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Empleo de las fotografías aéreas en los bosques tropicales

D. A. FRANCIS División Forestal, Hunting Technical ,Services Ltd., Boreham Wood, Hertfordshire, Reino Unido

Dos de los variados problemas que confrontan al dasónomo en los trópicos se relacionan con los aspectos exploratorios de su trabajo y se aplican en particular a las zonas de bosques higrofíticos tropicales. Esos problemas son:

1. La localización de la madera comercial; y
2. Extracción de la misma por los métodos más eficaces y económicos.

Se encuentra una solución a ambas cuestiones en la preparación de mapas de existencias, en que se vea la distribución de las especies arbóreas comerciales y de planos topográficos exactos susceptibles de utilización al trazar las vías de saca. Por los métodos actuales, en la mayoría de los casos dependiendo sólo de operaciones en tierra, se hace necesario ejecutar una cantidad considerable de costosas maniobras en el campo, que suelen traducirse en lentitud de los levantamientos que requiera determinada zona.

Mediante la fotografía aérea, se ha procurado abreviar el tiempo gastado en la cartografía dasonómica de las comarcas pobladas de monte tropical y a la vez obtener mapas que resulten más económicos. Tales propósitos han sido fructuosos hasta cierto punto y no siempre satisfactorios, si se comparan con la bondad comprobada. de dicho recurso en la multitud de casos conocidos de aplicación a zonas forestales fuera de los trópicos. Las razones de que así haya sucedido saltan a la vista examinando con detención cómo se construyen los mapas topográficos y dasonómicos, sirviéndose de las fotografías aéreas.

La aludida labor cartográfica comprende los siguientes pasos cuando se trata de regiones forestales templadas.

1. Toma de fotografías aéreas.

2. Fotointerpretación y delineamiento de una carta provisional de tipos forestales.

3. Verificación en tierra de la interpretación e inventario del material en desarrollo, y además, señalamiento de puntos terrestres de referencia para el plano topográfico.

4. Fotointerpretación final.

5. Preparación de mapas por medio de instrumentos fotogramétricos.

En las zonas de bosques tropicales se observa la misma sucesión, pero durante la serie de operaciones se presentan las dificultades que a continuación se mencionan:

(a) Puede acontecer que la fotografía aérea sólo sea factible en épocas muy cortas del ano a causa de nublados o brumas.

(b) Quizá ofrezca pocas ventajas la fotointerpretación si los tipos de monte o las distintas especies arbóreas escapan a su fácil identificación en las fotografías.

(c) Tal vez tenga que posponerse la comprobación en tierra, con motivo de circunstancias climatológicas o de otra índole, a más de que hay fotoimágenes identificables bien visibles en las fotografías tomadas desde lo alto, que en el terreno parecen inexplicables.

Aerofotografía de las selvas tropicales

Las comarcas de monte higrofítico tropical son notoriamente difíciles de fotografiar desde el aire. Eso puede suceder a consecuencia de niebla o bruma o de ambos fenómenos combinados. El tiempo en realidad despejado es raro en tales lugares; pero cuando lo hace bueno, se consigue fotografiar una gran extensión en corto lapso con un avión de reconocimiento.

A menudo es menester que las aeronaves exploradoras aguarden días, semanas y aun meses, a que haya una breve temporada de atmósfera limpia a fin de lanzarse a tomar fotografías en una área de selva higrofítica tropical. Por supuesto, de ese modo aumentan los gastos del reconocimiento aunque no se omita ningún esfuerzo por prevenir la aviación en sitio adecuado, esperando el período óptimo para la fotografía, previsto después de examinar los registros meteorológicos disponibles.

La elección de época para sacar fotografías en las localidades donde existen montes higrofíticos tropicales es más cuestión de tiempo propicio a la fotografía que del estado vegetativo del material en crecimiento. Casi todas las especies de árboles son perennifolias y sólo cuando se trata de imprimir las diferencias de color se escoge la estación con un criterio botánico. En este aspecto difiere la fotografía aérea en zonas de monte higrofítico tropical, de la practicada en relación con bosques tropicales de comarcas más áridas o selvas de regiones más templadas.

Para el dasónomo, la escala de la fotografía tiene sobrada importancia, puesto que determina, en gran parte, hasta qué punto es posible la fotointerpretación en las impresiones resultantes.

Cuando se trata de identificar las distintas especies arbóreas, se hace necesario que las impresiones de contacto estén a una escala relativamente grande, del orden de 1: 20.000 o mayor. No obstante, las escalas de esta categoría tienen la desventaja de estrechar bastante el campo visual en las fotografías de la zona respectiva del bosque. Las vistas a menor escala prestan mucho mayor utilidad durante las etapas iniciales del trabajo fotointerpretativo tocante a selvas tropicales porque permiten apreciar el aspecto general en una superficie más extensa. La disponibilidad de cámaras muy modernas suizas y alemanas, con lentes que tienen un poder de resolución de calidad notable, ha inducido a los fotogrametristas a preferir en grado creciente el uso de las escalas menores en las reproducciones fotográficas. También al dasónomo le brindan inestimable servicio en su fotointerpretación esas impresiones de superior calidad, pues por principio de cuentas le ahorran espacio en sus labores fotointerpretativas las fotografías a pequeña escala, pudiendo delinear en ellas las zonas que requieren ulterior examen y recomendar que se saquen otras a mayor escala en determinadas secciones.

Aunque se posible ampliar las reproducciones de contacto hechas con lentes de gran poder resolutivo, existe el inconveniente de que casi todos los estereoscopios e instrumentos fotogramétricos se fabrican para analizar fotografías aéreas de 23 x 23 cm. Asimismo resulta más económico trabajar con impresiones de contacto siempre que haya la posibilidad, ya que de lo contrario habría que ampliar cada negativa por separado, al paso que las de contacto se obtienen con rapidez en una prensa.

Los estereoscopios de espejo modernos están provistos de anteojos binoculares para examinar amplificadas ciertas porciones de las fotografías de contacto, y en la mayoría de los casos, esta ampliación óptica de la imagen fotográfica le bastará al ingeniero de montes. Sin embargo, algunos estereoscopios dan cabida a amplificaciones hasta del doble de las impresiones de contacto y ésas son útiles en circunstancias especiales en que las fotografías aéreas disponibles están a escala demasiado pequeña para una fotointerpretación minuciosa.

En trabajos fotointerpretativos, el autor prefiere las reproducciones en papel brillante sin lustre, que dan una imagen bien definida y además la superficie admite marcas con lápiz de color para inscribir anotaciones. Las fotografías satinadas permiten la mejor definición, pero entonces hay que poner las notas con lápiz ceroso que no se presta fácilmente al trazado de líneas delgadas. Por otra parte, dichos lápices tienen propensión a derretirse en los climas cálidos, y en consecuencia, su uso en el campo no deja de ocasionar contrariedades.

Respecto al asunto de la combinación más adecuada de película y filtro para la fotografía forestal en los trópicos, el autor recomienda ahora la película «normal» fotográfica de blanco y negro, o sea la pancromática expuesta al través de un filtro repulsar del color azul (es decir, amarillo). Se han hecho copiosas investigaciones, y todavía continúa esa labor, a fin de determinar la mejor combinación de película y filtro para la identificación de cada especie arbórea (véase el apartado siguiente). Con todo, la expresada de película pancromática y filtro repulsar del azul da la mayor riqueza general de tonalidad en casi cualquiera región tropical de monte higrofítico y al mismo tiempo es la que más se adapta a la fotografía en las zonas tropicales de vegetación sabanera.

Antes de pasar adelante y dejar el problema de la fotografía aérea de regiones con bosque higrofítico tropical, conviene hacer referencia a las fotografías aéreas accesorias oblicuas o verticales a escala grande. Para los fines de la cartografía, las verticales son actualmente el medio que tiene aceptación universal.

En el terreno de la dasonomía, puede suceder que no sean éstas las ideales, dado que la vista lateral de las copas de los árboles constituye a menudo un expediente distintivo. Existe la posibilidad de llevar en un avión bien sea una cámara oblicua dando al frente, o dos también oblicuas con vista a los lados, además de la vertical, disposición que se conoce por nombre de «tricámara», a efecto de obtener la exposición simultánea vertical y oblicua de la superficie enmantada, sin el gasto de volar dos voces sobre el mismo paraje.

Se puede adoptar una técnica similar cuando el fotogrametrista y el dasónomo hayan menester de escalas diferentes. Es posible fotografiar una área desde 6.000 m. de altura sobre la altitud media del suelo sirviéndose de una lente con distancia focal de 15 cm., para sacar impresiones de contacto a escala de 1: 40.000, destinadas al diseño de planos topográficos. Al propio tiempo, y mediante un segundo compartimiento para cámara en el aeroplano de exploración, habrá manera de tomar fotografías con lente de 30,5 cm. de distancia focal, que dará reproducciones de contacto a escala de l: 20.000, las cuales facilitarán el trabajo de interpretación. Hay que advertir que el campo visual de la lente cuya distancia focal es mayor no dará la vista completa en el sentido lateral, y por tanto, al hacer el dasónomo la fotointerpretación en la muestra impresa a escala grande, tendrá que llevar a cabo una extrapolación, siempre que lo juzgue factible, y extender de ese modo sus observaciones a todo el terreno abarcado en la fotografía a menor escala.

La fotointerpretación de los montes tropicales

El procedimiento normal fotointerpretativo dasonómico consiste en los siguientes pasos:

1. Fotointerpretación preliminar por medio del examen estereoscópico de las impresiones de contacto, que permite la diferenciación inicial de los tipos forestales, y si es posible, de cada especie arbórea.

2. Mapa provisional de los tipos forestales, que se dibujan entonces conforme a las observaciones hechas en la fotointerpretación preliminar, mostrando la distribución de los diferentes tipos vegetativos 0 especies de plantas. En esta etapa, basta indicarlos con letras 0 símbolos, pero suele trazarse el mapa, en hoja transparente, usando lápices de colores.

3. Comprobación terrestre de la mencionada fotointerpretación, por lo regular incorporando en tantos por ciento la enumeración practicada sobre el terreno para que consten los datos volumétricos aplicables a la estratificación realizada en las fotografías aéreas.

4. Fotointerpretación final de las vistas después que se someten a verificación en tierra.

5. Trazado del mapa definitivo de tipos forestales, donde se transponen las impresiones por contacto sobre fondo comprobatorio consistente en un mapa básico con suficientes puntos de referencia.

El procedimiento antes descrito cae por tierra cuando se trata de reconocer en los trópicos una gran masa forestal de tipo al parecer homogéneo. Si los tipos forestales no se pueden distinguir en las fotografías aéreas o se entremezclan gradualmente en largos trechos, resulta imposible efectuar una diferenciación preliminar de los tipos de monte, como no sea de carácter muy general. El lector se dará cuenta del problema por analogía con una baraja. En las zonas templadas del norte, de ordinario no entraña dificultad la identificación de los distintos tipos forestales visibles en las fotografías aéreas, ni su delimitación exacta en las impresiones. Dicho de otro modo, sucede lo que al separar las cartas de una baraja, con la cara a la vista, en los cuatro palos. Los trabajos subsecuentes en las fotografías, como la medición de la densidad de las copas y de su diámetro, la altura del vuelo o de los árboles por separado se pueden comparar al reacomodo de los distintos tipos forestales de igual manera que los grupos de cada palo se pondrían en orden.

En cambio, los tipos discernibles de un bosque higrofítico tropical son escasos y salteados, aquel que contiene la mayoría de las especies arbóreas de valor comercial quizás se observe en las fotografías aéreas como si fuese homogéneo.

Por tanto, volviendo al ejemplo precedente, ocurre lo que al ver una baraja por el lomo y en esas circunstancias querer sacar un triunfo, que en este caso estaría representado por un codiciado árbol maduro o sobremaduro en cada tranzón de 50 ó 100 hectáreas. No hay duda de que para obtener el beneficio óptimo de las fotografías aéreas de las selvas tropicales se hace necesario que el ingeniero de montes identifique cada especie en particular. Sin embargo, la experiencia hasta ahora recogida indica que eso se logra sólo en ocasiones relativamente contadas. Si el dasónomo no consigue reconecer las especies forestales de valor económico en una superficie determinada, acaso le sea dado, por lo menos, distinguir en las fotografías las especies que, aunque de suyo carezcan de importancia, le sirven como indicadoras de tipos forestales de mayor o menor utilidad.

Las únicas especies siempre reconocibles en las fotografías pancromáticas de una zona forestal en Ghana eran el árbol del algodón o pochote (Ceiba pentandra) y el árbol de quitasol (Musanga smithii), ninguna de las cuales tiene valor comercial, ni son indicadoras de otro tipo forestal utilizable, pero la Musanga por lo común revela la regeneración de un bosque.

Una información negativa le es provechosa, de ordinario, al ingeniero de montes en los trópicos. La rafia es señal de lugares cenagosos y se presenta en sitios donde hay pocos árboles maderables. Esas palmas (Raphia) se distinguen bien en las fotografías aéreas, y en los mapas forestales se pueden trazar los límites de tales localidades. Midiendo con un planímetro la superficie que ocupan, podrá deducirse de la total correspondiente a la hoja cartográfica cuando los resultados de las enumeraciones en tierra se apliquen a base de la extensión.

FIGURA 3. Densa selva higrofítica tropical de la Guayana Británica. Son relativamente pocas las diferencias que se observan en la tonalidad y textura de las copas de árboles individuales. Escala, 1:10.000.

De haber nada más un número limitado de agrupaciones vegetativas o copas de árboles individuales reconocibles en las fotografías, sería ventajoso continuar la subdivisión del monte en diferentes clases de estaciones al examinar con estereoscopio las impresiones de contacto.

Esta es esencialmente una estratificación topográfica y se puede repasar cuando los resultados de la enumeración en el terreno se inscriban en las fotografías. Por ejemplo, quizá acontezca que la máxima concentración de las especies económicas se encuentre en los recuestos medios y haya en las laderas superiores o en anchos valles planos un número suficiente de árboles de la misma clase que justifique su explotación. En esas condiciones, la eliminación práctica de costosos trabajos de enumeración en sitios escogidos, concentrando las maniobras de campo en las partes de más valor potencial significaría una economía que bien compensa el gasto de fotografiar una concesión de aprovechamiento. La exactitud fotointerpretativa, por supuesto, tendría que verificarse de tiempo en tiempo sobre el terreno y lo mejor entonces sería practicar un muestreo al azar en zonas forestales calificadas de «pobres».

Hasta aquí se ha considerado el caso en que el ingeniero de montes encargado de la fotointerpretación se haya servido de fotografías normales en blanco y negro, con ese objeto.

En vista del interés en localizar árboles individuales de valor comercial, se ha puesto empano en hacer experimentos el empleo de películas arrojas y de colores para la identificación de las especies. Las investigaciones se originaron con motivo de que el autor observó en Ghana que la caoba Khaya ivorensis tenía color cobrizo en su primera foliación. Observadas desde el suelo, las jóvenes hojas parecen formal una zona coloreada en la periferia de la copa V era de suponer que fotografiado el follaje por arriba, tendría un carácter distintivo. Las pruebas iniciales con película de colores usando una cámara minúscula para cinta de 35 mm. fueron alentadoras e indujeron a proseguir los ensayos valiéndose de cámaras aéreas cargadas con películas de colores.

Actualmente poca duda queda de que una coloración distintiva de cualquiera especie en el piso superior arbóreo es susceptible de registrarse en las fotografías aéreas de colores. Los problemas son de oportunidad, estado del tiempo y técnica fotográfica.

El primero se refiere al período que dure la coloración distinguible, así como a la densidad de la florescencia o foliación. Un color característico rara vez persiste más de dos semanas, y menos frecuente aún es que pueda confiarse en su estabilidad en la misma área durante este período completo. Los individuos de una especie arbórea determinada pueden presentar su colorido diferente a distinto tiempo en las selvas higrofíticas tropicales y el momento más propicio para la fotografía sólo en el terreno se aprecia al emprender esa actividad.

Ahora bien, en los trópicos, tal período óptimo acaso coincida con uno de nubosidad que frustre la fotografía.

Por lo que hace al problema fotográfico, uno de los tropiezos consiste en el deterioro de la película de colores o de las imágenes que en ella se registran, a causa de la exposición a altas temperaturas y fuerte humedad. La niebla interpone su efecto de enturbiar el ambiente y rebaja el contraste de los colores en las zonas forestales húmedas. El filtro de turbiedad que se use para mejorar la reproducción de los colores fotografiados depende también de la altura a que vuele el aeroplano de reconocimiento, puesto que las transparencias de colores propenden a acentuar el azul a medida que la elevación de vuelo aumenta. La exposición adquiere caracteres mucho más críticos que con la película pancromática, y ésa es una peculiaridad de la de colores, la velocidad de cuyo emulsión es asimismo apreciablemente menor que en la pancromática. Las dificultades de las operaciones de la fotocromía crecen en los trópicos debido a las exigencias rigurosas de los reveladores en cuanto a temperatura, siendo necesario disponer de laboratorios con clima artificial y soluciones a temperatura regulada, razón por la cual el trabajo suele efectuarse en clima templado.

FIGURA 4. Una densa selva higrofítica tropical de la Federación Malaya. Presenta muchas variaciones de tono y textura en las copas de los distintos árboles. Escala, 1:15.000.

A pesar de todas estas objeciones el empleo de películas de colores, no dejan de ser el medio que mejor se adapta a la identificación de cada especie arbórea en las zonas de montes tropicales.

Las pruebas de fotocromía realizadas volando sobre masas forestales de los trópicos, tanto en Honduras Británica como en la Guayana Británica, han demostrado que el matiz de las copas aparece diferenciado. Por desgracia, no fué posible comprobar inmediatamente en el terreno las transparencias de los colores, y sin una pronta verificación terrestre, el trabajo experimental de poco sirve. En las regiones templadas, los ensayos corroborados acreditan que las coloraciones de copa discernibles, por ejemplo, las del haya purpúrea, pueden registrarse a satisfacción en película de colores.

Está en vías de ejecución un nuevo programa de investigaciones a fin de averiguar con mayor certeza la posible utilidad de las películas de colores.

Al presente la fotografía aérea en colores resulta bastante más cara que la de blanco y negro. Su uso se justifica sólo en los bosques tropicales de mayor opulencia donde se hallan las distintas especies arbóreas de grandes dimensiones y alto valor, y cuando las particularidades topográficas hacen difícil, oneroso y lento el trabajo en tierra.

La película infrarroja, ensayada ya en las condiciones que ofrece el bosque tropical, no ha conducido hasta la fecha a resultados muy diferentes de los conocidos en cuanto a mejorar la exactitud de identificación de las diversas especies arbóreas, y eso parece extraño, en vista de las ventajas muy reales de la fotografía infrarroja modificada, según se ha aplicado en Norteamérica a los reconocimientos de las regiones forestales.

Todavía no tiene noticias el autor acerca de algún experimento con puntos de referencia terrestres en comarcas de monte tropical, pero sí ha examinado con estereoscopio, y en el campo, un número bastante crecido de fotografías infrarrojas normales y modificadas. A juzgar por el material estudiado, se desprende que la fotografía infrarroja pura (es decir, obtenida con película infrarroja expuesta a través de un filtro de rojo intenso) presenta más contraste que una infrarroja modificada (esto es, la que proviene de exponer la película infrarroja en combinación con un filtro repulsar del color azul), así como que la primera acentúa las diferencias de tono observables en las distintas especies de árboles.

El efecto penetrante fotografía infrarroja en la neblina, que podría considerarse una ventaja, se contrarresta con la pérdida de detalle en las sombras y la consiguiente borradura de los senderos y pequeñas calvas en las reproducciones, lo cual ocasiona dificultades de dirección al emprender los trabajos de campo.

Las películas pancromáticas expuestas al través de un filtro rojo se han probaba igualmente con la intención de evidenciar las diferencias de coloración, pero la calidad tonal de los puntos resultantes demuestra inadecuación de la técnica.

Cuando la fotointerpretación preliminar llega a su término, el ingeniero de montes dispone de impresiones anotadas, una clave de las anotaciones N símbolos en un mapa provisional de tipos forestales, habiéndose transferido al plano los últimos, de las reproducciones Separadas, al tiempo de anotar las impresiones. Así está el dasónomo en capacidad de ver el agrupamiento de fotoimágenes distintivas. No hace falta que él haya ido al campo, puesto que la estratificación se lleva a cabo a mera base de identificación ocular, quedando ésta sujeta a comprobación posterior en el terreno.

Debe advertirse que en esta etapa el dasónomo no sabe si las fotoimágenes que ha identificado son en realidad tipos forestales, asociaciones vegetativas o especies arbóreas, sino que tiene en la mano un modelo distintivo que necesita explorarse en tierra.

El mosaico aerofotográfico, formado por el enlace de las impresiones de contacto sueltas a fin de obtener un cuadro general de una zona enmantada, le puede prestar utilísimos servicios al ingeniero de montes, ya que hace las veces de guía que le permite planear la verificación terrestre de los símbolos «A-Z» para revisar la mayor variedad posible de fotoimágenes en el lapso más corto. Sus itinerarios se pueden trazar por anticipado en el mosaico al objeto de aprovechar el tiempo con la mayor economía en el campo, escogiendo las estaciones donde haya manera de examinar varias fotoimágenes desde un punto.

Comprobación terrestre de la fotointerpretación,

La fotointerpretación preliminar, de la que se deriva la estratificación del monte, queda entonces en orden sucesivo de verificación sobre el terreno. nicho comprobación es esencialmente cualitativa y consiste en examinar el grado de exactitud de la fotointerpretación para percatarse de si el interpretador ha sido atinado y las fotoimágenes identificables guardan correspondencia con las condiciones que se observen en el campo, y si las correlaciones anotadas son compatibles en toda el área inspeccionada.

Para sacar el mejor provecho de la comprobación en tierra, conviene que de ella se encargue el dasónomo que realizó la fotointerpretación original. Es asimismo aconsejable que se efectúe tan pronto como sea posible después de tomar la fotografía, o de lo contrario, durante el período fotográfico. El motivo de proceder con este criterio se explica porque en los bosques tropicales los pies de una especie determinada pueden hallarse en distinto estado florístico en un momento dado, en virtud de lo cual, dos individuos que ofrecen tonalidad notablemente diferente en la fotografía por estar uno en completa foliación mientras el otro apenas comienza a echar la hoja al tiempo de tomar la fotografía, pudieran parecer idénticos al observarlos en el terreno algunos meses más tarde, no acertando acaso a comprender el cambio la persona que hiciera la comprobación en tierra.

Tratándose de selvas tropicales, la mira del fotointérprete debe ser la de practicar un examen rápido de las fotografías aéreas con la prontitud posible después de la fecha en que se hacen las exposiciones y proseguir en seguida a verificar en el campo las fotoimágenes. Quizá a los ingenieros de montes les interesa saber al respecto que las empresas de reconocimientos aéreos han establecido la costumbre de que sus brigadas de campo revelen las películas en la localidad y saquen un juego de impresiones en el lugar para seguridad de haber explorado a carta cabal una superficie de que haya de hacerse un levantamiento y evitar de tal suerte la precisión de un nuevo vuelo ulterior. Ese juego de pruebas, que a menudo no queda impreso con el esmero que otro posterior para mandar al cliente, responde bastante bien a las necesidades sobre el terreno. Tiene la gran ventaja de no dejar pasar más que unos cuantos días, y si en ese plazo puede el dasónomo disponer de dicha colección, estará en aptitud de confrontar en el acto las fotoimágenes con la respectiva flora y anotar cualesquiera diferencias de tono que ocurran en el aspecto del tipo forestal o entre individuos de la misma especie.

La fotointerpretación cuantitativa reclama una escala mayor, que permita observar en detalle las copas de los árboles por separado. En los trópicos, la escala mínima para este trabajo ha de ser de 1:20.000, aunque la práctica enseña que otra todavía mayor (1:10.000) resulta preferible, dada la importancia de las copas en esta operación. Mientras más grande sea la escala, menor separación deben tener las líneas de vuelo y mayores gastos ocasionará el trabajo, pero siendo tan costosas las maniobras de reconocimiento en tierra, hay que perdonarle al dasónomo de los trópicos la exigencia de fotografías a escala mayor de la requerida fuera de las zonas tropicales.

En las selvas tropicales, la identificación de cada especie arbórea depende en mucha medida de la habilidad del ingeniero forestal que haga la fotointerpretación, de la calidad de las fotografías examinadas y de la variación de tonalidad de los propios árboles. Se estima recomendable que se den detalles de la comprobación cuantitativa tocante a exactitud de la interpretación; verbigracia de 67 copas de árboles del tipo «A», se supo que 65 eran de caoba Khaya ivorensis y 2 de sendas especies diferentes, demostrándose que las 21 identificaciones totales del tipo forestal «B» estaban en orden habiéndose identificado el árbol dominante como Mitragyna inermis y designado monte de pantano de agua dulce el tipo forestal.

El autor, en la práctica, pica las fotografías con un alfiler y va escribiendo notas breves al reverso de cada una, y apuntes más pormenorizados en un libro aparte. Durante la comprobación sobre el terreno, hace anotaciones de los principales cambios en la vegetación, tipo estacional, etc., así como acerca de la especie de los árboles individuales.

Puede combinarse la comprobación en tierra con un trabajo enumerativo de cierta extensión, y en todo caso debería la misma confrontarse con los datos de recuento disponibles. La enumeración por tranzones, o la ubicación de las parcelas de muestreo, han de marcarse en los mapas provisionales de los tipos de monte o en los mosaicos. procurando hallar la relación entre las tendencias vegetativas reveladas en los registros de recuentos y las asociaciones observadas en las fotografías aéreas.

Por ejemplo: el recuento de copas sobresalientes en las fotografías aéreas puede tener relación con la densidad de las especies arbóreas explotables (en la tierra). La mira en este caso sería comparar la cuenta de las copas en la fotografía con los datos de enumeración y luego prever los resultados de una enumeración con forme a la cuenta de las copas en áreas que no hayan sido reconocidas por grupos enumeradores sobre el terreno. Los trabajos efectuados por el autor indican que este procedimiento es factible cuando las especies no eran identificables por observación de las fotografías. La cuenta elevada de copas sobresalientes en zonas forestales inexplotados estaba relacionada con la alta proporción de pies maderables, y viceversa. Las copas se cuentan al través de un estereoscopio con ayuda de plantillas transparentes asentadas a intervalos sobre una retícula que se traza en las fotografías.

FIGURA 5. Fotografía aérea a pequeña escala (1:36.000) y ejemplo de la fotointerpretación preliminar que manifiesta la posible estratificación en tipos forestales de un bosque tropical. Compárese con la Figura 3, en la cual la gran escala y la falta de subdivisión en tipos de monte hacen más difícil la fotointerpretación.

Clave del mapa dasonómico provisional

A Copas pequeñas de color claro, agrupadas.
?A Copas de color claro, posiblemente del tipo A, pero más desparramadas.
B Copas de textura plumosa y color claro.
?B Arboles más jóvenes del tipo B.
C Copas oscuras apretadas, más bajas que el monte circundante.
D Monte abierto en declives empinados: 7 erosión.
E Medio tono, abundantes árboles sobresalientes grandes de tonalidad clara.
F Bosque ribereño con grandes ejemplares sobresalientes dispersos.
G Medio tono, pocos pies sobresalientes de tonalidad clara.

Los trabajos de enumeración en los bosques higrofíticos tropicales son difíciles y costosos, pues ocasionan gastos comprendidos entre 1,75 y 2,6 dólares E.U.A. por hectárea 1 para la enumeración del 100 por ciento de las especies arbóreas comerciales maduras.

1 Cifras aproximadas de las operaciones en Ghana, 1956.

Naturalmente, sólo en zonas escogidas se hace una enumeración del 100 por ciento, pero en las ricas comarcas dásicas tropicales que el autor conoce, se recurrió a inventariar el 100 por ciento de las existencias porque el muestro de un tanto por ciento menor no dió la información requerida. En primer lugar, se hicieron recuentos del 1, 2,5 y 5 por ciento para que dieran una idea del valor del monte. Razones de orden práctico y económico suelen determinar los reconocimientos de un bajo tanto por ciento, pero no hay que olvidar que si las muestras de esa categoría se estiman suficientes en un plan de ordenación, por lo general no cumplen las exigencias de un ingeniero forestal o gerente de explotación interesado en la extracción de trozas en dichas unidades.

Estas personas prefieren desde luego, a pesar del costo, el inventario cabal de las existencias porque da a conocer la situación de los árboles individuales maduros de cada especie maderable valiosa. Y si el mapa de existencias muestra también la topografía de la zona de explotación, tanto mejor, pero el costo de la cartografía sola, por los métodos terrestres, sube entonces entre 2,2 y 2,7 dólares por hectárea 2. Es probable que los precios aumenten de un a no a otro a medida que se elevan los jornales de la mano de obra, y resulta evidente que conviene hallar un medio que reduzca los gastos generales.

2 Gastos aproximados en Ghana, 1956.

El trabajo de enumeración en reconocimientos más extensivos reduce el muestreo centesimal y aplicando los métodos estadísticos al análisis de los datos recogidos se puede lograr una economía de gravosas operaciones de campo. Sin embargo, el gerente de explotación, interesado en extraer la madera, se quejaría al instante de no contar con un mapa detallado de la topografía y existencias, como hace posible prepararlo un reconocimiento de carácter intensivo y que le permite trazar las vías de saca con la mayor economía.

Es cierto que las labores de enumeración pueden salir caras, pero los gastos de construcción y conservación de caminos con alineamiento impropio quizá supere con mucho cualesquiera ahorros que se lograran en la fase inventarial. Así se comprende la importancia del tendido correcto de las calzadas principales de arrastre en una zona forestal y esa circunstancia plantea la cuestión de los levantamientos topográficos adecuados en las regiones de montes higrofíticos tropicales, a que se hará referencia en otro apartado subsecuente.

Fotointerpretación final y elaboración del mapa dasonómico

En seguida de la comprobación en tierra, el dasónomo regresa a su base con los resultados en forma de mosaico de campo anotado o croquis de mapa dasonómico. Ahora lleva a cabo otra fotointerpretación de las impresiones y marca en esta ocasión los linderos definitivos de los tipos forestales, que se trasladarán después al mapa básico.

Los límites de los tipos de monte marcados en las impresiones de contacto se transportan al mapa básico por medio de un instrumento fotogramétrico adecuado como el trazador de líneas radiales (Sketchmaster). La escala cómoda para un mapa básico es la de 1: 50.000, aunque en los detalles muchos ingenieros de montes prefieren usar la de 1: 15.000.

Esta última, o mayor, se necesita cuando hay que mostrar, en los mapas acabados, el tamaño de los árboles individuales maduros. A este respecto, conviene tener presente que los pies que se exceden del límite perimétrico reconocido (27,5 cm. en el caso de la caoba en Ghana), se identificarán con más presteza en las fotografías aéreas, en razón de sus copas de mayor desarrollo. La relación del diámetro de la copa al del tallo no se ha investigado lo bastante en las zonas forestales tropicales que el autor conoce, pero parece que cabe poca duda de que la correlación que liga estas medidas en las especies de clima templado subsiste igualmente en muchas de las tropicales.

Una relación comprobada permitiría al fotointerpretador que utiliza una escala diamétrica de copa, la elaboración de un mapa de existencias forestales con los ejemplares maduros de las especies arbóreas identificables.

Ya tratado el tema de la aplicabilidad y limitaciones de las fotografías aéreas en la localización de la madera comercial en los montes tropicales, pasaremos al de su extracción.

Levantamiento fototopográfico en las selvas tropicales

La extracción de madera por los métodos más eficaces y económicos requiere el trazado de mapas topográficos en una zona forestal. Sin ellos, el ingeniero de montes se ve obligado a ejecutar muchos trabajos de campo tediosos e innecesarios de cortes de guía en el trayecto de las vías de saca propuestas.

El método tradicional de los levantamientos topográficos en las espesas selvas tropicales consiste en hacer reconocimientos terrestres. Se trazan poligonales y curvas de nivel a lo largo de los senderos existentes y ríos, y siguiendo los cortes de guía hechos en el bosque, sirviéndose de un sistema de retícula. Los cortes de guía son lentos y costosos, pero hasta fechas recientes no había otra alternativa.

El nuevo método es el de aprovechar las técnicas fotogramétricas en la construcción de planos topográficos. La descripción pormenorizada del procedimiento se publicó en otro lugar 3 Y sólo breves noticias se darán aquí.

3 MOTT, P. G. «The Contouring of a Tropical Forest Area in Ceylon by the use of Aerial Photographs», Empire Forestry Review, marzo de 1956, y Photogrammetric Engineering, junio de 1955.

Con fotografías aéreas de una zona de bosque tropical, se pueden preparar mapas con curvas de nivel esbozadas usando máquinas fotogramétricas modernas y unos cuantos puntos de referencia terrestres que aún es posible eliminar por completo, pues así se han hecho levantamientos satisfactorios de una región forestal en Ghana, pero resulta ventajoso incluir cierta cantidad de maniobras en tierra. Los fotogrametristas hacen rayado de curvas en la cubierta vegetal por medio de un estereoplanígrafo. Las variaciones en la altura del vuelo, por supuesto, afectan la precisión del rayado, pero la práctica demuestra que la exactitud general se mantiene bastante bien dentro de normas aceptables.

Tales mapas se pueden obtener con menores gastos y mucho mayor rapidez que los construidos por métodos terrestres.

Planos topográficos y mapas dasonómicos

Los procedimientos modernos utilizables en levantamientos topográficos y mapas dasonómicos están tan adelantados, que es posible imprimir los mapas por separado o juntos, o uno de ellos superponible en cl otro. El empleo de un medio transparente indeformable para esas cartas facilita la producción de copias baratas de los mapas originales sacadas en blanco y negro a fin de usarlas en el campo.

Acaso la función más importante de los mapas acabados sea para el dasónomo la verificación planimétrica que permiten en todas las medidas de superficie que se toman en ellos. La extensión de cada tipo forestal puede sacarse con un planímetro y el grado de muestreo ajustarse ya sea para una muestra centesimal común en la superficie entera (v. gr.: un 10 por ciento del área de cada tipo forestal) o aumentar la intensidad del muestreo en el campo cuando se trata de los tipos forestales más estimados.

Bosques tropicales de clima árido

Casi todo el artículo se ha referido hasta aquí a los problemas específicos de los reconocimientos en las zonas de montes higrofíticos tropicales. Muchas de las observaciones hechas se aplican también a las selvas tropicales de clima más seco, pero hay ciertos aspectos de uso de las fotografías aéreas en dichas comarcas, que necesitan explicación.

El primero de ellos es el hecho de que la estratificación del monte en varios tipos forestales y comunidades vegetales se simplifica sobremanera en comparación con la de bosque higrofítico tropical mixto. En segundo lugar, el menor número de especies arbóreas por hectárea significa la: posibilidad mayal de identificación de las diferentes especies sirviéndose de las fotografías aéreas.

Contra estas ventajas debe mencionarse la relativamente baja posibilidad de explotación, propia de dichos montes. Es factible la construcción de mapas precisos dasonómicos y topográficos de esos bosques con ayuda de las fotografías aéreas, completando el trabajo con una cantidad limitada de maniobras en el terreno, pero sólo en raras ocasiones el rendimiento en madera por hectárea daría la justificación económica al costo que acarrea semejante reconocimiento.

En estas zonas, el dasónomo tendrá que contentarse, por lo regular, con fotografías aéreas a pequeña escala tomadas para los fines de levantamientos topográficos; v. gr.: la aerofotografía a pequeña escala que se acostumbra en muchos territorios británicos del Africa. (Con tales fotografías pueden prepararse mapas dasonómicos útiles y exactos, dejando para reservas forestales las comarcas provisionalmente escogidas de bosque más denso.

Los trabajos de enumeración presentan menos dificultades en estos montes y el muestreo en el campo se facilita una vez estratificados, operación que en sí se simplifica por tener linderos bien definidos los diversos tipos forestales.

Las relaciones ecológicas son más discernibles en las susodichas regiones porque las imágenes de la vegetación en las fotografías aéreas a menudo indican los cambios de suelo y de las formaciones geológicas subyacentes.


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