorral. Es difícil precisar el área dominada actualmente por la vegetación arbustiva. Muchos de los mayores matorrales del mundo son clímax, o sea, que constituyen una cubierta vegetativa apenas modificada en su composición en las condiciones existentes de clima y suelo, y por el fuego. Otras asociaciones arbustivas son subclímax; por ejemplo, las masas que ocupan una zona forestal por un espacio de tiempo relativamente breve, después de un incendio o de una operación de corta, extracción y troceo, pero que quedan sofocadas al regenerarse el monte. Y hay también otros matorrales que son consecuencia de invasiones de terrenos que quizá nunca habían soportado matas. Por un lento proceso de migración incipiente hacia estaciones de buena calidad, y por agregación rápida, favorecida a menudo por un cambio cultural, climático y meteorológico, estos matorrales llegan a ser importantísimos desde un punto de vista económico, aun cuando acaso sean mucho menos abundantes que los climáticos.

De las estadísticas facilitadas por la FAO en «Recursos forestales mundiales» (17) ¹ puede hacerse una estimación parcial de los matorrales de todo el mundo. Muchos de los 190 países y territorios cuyos recursos agrológicos aparecen enumerados en esta compilación no desglosaron el matorral de los desiertos, dunas, pedrizas, tollas, tremedales y turberas. Sin embargo, este estudio señala una actitud predominante cual es la de considerar el matorral como tierra baldía y de escasas posibilidades agrícolas. Hay tabulados como unos setecientos millones de hectáreas (alrededor de tres millones de millas cuadradas) de matorrales. Algo menos que la superficie de Australia. No se incluyen en ellos los de los Estados Unidos, Sudamérica (excepto Venezuela), la U.R.S.S., Australia, ni la mayor parte del Africa septentrional.

(¹Los números entre paréntesis se refieren a las obras citadas al final de este trabajo.)

Sólo en los Estados Unidos existen más de 129.500.000 hectáreas (500.000 millas cuadradas) dominadas por montes de pino piñón y por matorral, que comprende: Quercus sp., artemisa, mezquite, chaparro, y especie de estepa salina. Otras muchas extensiones de monte, montaña y pastizal están infestadas de matorral, si bien éste no constituye la vegetación dominante. Solamente Texas cuenta con 22.258.500 hectáreas (55 millones de acres) de mezquite, unos 7.284.600 hectáreas (18 millones de acres) de monte de pino piñón y más de 8.094.000 hectáreas (20 millones de acres) de matorral de Quercus. Arizona y Nuevo México tienen, cada uno, alrededor de 4.047.000 hectáreas (unos 10 millones de acres) de mezquite y una extensión aproximadamente igual de monte de pino piñón. La artemisa ocupa 38.851.200 hectáreas (96 millones de acres), en las Montañas Rocosas y en Sierra Nevada. En California existen 7.689.300 hectáreas (19 millones de acres) de chaparral y bosque, y 1.011.750 hectáreas (2,5 millones de acres) de terreno forestal comercial, que apenas produce algo más que leña menuda. Sin duda alguna, podrían darse cifras análogas para otros países.

No toda la vegetación arbustiva del mundo carece de valor económico. En muchos lugares el matorral constituye importante alimento para el ganado. En zonas reservadas primordialmente para el pastoreo, la finalidad debe estribar en mantener un acertado equilibrio entre la vegetación arbustiva y la herbácea. Semple (38) estima que, en las sabanas, al menos tantos animales domésticos como caza mayor lo mismo se alimentan de los ramones de arbustos y árboles que de la hierba. En los cálculos precedentes van incluidos los matorrales de Africa, el «maquí» del Mediterráneo y el Cercano Oriente, los brezales del Nordeste de Europa, - los espinares de Sudáfrica y la diversa vegetación arbustiva y arbórea de Australia y el Oeste de los Estados Unidos.

La extirpación del matorral y su conversión en prado monte o tierra de labor prosigue sin interrupción aunque con lentitud, debida ésta, principalmente, a la falta de maquinaria adecuada, a la inferior calidad de muchos terrenos, a excesivos gastos, comparados con los escasos beneficios, y al insuficiente conocimiento ecológico de las especies arbustivas de que se trate.

En la mayor parte de la superficie cubierta de matorral se está arrancando éste con vistas a la mejora de los pastos La vastedad de los pastizales situados a altitudes inferiores e intermedias conduce a operaciones de descuaje con potentes máquinas. Con la extirpación de la cubierta arbustiva concurren la regeneración de la vegetación herbácea indígena o la siembra de gramíneas y leguminosas. Muchas de estas máquinas descuajadoras sirven para preparar simultáneamente un magnífico asiento para las gramíneas. Además de que proporciona más forraje, otros beneficios del arranque del matorral estriban en que aquél es más accesible a los animales y e} ganado se maneja más fácilmente, son menos los corderos o terneros que se extravían, los vellones no se enmarañan, se reducen las fuentes de semilla de matas nocivas y, en muchos casos, se frena la erosión acelerada cuando se ha establecido una cubierta herbácea. Los pastizales consienten emplear fácilmente el fuego y los productos químicos, porque las plantas leñosas son, por lo general, susceptibles a estos agentes destructores, mientras que la mayoría de las herbáceas, no. Por lo tanto, los procedimientos de aplicación en gran escala o a voleo resultan eficaces.

La extirpación del matorral en los montes tiene por objeto despejar de maleza los árboles maderables para acelerar su crecimiento, reducir los riesgos de incendio, estimular la regeneración natural o facilitar la plantación y siembra. Sin embargo, la pesada maquinaria, accionada por tractor, es difícil de emplear en montes de terreno escabroso o donde los árboles y arbolillos que interesan están muy juntos. Para tales casos se dispone de máquinas más pequeñas, y no es infrecuente el que herramientas portátiles resulten más eficaces. El fuego puede emplearse ventajosamente en condiciones especiales, pero, dados los actuales conocimientos al respecto, es arriesgado. También los productos químicos son eficaces, cuando se aplican a plantas aisladas y no por pulverización a voleo de las hojas, para evitar perjuicios a los árboles que interesan.

Los matorrales situados en suelos nivelados y fértiles y en zonas cercanas a centros urbanos están siendo roturados con fines agrícolas; sobre todo, para árboles frutales y plantas de fruto seco, cereales y fibras, cultivos pratenses de regadío y prados de corte o siega. Para usos tan intensivos, la labor de descuaje tiene que ser profunda. Se arrancan todos los tocones y las raíces, ya que éstas pueden constituir posteriormente un peligroso obstáculo para la maquinaria agrícola de construcción ligera.

La roturación de matorrales con otro objeto, tales como desviaciones de carreteras y conducciones de energía, zanjas para riego y avenamiento, edificaciones y parques, se lleva a cabo esencialmente con la misma clase de maquinaria, pero las relaciones entre costo y beneficio son enteramente distintas que en el caso de la extirpación del matorral con fines agrícolas.

A los objetos de este documento no se establece distinción entre arbustos y árboles inútiles, puesto que en ambos casos son aplicables los mismos principios, y la principal diferencia es una cuestión de tamaño. Por tanto, cuando se habla de la lucha contra la maleza y contra el matorral se incluyen, a menos que se explique lo contrario, arbustos y árboles indistintamente. En cambio, se excluye la extirpación de plantas herbáceas adventicias porque toda la amplia generalización al respecto puede conducir a error. Hace tiempo que se vienen creando elementos mecánicos para extirpar las plantas adventicias y otras hierbas perjudiciales para los cultivos. Existe una vasta bibliografía sobre el particular. Nuevos herbicidas y pulverizadores, por ejemplo, han adquirido considerable impulso después de la segunda guerra mundial, y una amplia exposición, hoy, con toda seguridad voluminosa, resultaría anticuada dentro de un año.

Aunque en este documento se confiere mayor importancia al equipo, se habla de ciertos procedimientos no mecánicos para completar el tema. La función del fuego, los productos químicos, la ordenación del pastoreo y ciertos factores biológicos figuran en unión de' los métodos de descuaje mecánico.

Factores determinantes de ea clase de maquinaria que conviene emplear

El método y la maquinaria que conviene utilizar dependen de los objetivos señalados a la labor, del dinero que se está dispuesto a invertir en las operaciones y de los beneficios que se esperen. La elección de método y elementos depende asimismo directamente de tres factores materiales: clase de vegetación, topografía y tipo de suelo.

Objetivos de las operaciones

Unos cuantos ejemplos permitirán demostrar la influencia que los objetivos de las operaciones de lucha tienen en el procedimiento y la maquinaria utilizados, independientemente de los gastos, tipo de vegetación, terreno y demás factores. Con las descripciones del equipo se exponen otros ejemplos más.

Mejora de pastizales

Cuando la maleza tiene escaso valor para el ramoneo, lo que se busca, sobre todo, es disponer de la mayor cantidad posible de forraje herbáceo para el ganado. Esto lleva consigo la erradicación de la cubierta arbustiva para favorecer el crecimiento de la hierba. La mejor máquina para ello es la que, al mismo tiempo que desbroza, prepara un buen asiento para las gramíneas. (Figura 1).

Ordenación de cuencas de recepción

Si se trata de extirpar la broza, los tallos y hojas de las plantas-superficie de transpiración-se arrancan de las raíces, pero todas éstas se dejan premeditadamente en el suelo para evitar perturbaciones en su superficie, salvo hasta allí donde se trate de proporcionar un asiento para la cubierta herbácea. Puede emplearse con tal fin una combinación del efecto triturador de una máquina empujadora, para derribar las copas de los arbustos, y el fuego, para obtener una cama de ceniza, o quizá, también, cualquier máquina desmenuzadora que deje una espesa capa de broza en el suelo.

Ordenación forestal,

El objetivo puede ser el de reducir los riesgos de incendio. En las masas forestales espesas, arbustos árboles muertos y residuos de corta pueden extraerse con hacha, sierra de cadena o sierra circular portátil. Para el desbroce pueden emplearse pequeñas empujadoras (20 CF). A menudo, los arbustos decadentes pueden arrancarse a mano. En combinación con la quema prescrita, durante la estación húmeda, el material combustible puede reducirse fácilmente, al menos en algunas comarcas, sin apenas perjudicar el suelo ni dañar la madera (42). El objeto perseguido puede ser el de liberar a los árboles sofocados. En tales casos, la aplicación de hormonas herbicidas: o «Ammate», en ranuras practicadas en torno a la base de las plantas leñosas, o la anelación, y posterior extirpación con la sierra o el hacha, son métodos eficaces. Son preferibles los dos primeros porque se evita el rebrote y se conservan, por tanto, la humedad y los elementos nutricios del suelo.

Ordenación de la fauna silvestre,

Puede conseguirse mejorar el habitat de la caza mediante la regulación localizada del matorral. La manipulación de la cubierta arbustiva para que los animales puedan ramonear lleva consigo el desbroce parcial y la conversión a vegetación herbácea de ciertos sectores del pastizal. Es necesario repetir con frecuencia la poda de los brotes terminales lignificados adultos para asegurar un constante suministro de retoños jóvenes, suculentos para el ramoneo, y para proteger contra incendios forestales u otros peligros la cubierta necesaria a los animales (7). Las prácticas de esta ordenación pueden requerir la plantación y cultivo de arbustos allí donde escasean los adecuados para el ramoneo. Para este objeto se ha recurrido a empujadoras, a la quema, a la grada de discos, a la resiembra y a pulverización química selectiva, bien aisladamente o en distintas combinaciones (Figura 3).

Gastos de la operación

El aspecto económico del desbroce va íntimamente ligado al problema concreto de la clase de maquinaria que se utilice en una zona determinada. Esta cuestión puede ser expuesta a modo de una serie de interrogantes que el propietario del terreno puede formularse a sí mismo al trazar un plan de ordenación para su matorral.

1. ¿Es materialmente posible la conversión de la vegetación actual en un tipo más conveniente?

2. ¿ Qué producirá la tierra una vez arrancado el material y cuánto hay que invertir en la operación?

3. ¿ En qué grado hay que arrancar el matorral para cumplir el objetivo propuesto y asegurar beneficios económicos?

4. ¿Qué otros aprovechamientos del terreno deben ser considerados?, y ¿son las operaciones de desbroce exigidas por el objetivo primordial complementarias de estos otros aprovechamientos ?

5. ¿Con qué maquinaria, mano de obra, tiempo y capital se cuenta para la operación?

6. ¿Cuál es el procedimiento que conviene elegir, considerando los objetivos y características de la zona en cuestión?

Posibilidades materiales de la lucha contra el matorral

Es lógico preguntarse «¿puede hacerse?», antes que «¿cuánto costará?». En cuanto a la posibilidad de extracción de arbustos y árboles, se trata, sin embargo, de una cuestión que pierde importancia cada día. Mientras la potencia de la maquinaria moderna cada día aumenta más, la vegetación permanece inmutable. Lo más importante es determinar si la cubierta existente puede ser sustituida por gramíneas, cereales o una forma más conveniente del mismo matorral. Se concibe que la clase de vegetación que ahora existe, sea arbustiva o arbórea, pueda ser la única capaz de crecer allí, a menos que se produzca un cambio radical en cuanto a suelo, clima y competencia vegetal. La investigación y experiencia determinan si ello es cierto y los cambios que han de hacerse. Por un prolongado espacio, la investigación es más económica que la experiencia profana, porque sus resultados son fundamentales y dejan constancia.

Producción, coste y beneficio

La producción de un terreno de pastoreo que haya sido desbrozado se expresa en peso del forraje o como capacidad de entrada, bien en términos absolutos o en función del aumento sobre la producción obtenido antes de la conversión del matorral. La capacidad productiva afecta al valor calculado tanto para el terreno desbrozado como para las tierras vecinas que, sin limpiar, ofrecen iguales posibilidades. Este concepto no encierra el valor primitivo del terreno, o el coste de la operación de descuaje.

El ordenador debe saber el coste de otros procedimientos de extirpación del matorral, así como la utilidad obtenido de la alternancia de cultivos aptos para el terreno que se va a desbrozar. Conocido el valor actual del terreno y el que tendrá después, se trazan los planes para la operación de desbroce y ordenación subsiguiente. Si el matorral se encuentra próximo a una zona urbana muy poblada, ¿traerá cuenta arrancarlo parcialmente para el cultivo de árboles maderables y para convertirlo en lugar ameno? También habría que determinar si conviene dejar que se establezca en el terreno desbrozado la vegetación herbácea indígena - que es lo más económico - y criar vacuno de carne o roturar, labrar y sembrar plantas pratenses selectas y dedicarse al vacuno de leche. La explotación maderera y el parque podrían dar con el tiempo grandes beneficios, aunque no hasta muchos años después de la plantación; en la vecindad urbana, el ganado de carne quizá no reporte tantos ingresos brutos como el lechero. Preguntas como las expuestas no pueden ser contestadas sin tener antes en cuenta el gasto inicial.

FIGURA 1. Empujadora y grada de discos. La cuchilla de la empujadora parte y tritura los tallos leñosos y los discos los desmenuzan e incorporan la broza al suelo. El terreno queda así labrado y apto para la siembra. En la fotografía, un tractor de oruga, con motor Diesel D-7, de 100 caballos de fuerza, arrastra una grada de discos «Towner». (Caterpillar Tractor Co., Peoria, Illinois, Ill.)

FIGURA 2. Desbrozando un monte. Una pequeña empujadora tritura un matorral de artostáfilo o guayaba, en California, preparando para su quema un tranzón de pinos ponderosa en segundo crecimiento. Las empujadoras pequeñas, hasta de 40 caballos de fuerza, son bastante potentes para esta operación, además de que pueden maniobrar fácilmente entre los árboles. (Universidad de California)

FIGURA 3. Regulación del matorral con vistas a la ordenación de la fauna silvestre. Fajas de chamizo, en la cordillera del litoral de California, limpias de broza con doble pasada de discos y sembradas de plantas herbáceas. El matorral que ha quedado ofrece una cubierta protectora a la caza; hierbas, hierbajos y retoños de la faja abierta son aprovechados por los venados en los meses de invierno y por las codornices durante todo el año. Con franjas estrechas se consigue un gran efecto de «linde». (Universidad de California)

FIGURA 4. Relación entre la cubierta de mezquite y el sotobosque de gramíneas perennes, en un pastizal del sur de Arizona. [Según Parker V Martín (26)]

Intensidad del desbroce para que reporte utilidad económica

Todo ganadero empeñado en luchar contra el matorral en sus pastizales considera que cualquier arbusto nocivo sustrae espacio, nutrimentos y agua que tendrían que ser aprovechados por plantas forrajeras más convenientes. Ello sugiere la existencia de una relación cuantitativa y lineal entre el número de arbustos por unidad de superficie y la cantidad de forraje producido. Esta relación se representa en la Figura 4 (26). A mayor abundancia de matorral, menor es la superficie ocupada por las gramíneas.

El gráfico puede interpretarse de otra manera. Erradicada la maleza, la superficie que la hierba puede ocupar aumenta. De las interpolaciones del gráfico se deduce que cuando en el matorral hay un 12 por ciento de cubierta de copa,. la densidad de los pastos puede aumentar en un 100 por ciento (al doble) si se extrae la maleza, y cuando la primera proporción da un 25 por ciento, el incremento potencial en la segunda es de un 1.000 por ciento. Por el contrario, si la cubierta de copas no pasa del 1 ó 2 por ciento, el máximo aumento en hierba no puede ser mayor del 3 u 8 por ciento, respectivamente, si se aclara aquélla.

¿Es esto lucrativo ? Un procedimiento regulador por el cual la cubierta de matorral se reduce de un 15 a un 5 por ciento solamente, con un crecimiento potencial herbario del 11 al 22 por ciento (o sea, 100 por ciento de aumento), puede costar unos 12 dólares por hectárea (5 dólares por acre). Ahora bien, un tratamiento más a fondo, para que desaparezca todo el matorral, da un 6 por ciento más de densidad de hierba (o sea un aumento del 150 por ciento), pero puede costar alrededor de los 50 dólares por hectárea (20 dólares por acre). ¿Qué procedimiento es más productivo?

Hay que admitir la existencia de más factores que los representados por la sencilla relación anteriormente expuesta, pero el ejemplo sirve para ilustrar qué decisiones deben adoptarse cuando se desea arrancar el matorral.

Otro ejemplo revelará que los gastos, beneficios y eficacia del arranque del matorral se correlacionan (26). Una operación llevada a cabo en 1947, en una extensión infectada de mezquite, en Arizona, costó, por el procedimiento más económico, unos 10 dólares por hectárea (4,04 dólares por acre). Según cálculos, con este procedimiento se obtendría un aumento medio de 3,77 kilogramos por hectárea (3,36 libras por acre) y año en producción cárnica. Calculando a razón de unos 7 u 8 centavos por kilogramo (17 centavos por libra), que era el precio medio del decenio 1941-1950, el valor de esta mayor producción es de unos 57 centavos. Si calculamos la primera inversión, de 10 dólares por hectárea (4,04 dólares por acre), a un interés compuesto del 5 por ciento, los mayores beneficios obtenidos como resultado de la operación permitirían amortizar el capital desembolsado en 9 años. Suponiendo que la extirpación es eficaz por un espacio de 25 anos, a los 16 del desembolso habrá beneficios. Ahora bien, no se han considerado algunos factores, tales como el costo del ganado adicional que entra en el pastizal a medida que su posibilidad aumenta, la venta compensatoria de vacas y toros viejos, y los resultados de una reinvasión gradual de la maleza antes de transcurrido el plazo de 25 años.

Si el procedimiento empleado contra el mezquite sólo fuera eficaz menos de nueve años, no traería cuenta. Por tal motivo, la roza a fuego, puesto que resulta relativamente económica, puede ser beneficiosa para una explotación pratense y ganadera, en tanto que el desbroce de un terreno mediante una combinación de escarda, grada y quema de rimas de maleza acaso no compense la inversión, a menos que se emprendan seguidamente labores agrícolas intensivas.

Aprovechamiento múltiple del terreno

Aunque una operación de arranque del matorral tenga un objetivo primario, suele ser beneficiosa o perjudicial para uno o más valores secundarios del terreno. En los matorrales que han permanecido esencialmente intactos durante décadas o, incluso, centurias, existe, lógicamente, un equilibrio estable entre la vegetación y la fauna, los suelos y los niveles de las aguas subterráneas. Cuando se interviene indebidamente en la vegetación, este equilibrio se rompe, pero el cambio sufrido puede ser favorable o desfavorable para la sociedad. Puede ocurrir lo primero durante cierto tiempo y la mutación resultar después gradualmente perjudicial, o llegar a ser más favorable con el tiempo.

Tiene tanta importancia la cuestión de la conservación del suelo y el agua, por relacionarse con las prácticas de desbroce, que en este documento se le dedica una sección aparte. :

La elección de ciertos métodos tiene por finalidad la de asegurar una excelente práctica de conservación. Por ejemplo, el tractor de oruga es ineficaz en un terreno con más de un 50 por ciento de desnivel. Esto impide automáticamente toda intervención en zonas más pendientes o más pobres cuando se emplean procedimientos mecánicos de destroce. El empleo del tractor de ruedas se limita aún más a los terrenos en mejores condiciones. El rozado a fuego, por el contrario, no exige tal selección. Las corrientes de aire ascendentes pueden aumentar la eficacia del fuego en las pendientes acusadas si hay bastantes materias combustibles, pero es posible que no se establezca una cubierta vegetal adecuada antes de que se produzca una grave erosión.

En la mayoría de los casos en que el matorral se extirpa parcialmente para mejorar los pastos, también los habitats de la fauna mejoran. La quema o trituración de las especies arbustivas de regeneración por brotes proporciona magníficos ramones para los venados; la broza apilada y sin quemar forma, esparcida, una excelente cubierta para las codornices, palomas y otra caza menor, y la disminución de una gran parte de la superficie de transpiración puede hacer fluir nuevamente el agua de manantiales que se habían secado debido a la densidad de la cubierta arbustiva, El resultado de ello es un aumento y mejor distribución de la caza. Este aumento de la caza en un pastizal quizá no justifique por sí sólo el empleo de un capital determinado por unidad de superficie, pero puede ser, subjetivamente, factor determinante del método utilizado en el desbroce. En algunos casos, el aumento de la caza puede incluso ser un inconveniente; entonces habría que escoger métodos restrictivos, como, por ejemplo, el descuaje completo.

Los múltiples beneficios secundarios que el arranque del matorral entraña no sólo afectan a la parcela en que se lleva a cabo, sino también a los terrenos adyacentes y a la colectividad en general. Además del aumento de la caza, la mayor cantidad de agua aprovechable, la reducción de los riesgos de incendio, la desaparición de hospedantes de insectos y hongos y la aminorada invasión de especies arbustivas constituyen otros valores que no figuran en las hojas de balance del propietario del terreno, pero que no pasan tan inadvertidos para sus socios. No todos los efectos secundarios son beneficiosos. La erosión, las cárcavas y depósitos de limo no se detienen ante la demarcación de una propiedad. Y es de lamentar que la erradicación de ciertas clases de arbustos, en largos trechos, pueda ocasionar la total desaparición de muchas aves, mamíferos, insectos y flores silvestres que para muchas personas tienen muchísimo más valor sentimental y estético que el aumento de los rebaños.

Disponibilidad de elementos, mano de obra, tiempo y capital

No pueden trazarse planes para una eficaz operación de limpia si no se dispone de elementos y mano de obra adecuados. En los Estados Unidos y durante la segunda guerra mundial se presentaba la ocasión de un desbroce lucrativo en los pastizales porque los precios de la carne eran extraordinariamente elevados. Sin embargo, el acero escaseaba, las fábricas de maquinaria agrícola estaban dedicadas a la producción bélica y la mano de obra, cuando la había, era costosa. En consecuencia, pocas fueron las labores mecánicas efectuadas en aquellos años.

El pretender combatir los extensos matorrales del mundo con un escardador es inconcebible; en las comarcas donde no puede adquirirse maquinaria pesada, las operaciones de limpia en gran escala se aplazarán aunque la mano de obra sea barata.

Además del costo de mano de obra hay que hacer mención de un aspecto cualitativo. La destreza de un mecánico experto en empujadoras, comparada con la de un novato, compensa con creces el mayor salario que aquél percibe. El desgaste de la maquinaria es mínimo; se desbroza mayor cantidad al día; los gastos por unidad de superficie son menores; la labor de descuaje es más uniforme; el suelo sufre menos. Así, la disponibilidad de mano de obra experta es un factor importante en la elección del procedimiento y su éxito consiguiente.

A menudo, el tiempo disponible para ejecutar una labor determinará el método que conviene emplear. Ciertas especies arbustivas, por ejemplo, reaccionan lentamente a las pulverizaciones químicas. Si se desea dejar limpio el terreno en unas cuantas semanas, para poder plantar a su tiempo un cultivo determinado, tal como arroz o algodón, este lento proceso químico no será satisfactorio. La diferencia de un año puede convertir un posible éxito en un fracaso.

La inversión inicial en maquinaria y materiales suele ser el más importante factor determinativo del método que se utilice. Por ejemplo, el arado forestal y la potente y pesada desbrozadora «Bushwhaker», incluido el tractor necesario para su arrastre, son elementos costosos, y quien tenga en sus terrenos 65 hectáreas (160 acres) de matorral no cuenta con medios para adquirirlos. Lo mejor será que modifique su propia maquinaria agrícola, o compre maquinaria portátil, de segunda mano, o, quizás, que recurra a la quema, seguida del pastoreo con ganado lanar o caprino. En localidades donde se practica mucho el destroce, pueden contratarse los servicios de los poseedores de maquinaria para estas labores. El que sea más económico entenderse con un contratista o comprar la maquinaria y asumir los gastos de entretenimiento y reparación depende de la magnitud de la empresa.

Elección definitiva del método

En lo anteriormente expuesto se han señalado algunas consideraciones en cuanto a la elección de la maquinaria para el desbroce. Puesto que entran en juego factores cualitativos y cuantitativos, no cabe seguir un solo camino para llegar a una decisión. Al hacer la descripción de las máquinas, en la sección siguiente, se anotan circunstancias tales como su eficacia destructiva, su adaptabilidad al terreno, consecuencias que acarrea al suelo, disponibilidad y gastos aproximados por unidad de superficie. Estas observaciones se sintetizan en un solo cuadro del Apéndice, recurriendo a varios tipos de arbustos a modo de ejemplo.

FIGURA 5. Regeneración por brotes de raíz después de una quema en el chaparral de California: arriba, chamizo; abajo, Quercus dumosa. Los tallos muertos o tizones que salen de cada mata dan idea de la primitiva altura de las plantas. Más de la mitad de los arbustos del chaparral pertenecen a especies que regeneran por brote. Salvo donde se practica el ramoneo intensivo, bastan de cinco a ocho años para que el matorral vuelva a adquirir la densidad de antes de la quema.

FIGURA 5. Regeneración por brotes de raíz después de una quema en el chaparral de California: arriba, chamizo; abajo, Quercus dumosa. Los tallos muertos o tizones que salen de cada mata dan idea de la primitiva altura de las plantas. Más de la mitad de los arbustos del chaparral pertenecen a especies que regeneran por brote. Salvo donde se practica el ramoneo intensivo, bastan de cinco a ocho años para que el matorral vuelva a adquirir la densidad de antes de la quema. (Universidad de California)

Clases de vegetación

El término «matorral» denota una vegetación leñosa de menor altura que un árbol. Desgraciadamente, leñosidad y tamaño, si bien expresan la analogía que existe entre varios arbustos de diferentes especies, no indican su diversidad, lo cual dificulta la extirpación de una cubierta arbustiva determinada. Características tales como la aptitud reproductiva, profundidad de arraigue abundancia, conformación y fragilidad de los tallos, así como la densidad, dentro de las distintas especies requieren diferentes métodos de ataque para cada tipo de matorral. Por otra parte, el tamaño de los tallos y la altura de las plantas son factores determinantes de la clase y tamaño de la maquinaria que hay que emplear. No puede generalizarse con exactitud acerca de la eficacia de un método determinado de erradicación, salvo, si acaso, cuando se trate de una masa compuesta de una sola especie. Los tres factores más importantes en lo que respecta a la cubierta arbustiva propiamente dicha, son: si las plantas brotan de cepa o no, el tamaño de los tallos y la densidad que la masa adquiere.

El brote de cepa frente a otras formas de brotación

Muchas plantas leñosas brotan de cepa - esto es, el cuello o unión de la raíz con el tallo-después de arrancado o destruido el tocón (Figura 5). Esta característica es peculiar en muchas familias esparcidas por todo el reino vegetal y no constituye un diagnóstico ni de género ni de especie. En Norteamérica existen dos géneros numerosos, Arctostaphylos y Ceanothus, algunas de cuyas especies no brotan, otras lo hacen débilmente y otras con gran vigor. En todo su habitat, Purshia tridentata no es planta que dé brotadura, pero en algunos lugares limitados se han observado ciertas formas que dan brotes.

La aptitud para brotar de cepa significa que la simple extracción o destrucción de la parte aérea no implica la erradicación de la planta. La cepa puede dar rebrotes muy vigorosos, y como el sistema radical está aún intacto, la planta recobra en seguida su altura y densidad primitivas. Con frecuencia, las hojas de los brotes son mayores que las de las ramas adultas, por lo cual sus necesidades hídricas pueden ser iguales o superiores a las de la planta primitiva. El vigor de los brotes depende de la cantidad de nutrimentos almacenados en los órganos subterráneos. Ello es un indicio para el método de lucha, que sería: desmochar la planta cuando las reservas nutricias de la cepa y las raíces son mínimas. La frecuente supresión de los brotes, para acumular más reservas de nutrimentos en las sumidades que las generadas y almacenadas en las raíces, hace que la planta se debilite gradualmente hasta morir. Esto se consigue con una intensa concentración de animales para que ramoneen, como, por ejemplo, caprinos, ovinos o venado, o bien mediante quemas repetidas, pulverización directa o gradeo. con discos. La quema repetida no es siempre posible; las plantitas arbustivas suculentas no arden fácilmente a menos que se encuentren muy diseminadas entre combustible de hierba seca. La pulverización directa suele dar mejores resultados aplicada a las plantas vigorosas, por lo cual el procedimiento, al parecer, va perdiendo eficacia a cada operación repetida. El empleo de empujadoras y gradas de discos tiene también sus inconvenientes, porque los tallos, que no son quebradizos, vuelven a erguirse cuando la máquina ha pasado.

FIGURA 6. Localización de yemas durmientes en los tallos de dos plantas leñosas. Arriba, rebrotes de enebro; a la derecha, rebrotes de mezquite. En el enebro, las yemas forman una masa compacta a ras del suelo, mientras que en el mezquite pueden hallarse de 15 a 30 centímetros bajo la superficie.

FIGURA 6. Localización de yemas durmientes en los tallos de dos plantas leñosas. Arriba, rebrotes de enebro; a la derecha, rebrotes de mezquite. En el enebro, las yemas forman una masa compacta a ras del suelo, mientras que en el mezquite pueden hallarse de 15 a 30 centímetros bajo la superficie. (Soil Conservation Service)

Las yemas de donde salen los brotes pueden hallarse a ras del suelo o hasta un pie, o más, de profundidad (Figura 6). Todo método que tienda a la total erradicación de la planta en una sola operación implica la extracción de todas las yemas subterráneas (15). Para este fin se utilizan varias clases de escardas o cortadoras subterráneas. Si bien con la escarda se ahorra tiempo, el suelo suele sufrir más que con el procedimiento «extenuativo» que se ha descrito anteriormente.

En las especies que no brotan el problema es un tanto diverso. Por ejemplo, el chaparral y el «maquí» de los países de clima mediterráneo se componen de especies pirofitas. Fructifican año tras año, pero la semilla sólo germina cuando se quema el rodal. Se cree que la elevada temperatura raja el episperma o que lo hace de algún modo permeable al agua. La escarificación, factible con la niveladora y ciertas otras máquinas, produce efectos semejantes a los del fuego. Ello da lugar a un fenómeno paradójico: la supresión del matorral mediante el fuego o por procedimientos mecánicos puede redundar en una masa más densa que la primitiva (Figura 7). En tales casos, es indispensable practicar una labor de ordenación consiguiente, que puede consistir en una segunda quema, pulverización, ramoneo intensivo de las plantitas, o bien en la resiembra de gramíneas para establecer una vegetación competidora (36).

Carácter y tamaño de los tallos

Cuanto más grande es la planta, más pesada tiene que ser la maquinaria para arrancarla, pero hay unas cuantas excepciones a la regla. Ciertos árboles están débilmente enraizados y pueden arrancarse sin gran esfuerzo. Leñas menudas y tallos quebradizos se rompen con más facilidad que los tallos rígidos y elásticos, aun cuando estos últimos se encuentren en las plantas más pequeñas.

Dos consideraciones que hay que tener presentes al elegir la maquinaria para limpiar la maleza son el peso de los accesorios y la energía necesaria para su funcionamiento. No existe ninguna tabla manejable que, conocido el diámetro medio del tronco del arbusto dé la potencia del tractor y el tamaño del disco. Este dato debe quedar al criterio del operador experto en máquinas. Puesto que entran en juego elementos variables tales como objetivos y gastos, clase de maleza y carácter del terreno, toda recomendación es solamente aplicable a zonas locales; en consecuencia, son pocos los ejemplos aquí expuestos.

En las densas masas de chaparral californiano, cuya broza consiste casi totalmente en pequeñas plantas inferiores a 1,8 metros (6 pies) de altura y 7,6 centímetros (3 pulgadas) de diámetro, la empujadora más eficaz es la de 40 ó 50 caballos de fuerza (6). Cuando predominan las plantas de tamaño medio, o sea, de 1,8 a 3,6 metros (6 a 12 pies), o, a veces, de 4,6 metros (15 pies) de altura y 7,6 a 15,2 centímetros (3 a 6 pulgadas) de diámetro, una empujadora de 40 a 50 CF se encuentra próxima al límite mínimo de su eficacia para triturar o descuajar. Cuando son muchas las plantas que pasan de los 4,6 metros (15 pies) de altura y 7,6 centímetros (6 pulgadas) de diámetro, deben utilizarse otros métodos de limpia como complemento de la empujadora. Los tractores pesados (80 o más caballos de fuerza) son lo bastante potentes para aplastar plantas de ese tamaño, pero su maniobrabilidad es limitada y exigen muchas evoluciones y reculadas.

En el caso de los árboles, su tamaño es función de la edad. Los árboles jóvenes, de corteza delgada, son a menudo fácilmente destruidos por el fuego o por la aplicación basal de productos químicos; los árboles adultos son más resistentes, en tanto que los viejos y decadentes son fáciles de matar. La entalladura para la aplicación de productos químicos y la anelación son métodos cuyos gastos comprenden principalmente labores de hacha. Naturalmente, como los árboles más corpulentos tienen mayor circunferencia, el coste por tronco aumenta con su tamaño.

Densidad de la cubierta

En algunas formaciones vegetativas, las plantas leñosas están muy esparcidas, como en sabanas y bosques. Arboles y arbustos no propenden a juntarse ni aun después de transcurrido el tiempo suficiente para la diseminación. Se admite que la asociación de plantas está estabilizada. Sin embargo, en períodos críticos - sequía, demasiada humedad, pastoreo abusivo o escaso, pocos incendios espontáneos-las plantas más agresivas y más tolerantes, y menos apetecibles por lo regular, invaden las zonas contiguas y espesan sus rodales. La invasión e incremento del mezquite en el sudoeste de los Estados Unidos ofrece un ejemplo de este fenómeno.

El mezquite se reproduce por semilla y también brota de cepa. Es resistente y soporta muy bien la sequía porque su sistema radical puede llegar a extenderse lateralmente hasta 15,2 metros (50 pies) del tallo y a 18,3 metros (60 pies) de profundidad. Su crecimiento es plástico y la planta adulta varía desde el árbol monocaule, de 15 metros (50 pies) de altura, hasta el arbusto molticaule, que no pasa de los 90 centímetros (3 pies). Las vainas son apetecibles para el ganado y la caza, pero gran parte de las semillas conservan su vitalidad después de haber pasado por el tubo digestivo. Es raro que los animales ramoneen el follaje tan a fondo como para perjudicar el crecimiento de la planta. Estas características del mezquite han consentido su incremento, rápido y amenazador.

Las masas de mayor densidad son difíciles de extirpar. Exigen mayor empleo de energía y tiempo para que circulen en ellas las máquinas, y éstas sufren mayor desgaste que en rodales más ralos. La dificultad de las operaciones es menor cuando se hacen pulverizaciones de productos químicos desde un aeroplano. En estos casos es absolutamente necesario tratar toda la zona, a base de una distribución uniforme, con independencia de la gravedad de la infestación. Por este motivo, el gobierno federal de Texas ha concedido a los rancheros el incentivo de una prima, a razón de 12 centavos por acre y 1 por ciento de infestación. Así pues, esta proporción representa un auxilio de 5 dólares, como concesión máxima, por cada acre de mezquite con un 42 por ciento de cubierta de copas. Si la infestación es inferior al 1 por ciento no se abona prima. De esta forma, existe una bonificación para quienes limpian sus pastizales muy infestados de maleza, y ninguna cuando se trata de contener; lo que a todos importa, una invasión inicial antes de que alcance el 1 por ciento de densidad. En esta fase de invasión incipiente, las plantas pueden arrancarse con eficacia y poco gasto.

La densidad de la maleza determina el cambio de método de extirpación. La sombra y la competencia de un denso matorral impiden una abundante vegetación herbácea y, como consecuencia, no admiten mucha semilla de gramíneas u otras hierbas. Por tanto, el método de limpia deberá ser tal que la siembra artificial resulte posible y satisfactoria.

Topografía

El carácter del terreno tiene importancia para la lucha contra el matorral desde tres puntos de vista: determina si la zona es accesible o puede ser atravesada y trabajada por la maquinaria; informa la posibilidad de aprovechamiento del terreno como pastizal, para el cultivo o como cuenca de recepción, e influye en la magnitud de la erosión a que puede dar lugar el descuaje.

La inclinación de las pendientes es el más importante aspecto topográfico al respecto. La naturaleza decisiva del desnivel viene, no obstante, modificada por las diversas longitudes de la pendiente, la susceptibilidad a la erosión, el tipo de cubierta o tapiz vegetal y los métodos empleados contra el matorral.

FIGURA 7. Plantitas arbustivas aparecen después de la quema en un chaparral de un pastizal arbolado, muchos de cuyos arbustos no brotan. Las que se ven en primer término son Ceanothus cuneatus. En segundo término, rebrotes de yerba santa y troncos de Quercus wislizenii muertos por el fuego. Al año de la quema, el número de plantitas arbustivas suele pasar de las 250.000 por acre (unas 600.000 por hectárea), pero muchas de ellas mueren después de uno o dos anos. De unas 500 a 1.000 plantas adultas constituyen una masa bien densa. (Universidad de California)

Pendientes con inclinaciones del 30 por ciento -0,9 metros (3 pies) en la vertical por cada 3 metros (10 pies) en la horizontal - se prestan perfectamente para las prácticas silvopastorales. En el grado inferior - menos de un 15 a un 20 por ciento - las labores de cultivo no suelen ser arriesgadas. Es probable que, en pendientes tan suaves, la erosión geológica de carácter reciente sea escasa, por lo cual los suelos pueden ser profundos y fértiles. Un buen índice de la fertilidad es el tamaño de la maleza o el porcentaje de crecimiento de los árboles.

Las pendientes moderadas admiten casi todos los métodos de extirpación de matorral. Puede emplearse maquinaria para trabajar el suelo si no hay afloramientos rocosos. Cabe aplicar la quema regulada siempre que se disponga de barreras naturales suficientes en cuanto a seguridad y conveniencia de la operación. La lucha química resulta igualmente factible, sea aérea o terrestre. La regulación mediante el pastoreo ordenado es fácil en pendientes suaves porque los pastos jugosos, en suelo fértil, responden a los tratamientos. Los riesgos de erosión son mínimos si se ha empleado un procedimiento racional de limpia.

Cundo en el terreno abundan las fuertes pendientes, debe ponerse mucha atención al elegir zonas donde las operaciones contra el matorral sean tan posible como adecuadas. Pendientes con más de un 50 por ciento de desnivel son demasiado inclinadas para trabajar con utensilios que perturben la cubierta del suelo. Los tractores de oruga tienen la potencia y tracción suficientes para superar las pendientes más fuertes, pero van dejando surcos como rastro; por otra parte, si la pendiente es demasiado pronunciada, el tractor se inclina al seguir una curva de nivel. Los métodos de lucha contra la maleza se limitan casi por entero a la quema libre, a la pulverización aérea o a procedimientos manuales.

En estas fuertes pendientes se plantea el problema del establecimiento de una cubierta herbácea o arbórea en suelos someros, y aunque es posible que la hierba se establezca aunque sea esparcida, habrá siempre corrimientos del suelo, pisoteo y resbalones de los animales al pastar y pérdida de fertilidad. El mayor uso que de estas zonas se haga será, en general, como refugio de la fauna y para la ordenación de cuencas de recepción, y su aprovechamiento no será completo.

Entre estos dos extremos, aproximadamente en el margen del 20 al 50 por ciento de inclinación, se encuentran los lugares donde son más arduas las decisiones en cuanto a la elección de los métodos para combatir el matorral. El terreno no es aquí tan valioso ni la producción potencial tan elevada, ni los gastos de la operación de limpia serán tantos como en los de menor elevación. En los límites inferiores de este margen pueden funcionar eficazmente empujadoras, gradas de discos y otros utensilios; en los límites superiores, la quema regularizada y la pulverización de productos químicos son los procedimientos mejores. Los terrenos accidentados presentan una máxima heterogeneidad edáfica, cubierta vegetal, índices de precipitación y posibilidades de aprovechamiento agrológico. Los lugares deben ser elegidos con sumo cuidado desde dos puntos de vista: qué pared e hacerse y qué será lucrativo.

Clases de suelos

Existen tantos suelos como combinaciones de climas, tipos de vegetación, perfiles, rocas madres e historias geológicas. Matas y árboles se dan en multitud de suelos distintos, y en muchos de ellos estas plantas no se consideran convenientes. En consecuencia, no puede establecerse con premura una regla fija para decidir en qué clase de suelo es factible la lucha contra la maleza. Sin embargo, es importante tener presente varias características edafológicas generales para resolver si procede la limpia y en qué modo.

Profundidad

La profundidad del «solum» es el factor más importante puesto que determina las posibilidades de aprovechamiento del terreno una vez limpio de maleza. Los suelos profundos son convenientes para la mayor parte de los cultivos. Es más fácil transformar un matorral en herbazal o arboleda cuando los suelos son profundos en razón de una mayor reserva de nutrimentos, porque pueden retener más agua y porque las plantas arraigan más firmemente.

Susceptibilidad a la erosión

La facilidad de erosión del suelo es función de su estructura y contextura. Los suelos que presentan tales características en su perfil como son las de un horizonte A arenoso y no estructurado, con subsuelo arcilloso, son susceptibles a la erosión. Quizá lo más conveniente sería dejarlos, a menos que se pudiera dotarlos de una mejor cubierta vegetativa antes de que se produzca la erosión. Un suelo denudado es susceptible a la erosión, independientemente de su estructura.

Fertilidad

Aun los suelos de escasa profundidad pueden ser fértiles. Los relativamente jóvenes, derivados de rocas de afloración reciente, tienen un elevado contenido de substancias nutritivas. Tales suelos ofrecen grandes posibilidades de aprovechamiento. La fertilidad se relaciona con la erosión: los suelos ricos generan más cubierta y pueden presentar una estructura grumosa en los horizontes superiores. Casi tan importante como la fertilidad innata lo es la fertilidad potencial. La fertilización de los cultivos es práctica muy vieja, y en la actualidad se están estudiando sus posibilidades en pastizales y montes. Los suelos que responden a los fertilizantes deben tener prioridad sobre los otros, cuando se trata de un programa de lucha contra el matorral.

Rocosidad

Las afloraciones rocosas del suelo son un serio obstáculo para el empleo de maquinaria desbrozadora y la ordenación subsiguiente. Las máquinas deben ser de construcción más sólida, a pesar de lo cual las averías son cosa corriente y esperada. Algunos tipos de máquina, tales como la rastra tubular, que más adelante se describe, han sido designados para esta clase de suelos. Cuando la roca constituye una proporción considerable de la superficie del suelo, los rendimientos de los cultivos son, naturalmente, bajos, por lo cual se obtienen escasos beneficios.

Lista de las especies mencionadas

Nombre Botánico

 

Nombres vulgares

Inglés

Español

Adenostemma fasciculatum

Chamizo

Chamise

Agropyron cristatum

Pasto espiga

Crested wheat-grass

Agropyron intermedium

Agropiro intermedio

Intermediate wheat-grass

Agropyron trichophorum


Pubescent wheat-grass

Arstostaphylos spp.

Artostáfilo o gayuba


Artemisia spp.

Artemisa

Sagebrush

Baccharus pilularis


Coyote bush

Bromus catharticus


Prairie brome

Bromas inermis

Bromo inerme

Smooth brome

Bromus mollis


Cheat brome

Ceanthus cuneatus


Wedgeleaf ceanothus

Eriodictyon californica

Yerba santa


Festuca spp.

Festucas

Fescues

Juniperus spp.

Enebro

Juniper

Larrea tridentata


Creosote bush

Lolium multiflorum

Raygrás de Italia

Annual or Italian rye

Medicago hirtum


Rose clover

Medicago hispida

Alfalfa dentada

Bur clover

Medicago saliva ladek

Alfalfa «Ladak»

Ladak alfalfa

Medicago sativa

Alfalfa común

Common alfalfa

Oryzopsis miliacea


Smilo

Phalarus tuberosa

Mata dulce

Hardinggrass

Pinus ponderosa

Pino ponderosa

Ponderosa pine

Prosopis spp.

Mezquite

Mesquite

Purshia tridentata


Bitterbrush

Quercus spp.

Roble

Shinnery oak

Quercus dumosa


Scrub oak

Quercus wislizenii


Interior live oak

Secale cereale

Centeno

Cereal rye

Stipa spp.

Stipa

Needlegrasses

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