Página precedente Indice Página siguiente


La defensa de los intereses generales o profesionales

Las asociaciones de defensa de los intereses generales

Las más eficaces desde este punto de vista son quizás las asociaciones que tienen como fin la defensa de los intereses generales, siendo éstos, con mayor frecuencia, la conservación de los recursos naturales o, más especialmente, de los montes. Nada mejor para definir claramente el objeto de tales asociaciones que algunas líneas que una de ellas, que ejerce desde hace largo tiempo sus actividades en el Estado de Connecticut, en los Estados Unidos, estampa sobre la cubierta del boletín que publica cada dos meses:

«La Asociación de los Bosques y Parques de Connecticut, que cumple ahora el 58 aniversario de su fundación, es una organización voluntaria para la conservación de los montes, el panorama, la vida silvestre, y para el fomento de los recursos naturales y del recreo al aire libre. La Asociación tiene como fin hacer de Connecticut un lugar donde la vida sea mejor. Lo que podamos lograr se halla únicamente limitado por la ayuda que recibamos de nuestros miembros». A continuación, añade la lista de las cotizaciones que oscilan entre 3 y 1.000 dólares.

SU COMPOSICIÓN Y UTILIDAD

Los miembros de las asociaciones de este género no han de tener necesariamente vínculos directos con el monte o las industrias forestales. Son hombres y mujeres de toda condición, conscientes del valor, ya económico, ya estético de los recursos naturales y que se consagran a desarrollar esta misma conciencia entre sus conciudadanos. Muchas de estas asociaciones cuentan también entre sus miembros con sabios, especialmente botánicos, ecólogos, biólogos, geólogos, etc., que no solamente les dan el beneficio de su autoridad, sino que encuentran allí la posibilidad de difundir los resultados prácticos de sus investigaciones, las cuales, sin estas asociaciones, permanecerían con demasiada frecuencia inaccesibles en las revistas y obras que no van dirigidas más que a las personas versadas en las mismas disciplinas. Sirven, en fin, de lazo de unión entre los hombres de ciencia y el gran público, y difunden entre estos últimos los resultados de las investigaciones relativas al equilibrio de los recursos naturales.

Pero su utilidad, ya considerable desde este punto de vista, no se circunscribe a eso. Pueden suscitar campañas de opinión que se encauzan generalmente en el sentido de los intereses generales del país, y que a veces han llegado a actuaciones gubernamentales precisas que se oponen victoriosamente a otras campañas, lanzadas por otras asociaciones, - las de carácter más profesional - y cuyo propósito interesado puede ser peligroso para la conservación de los recursos naturales en general, y para la implantación de una política forestal sana, en particular. Bien es cierto que, en raros casos, estas asociaciones han podido mostrar cierta tendencia a adoptar un punto de vista excesivamente estrecho sobre la conservación, y a considerar ésta como un fin en sí misma y no, como hace observar la Connecticut Forest Park Association, como el fomento de los recursos naturales y, por consiguiente, el aprovechamiento indefinido de estos recursos en provecho del hombre. De ello pueden derivarse algunas fricciones, con los servicios técnicos gubernamentales encargados de la administración de estos recursos, pero estos roces, fácilmente evitables, por otra parte, si los hombres de ciencia o los administradores calificados forman parte de las asociaciones, apenas significan nada frente a los eminentes servicios prestados a la causa del monte. Puede decirse que, en los países en los que la política forestal se halla todavía en su infancia, pocas serán las esperanzas que existan de verla desarrollarse, en tanto no se hayan creado potentes asociaciones de este orden.

SUS MEDIOS DE ACCIÓN Y ACTIVIDADES

La constitución de estas asociaciones no tropieza, en general, con ninguna dificultad legal, ya que no se dedican a ninguna operación comercial ni pretenden ningún beneficio material. Sus medios de acción varían mucho según los recursos de que disponen, los cuales se hallan únicamente constituidos por las cotizaciones de sus miembros. Sucede, sin embargo, que cuando estas acciones proporcionan ayuda a las que inicia el Gobierno, reciben una subvención o ayuda material del Estado, pero esto no es en absoluto esencial para su funcionamiento.

La mayoría de estas asociaciones publican, periódicamente o no, boletines, folletos o verdaderas revistas en las que aparecen artículos, redactados generalmente por sus miembros, sobre cuestiones generales o particulares relativas a la conservación de los recursos naturales. Aun cuando la distribución se limite generalmente a los miembros de la asociación, estas publicaciones constituyen para ellos un medio eficaz de difundir sus ideas. Los artículos que contienen son, además, reproducidos con frecuencia en la prensa local, que llega a un vasto público, y la asociación, generalmente, tiene medios para interesar en estos problemas a los periodistas y publicistas de talla.

Las asociaciones de este género organizan con frecuencia excursiones, conferencias, destinadas no sólo a sus miembros, sino a los pequeños propietarios, agricultores o forestales, y relativas a los problemas de la conservación en el orden práctico. Participan activamente en la organización de jornadas de propaganda a favor de las actividades de conservación, como por ejemplo, la fiesta del árbol. Un interesantísimo empleo que dan a los recursos de que disponen consiste en favorecer la enseñanza de la conservación en las escuelas, o por lo menos en aquellas destinadas a la formación del personal docente. La Conservation Foundation de Nueva York ha subvencionado recientemente en la escuela secundaria de Plymouth (New Hampshire) una interesantisima experiencia de educación de la conservación coordinada con las demás materias que se enseñan a los alumnos. Pero esto no es más que un ejemplo entre otros muchos.

Por último, es posible que las asociaciones emprendan actividades más prácticas aún. Pueden, por ejemplo, procurarse de manera permanente los servicios de técnicos susceptibles de ayudar con sus consejos a los pequeños propietarios agricultores o silvicultores, establecer viveros con objeto de asegurar al repoblador plantas de buena raza o de buena calidad, proceder a la colocación de carteles de propaganda contra el fuego, llevar a efecto la señalización de los caminos montañosos, etc. Naturalmente, mantienen contacto permanente con todos los Servicios oficiales interesados en la conservación de los recursos naturales.

Lógicamente, la actuación local de estas asociaciones es tanto más eficaz cuanto más descentralizadas se hallan, pero si quieren ejercer una cierta influencia en materia legislativa, es necesario que se federen desde el punto de vista nacional. En efecto, ya sea que el órgano nacional haya sido el primero en constituirse, esparciéndose a continuación en las diversas regiones del país, ya sea que los organismos locales hayan visto la necesidad de un agrupamiento en el plano nacional, esta articulación existe de modo muy generalizado.

Véase, por ejemplo, la Tennessee Conservation League. Se fundó en 1946, agrupándose en ella cierto número de organizaciones de cazadores, pescadores y conservacionistas de suelos existentes en el estado del Tennessee. En un principio, el número de estas organizaciones era de 7 solamente. A partir de 1947, se elevó a 25. En 1954, llegó a 84, ya sea porque los clubes existentes se agregaran a la liga, ya porque, bajo su impulso, se constituyeran otros nuevos. La liga, además, ha creado Comités especiales para ocuparse de cuestiones determinadas. Un Comité Forestal ha contribuido a la creación de otra asociación en el plano del Estado, la Keep Tennessee Green Association. Otro Comité, el Pollution Abatement Committee, ha ejercido una gran influencia para que el Estado promulgase una buena ley sobre la contaminación de los cursos de agua.

Hace algunos años se ha creado una última articulación, esta vez en el plano mundial, gracias a la institución de la Unión Internacional para la Protección de la Naturaleza. Esta Unión, que agrupa no sólo a las asociaciones que se interesan en la conservación de los recursos naturales, sino también a los Gobiernos deseosos de seguir de cerca el progreso en esta materia, y asimismo a los simples particulares, desempeña y está llamada a desempeñar un papel importante, ya que son bastantes los problemas de conservación que traspasan sobradamente el marco de las fronteras nacionales. La Unión, al agrupar a eminentes personalidades y permitirles que puedan hacer llegar su voz hasta un gran auditorio internacional, refuerza, por una parte, la autoridad de las asociaciones que en cada país desarrollan campañas en favor de la conservación, y por otra, permite coordinar las investigaciones sobre ciertos problemas que, por su misma naturaleza, precisan del concurso de todos los países.

Las asociaciones forestales

Las asociaciones que conviene examinar ahora son aquellas bastante semejantes a las precedentes en el sentido de que no pretenden obtener resultado lucrativo alguno ni para sus miembros ni para sí mismas, sino que aspiran únicamente a ejercer una acción sobre el público, y llegado el caso, por su mediación, sobre los organismos legislativos y gubernamentales responsables, con vistas a una orientación de la política forestal conforme con los intereses generales del país.

Estas asociaciones se interesan, pues, no ya en el conjunto de los recursos naturales, sino esencialmente en el monte. No consideran a éste única o principalmente como un elemento importante del equilibrio de estos recursos gracias a su papel protector. Estiman igualmente su papel económico y social.

SU COMPOSICIÓN

Están integradas por individuos u organismos que tienen un interés directo en el monte, siendo éstos lo mismo técnicos forestales que industriales en madera, propietarios de montes, comerciantes madereros, etc.

Estas agrupaciones, como las precedentes, pueden constituirse, en general, sin grandes formalidades y, lo mismo que ocurre con las anteriores, es innegable la ayuda que prestan para cimentar la comprensión del público y para la formulación de sanas políticas forestales gubernamentales.

Sin embargo, la mezcla dentro de estas agrupaciones, de personalidades pertenecientes a medios muy diversos, tiene un inconveniente. Existe, en efecto, cierto riesgo de que los representantes de algunos de estos medios adquieran en la asociación una gran influencia, bien porque sean muchos, bien como consecuencia de su situación personal y su ascendiente. Pueden, entonces, sentir la tentación de explotar el prestigio de la asociación en beneficio de los intereses particulares que representan, y de utilizarla como medio de atraer en favor suyo la opinión pública, las decisiones gubernamentales o los órganos legislativos.

Las asociaciones forestales se hallan muy desarrolladas en América del Norte; elegiremos dos tipos en el Canadá y en los Estados Unidos, el uno a causa especialmente de su acción sobre el público, y el otro sobre todo por su influencia en los círculos legislativos y gubernamentales.

UN EJEMPLO: LA ASOCIACIÓN FORESTAL DE QUEBEC Y SUS «CLUBES DE LAS 4 H»

La «Association forestière québécoise Inc.» es joven todavía; sin embargo, tiene en su haber éxitos brillantes. Fué fundada en 1939, «por ingenieros forestales, economistas y educadores, a raíz de una recomendación al efecto, formulada en 1937 por el Congreso General de Ingenieros Forestales de la provincia de Quebec, y con objeto de despertar el interés popular por el problema de la conservación de los recursos forestales y naturales de la provincia. El problema principal que quería abordar esta Asociación era el de la responsabilidad del pueblo respecto de los incendios en los montes, las explotaciones irracionales de los montes particulares y de los bosques públicos» ¹.

(¹ Extracto de una carta del Sr. J. A. Breton, Director Administrador de la Asociación Forestal de Quebec.)

Estimó la Asociación que para alcanzar el fin que se había propuesto, había de procurar atraerse esencialmente a la juventud. En su consecuencia, en 1962, fundó los «Clubes de las 4 H», tomando el nombre de los Estados Unidos, donde existían ya los citados clubes oficialmente desde 1912, pero sólo el nombre, «ya que las actividades, los objetivos, los atributos, el lema y las fórmulas de los de los Estados Unidos son totalmente distintos de los de la provincia de Quebec». A diferencia de los Clubes de las 4 H de los Estados Unidos y de las demás provincias del Canadá, en Quebec constituyen una empresa privada, totalmente organizada y sostenida por la Asociación Forestal de Quebec y cuyas actividades se hallan fundamentalmente orientadas hacia el monte.

La Asociación Forestal de Quebec es asimismo una organización privada, cuyos recursos se hallan principalmente constituidos por las aportaciones de sus miembros, del gran público, de las empresas forestales y de las industrias diversas.

Podrá medirse la importancia de la acción ejercida por la Asociación si se conoce que a fines de 1962, o sea, aproximadamente a los 12 años de su fundación, existían en Quebec 260 Clubes de las 4 H, en los que se agrupaban más de 9.000 socios, una tercera parte de los cuales eran clubes femeninos de jóvenes y las otras dos terceras partes clubes masculinos.

Las autoridades de la Asociación y de los Clubes se hallan estrechamente unidas. La oficina central y las ocho oficinas regionales de la Asociación y de los Clubes funcionan conjuntamente, y estos últimos se considera que representan el sector «joven» de la Asociación. Hay 6 ingenieros de montes que trabajan toda la jornada y otros 6 que lo hacen sólo parcialmente, los cuales consagran su trabajo tanto a la Asociación como a los Clubes. «Recorren la provincia para entrevistarse con los miembros de la Asociación y de los Clubes de las 4 H, editan publicaciones relativas a la conservación de los montes y de los recursos naturales, y dirigen a través de la radio, los periódicos y todos los demás medios, un vasto programa de publicidad para la conservación». Los Clubes, cuyos socios se reclutan en el campo o en las pequeñas ciudades, se hallan dirigidos por adultos. entre los cuales figuran educadores laicos o religiosos, comerciantes en madera, profesionales e industriales. La revista mensual de la Asociación Conservation, dedica siempre un gran número de páginas a las actividades de los Clubes o a sus miembros.

OTRO EJEMPLO: EA «AMERICAN FORESTRY ASSOCIATION» Y SU ACTUACIÓN

En los Estados Unidos, la American Forestry Association agrupa a la vez a los forestales profesionales, a los administradores, educadores, representantes de la industria y de la banca, y a los publicistas especializados en los problemas de conservación o de la industria de la madera.

La Asociación está dirigida por su Presidente, con Vicepresidentes, un Tesorero, un Secretario y un Director Ejecutivo, que es un forestal, y una Junta de Gobierno integrada por 15 miembros. Entre los miembros del Consejo y de los Vicepresidentes honorarios, se destacan los nombres del antiguo jefe del Servicio Forestal Federal, los presidentes de potentes asociaciones, como la American Planning and Civic Association, o de Comités especializados de estas Asociaciones (General Federation of Women's Club Conservation Department), rectores o decanos de universidades, directores de estaciones de investigación forestal, y otros muchos altos cargos de importantísimas compañías industriales, como la McCloud Lamber Company, del estado de Minnesota y la Crown Zellerbach Corporation del estado de Oregón.

La American Forestry Association, que publica una excelente revista mensual American Forests y recuerda, al principio de cada número, que «es una organización nacional, independiente y de carácter apolítico que se propone fomentar la ordenación y el aprovechamiento racional de los montes y de los consiguientes recursos de suelo, agua, vida silvestre y recreo al aire libre. Tiene por objeto ilustrar al público mostrándole la importancia de estos recursos y su papel en la vida económica y social de la nación. Fundada en 1875, es la más antigua organización nacional de conservación forestal que existe en América».

Esta Asociación puede, en efecto, atribuirse grandes éxitos, y el concurso que ha prestado al desarrollo en los Estados Unidos de la política forestal es considerable. Se debe, en parte, al movimiento de opinión que ha suscitado y quizá, sobre todo, a su influencia en los medios dirigentes, la creación de los Bosques Nacionales y la organización del Servicio Forestal Federal. Para mostrar mejor el tipo de actividad que desarrolla, quizá no sea superfluo indicar cuál es su programa actual, cómo se ha establecido y con qué medios cuenta para convertirlo en una realidad.

Este programa, después de varios estudios y discusiones, ha sido aprobado por una mayoría considerable, en un referendum organizado entre los miembros en 1954. Se funda en 3 puntos principales:

1. Cumplir los requisitos esenciales para la protección del monte.

2. Mejorar la producción nacional de madera, en cantidad y calidad, de forma que se satisfagan todas las necesidades.

3. Obtener de los montes del país el máximo de servicios económicos y sociales».

Para alcanzar tales fines, el programa recomienda diversas medidas, la primera de las cuales, que fué también la más discutida, es una revisión del régimen de propiedad de los montes.

Este primer punto del programa es también el que precisa para la realización de su más delicada actuación cerca de los Gobiernos de los Estados y de los órganos legislativos federales, y el que, al ser el que más pasiones levanta, y corriendo el riesgo de aguzar el apetito de los intereses particulares que no tienen nada que ver con una sana política forestal, obliga a efectuar estudios detallados y escrupulosos.

La Asociación propone en primer lugar, para el estudio de esta cuestión en el plano federal, la constitución de un Comité Mixto del Congreso (Joint Congressional Committee), compuesto por los miembros de los Comités del Senado y de la Cámara de Representantes de Asuntos Interiores (Senate and House Committees of Interior and Insular Affairs), del Comité del Senado de Agricultura y Montes (Senate Committee on Agriculture and Forestry) y del Comité de Agricultura de la Cámara de Representantes (House Committee on Agriculture). Cuenta con organizar un grupo de personas que conozcan bien los problemas planteados, el cual informará acerca de los objetivos posibles y de las atribuciones del referido Comité Mixto, redactando un proyecto de texto legislativo, que habrá de someterse al próximo período de sesiones del Congreso para la constitución de dicho Comité. Este último dispondrá de un material considerable de trabajo, ya preparado, o en preparación, por el Servicio Forestal, el Servicio de los Parques Nacionales del Departamento del Interior, el Servicio de Pesca y Vida Silvestre (Fish and Wild Life Service), la Oficina de Ordenación de Tierras (Bureau of Land Management), etc.

Dispondrá, además, más adelante, de los informes que la Asociación espera obtener de los Comités organizados en todos los Estados interesados en esta cuestión, bajo la autoridad de los Gobiernos. La Asociación ha presentado ya un proyecto de resolución con miras a la organización de estos Comités Estatales, al Consejo de los Gobiernos de los Estados (Council of State Governments) en una de sus recientes reuniones, así como también a los Gobiernos por separado, pero esta gestión no ha obtenido resultado. En estas circunstancias, la Asociación se propone reunir primeramente un pequeño Comité nacional que pasará revista a los resultados ya obtenidos por los diversos Comités instituidos en algunos Estados para el estudio de las condiciones de la propiedad forestal. Preparará a continuación propuestas para el estudio completo del problema en el plano estatal, indicando la posible composición de los Comités que se encargarían de ello, las fuentes probables de información, el costo previsible de la investigación que habría de efectuarse, etc. Determinará, por último, un orden de prelación, teniendo en cuenta los Estados en que se plantee el problema de manera más apremiante y preparará una lista de nombres de personalidades de cada Estado susceptibles de lanzar una campaña para la iniciación de dicho estudio. La Asociación dispondrá entonces, en el Estado que mayor prioridad tenga, una reunión de dichas personalidades, formando un Comité provisional de organización, al que se le someterá el plan del pequeño Comité nacional; esta reunión redactará, sobre las referidas bases, un plan de estudio específico para el Estado en cuestión y se lo someterá al Gobernador. Se seguirá el mismo procedimiento posteriormente en los demás Estados 2.

(² Las informaciones y citas que anteceden se han extraído del numero de noviembre de 1954 de American Forests.)

Vemos por esta breve exposición la amplitud de la acción que una Asociación semejante puede emprender y de la influencia que le es posible ejercer sobre la política forestal nacional.

LA «EMPIRE FORESTRY ASSOCIATION»

Imposible es terminar de referirse a este tipo de Asociaciones sin mencionar otro, muy importante por el número de sus afiliados, pero que, por la composición quizá más limitada de éstos, y por su preocupación más estrictamente técnica, está menos directamente relacionado con la categoría que acabamos de estudiar y constituye una transición hasta la categoría siguiente: se trata de la Empire Forestry Association.

Patrocinada por S.M. la Reina, la Empire Forestry Association se estableció por Carta Real de 1921, como consecuencia de una resolución aprobada por la Conferencia Forestal del Imperio de 1920. No se trata de un organismo oficial, sino de una asociación voluntaria de forestales y personas interesadas, de algún modo, en el bosque y sus productos.

Los principales objetivos de la Asociación son:

Estimular el interés del público hacia la silvicultura.

Hacer comprender al público que la producción de madera está vinculada a la ordenación del monte.

Recoger y difundir las informaciones relativas a la silvicultura y al aprovechamiento de los productos forestales.

Constituir un centro de reunión para todos aquellos que se ocupan de silvicultura y asegurarles un medio de comunicación ³.

(3 Empire Forestal Handbook 1962, pagina 7.)

De estas cuatro finalidades, son sobre todo las dos últimas las que más directamente cumple la asociación. Esta organiza importantísimas Conferencias y publica una revista trimestral, que es una de las mejores publicaciones del mundo forestal. Naturalmente, sería inexacto decir que la asociación no ejerce acción ninguna sobre la política forestal de los países del Commonwealth ni sobre la formación de la opinión pública en materia de montes, pero ésta se desarrolla más bien en el interior, a través de la influencia personal de sus miembros, que por intermedio de proyectos específicos análogos a los que llevan a cabo las dos asociaciones a que antes nos hemos referido. Cuenta entre sus Presidentes y Vicepresidentes con altos funcionarios, como los Gobernadores generales de Australia, Nueva Zelandia y el Canadá, y con unos 1.800 afiliados aproximadamente, entre los cuales figuran no sólo particulares, sino instituciones y sociedades. Sin embargo, la gran mayoría de estos miembros son funcionarios forestales en activo o retirados.

Las asociaciones forestales profesionales

CARACTERÍSTICAS GENERALES

En un grado superior de especialización de encuentran las asociaciones profesionales, directamente interesadas también en el monte, pero dando cabida en ellas a los afiliados de la misma profesión cuyos intereses son por lo tanto, en principio, comunes.

Estudiaremos sucesivamente a continuación, las asociaciones profesionales en que se agrupan los obreros y auxiliares técnicos del monte y de las industrias madereras, seguidamente las que agrupan a los técnicos forestales, después las asociaciones de propietarios forestales y, por último, asociaciones de industriales madereros y empresas explotadoras del monte. Estas asociaciones tienen la característica común de haberse organizado con el fin de defender los intereses profesionales de sus miembros. Se distinguen de las que hemos estudiado en el capítulo anterior, y de las que estudiaremos más adelante, en que no pretenden mejorar los beneficios que sus afiliados obtienen en sus ocupaciones por medio de una acción directa, por ejemplo en la gestión de sus montes o de sus empresas industriales, sino por actuaciones indirectas, como por ejemplo, la intervención cerca de los poderes públicos o el establecimiento de reglas a las que habrán de atenerse los miembros en interés general de la corporación.

La organización de estas agrupaciones no está limitada, al menos en la mayor parte del país, pero sí está sujeta, en general, a reglas más estrictas que las que se aplican a las asociaciones que hemos examinado al principio del presente capítulo.

Decimos en general porque, en efecto, por lo menos en lo que respecta a las agrupaciones de forestales y de propietarios forestales, resulta muchas veces difícil, como ya se ha indicado, trazar una precisa línea divisoria entre las asociaciones que se interesan fundamentalmente en el monte, en cuanto riqueza económica y social, y las que fundamentalmente atienden a los intereses pecuniarios o morales de sus miembros, en cuanto pertenecientes a una profesión determinada. Existen, además, varias asociaciones, creadas en su origen o por forestales profesionales o por propietarios forestales, que admiten a la vez entre sus miembros estas categorías de personas, favoreciendo la mezcla en todo lo posible, y extendiéndola a veces a los profesionales del aprovechamiento de la madera. Existen, por el contrario, agrupaciones de forestales mucho más restringidas, por ejemplo, las que integran los técnicos del monte o de la madera, procedentes de una misma universidad o escuela de montes, como, por ejemplo, la Edinburgh University Forestry Society o la Oxford University Forest Society.

SU INFLUENCIA SOBRE LA POLÍTICA FORESTAL

Consideradas en conjunto, estas asociaciones pueden ejercer una gran influencia sobre el desarrollo de las políticas forestales, pero, en la medida en que cada una de ellas agrupe exclusivamente a personas naturalmente propensas a no considerar el monte más que desde el ángulo exclusivo de sus intereses personales y profesionales, existe el riesgo de que arrastren a esta política por un sendero peligroso, si una de estas agrupaciones adquiere demasiado ascendiente para imponer su punto de vista. Evidentemente, no se puede admitir que el monte nacional esté regentado ni en interés exclusivo de los obreros forestales ni en el de los industriales de la madera, de los propietarios forestales o de los técnicos del monte. Debe estarlo en interés general del país, que supera con mucho el de todos aquellos. También es muy útil que existan agrupaciones de diversa naturaleza y cuya influencia pueda equilibrarse de tal manera que una corriente de opinión que pudiera ser peligrosa, favorecida por cualquiera de ellas, se encuentra con otra que, apoyada por una distinta agrupación, modere sus efectos.

En un gran número de países, a los dirigentes de las más representativas de dichas Agrupaciones se les convoca oficialmente a reunirse para confrontar sus ideas y prestar su consejo a los organismos gubernamentales responsables de la política forestal. De esta manera, en 1950 la Alemania Occidental ha creado el Deutscher Forstwirtschafsrat (Consejo de Economía Forestal Alemana), en donde se hallan representadas sobre una base proporcional la propiedad forestal (Estado, sociedades y particulares), los expertos en silvicultura, los funcionarios y también los peritos y los obreros de la industria forestal. Este Consejo tiene por objeto estimular a estos distintos elementos a colaborar en el fomento de la producción forestal, asegurar un suministro regular de madera y solventar los problemas relativos a la importación y exportación de productos forestales. Formula recomendaciones, transmite demandas a los servicios competentes, facilita orientaciones cuando así se le requiere y toma todas las disposiciones necesarias para asegurar la ejecución de las decisiones adoptadas en los dominios de su jurisdicción. Para la explotación, el tratamiento y el comercio de madera está organizado el Deutsche Holzwirtschaftsrat (Consejo de la Madera), instituido en 1949, y funciona de la misma manera que el Consejo de Economía Forestal.

Por lo demás, preciso es reconocer que, como hemos de ver al examinar más adelante algunos casos particulares, los intereses de estas agrupaciones coinciden con frecuencia con los intereses generales del país. De una manera general, el marasmo en que se halla la industria de la madera, las mediocres condiciones de vida de los obreros forestales, el empobrecimiento de los propietarios forestales particulares, un nivel de salarios y de ventajas profesionales insuficientes para los técnicos del bosque y de la madera, no son condiciones favorables a la formulación de una política forestal.

LAS ASOCIACIONES DE TÉCNICOS FORESTALES

En todos los países en que el número de técnicos tiene cierta importancia, existen asociaciones de estos técnicos forestales. La comunidad de formación en un pequeño número de escuelas especializadas, la analogía de las condiciones de vida, las preocupaciones idénticas y también la defensa de sus intereses profesionales, son otros tantos motivos que les impulsan a agruparse. Sin embargo, sobre este último punto, y en tanto se trata de ventajas materiales, la función de estas agrupaciones queda relegada con frecuencia a segundo término. Dado que sus miembros son, en gran número, funcionarios del Estado, sus pretensiones en cuestión de salarios u otras ventajas de este orden han de ser forzosamente discretas. Por otra parte, el número de forestales es siempre relativamente escaso y tales pretensiones sólo podrían conseguirse integrando las agrupaciones de técnicos en organizaciones sindicales más poderosas, agrupando a los obreros, a los auxiliares técnicos o a los funcionarios en un plan general.

Existen en algunos países asociaciones en las que se agrupa el personal forestal subalterno. Algunas de ellas, disponen de verdadera fuerza, precisamente por estar unidas a otras agrupaciones mayores.

En cuanto a las asociaciones de forestales profesionales, se pueden citar muchas: en Noruega, la Asociación Noruega de Técnicos Forestales, en Dinamarca, la Danske Forstkandidaters Forening (Asociación de Técnicos Forestales) y la Statsskovrisderforeningen (Asociación de Superintendentes de los Montes del Estado), en Inglaterra, The Society of Foresters of Great Britain (Sociedad de Forestales de la Gran Bretaña), en Birmania, The Burma Forest Service Association (Asociación del Servicio Forestal de Birmania) etc.

La mayoría de estas asociaciones publican boletines o verdaderas revistas, que a veces constituyen los principales periódicos forestales del país, en los cuales, en general, el intercambio de información y de noticias relativas a los miembros de la asociación ocupa un breve lugar, mientras que los artículos técnicos abarcan el mayor número de páginas.

Ejemplo de Asociación de técnicos forestales

Para mostrar la clase de acción que ejercen estas Asociaciones, nada mejor que estudiar rápidamente la más importante de todas ellas, la Society of American Foresters.

Esta Sociedad, en 1950, es decir, al término de su quincuagésimo año de existencia, agrupaba a cerca de 7.000 socios, residentes en los Estados Unidos y en el Canadá y repartidos en 21 Secciones. La fundó, en efecto, el 30 de noviembre de 1900, Gifford Pinchot, que fué su primer Presidente, siendo primer Vicepresidente H. S. Graves, y desde un principio, sus finalidades quedaron claramente expuestas en el artículo II de su Constitución: a Impulsar la causa de la silvicultura en América, fomentando un espíritu de camaradería entre los forestales; crear ocasiones para el libre intercambio de opiniones sobre la silvicultura y las materias que a ella se refieren, y difundir el conocimiento de los fines y de los progresos de la silvicultura».

La tarea principal de la Sociedad fué, ante todo, formar un «espíritu de cuerpo» entre los forestales, a la sazón bastante escasos, de los Estados Unidos. Se logró tal fin rápidamente merced, sobre todo, a la influencia personal de su primer Presidente. Pero, a partir de 1905, apareció la revista de la Sociedad: Proceedings y desde 1911, su segundo Presidente insistió para que a en cuanto agrupación de forestales profesionales (la Sociedad) adoptase una posición pública y definida sobre los problemas nacionales vitales en la esfera de la silvicultura».

La contribución más importante de la Sociedad a la defensa de los intereses profesionales de sus socios es indudablemente el interés que se toma en la formación de los forestales. Desde 1909, estableció un Comité para examinar 1a normalización de los programas de estudio de las escuelas de montes. Es costumbre establecida desde 1929, que la Sociedad vigile estos programas y en 1934, con tal finalidad, se instituyó la División de Educación, primera de las diez existentes en 1950. Actualmente, la Sociedad no patrocina oficialmente más que a las escuelas que se atienen a los programas que ella recomienda.

En el mismo orden de ideas, la Sociedad ha aprobado un a Código de Etica de los Forestales» (Foresters' Code of Ethics) que formula un cierto número de reglas de conducta que han de ser observadas por todos los miembros de la profesión y que garantiza a ésta un lugar determinado entre las profesiones acreditadas. La defensa del título de forestal profesional es un problema de gran importancia en los países en que, como en América, hay un gran número de forestales empleados fuera de las Administraciones del Estado.

Inmediatamente después de la primera guerra mundial, la Sociedad tomó parte muy activa en la controversia que se estableció en los Estados Unidos entre los partidarios de una intervención federal en la propiedad forestal particular y los de una libertad total o de una vigilancia bajo la protección de los Estados. Las discusiones que se produjeron en el seno de la Sociedad sobre esta materia tuvieron sin duda una gran influencia en la decisión que finalmente adaptó el Congreso, y que cristalizó en la Clarke McNary Act de 1924, la cual, al instituir el principio de la cooperación entre la Federación y los Estados en materia de protección de la riqueza forestal, constituye uno de los fundamentos de la legislación forestal de los Estados Unidos. Por lo demás, esto es sólo un ejemplo de la actuación de la Sociedad en materia de política forestal. En efecto, está llamada a emitir su opinión sobre todos los problemas de política forestal de interés nacional y el prestigio de que goza da a estas opiniones un peso considerable.

La Sociedad mantiene contactos con los forestales extranjeros. En 1920, ha creado el título de «Miembro correspondiente» que fué adjudicado por primera vez a un forestal francés y a otro de la India. Participa en los Congresos y reuniones internacionales y ha creado en 1924 un Committee on International Relations.

En el dominio de la técnica, la Sociedad, en 1913, se afilió a la American Association for the Advancement of Science y desde 1936 cuenta con dos miembros en su Consejo. Sostiene igualmente contactos estrechos con las grandes organizaciones científicas del país, como por ejemplo el National Research Council o la American Academy of Sciences. Esta última es la que, a raíz de una conferencia de un miembro de la Sociedad, instituyó en 1924 un Comité «para elaborar un estudio crítico del estado y de las necesidades de la investigación en las ciencias básicas de la silvicultura». En 1926, un comité especial de la sección de Wáshington de la Sociedad, presentó un informe titulado A National Program for Forest Research, que se publicó merced a la ayuda de la American Tree Association. Este informe contenía un proyecto de ley federal y su publicación en aquel preciso momento desempeñó un papel importante en la aprobación por parte del Congreso, en 1928, de la McNary-McSweeney Forest Research Act, que es la carta de la investigación forestal en los Estados Unidos.

A partir de 1917, los Proceedings de la Sociedad se amalgamaron con otra publicación periódica forestal fundada en 1902, The Forestry Quarterly, y se convirtieron en el Journal of Forestry, publicado al principio al ritmo de ocho números por año, y después mensualmente. Pero las publicaciones sacadas a luz por la Sociedad o bajo sus auspicios, son muchísimas; podemos mencionar, por ejemplo, Forest Cover Types, The Foresters' Field Manual, Forestry and Related Research in North America, y el Forestry Handbook, resultado de los trabajos de una veintena de comités especiales instituidos por la Sociedad; pero preciso es llamar especialmente la atención sobre la Forestry Terminology glosario de 4.500 términos técnicos empleados en silvicultura, la cual establecida por un comité distribuído en 10 divisiones, se publicó en 1943, al cabo de cuatro años de estudios.

ASOCIACIONES DE OBREROS FORESTALES Y DE LAS INDUSTRIAS DE LA MADERA

Las asociaciones profesionales de obreros forestales y de la madera tienen por objeto esencial la defensa de los intereses colectivos e individuales de sus socios. Se trata, en general, de asociaciones poderosas por su número, pero, con mayor fuerza todavía por el hecho de que los sindicatos en que se agrupan los obreros, están generalmente unidos en escala nacional a otros sindicatos que engloban a otros ramos profesionales análogos, como los de la construcción o los de las industrias secundarias de la madera. Tienen estas asociaciones medios de acción más amplios todavía, ya que muchos de estos sindicatos se hallan a su vez agrupados en el plano internacional. Por último, se hallan representadas en la Oficina Internacional del Trabajo de las Naciones Unidas.

Conviene observar, sin embargo, que si bien es fácil asimilar a los obreros de las industrias de la madera a los de una industria cualquiera, y asegurar por idénticos procedimientos la defensa de sus intereses, el caso de los obreros de la explotación forestal es algo distinto. En los países en que la industria forestal no ocupa un lugar de primer plano, los obreros permanentes y profesionales de la explotación no son muchos. Muchas veces, su cometido lo realizan los agricultores que se dedican a este trabajo en los períodos inactivos que les dejan sus ocupaciones normales. Así pues, los obreros de la explotación forman una masa bastante inestable, de importancia variable según las estaciones y cuyos intereses resultan relativamente difíciles de defender. Esta circunstancia es tanto más de lamentar cuanto que el trabajo en el bosque presenta condiciones particulares: grandes riesgos de accidentes, necesidad frecuente de acampar sobre el terreno, horarios de trabajo especiales, etc., que habrán de absorber siempre de un modo especial la atención de los poderes públicos.

Nada diremos aquí de los métodos empleados por los sindicatos de obreros de la madera y del monte para la defensa de sus intereses profesionales directos, pero conviene advertir que estos intereses se hallan tan estrechamente vinculados al monte que toda gestión de los sindicatos tiene forzosamente una repercusión sobre la política forestal y, a la inversa, toda modificación de la política forestal puede ejercer una profunda influencia en la suerte de los obreros del monte y de la madera. Por esta razón, creemos necesario insistir algo más sobre este aspecto.

Los sindicatos obreros tienen perfecta conciencia de esta estrecha solidaridad de sus intereses con los del monte. Bastará como prueba la lista de los delegados sindicales europeos que asistieron recientemente al a Congreso de la productividad en las industrias del monte y la madera», organizado en 1953 en Stuttgart por la OECE.

Presentaron allí una moción en la que se llamaba la atención del Congreso sobre la circunstancia de que el aumento de la productividad y la racionalización del trabajo dependían, en último análisis, de los obreros de la explotación y de las industrias madereras. La moción insistía en el hecho, puesto ya de manifiesto por el Congreso, de que «las dificultades con que tropiezan las industrias forestales y de la madera se refieren menos a una capacidad de producción excedentaria que a un consumo insuficiente», unido esto, según ella, a la insuficiencia del poder de compra y a la falta de organización de la distribución.

En este caso particular, los sindicatos no han descendido a la raíz de las «dificultades» de la profesión. A decir verdad, el aumento del consumo de madera, en proporción con el desarrollo industrial de los países europeos, únicos capaces de asegurar a los trabajadores de la madera y del monte el empleo total y la elevación de su nivel de vida, depende a su vez, como lo ha reconocido el mismo año la Comisión Forestal Europea y el Comité de la Madera de la CEE, de que se adopte una política forestal» dinámica», que asegure un aprovisionamiento de materia prima maderera de la región, capaz de hacer frente al desarrollo de sus necesidades.

Pero, en el plano nacional, ciertas organizaciones obreras sindicales no vacilan en examinar los problemas de su profesión, ni en apoyar con todas sus fuerzas las soluciones que se ajustan a sus intereses. Así es como la International Woodworkers Association of America, en la que se agrupan los obreros de la madera de los Estados Unidos y del Canadá, y que se halla afiliada a las poderosas organizaciones obreras, el Congress of Industrial Organizations por una parte y el Canadian Congress of Labour por otra, reúne cada año a sus miembros en vastas asambleas, una parte de las cuales se consagra siempre al examen de las cuestiones de pura política forestal.

En el curso de sus más recientes asambleas, por ejemplo, la Asociación, en contra de las afirmaciones hechas con frecuencia por las grandes compañías americanas de la industria maderera, ha reafirmado que, según ella, la protección contra los incendios y la propaganda para la repoblación eran insuficientes para resolver el problema forestal nacional, si no se adoptaban medidas que procurasen, por una parte, poner término a la destrucción de los bosques fácilmente accesibles con las cortas a hecho o la selección de los mejores ejemplares y, por otra, proceder a la apertura, mediante un vasto programa de construcción de caminos, de bosques casi vírgenes, obstaculizados por árboles decadentes, y a someter a las masas arbóreas a ordenaciones científicas. Se ha alzado contra la propaganda, escandalosa en opinión suya, y que no corresponde con harta frecuencia más que al deseo de dar seguridad al público, relativa a las «granjas forestales» contra las ventajas que se les conceden en formas diversas a las grandes compañías, propugnando por que se conviertan en subvenciones para los pequeños explotadores y propietarios particulares. Ha recomendado la integración de las operaciones de aprovechamiento de los productos de las cortas, pero ha expuesto su deseo de que tal integración se realice por medio de la colaboración entre las empresas industriales, y no a través de métodos de monopolio, que favorecen únicamente a las grandes compañías. Ha protestado insistentemente contra los «pseudoacuerdos de cooperación bajo rendimiento sostenido» a los cuales se alude anteriormente. Se ha levantado, en fin, contra los métodos de explotación aplicados a los bosques particulares de la costa Oeste y contra los proyectos, en boga en esta época, que tienden a reservar exclusivamente los bosques de Alaska a la alimentación de las fábricas de pasta y papel.

A primera vista, todas estas recomendaciones parecen estar muy alejadas de la defensa de los intereses profesionales de los obreros de la madera. Pero si se reflexiona un poco, se observará fácilmente que no es así, y que todas tienden en realidad, bien a asegurar la estabilidad del empleo en las diversas ramas de las industrias de la madera, bien a evitar las crisis que los trabajadores son los primeros en sufrir, bien a conservar las posibilidades de competencia entre las empresas industriales y a mantener así un estímulo para la fijación de salarios razonables.

ASOCIACIONES DE INDUSTRIALES Y COMERCIANTES DE LA MADERA

Las asociaciones profesionales en las que se agrupan los industriales y comerciantes en madera son muchas. En general, reúnen a los jefes de empresa o a las sociedades en el plano local primeramente, después en el plano regional y nacional. Frecuentemente, los industriales o los comerciantes que tienen intereses distintos, por ejemplo, los importadores o exportadores de madera o las industrias de la pasta y el papel, crean organismos diversos. Esta especialización se acentúa naturalmente a medida que nos alejamos de las industrias primarias, para entrar en la esfera de las industrias secundarias, ebanistería, muebles, etc. A veces, los miembros de estas asociaciones forman parte también de las Cámaras de Comercio o de otros organismos del mismo tipo, que representan intereses más amplios, o bien, con mayor frecuencia, están integradas en ellas directamente las asociaciones profesionales, lo que naturalmente da una fuerza a su actuación que no podrían tener las agrupaciones bastante reducidas.

Sin embargo, será preciso dar un matiz distinto a lo que hemos dicho según el país al que se aplique. La especialización de las diversas ramas de actividad se acentúa sobre todo en los países en que las asociaciones profesionales son creación antigua. En los demás lugares, es menos acentuada, y las asociaciones locales se hallan menos desarrolladas. Pero se observa en estas asociaciones una tendencia general a traspasar también el marco nacional. Desde que terminó la guerra, se han creado dentro de Europa, y a veces dentro del marco mundial, Federaciones, Uniones y Asociaciones para determinados ramos de la industria maderera y posteriormente en 1952, la Confederación Europea de las Industrias Madereras.

Según la orientación que se les dé, la acción de estas agrupaciones sobre la política forestal general, y a veces también sobre el sano desarrollo de las industrias, puede tener efectos lamentables o, por el contrario, verdaderamente notables. El objetivo esencial de las asociaciones de dicha especie es defender los intereses de la profesión. Si esta defensa es de orden puramente estático, si no se realiza ningún esfuerzo para favorecer en el seno de la profesión el mejoramiento de las técnicas, la organización de los mercados y la mejor calidad de la producción, su acción puede ser nefasta tanto desde el punto de vista económico como social, y lo mismo para la propia profesión que para el país. Nada mejor para poner de manifiesto estos peligros que citar un pasaje del informe presentado por el Sr. J. Guyot, Secretario de la Confederación Francesa de las Industrias Madereras, al Congreso de la Productividad en las Industrias del Monte y de la Madera, organizado por la OECE en 1954 en Stuttgart.

Confirma este pasaje que la acción de las agrupaciones profesionales «...se halla orientada en un sentido que no siempre está de acuerdo con los principios normales de un sano régimen de producción. La necesidad de defender ciertas posiciones tradicionales, ha dado lugar con bastante frecuencia a la conservación de unidades poco productivas, ya por decisiones obtenidas de los poderes públicos en cuestión de precios, ya por acuerdos artificiales que son un obstáculo a la mejora de los precios de coste, ya por medio de disposiciones legislativas autoritarias, destinadas a proteger artificialmente a ciertos sectores de la competencia extranjera. Semejante situación no puede sino producir un malestar en el mercado y frenar la acción de los organismos técnicos. Además, crea un clima nefasto de alza de precios, al perjudicar la venta de los productos de calidad de las empresas mejor organizadas. Las agrupaciones profesionales deben darse cuenta de que la defensa y la protección de sus jurisdicciones no consiste forzosamente en querer salvar a toda costa a las empresas cuya presencia no está justificada en el mercado...».

Si bien no puede negarse cierta utilidad a esta acción de defensa, en algunos casos, cuando atrae la atención de los poderes públicos sobre ciertas anomalías de orden general que estorban al desarrollo de las industrias, las asociaciones profesionales en cuestión contribuyen, en efecto, al progreso de la política forestal, sobre todo por medio de los organismos técnicos que constituyen o que estimulan.

La acción de los industriales y comerciantes en madera en la esfera técnica

Estas acciones de orden técnico pueden ser diversas y, en algunos países, por ejemplo, en Alemania, hallamos toda la gama de ellas, con un lujo de detalles y de organización que explica su eficacia y el gran éxito de las asociaciones profesionales

Puede decirse, sin entrar en detalles, que estas acciones se clasifican en tres categorías.

La primera, relativa a la organización de los mercados de compra y de venta. Por ejemplo, las asociaciones o los órganos especializados que hayan creado a tal efecto, pueden establecer con las correspondientes asociaciones de propietarios forestales, los precios normalmente aplicables a cada campaña de corta para las distintas categorías de productos vendidos en pie, abatidos o labrados. Pueden también desempeñar un gran papel en materia de normalización, fijando normas para los artículos procedentes de las industrias primarias o secundarias, o concediendo su garantía a ciertas marcas de calidad. Pueden organizar la propaganda en favor de ciertos artículos, o de la madera en general, y esta forma de actuar reviste actualmente una gran importancia en razón de los progresos de los materiales de sustitución. Por último, tomando una forma más directamente cooperativa, estas asociaciones pueden también tratar con las organizaciones sindicales en las que se agrupan los obreros, para la fijación de los salarios. Sin embargo, en esta esfera, su acción generalmente se halla vigilada y reglamentada por las leyes sociales de cada país.

Un segundo dominio en donde las organizaciones profesionales de la industria maderera pueden ejercer y ejercen con frecuencia una acción muy útil, es el relativo al fomento de la productividad de las empresas. También en este terreno pueden ser múltiples sus actividades. Las más importantes se refieren a la investigación. Las asociaciones pueden financiar instituciones que se encarguen, en beneficio de la profesión en general, de crear nuevos productos que permitan el aprovechamiento de los desperdicios o respondan a nuevas necesidades, o bien de poner en práctica métodos que permitan mejorar la calidad de los productos existentes o los procedimientos de fabricación Sin que ellas mismas funden otras instituciones, pueden encargar de las investigaciones a establecimiento ya organizados, por ejemplo, en América del Norte, a ciertas Universidades. Una importante categoría de investigaciones, en las que se interesan actualmente muchas asociaciones, comprende las relativas al material y los métodos de explotación. Entramos aquí en otra esfera en la que también tienen actividad, la de la formación de los obreros forestales y de las industrias madereras, así como de los auxiliares técnicos, y aún de los ingenieros profesionales. En varios países, hay escuelas de aprendices, financiadas por las asociaciones industriales.

Es evidente el interés nacional que reviste este género de actividades. También se confirma con frecuencia, en esta segunda esfera, una estrecha cooperación entre las asociaciones industriales y los Estados. En efecto, los grandes laboratorios de investigación de productos forestales, creados por el Estado, tienen como fin fundamental contribuir al progreso de las industrias madereras, y se mantienen en constante contacto con ellas. Pero sucede también con frecuencia que las organizaciones de investigación, y más a menudo aún, las escuelas de aprendices, las organizan las industrias y las subvencionan los Estados.

Existe, por último, una tercera esfera de actividad de las asociaciones profesionales de la industria de la madera, en la cual puede ejercer una acción más directa todavía sobre la política forestal. Es ésta la ayuda que prestan a los propietarios forestales y sobre todo a los pequeños propietarios, respecto a los montes en donde se abastecen las industrias, ya sea total o parcialmente.

En efecto, las grandes industrias madereras y sobre todo de la pasta, se han dado plena cuenta de la importancia que reviste asegurar la constancia de su abastecimiento de materia prima. Cuando ésta depende en gran parte de los montes particulares, cuando el mismo Estado no interviene o lo hace sólo en escasa medida para procurar a estos montes un tratamiento conveniente, cuando, por último, los propietarios no se han agrupado para obtener un resultado análogo, ya por falta de oportunidad, ya por escasez de recursos, ya por repugnancia a tales agrupaciones, son las asociaciones industriales las que tienen posibilidad de intervenir.

En Europa, y de una manera general, el Estado ejerce un cierto control y, por lo menos en los países muy boscosos, la agrupación de los propietarios se ha incorporado ya por completo a las costumbres. También en este dominio, es relativamente poco importante, sin llegar a ser inexistente, la acción de las organizaciones industriales. Por el contrario, en los Estados Unidos, donde las condiciones, ciertamente variables, respecto a los Estados, son aproximadamente a la inversa, esta acción se ha desarrollado considerablemente, tanto en el plano local como en el nacional.

En el plano nacional, se deben fundamentalmente a las grandes organizaciones industriales los vastos movimientos que han tenido resultados, bien sobre la opinión pública en general, bien sobre los propietarios forestales en particular, que no podrían subestimarse a pesar de las críticas lanzadas contra varias de ellas, y que ya hamos citado anteriormente.

Algunos ejemplos de esta acción

Tenemos pues, que el movimiento de las «fincas forestales americanas», después de haber sido iniciado con respecto a sus propios montes, por la Weyerhauser Timber Company en 1940, y patrocinado después por el Comité Ejecutivo de la Asociación Nacional de las Industrias Madereras (National Lumber Manufacturers' Association), ahora lo dirige la Sociedad Anónima de las Industrias Americanas de Productos Forestales (American Forest Products Industries Inc.). La sede de esta sociedad radica en la capital de Wáshington. La sostienen no sólo las industrias forestales, sino también los propietarios forestales, confundiéndose industriales y propietarios en muchos casos. La dirección del movimiento se halla descentralizada y, en las diversas regiones, la asumen también con frecuencia organizaciones industriales, como la Northwest Loggers Association en la región de los abetos Douglas de los Estados de Wáshington y Oregón.

Se sabe que el movimiento de las «fincas forestales» consiste en una homologación concedida a los montes de los propietarios que se comprometen a respetar ciertas normas para el tratamiento de dichos montes. El propietario no recibe necesariamente una ayuda técnica para la ordenación o el tratamiento de sus montes. Sin embargo, la publicidad que se da a la homologación de esos montes constituye para él un estímulo para obrar bien y, para el público, una propaganda a favor del monte, y la advertencia de que su concurso es necesario, en su propio beneficio, especialmente para impedir los incendios forestales 4.

(4 Véase Unasylva, vol. II, N° 5, 1948, «La campaña estadounidense en pro de las fincas forestales», por Charles A.)

También es la American Forest Products Industries Inc. quien coordina en escala nacional el movimiento Keep America Green, que es complemento del anterior. Se trata esencialmente de un programa de educación de las masas en materia de defensa contra los incendios forestales, programa en el que la Asociación ha sabido interesar localmente a las escuelas, clubes, organizaciones femeninas, grupos juveniles y asociaciones deportivas.

Para juzgar de la eficacia de estos movimientos, se podría recordar que en 1948 - y el movimiento no ha dejado de extenderse - las fincas forestales americanas abarcaban ya 6 millones de hectáreas, repartidas entre 1.400 granjas en 19 Estados. En cuanto a los incendios forestales, es evidente que su gran disminución obedece a otras causas distintas del movimiento Keep America Green, pero lo cierto es que esta propaganda, que tanto se ha extendido, ha desempeñado, sin embargo, un considerable papel.

En el plano local, podría citarse en los Estados Unidos un cierto número de otras asociaciones industriales que ejercen su acción sobre los propietarios forestales particulares, como la Industrial Forestry Association, con sede en Portland (Oregón), la Southern Pine Association en Nueva Orleáns (Luisiana) y la Southern Pulpwood Conservation Association en Atlanta (Georgia).

Fuera de esta acción sobre el público, las grandes asociaciones industriales americanas, lo mismo que las grandes asociaciones obreras, tienen además una política forestal y se esfuerzan por hacer prevalecer ciertos puntos de vista que estiman favorables, en interés de sus miembros. La National Lamber Manufacturers Association de la que ya hemos hablado anteriormente, define en The Conservation Yearbook 1953 sus finalidades principales en la forma siguiente:

«La política forestal (de la Asociación) reconoce la relación vital que existe entre la conservación de los montes y la estabilidad de las industrias que aprovechan sus productos, así como la obligación que estas industrias tienen de mantener la productividad de los terrenos forestales... Se opone a la reglamentación desde el punto de vista federal de las prácticas de ordenación en los montes particulares y al control federal de las políticas federales de los Estados; propugna que la solución de los problemas forestales se busque mediante una actuación cooperativa y docente, a base de una colaboración tripartita entre los propietarios forestales particulares, los Gobiernos de los Estados y el Gobierno Federal...». La Cámara de Comercio de los Estados Unidos posee un Departamento de Recursos Naturales que indica que «las políticas relativas a los terrenos federales» entran dentro de la esfera que a aquél interesa.

Aunque hayamos insistido extensamente sobre la influencia de las asociaciones profesionales industriales en los Estados Unidos, no ha de deducirse de ello que no ejerzan una acción análoga, y a veces muy eficaz, en otros países, y aún en aquellos relativamente nuevos desde el punto de vista forestal. Se puede citar, por ejemplo, el caso de Chile, donde la Corporación Chilena de la Madera agrupa sobre todo a los industriales y comerciantes en madera, pero también a los repobladores y a los propietarios de montes, y a algunos forestales profesionales, naturalmente muy escasos, ya que la formación de éstos está en sus comienzos.

La Corporación Chilena de la Madero ha celebrado recientemente una reunión que puede tener importantes repercusiones en la política forestal general del país. Esta reunión se ha pronunciado, por ejemplo, contra el proyecto de ley forestal que se hallaba sometido a examen del Parlamento, y en favor de otro proyecto de ley relativo a la lucha contra los incendios forestales. Asimismo ha considerado y ha manifestado. su opinión sobre importantísimos problemas que afectan directamente a la política forestal del país, como el aprovechamiento de la producción excedentaria de las plantaciones de Pinus insignis para la fabricación de pasta, habiendo encargado a su Presidente que procure la realización de una sociedad industrial que disponga de capital suficiente para establecer una primera fábrica de pasta en Chile.

La existencia en los países poco desarrollados desde el punto de vista forestal, de poderosas asociaciones industriales, puede tener efectos muy satisfactorios, si estas asociaciones se dan cuenta de la necesidad de conservar las riquezas forestales del país y de aprovocharlas racionalmente. Pueden hacer mucho para interesar a los Gobiernos en el fomento y conservación de estas riquezas: el mismo desarrollo de las industrias forestales es una necesidad absoluta para el fomento de la silvicultura en general. Inútil es decir que presentan también graves peligros frente a servicios forestales escasos y mal organizados y a Gobiernos que no posean una política forestal claramente definida.

LAS ASOCIACIONES DE PROPIETARIOS FORESTALES

Existen, por último, sobre todo en Europa y América del Norte, asociaciones profesionales en las que se agrupan propietarios forestales, y que tienen por objeto defender los intereses de éstos. Cuando se limitan a la defensa de dichos intereses cerca de los poderes públicos, por regla general no resultan ni muy prósperas ni muy poderosas, por la sencilla razón, que ya hemos destacado, de que es difícil interesar en sus bosques a una masa de pequeños propietarios que sólo obtienen de ellos una renta muy irregular y a largo plazo. Las asociaciones así constituidas corren el riesgo de agrupar, sobre todo, a los grandes propietarios. En los países, que en Europa son muchos, en donde la gran masa de la propiedad forestal particular se halla, por el contrario, representada por los pequeños propietarios, tales asociaciones son, pues, poco representativas, ya que los intereses y las necesidades de estos pequeños propietarios son con frecuencia bastante distintas de los de los grandes propietarios.

Por lo demás, las asociaciones profesionales de propietarios forestales han comprendido perfectamente esta situación, y, con el fin de llegar a ser más representativas, la mayoría, de ellas ofrecen a sus asociados ciertos servicios: organización de cursos de formación técnica, consultas de expertos y reuniones de información. Resulta de todo ello que, a veces, es difícil distinguir entre estas asociaciones y las que habrán de agruparse más adelante en el presente estudio, bajo la denominación de cooperativas forestales.

Puede decirse, para diferenciarlas, que las asociaciones de que aquí tratamos no sustituyen, en general, a sus afiliados para efectuar en su nombre operaciones como la venta de maderas, ejecución de trabajos en los terrenos que les pertenecen, estudio de la ordenación de sus montes, etc.

EJEMPLOS DE ASOCIACIONES EN DINAMARCA

Pero tampoco esta distinción es muy definitiva. Entre las asociaciones de propietarios que han desempeñado y desempeñan un papel sumamente importante en el desarrollo de la silvicultura de su país, pueden citarse, por ejemplo, la gran asociación danesa Dansk Skogforening (Sociedad Forestal Danesa)5.

(5 Véase Forestry in Denmark, por Axel S. Sabroe, publicado por la Sociedad Forestal Danesa, Copenhague, 1954.)

La Sociedad Forestal Danesa se fundó en 1888, con objeto de estimular el fomento de la silvicultura y las ramas afines. Se sostiene con las cotizaciones que abonan sus miembros en el momento de ingresar en la sociedad, cotizaciones que se calculan en proporción con el valor estimado de sus montes. Dispone, por una parte, de una» Sección económico-estadística» que recoge y analiza las informaciones anuales sobre los montes particulares, pero que se dedica también al estudio de planes de ordenación, y por otra, de una a Oficina de semillas» que da su aprobación oficial a ciertos rodales seleccionados, cuyas semillas recogidas se venden con una garantía de origen. Pero su mayor influencia en la totalidad del país, la ejerce quizás a través de su a Comité de ventas». Este Comité se ocupa, por medio de negociaciones con la industria maderera, en establecer precios para las principales calidades de madera vendidas por los propietaros. Un gran número de propietaros forestales y de aserraderos, bajo la dirección del Comité, han concertado un acuerdo para la tabla de haya, con vistas a asegurar la estabilidad del mercado, según los términos del cual la producción forestal se reparte entre los aserraderos a un precio fijo, debiendo venderse para otros usos el volumen de las Pequeñas trozas excedentarias. La totalidad del país se halla dividida en 10 distritos de venta, cuyos presidentes constituyen el «Comité de ventas».

Vemos pues que, por lo menos, en ciertas esferas, esta Asociación interviene directamente en los asuntos de sus miembros.

Este carácter se halla más marcado todavía en otra gran asociación danesa, la «Asociación de las Landas Danesas», que ha desempeñado y desempeña un papel considerable en la explotación de los brezales que ocupan vastas superficies en las costas de Dinamarca, sobre todo en Jutlandia. Esta asociación, fundada en 1866, no es una asociación específicamente forestal. Su finalidad general es la mejora de las condiciones de explotación del suelo de dichas regiones, mediante la agricultura, la ganadería y los montes. Pero, naturalmente, las plantaciones ocupan en este programa un lugar considerable. En su origen, la sociedad no intervenía más que para facilitar asesoramiento técnico sobre los terrenos que hablan de plantarse, los métodos de plantación, la constitución de cortinas protectoras en torno a las viviendas y a los campos, etc. Después distribuyó, y sigue distribuyendo todavía plantas gratuitamente o a bajo precio. Por último, inspeccionó e inspecciona o efectúa por sí misma las plantaciones, bien por cuenta de los grandes propietarios, bien de las compañías por acciones formadas por los pequeños propietarios para la plantación de los terrenos de su propiedad. Asistimos, pues, mediante la actuación de una potente asociación, a una concentración de parcelas arboladas, o por lo menos que han de arbolarse, completamente análoga a aquélla a que aludimos en el primer capítulo del presente estudio.

La misma asociación ha pasado a ser propietaria de plantaciones, la mayoría de las veces, a consecuencia de donaciones.

Actualmente se halla regido por un Comité de 51 miembros. Cuenta en este momento con unos 19.000 miembros. Sus asuntos los regentan directamente cinco servicios, de los cuales, uno está dedicado a las investigaciones y otro a las plantaciones, que es el que nos interesa aquí de manera singular y que comprende 21 forestales profesionales y 14 agentes técnicos. Desde 1938, este último ha creado una brigada volante, que ejecuta plantaciones o establece rompevientos dondequiera que se le pide su intervención, sin exigir gasto alguno de inspección a los propietarios interesados, y que comprende un número importante de técnicos, capataces y obreros especializados.

Nos daremos cuenta de la importancia de la acción de la Asociación si se observa que la extensión de las landas de Jutlandia ha disminuido cerca de las tres cuartas partes desde 1860, y que durante el mismo período la población rural de los correspondientes condados casi se ha duplicado, siendo más considerable todavía el aumento de la población total.

El Estado designa directamente a tres de los directores de la Asociación. Por esto recibe del Estado importantes subvenciones, alrededor de 1,8 millones de coronas al año, y por mediación suya se reparten otras subvenciones, que ascienden a unos 4 millones de coronas, concedidas a los propietarios o a las sociedades para la ejecución de ciertos trabajos.

DESARROLLO DEL COMETIDO DE ESTAS ASOCIACIONES EN CIERTOS PAÍSES

Vemos que, en este caso, la asociación de propietarios tiende a convertirse, en cierto modo, casi en un organismo estatal, tendencia que observaremos muy marcada en ciertos países, en las últimas páginas del presente estudio. Bien es cierto que, si se quiere ampliar la acción de estas asociaciones, aumentar su autoridad, facilitarles el reclutamiento de sus miembros, el mejor medio es concederle una ayuda del Estado, y quizá también una cierta responsabilidad en la ejecución de la política forestal del gobierno.

En efecto, en muchos países europeos, las asociaciones de propietarios forestales han sido invitadas a hacerse representar de manera regular junto a las asociaciones de industrias forestales y de la mano de obra forestal, en los comités o consejos que ayudan a los jefes de los servicios forestales y a los ministros responsables a definir su política forestal. Pero es evidente que existen toda clase de matices posibles entre la consulta de las asociaciones para asesoramiento y la delegación a dichas asociaciones de responsabilidades más o menos amplias de ejecución.

En este sentido, no parece que ningún país haya ido más lejos que los Países Bajos.

En efecto, un Real Decreto del 17 de febrero de 1964 ha establecido para el país una Bosschap Forestal)6, institución pública a la que se le concede legalmente la facultad de reglamentar por decreto. Tiene autoridad sobre todas las empresas forestales, montes, industrias, sea cual fuere su importancia y su titulo, y hasta los mismos montes del Estado quedan sometidos a su vigilancia.

(6 Informe del Gobierno de los Países Bajos al 7° Período de Sesiones de la Comisión Forestal Europea.)

Los miembros de esta oficina los nombran: la mitad, las asociaciones reconocidas como representativas de los patronos, y la otra mitad las de los empleados. Ahora bien, la asociación reconocida como representativa de los empleados es la Asociación Holandesa de Propietarios Forestales. Actualmente, el número de miembros de la Oficina es de 14. Entre los 7 designados por los patronos, uno representa a los montes del Estado, otro a los montes municipales y los 6 restantes a los montes particulares.

La facultad de reglamentación se ejerce sobre materias determinadas con anticipación, pero que, en rigor, abarcan todo el dominio de la silvicultura. Seguramente, la reglamentación impuesta por la Oficina no debe entrar en pugna con la legislación propiamente dicha, y los reglamentos que no tienen por único objeto lograr el adecuado funcionamiento de la Oficina requieren la aprobación previa de los ministros interesados; pero éstos sólo pueden negarse a esta aprobación si existe efectivamente conflicto entre el reglamento propuesto y la legislación, o entre el reglamento y el interés general. Las facultades de la Oficina se refieren especialmente a la producción forestal y de productos forestales, comprendidas la mejora de los suelos forestales, la lucha contra los incendios y la mejora de la calidad de los productos, la normalización de la ordenación de las propiedades forestales, la transformación y conservación de los productos leñosos, la normalización de estos productos, las cuestiones de salarios, contratación y despido (exceptuando las relativas al personal de funcionarios del Estado).

La Oficina forestal se costea con las contribuciones de los patronos, contribuciones que, si bien en el momento actual no se ha determinado todavía su método de cálculo, serán ciertamente repartidas de modo proporcional a la superficie poseída por cada patrono, teniendo en cuenta la calidad del suelo.

Ciertamente, la Oficina tendrá una influencia considerable sobre la política forestal del país, y, en todo caso, sobre su reglamentación, ya que se le ha pedido que examine el proyecto de ley forestal ya preparado y que lo discuta con los funcionarios interesados del Ministerio.

OTROS EJEMPLOS DE SUIZA

Antes de terminar esta incompleta reseña de las asociaciones forestales, habremos de mencionar aún el caso de Suiza. Si bien la propiedad forestal particular de este país representa el 29 por ciento de la superficie boscosa total del mismo, los principales propietarios forestales son aquí los municipios. A pesar de la gran autonomía de que gozan estos últimos en el tratamiento de sus montes, se sabe que éstos no solamente reciben un notable trato, sino que su ordenación se adapta sin dificultad a las exigencias de una política forestal nacional, detenidamente estudiada siempre, y que, además, el interés que no sólo los propietarios del monte, sino la totalidad de la población del país conceden a los montes nacionales, alcanza un nivel rara vez igualado en otros lugares. Puede decirse que estos resultados son principalmente obra de las asociaciones forestales del país.

La más antigua de estas asociaciones es la «Asociación Forestal Suiza», fundada en 1843, que ha tenido una considerable influencia, pero que corresponde al tipo de asociaciones que hemos estudiado en las páginas 71-74.

La «Sociedad Suiza de la Industria Maderera», la «Asociación Profesional Suiza de Comerciantes en Madera», son, como indica su nombre, asociaciones de usuarios o comerciantes en madera que ejercen igualmente una cierta influencia en la economía nacional maderera.

Pero la asociación que representa más singularmente los intereses de los propietarios forestales, aunque no se limita a ellos estrictamente, es la «Asociación Suiza de Economía Forestal».

Esta última se ha establecido en 1921, con objeto de extender, no sólo entre la población, sino entre las autoridades y propietarios forestales, la idea de la gran importancia económica que reviste para el país la ordenación intensiva de sus montes. Esta labor de propaganda, lo mismo para la madera que para el monte, no se ha perdido de vista jamás. La Asociación, no sólo cuenta con un Boletín propio, en francés, (La Forêt) y en alemán (Wald und Holz), sino que dispone de un servicio de prensa que facilita regularmente a más de 400 diarios, artículos y comunicados relativos al monte. La Asociación organiza reuniones, conferencias y charlas radiofónicas; emite sellos especiales; distribuye folletos y carteles; concede una singular importancia e la enseñanza de los niños escolares; adapta esta propaganda a las necesidades de la política forestal del momento; ha logrado grandes éxitos en cuanto a generalizar el empleo de estufas modernas de consumo de leña, mientras que durante la guerra ha dado una gran publicidad a la necesidad que tiene toda la población de economizar al máximo la madera en todas sus formas.

Pero las actividades de la Asociación son mucho más amplias y no se limitan a la propaganda. Sus propios estatutos le imponen la obligación de promover el mejoramiento de las técnicas de explotación y de la organización del trabajo en los montes, y desde 1928, ha organizado a tal efecto un Servicio técnico, regido por una Comisión especial. Este Servicio experimenta, regula, mejora los útiles y aparatos empleados en los trabajos forestales, organiza cursos de capacitación para los obreros forestales, investiga los mejores métodos de trabajo y de organización de los depósitos de maderas.

Gracias a la Asociación, que trabaja en estrecho contacto con los Institutos científicos adecuados, se han creado en Suiza aparatos racionales de calefacción que utilizan la madera, y también ha podido emprender la industria su construcción y ha sido posible extender su empleo por el país. Fué ella la que tomó la iniciativa, antes de la última guerra, de extender el aprovechamiento del carbón vegetal y del gas vegetal, y gracias a ella, desde 1930, los poseedores de vehículos pueden encontrar madera y carbón vegetal a precio y calidad normalizados para alimentar sus generadores. Durante la guerra, se encargó de la formación de los obreros empleados en la preparación del carbón de leña. En la misma época, resucitó la práctica del descorche del abeto para la preparación de materias curtientes, práctica que había casi desaparecido en Suiza como resultado de la competencia de los productos curtientes importados.

En 1932, la Asociación creó una Comisión comercial, que cuenta en su haber con interesantes realizaciones. Siguiendo sus consejos, la Asociación ha establecido, de acuerdo con las organizaciones de la industria maderera, una normalización uniformemente aceptada para las maderas industriales destinadas a la venta, lo que ha permitido, a la vez que una mejora de las relaciones comerciales entre productores e industriales madereros, establecer estadísticas de precios sobre una base racional. La Asociación ha aplicado siempre sus esfuerzos a la estabilidad de precios, no sólo por medio de la publicación de estadísticas o de recomendaciones hechas a los propietarios particulares y a las autoridades competentes, sobre todo en materia de importación, sino para la conclusión de convenios colectivos entre propietarios e industriales que, sin comprometer a unos ni a otros - ya que la Asociación no tiene carácter de cooperativa - se respetan generalmente sin embargo, sobre todo en materia de maderas para pasta, gracias a la autoridad de que goza.

La Asociación de Economía Forestal Suiza con las Organizaciones representativas de la industria y el comercio de la madera, ha desempeñado un gran papel en la creación de los «Fondos de Asistencia mutua de la Economía suizo del monte y la madera». Estos fondos, financiados por los propietarios forestales, las industrias y el comercio de la madera, se utilizan para costear proyectos de interés común, como el establecimiento de una escuela de formación de obreros de aserraderos, el fomento de un mejor aprovechamiento de la madera, o de la aplicación práctica del resultado de las investigaciones técnicas.

Parte de la fuerza que la Asociación tiene se la proporciona el hecho de estar descentralizada. Tiene una sub-asociación (Unterverbände), en cada cantón, que trabaja en perfecta armonía con ella, si bien gozando de una gran autonomía. Es interesante observar que dos de estas subasociaciones, la «Selva», del cantón de Grisones, y la a Asociación Forestal Valdense», efectúan ventas en nombre de sus miembros y son cooperativas. Puede juzgarse su importancia por el hecho de que la «Asociación Forestal Valdense», que cuenta entre sus miembros al propio cantón, a 116 municipios y a 34 propietarios particulares, ha registrado en 1952 una cifra de negocios de cerca de 36 millones de francos suizos.

Otro extremo que interesa observar es la estrecha colaboración entre la Asociación de la Economía Forestal Suiza y la potente «Unión Suiza de Campesinos», algunas de cuyas filiales cantonales son también miembros. Esta cooperación se logra mediante un Comité de Enlace, fundado en 1947, y la «Unión Suiza de Campesinos» ha asistido más de una vez a la Asociación de la Economía Forestal Suiza para hacerle aceptar sus puntos de vista sobre cuestiones criticas, por ejemplo, sobre los problemas de las tarifas aduaneras 7.

(7 Dr. H. Tromp, «Leistungen, Aufgaben und Bedeutung der wald-und holzwirtschaftlichen Verbände der Schweiz», Journal Forestier Suisse, 7-8, julio-agosto de 1947.)


Página precedente Inicìo de página Página siguiente