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El futuro de los bosques: perspectivas regionales

¿Cuál será el futuro de los bosques en las distintas partes del planeta? Unasylva ha pedido a expertos de seis regiones que formulen sus predicciones.

Hay muchos elementos comunes en las predicciones de los entendidos de seis regiones del mundo que tratan de imaginar la situación de los bosques y la silvicultura en 2050. Se destaca la expectativa de que en todas las regiones los bosques naturales se ordenarán en atención a las actividades recreativas, la conservación de la biodiversidad, la protección de las cuencas fluviales y la retención del carbono. Disminuirán las actividades extractivas, y la demanda de madera se cubrirá cada vez más mediante plantaciones. Se impulsará la producción de madera y sus productos con adelantos tecnológicos, en especial el progreso de la biotecnología, y mejores cadenas de producción. Los gobiernos dedicarán menos fondos al sector forestal, y la ordenación de los bosques, las plantaciones y las inversiones en industrias forestales pasarán progresivamente a manos del sector privado. El papel de las instituciones gubernamentales se limitará más a orientación general, legislación y aplicación de las leyes.

Detrás de este escenario prácticamente universal, surgen diferencias regionales. Los autores predicen, por ejemplo, que la extensión de bosques naturales menguará en África y Asia, pero aumentará en el Cercano Oriente, y la madera como energía se utilizará más en Europa. Ciertos autores señalan además cuestiones concretas. En Asia, por ejemplo, se predice que la bioprospección será una fuente importante de ingresos forestales. En Asia y Cercano Oriente se espera que el reverdecimiento gradual de los desiertos sea un acontecimiento importante. En Europa, el cambio climático podría tener sobre los bosques una influencia positiva en los países septentrionales pero perjudicial en la zona del Mediterráneo. Básicamente, cada una de las siguientes contribuciones ofrece una visión singular e imaginativa.

África




L.I. Umeh y C. Omoluabi

Lupre Umeh es Director de la División
Agrícola, Oriente, y
Charles Omoluabi es Oficial Forestal Superior,
ambos en el Banco Africano de Desarrollo,
Abidjan, Côte d'Ivoire

Los bosques del África subsahariana deben protegerse por algo más que por sus reconocidas funciones medioambientales y por la producción de madera. La mecanización de la agricultura es básica en África, y los bosques hacen que la producción agrícola sea económica al suministrar materiales baratos para construir granjas, hacer envases e instrumentos, así como leña que da energía barata. Se recolectan productos forestales no madereros que complementan los ingresos agrícolas y constituyen medios de supervivencia en el sector rural, en especial para las mujeres. En África, los bosques condicionan fuertemente las artes, la cultura y la tradición. La protección y la explotación sostenible de los bosques africanos seguirán pues siendo esenciales para el desarrollo económico de la región.

Sin embargo, el ritmo actual de deforestación no permite garantizar los beneficios de los bosques hasta 2050. Subsistirán las trabas actuales para la ordenación, aunque tal vez con menos fuerza en el futuro. Podrán aparecer nuevas fuerzas, con efectos positivos y negativos sobre la sostenibilidad; pero en conjunto, el futuro de los bosques africanos no es prometedor.

La cubierta forestal per cápita en el África subsahariana (0,9 ha) es baja en comparación con casi todas las demás regiones. Los bosques subsaharianos han sido destruidos o fragmentados en gran parte. En África occidental, se ha desmontado casi el 80 por ciento del exuberante bosque húmedo original. Las porciones restantes están muy degradadas y han sobrevivido al ser protegidas como bosques estatales o parques nacionales. Algunos grandes bloques de bosques altos tropicales pueden encontrarse todavía en África central, amenazados por migraciones humanas en gran escala resultantes de los conflictos y la quiebra del orden social. Las mayores amenazas a los bosques africanos son el desbroce de tierras en beneficio de la agricultura comercial y de subsistencia, la demanda de leña, la extracción de madera, el pastoreo intensivo en zonas forestales, los incendios, y los conflictos humanos con los consiguientes movimientos de población.

FUERZAS ACTUANTES Y PERSPECTIVA HASTA 2050

El modelo aquí utilizado para predecir la situación de los bosques subsaharianos y su aprovechamiento hasta 2050 es un modelo dinámico condicionado en gran medida a la evolución en el resto del mundo. Suponemos que África pasará por tres épocas de crecimiento político, económico y social de aquí a 2050, caracterizadas primero por la estabilización política, luego por el crecimiento económico y finalmente por las inquietudes medioambientales. Una segunda presunción es que la influencia de los factores socioeconómicos, políticos y tecnológicos será más favorable para los bosques en el futuro. Reconocemos también el posible impacto de fuerzas políticas mundiales que África no puede controlar.

En África, los actuales parques nacionales y reservas de caza permanecerán quizás como los pocos bosques naturales subsistentes, pero documentales cinematográficos archivados podrían ser los únicos testimonios de los rebaños de cebras antaño abundantes.

- FAO/17391/K. DUNN

Época de estabilización política (2000 a 2020).

Hasta 2020 habrá una deforestación masiva e incontrolada causada por la pobreza y el mal funcionamiento de las economías africanas, y los bosques serán explotados para aliviar la pobreza. Según las Naciones Unidas, la tasa de crecimiento demográfico de la región se mantendrá en un 2 por ciento hasta 2020. La FAO ha informado que 16 países africanos padecen todavía emergencias alimentarias excepcionales resultantes de guerras civiles, desplazamientos de población y sequías. Mientras haya crisis alimentaria, las inversiones en desarrollo forestal serán raras, y muchos países africanos serán incapaces de destinar recursos internos para programas de protección del medio ambiente.

Los recursos externos para la silvicultura en forma de ayuda o subvención serán más escasos y podrán incluso desaparecer en 2020. Parece que el final de la Guerra Fría fue también el final de la generosidad con África. La cancelación de la deuda será mínima y no repercutirá en la ordenación forestal. Los préstamos de los bancos de desarrollo podrían ser la única fuente para obtener limitados recursos internacionales para el desarrollo de los bosques hasta 2020.

Actualmente, los tipos de interés de los préstamos bancarios para el desarrollo no distinguen entre sectores; los proyectos de infraestructura y conservación están sujetos a los mismos tipos de interés pese a los beneficios medioambientales de los proyectos de conservación, que no atraen recursos financieros. Estando hoy muchos países africanos (sobre todo los que padecen disturbios) endeudados con los bancos de desarrollo, pocas son las posibilidades de conseguir tipos de interés menores para sectores menos competitivos. La financiación de la gestión forestal sostenible seguirá pues siendo un gran problema hasta el año 2020.

La aguda escasez de fondos para la silvicultura será muy negativa para el medio ambiente y los suministros de madera. Ello se traducirá sobre todo en la incapacidad de África para satisfacer sus necesidades de madera industrial. Aunque los fondos públicos de los presupuestos gubernamentales anuales aumenten en el futuro, serán aún muy insuficientes para llenar las lagunas abiertas por el prolongado descuido de los bosques. La silvicultura como empresa comercial seguirá siendo poco atractiva para el sector privado en los próximos 20 años por la dificultad de acceso a la tierra, la no liberalización del comercio de madera, los bajos precios de ésta distorsionados por los gobiernos y los altos tipos de interés de los préstamos.

Época de crecimiento tecnológico (2020 a 2040).

Será éste un período de verdadero desarrollo para África, y los adelantos en la ciencia y la tecnología darán apoyo a la agricultura y la industrialización. Se empezará a gozar de estabilidad y buena administración en la mayor parte de África. Se habrá alcanzado la seguridad alimentaria en muchos países, observándose un desarrollo significativo en cuanto a recursos humanos y bienestar, tecnología e industrialización. El crecimiento industrial reducirá el papel de la agricultura como fuente de empleo. La productividad agrícola por hectárea habrá mejorado decididamente, permitiendo al sector agrícola ceder algunas tierras para usos urbanos y forestales. El capital privado extranjero habrá empezado probablemente a fluir hacia África al haber privatizado los gobiernos una parte mayor de sus sectores de energía, agua, comunicación y transportes. Desde 2020 cabe prever una población más estable, así como una economía más abierta con un alto nivel de liberalización comercial y mejores infraestructuras. Se reforzará la integración regional en todas las subregiones del África subsahariana, mejorando el comercio en el continente africano. El sistema tributario será probablemente más efectivo, mejorando la recaudación de impuestos. Los intereses de los préstamos de capital habrán caído a un solo dígito.

En esta época, no obstante, los bosques naturales africanos estarán muy degradados a consecuencia de la prolongada falta de atención a su desarrollo y de la explotación de sus recursos para el crecimiento económico. Prevemos que la degradación ambiental resultante de la pérdida de bosques culminará hacia 2040, siendo las inundaciones y la erosión los mayores obstáculos para el desarrollo en la región. Los actuales parques nacionales y reservas de caza serán quizás los pocos bosques naturales subsistentes. Los documentales cinematográficos podrían guardar los únicos testimonios de rebaños de cebras y antílopes antaño abundantes en los parques de Kenya y Tanzanía. Se habrá perdido mucha biodiversidad a causa de la sequía de muchos ecosistemas africanos.

Las facturas de importación de madera para algunos países equivaldrán a las actuales facturas de importación de petróleo. Los países del África saheliana sin recursos minerales quedarán rezagados en el desarrollo respecto a los países del África húmeda a causa de la carga de las facturas de la energía y la madera.

Al escasear la madera y subir sus precios y liberalizarse el comercio, las empresas privadas y las familias agrícolas empezarán a plantar árboles en tierras de cultivo abandonadas y con el estímulo de incentivos fiscales que los gobiernos empezarán a ofrecer en todos los niveles para favorecer la conservación y el cultivo de árboles madereros. La silvicultura empezará a recibir apoyo del sector privado y mayor atención de los gobiernos. Los gobiernos empezarán también a dar apoyo a la conservación, que será un tema de propaganda electoral.

Hacia 2040, decaerá el papel de las comunidades como protectoras de los bosques, al tiempo que la propiedad privada de la tierra será dominante. Las instituciones públicas forestales tendrán menos personal y su papel se centrará más en la formulación de políticas y la preparación de legislación sobre el medio ambiente. La formación de personal forestal se orientará menos hacia la extensión y más hacia la capacitación para la administración de los bosques como empresa económica.

Época de interés creciente por el medio ambiente (2040 a 2050).

Aunque la estructura de los bosques africanos habrá cambiado en 2040 al perderse muchas especies indígenas e introducirse especies exóticas, los años 2040 a 2050 verán crecer rápidamente el interés por el medio ambiente. Al crecer el nivel de ingresos, los bosques servirán más para fines recreativos y para la protección de las cuencas fluviales. Los africanos no tendrán tanta necesidad de los bosques para producir energía, ya que habrá más disponibilidad de electricidad y gas. Esta evolución será muy positiva para el medio ambiente y su conservación. Los troncos de menor diámetro tendrán más importancia en el suministro de madera de construcción. Los incendios forestales se dominarán gracias a las inversiones privadas en la explotación de la madera. Entrarán en vigor más acuerdos internacionales, y los bosques, más que un capital nacional, serán objeto de demorada atención regional.

Lamentablemente, esto ocurrirá tal vez cuando el recurso esté ya agotado. Es urgente pues que los gobiernos, las organizaciones internacionales y no gubernamentales y los individuos redoblen sus esfuerzos para evitar esta situación.

Asia
y el Pacífico




M.N. Salleh

M.N.Salleh ex Presidente de la IUFRO
y ex Director General del Instituto Malasio de
Investigaciones Forestales (FRIM), Malasia

Un proverbio ruso dice que cuando predecimos el futuro, el diablo ríe. ¿Qué importa que el diablo ría? Permítaseme predecir el futuro de la silvicultura en la región de Asia y el Pacífico para el año 2050, dentro de cincuenta años, y ya veremos quién ríe el último, si el diablo o nosotros los especialistas forestales.

En 2050, los bosques serán víctimas de los cambios sociales, económicos, científicos y políticos que tendrán lugar en la región y en el mundo en los próximos cinco decenios. Los muros del comunismo se derrumbarán en todo el mundo, incluida China, y el capitalismo será la norma de la actividad económica. Este hecho, junto con la extensión de la globalización a todos los países, tendrá una fuerte repercusión económica en la silvicultura. El progreso de la ciencia mediante la investigación y el desarrollo habrá dado grandes pasos, y la silvicultura se beneficiará notablemente, en especial gracias a la biotecnología.

La privatización de los bosques será la norma en la mayoría de los países. El sector público, es decir los departamentos forestales, se encargarán únicamente de aplicar las leyes y recaudar rentas. Todas las demás funciones de la gestión forestal estarán en manos del sector privado, incluida la administración de plantaciones, bosques naturales y parques. Se logrará así una práctica forestal más integrada en que las actividades primarias, tradicionalmente en manos del sector público, estarán directamente vinculadas a las actividades derivadas, que tradicionalmente han sido dominadas por el sector privado. Esta evolución tendrá profundos efectos sobre el desarrollo y la práctica de la silvicultura, así como sobre la profesión forestal en Asia y el Pacífico.

Disminuirá la extensión de los bosques naturales de Asia y el Pacífico. Los bosques tropicales se limitarán a Kalimantan e Irian Jaya en Indonesia, y a pequeñas bolsas en Malasia y Papua Nueva Guinea. Filipinas y Tailandia conservarán pocos bosques tropicales naturales. Los bosques subtropicales quedarán limitados a reservas aisladas en Asia sudoriental, Australia y el subcontinente indio, mientras que los bosques templados existirán todavía en pequeñas reservas en las regiones templadas de China, el subcontinente indio, Australia y Nueva Zelandia. No obstante, el uso de estos bosques naturales remanentes se limitará a la conservación, la producción de agua y el esparcimiento, mientras que las necesidades de fibra de madera se cubrirán mediante plantaciones. Los silvicultores habrán reconocido finalmente que deben cuidar todo el ecosistema, con su fauna y su flora, y no sólo a los árboles. Estos espacios serán administrados por el sector privado, siendo el bien público uno de los productos más económicos producidos.

En muchos países asiáticos el suministro de agua dulce será un gran problema, y de los bosques naturales se obtendrá el agua que se venderá a los servicios públicos. En la foto, un embalse en una zona montañosa de China

- FAO/20042

OBJETIVOS DE LA SILVICULTURA

La función recreativa del bosque será la más demandada, y el ecoturismo habrá adquirido el rango de una verdadera ciencia. El turismo ecológico será tan popular que habrá que marcar en los bosques zonas para diferentes intensidades o tipos de actividades turísticas, y habrá que preparar planes recreativos específicos para organizar el esparcimiento en el interior de los bosques naturales restantes.

En muchos países el agua potable será un problema grave, y los bosques naturales funcionarán también como zonas de captación de aguas, siendo administrados para el suministro de agua, la cual se venderá a los servicios públicos.

El mayor ingreso forestal procederá de licencias y acuerdos de bioprospección. Los bosques tropicales naturales que queden en Asia y el Pacífico se abrirán a la bioprospección internacional, que llegará a ser una industria mundial equivalente en importancia a la prospección de petróleo. Se buscarán productos farmacéuticos, cosméticos y otros productos naturales para la industria alimentaria como colorantes naturales, nuevas hierbas y condimentos. Estas actividades de bioprospección estarán reguladas mediante un protocolo en el marco del Convenio de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica y la legislación nacional para el disfrute equitativo y compartido de los beneficios y la tecnología. En particular los países tropicales, en los que hay mayor biodiversidad, serán pioneros en la promoción de estas actividades. Se tomarán medidas de control adecuadas para que los poseedores de la biodiversidad reciban también sus beneficios. La bioprospección será un negocio tan lucrativo que el mantenimiento de los bosques con ese fin beneficiará a sus propietarios más que la extracción de madera. No existirán ya el SIDA ni muchas otras enfermedades mortales, pues se habrán encontrado remedios mediante esas actividades de bioprospección.

Toda la fibra de madera necesaria para la región se producirá en plantaciones forestales -incluidas las de caucho y palma de aceite, reconocidas internacional-mente como tales plantaciones- que se explotarán en rotaciones cortas para la producción de fibra destinada a ser elaborada en forma de diversos productos reconstituidos con valor añadido. Sistemas nuevos y perfeccionados de elaboración a partir de la fibra de madera permitirán hacer productos acabados. Todo el proceso de producción será automático y controlado por computadoras.

La retención de carbono será una de las funciones más importantes de los bosques, pues nuevos protocolos aprobados en virtud del Convenio Marco revisado sobre los Cambios Climáticos permitirán y promoverán créditos y transacciones con el carbono en los futuros mercados internacionales de productos básicos. Además del carbono, se negociará también en los mercados internacionales con créditos de biodiversidad y transpiración. La demanda mundial de agua dulce superará a la oferta, y serán previsibles las transacciones con créditos de agua como producto básico.

La certificación de la madera y de los bosques será la norma; no se venderá en mercados locales ni internacionales madera ni fibra alguna sin certificación de gestión sostenible. Se instaurará y practicará ampliamente un sistema de gestión de la cadena de custodia. Además del Consejo de Administración Forestal, otros órganos de certificación de países del Sur serán reconocidos y aceptados en el mercado internacional.

LA PROFESIÓN FORESTAL

Al estar la ordenación forestal en manos del sector privado, proliferarán en muchos países del Sur empresas de consultoría, dando nueva vida a la silvicultura y robusteciendo la profesión. La silvicultura será de nuevo una profesión respetada, incluso más que la medicina o la tecnología e ingeniería de la información, sobre todo por la demanda de vida al aire libre y estilos de vida sostenibles.

La profesión forestal se regirá no sólo por normas y reglamentos nacionales con sus códigos de conducta, sino también por un Consejo Forestal mundial bajo los auspicios de las Naciones Unidas. Proliferarán las escuelas forestales al crecer la demanda de formación forestal. La Asociación de Instituciones de Investigación Forestal de Asia y el Pacífico (APAFRI), formada en 1995, será la sociedad forestal líder en la región y su mandato habrá desbordado la investigación para cubrir la práctica profesional de la silvicultura.

ADELANTOS CIENTÍFICOS

Florecerá la biotecnología forestal, tanto en la investigación institucional como en la aplicación de sus resultados. Se modificarán genéticamente los árboles plantados en función de ciertas necesidades, como la máxima retención de carbono, la producción de fibra o cualquier otro de los muchos rasgos modificables. Se cultivarán en plantaciones numerosos árboles transgénicos con muchas características diferentes, como resistencia a enfermedades y tasas máximas de crecimiento, aunque la silvicultura estará todavía lejos de producir el árbol «ideal». Tasas de crecimiento del 100 m3 por hectárea y año serán normales en especies tropicales.

En 2050, un nuevo árbol transgénico de crecimiento rápido, eficiente en la absorción de carbono y productor de brotes y frutos comestibles, estará experimentando una modificación genética para producir savia que pueda utilizarse como combustible para automóviles sin transformación alguna. Los científicos aspirarán a iniciar la producción económica de este combustible hacia 2075. Como se podrán producir grandes volúmenes de fibra de madera, la biomasa será la fuente de energía preferida, y numerosas centrales pequeñas generadoras de energía de la biomasa se extenderán por las regiones rurales tropicales de Asia y el Pacífico.

No obstante, gracias al desarrollo de la tecnología de plantaciones, las tradicionales maderas indígenas de alto valor de la región se cultivarán también en zonas selectas enriqueciendo con nuevas plantas los bosques degradados o en plantaciones forestales. Estas especies tropicales se cultivarán en rotación de 20 años, pero su madera será cara y alimentará un mercado internacional selecto.

Las zonas áridas y semiáridas de la región, por ejemplo en China, Mongolia, Asia central y Australia, se beneficiarán del desarrollo de nuevas plantas y árboles transgénicos que podrán sobrevivir y prosperar con escasa humedad. Los espacios semidesérticos del pasado serán verdes con plantas y árboles capaces de resistir condiciones de baja humedad. Algunos de estos árboles habrán sido genéticamente modificados para echar raíces adventicias fuertes y largas que busquen la humedad a gran profundidad, así como raíces aéreas capaces de absorber la humedad del aire. Las raíces aéreas, los tallos y las ramas tendrán también nódulos para absorber el nitrógeno del aire. En cuanto estos extensos eriales, antaño repelentes, empiecen a verdecer, producirán en el aire humedad suficiente por transpiración para estimular la formación de nubes e incluso la lluvia. El florecimiento de los desiertos, una de las más antiguas ambiciones humanas, se hará poco a poco realidad. Tecnologías económicas de desalinización del agua de mar permitirán regar regiones semiáridas y áridas cercanas al mar, que se harán fértiles para ser habitadas y cultivadas.

Los desiertos verdecidos ayudarán a resolver el gran problema demográfico de China y la India, que seguirán siendo los países más poblados del mundo. La producción agrícola aumentará lo suficiente para cubrir las necesidades de alimentos básicos de estos países. Con la tierra disponible, las tecnologías desarrolladas y los recursos humanos que posee, la región de Asia y el Pacífico pasará a ser la mayor productora de alimentos y de madera del mundo.

Europe




C. Prins

Kit Prins es Jefe de la Sección madera,
División de Comercio, Comisión económica
de las Naciones Unidas para Europa, Ginebra,
Suiza.2

Cincuenta años es menos que un ciclo forestal completo en casi todas las partes de Europa, de manera que los especialistas forestales de hoy deben actuar imaginando las condiciones en un futuro distante de 50 a 100 años. La proyección de las tendencias actuales al futuro es también una de las mejores maneras de entender el presente. Las especulaciones de este tipo, no obstante, tienen que centrarse más en las tendencias sociales y económicas que en los aspectos de técnica forestal, ya que aquéllas son las que más influyen en la práctica de la silvicultura.

Se supone que en Europa habrá paz y prosperidad, posiblemente más prosperidad que al comienzo del siglo XXI. Si Europa sufriera de nuevo la guerra o una gran catástrofe, natural o provocada por el hombre (como una explosión nuclear), la devastación de los bosques y de las poblaciones podría ser tal que la primera prioridad de los técnicos forestales sería la protección o la reconstrucción de lo que quedara. Es imposible prever estos acontecimientos, pero no hay que excluirlos por completo.

Antes de mirar adelante, es prudente mirar atrás. ¿Cuáles fueron los principales cambios estructurales que influyeron sobre los bosques europeos en los últimos 50 años?

Desde la Segunda Guerra Mundial, tal vez los cambios más fundamentales hayan sido un enorme aumento de la prosperidad general y la actual transición de las economías de planificación centralizada a las de mercado social.

En el sector forestal, con excepción de los años inmediatamente siguientes a la Segunda Guerra Mundial, la corta de madera ha quedado bastante por debajo del incremento, y la superficie forestal ha aumentado constantemente. Ha habido pocos cambios importantes en la teoría y la práctica de la silvicultura: la tendencia a los monocultivos intensivos propiciada en los años cincuenta y sesenta se ha corregido ante las críticas de un público cada vez mejor informado y con sensibilidad ecológica. La silvicultura ha vuelto a sus anteriores principios, más cautos y menos económicos.

El trabajo forestal es menos duro y menos peligroso. Los perfeccionamientos en el diseño de la sierra de cadena y la mayor mecanización han mejorado las condiciones de trabajo pero también han hecho que la extracción de madera sea en muchas partes de Europa una actividad con bastante densidad de capital.

La proporción entre distintas variedades de madera en rollo ha cambiado radicalmente: la leña ha pasado a ser insignificante en muchas zonas al descender a niveles sin precedentes (en términos reales) los precios de la energía no renovable, y los troncos pierden constantemente terreno ante la madera para pasta. El ascenso de los productos basados en madera reconstituida ha abierto salidas para casi todas las partes del árbol. Se desecha muy poca materia prima. La recuperación del papel usado es ya corriente en toda Europa. La misma tendencia apunta la recuperación de madera usada.

Desde los años setenta, la población de Europa (sobre todo de Europa noroccidental) es especialmente sensible a los aspectos ecológicos y, al aumentar la prosperidad, está menos dispuesta a justificar los daños al medio ambiente por motivos económicos.

EL MEDIO AMBIENTE EXTERIOR

Los precios de la energía serán bastante más altos en 2050, y se estimulará sistemáticamente el uso de energías renovables, entre ellas la de la madera. El petróleo perderá su preponderancia como fuente de energía hacia 2030. No será sustituido por una sola fuente de energía, pero las fuentes se adaptarán progresivamente a los usos.

Muchas funciones políticas y administrativas serán descentralizadas a planos regionales y locales o serán internacionalizadas. El Estado nacional, aunque todavía importante, no será ya el centro único de poder político. En muchos ámbitos, las decisiones de la UE serán determinantes. La UE se extenderá hasta las fronteras de la Comunidad de Estados Independientes y tendrá una mayor influencia normalizadora en todos los sectores de la vida, entre ellos la distribución de la riqueza entre las partes más pobres y más ricas de Europa. Será además una organización más democrática que hoy. Sin embargo, la influencia de la UE y de otros grandes poderes en el mundo (los Estados Unidos y el Japón) será contrarrestada por una mayor influencia de otros poderes regionales.

La Federación de Rusia atravesará nuevos períodos de tensión extrema, incluso caos, pero permanecerá como poder regional importante con una economía razonablemente competitiva. El descenso de la población (en un 20 a 30 por ciento) será un problema considerable, y cientos de millones de hectáreas quedarán sin cultivar (excepto para extracción de minerales y explotación forestal).

Las compañías multinacionales y las organizaciones internacionales no gubernamentales tendrán gran influencia en la economía y la opinión pública. El cambio de estructuras será imposible sin el apoyo al menos tácito de ambos grupos.

Una población estable o en descenso, junto con la prosperidad económica, encarecerán todavía más la mano de obra en Europa (en términos relativos) e impulsarán la mecanización y la automatización en todos los campos. Nuevas tecnologías en el sector de comunicaciones y otros seguirán reduciendo los costos y aumentando la efectividad.

Habrá un enorme auge de la construcción entre 2000 y 2030 en los países de Europa central y oriental.

DEMANDA DE BIENES Y SERVICIOS FORESTALES

Los productos de la madera seguirán siendo importantes en los mercados de la construcción y el mobiliario, siempre que prosigan la innovación, la comercialización vigorosa, los precios competitivos y una imagen medioambiental favorable. Dominarán los productos compuestos con especificaciones adaptadas a la demanda, manufacturados en grandes fábricas con alta densidad de capital a partir de materias primas homogéneas de baja calidad. La madera aserrada tradicional con sus bajos insumos de procesamiento, sus características irregulares y sus exigencias de alta calidad de materia prima será un lujo o un producto para minorías.

En Europa, la demanda de servicios recreativos dominará en zonas forestales turísticas como este paraje cercano a St Moritz, Suiza

- FOTO: FAO, DEPARTAMENTO DE MONTES/TH-119/T. HOFER

Sólo unas pocas compañías y regiones productoras tendrán la escala de operaciones, las reservas de capital y los conocimientos especiales para actuar en los mercados mundiales en este contexto competitivo. En Europa, podrían hacerlo los países nórdicos y bálticos (considerados cada vez más como una sola región); el Norte de España, Portugal y el Suroeste de Francia; Irlanda y Escocia; Austria; Polonia; y el Noroeste de Rusia. Estas regiones se caracterizarán por una silvicultura muy intensiva y una alta concentración de fábricas. En otros lugares los mercados de la madera como materia prima serán débiles y la rentabilidad baja, si la hay.

La demanda de servicios recreativos dominará en todos los bosques cercanos a los núcleos de población y a los destinos turísticos. Se intensificarán los conflictos entre grupos de usuarios, debiendo actuar como árbitros los propietarios (públicos o privados) de los bosques).

Los consumidores serán cada vez más exquisitos y exigentes en cuanto a las cualidades del producto y a los aspectos ecológicos. Por ejemplo, los consumidores europeos no aceptarán ya cualquier madera de bosques naturales; pero esto tendrá poca importancia porque todos los bosques naturales estarán permanentemente protegidos o transformados en bosques seminaturales (es decir ordenados) o plantaciones, y la madera de plantación será mucho más barata.

La energía será el principal mercado nuevo pues los gobiernos, bajo la influencia de las catástrofes climáticas atribuidas a los gases de invernadero, utilizarán finalmente el arma de los precios para disuadir del uso de fuentes de energía no renovables y estimular la oferta y la demanda de madera con medidas enérgicas. Habrá muchas pequeñas instalaciones alimentadas con leña; la calefacción en las zonas rurales utilizará casi exclusivamente la dendroenergía, así como en otras zonas en medida apreciable. Se fabricarán combustibles a base de madera como etanol o metanol en gran escala para sustituir algunos usos del petróleo.

POLÍTICA Y GESTIÓN FORESTAL

Por todas partes, sin excepción, se impondrán normas estrictas de conservación de la biodiversidad (protección de los hábitat básicos, corredores para la fauna, etc.).

En las áreas de producción intensiva de madera, propiedad de industrias forestales o de grandes terratenientes vinculados a las industrias por contratos o en copropiedad, las compañías madereras especializadas realizarán la mayor parte de las tareas de gestión. El conjunto del sistema -desde la plantación hasta la extracción, el transporte, el procesamiento y la comercialización- estará perfectamente regulado, con vínculos permanentes entre los eslabones de la cadena. Mejoras genéticas y silvicultura intensiva conducirán a mejores rendimientos y a rotaciones más cortas. La selección genética de los árboles se hará con miras no sólo al crecimiento rápido sino a las características de la madera como lignina reducida para hacer pasta. En la mayoría de los casos se conocerá el uso final del árbol desde el momento en que es plantado. En estas áreas, los bosques serán rentables y habrá un mercado activo de tierras forestales.

Fuera de las regiones de producción intensiva de madera, se reconocerá la utilidad general de los bosques para la sociedad. Los propietarios de bosques percibirán ingresos de la venta de madera, sobre todo a los mercados locales de dendroenergía (que estarán estrictamente regulados como hoy los de electricidad, gas o transporte público); también recibirán subvenciones públicas para compensar los costos no cubiertos por las ventas de madera, a cambio de ciertas restricciones en su libertad de opción. Las tasas a cargo de los usuarios se considerarán improcedentes y difíciles de imponer, como hoy los peajes de carretera. Unos pocos bosques con alto valor recreativo cobrarán tasas de entrada (como hoy las autopistas en algunos países).

En los espacios de intenso uso recreativo, las autoridades podrán tener que asumir el cuidado cotidiano del bosque, pues los propietarios privados no tendrán capacidad para ello. No obstante, en zonas rurales más remotas fuera de las regiones de producción maderera intensiva, la mayoría de los bosques apenas requerirán atenciones, pues volverán paulatinamente a un estado más natural y se extenderán naturalmente sobre tierras antes cultivadas.

El personal forestal dedicará gran parte de su tiempo a organizar ejercicios con participación pública: la profesión forestal se considerará como un trabajo «social» más que técnico.

El cambio climático modificará las condiciones locales y repercutirá sobre los rendimientos. Algunas zonas serán más competitivas (p.ej. el sur de Finlandia y Suecia), mientras que otras tendrán graves problemas (p.ej. los bosques mediterráneos amenazados por incendios y desertificación), pero en conjunto el sector logrará adaptarse. Europa tendrá algunos «bosques Kyoto» (bosques establecidos y administrados específicamente como sumideros de carbono y tenidos en cuenta en el proceso de auditoría del Convenio Marco sobre los Cambios Climáticos), financiados principalmente por acuerdos con compañías eléctricas locales o nacionales, pero casi toda la actividad relacionada con los sumideros de carbono tendrá lugar en zonas con mejores condiciones de cultivo y tierras más baratas.

CUESTIONES DEL SECTOR FORESTAL

La certificación dejará de ser una cuestión contenciosa; o los productos certificados tendrán un mercado muy reducido, o (más probablemente) todos los productos forestales se certificarán rutinariamente.

A nivel local, los conflictos entre grupos de usuarios serán la preocupación mayor. A nivel nacional y de la UE, el debate se centrará en la posible financiación pública de la administración forestal en zonas que no sean de producción maderera intensiva. A nivel internacional, los problemas de la política comercial (un «campo de juego igualado» para los productores de madera) centrarán los debates políticos. Será difícil distinguir los pagos para administración de bosques no intensivos (que se considerarán legítimos) de los subsidios para zonas de producción maderera intensiva (ilegítimos en teoría, si no en la práctica).

Como hoy, la mayoría de los propietarios de bosques se esforzarán sobre todo por amortizar sus costos u obtener beneficios dando al mismo tiempo satisfacción a las necesidades de la sociedad.

América Latina
y el Caribe




I. Tomaselli

Ivan Tomaselli es Director de la compañía
consultora forestal brasileña STCP - Engenharia
de Projetos, y Profesor en la Universidad
Federal de Paraná, Curitiba, Brasil.

La región de América Latina y el Caribe tiene todavía grandes extensiones cubiertas de bosques, pero salvo en algunos países el potencial de los bosques no ha sido aún plenamente reconocido ni desarrollado. ¿Cuál será la situación en 2050? Para responder a esta pregunta, primero hay que mirar atrás.

Como en casi todo el mundo, en América Latina y el Caribe los bosques se consideraron antaño como un obstáculo para el desarrollo con relativamente poca importancia económica. Durante mucho tiempo la región tuvo un saldo negativo del comercio internacional de productos forestales.

A principios del siglo XX incluso Brasil, hoy principal productor y exportador de productos forestales de la región, importaba mucha madera. Durante muchos años Estados Unidos, Canadá, Finlandia y Suecia exportaron grandes volúmenes de madera en rollo al Brasil. Los efectos de las dos Guerras Mundiales contribuyeron a invertir la situación, pero la consolidación del sector forestal, en el Brasil como en otros países de la región, no se inició sino mucho después.

Las políticas territoriales, agrícolas y forestales practicadas por algunos países en el decenio de 1960 fueron quizá los factores más importantes que abrieron nuevas perspectivas para los bosques y la silvicultura de la región.

Las políticas forestales produjeron efectos notables, en particular en Brasil y Chile. En los años sesenta estos países desarrollaron un programa de incentivos fiscales en apoyo de las plantaciones forestales, principalmente de pinos y eucaliptos, que pronto ofrecieron materia prima uniforme y barata, reconocida como un elemento importante para atraer el capital necesario para desarrollar la industria forestal.

Las políticas territoriales y agrícolas llevaron a la ocupación de zonas forestales tropicales. En consecuencia, se dispuso de grandes volúmenes de madera en rollo de alta calidad y barata. Durante el mismo período la industria de la madera tropical florecía en Asia. Los productos de madera tropical conquistaron nuevos mercados abriendo así nuevas perspectivas a las inversiones, en particular en la cuenca del Amazonas.

La crisis económica regional de los años ochenta, la globalización y las presiones ecologistas fueron elementos clave para introducir los cambios más recientes en el sector forestal de la región.

Chile pudo modernizar y abrir su economía más rápidamente que otros países de la región, atrayendo capitales y desarrollando el potencial de sus plantaciones forestales. Brasil abordó un largo período de alta inflación y estancamiento económico. Escaso de capital y menos atractivo para inversores internacionales, su sector forestal progresó más lentamente. En cualquier caso estos dos países fueron los únicos de la región que desarrollaron en cierta medida el sector forestal, sobre todo basado en plantaciones.

Brasil y Chile sirvieron de modelos para otros países. La experiencia de los programas de incentivos fiscales en Chile y Brasil se aprovechó para desarrollar más mecanismos de incentivos fiscales y otros. Los incentivos son ahora instrumentos importantes para la expansión de las plantaciones forestales en Argentina, Uruguay y Paraguay. Otros países se han mostrado dispuestos a adoptar modelos similares.

La baja sostenibilidad de los proyectos agrícolas en la Amazonia y las presiones de los ecologistas fueron factores importantes para el desarrollo de nuevas políticas forestales. El proceso se inició en Brasil, donde se aprobaron varios instrumentos legales para continuar regulando las actividades forestales, y se extiende ahora a toda la región. Después de un amplio debate Bolivia promulgó una nueva ley forestal en 1996. Perú aprobó una nueva ley a principios de 2000, y se están gestando otros mecanismos reguladores.

El modelo adoptado puede variar de un país a otro. En Brasil, por ejemplo, la base son los bosques productivos de propiedad privada, mientras que en Perú y Bolivia los bosques pertenecen al Estado y se adjudican al sector privado como concesiones. Todos los modelos, no obstante, han incorporado los principios de la ordenación forestal sostenible.

LA REGULACIÓN, CLAVE DETERMINANTE DEL FUTURO

Cualquiera sea el modelo adoptado o el tipo de bosque, todas las actividades forestales en la mayoría de los países de la región están fuertemente reguladas. En muchos casos las decisiones de los gobiernos obedecen a la presión internacional. En general, en el sector forestal han aumentado las medidas reguladoras mientras que en otros sectores predominan las políticas desreguladoras en correspondencia con el proceso de globalización.

Al parecer la mayoría de los gobiernos de la región no han podido establecer los mecanismos adecuados para hacer compatibles las inquietudes medioambientales y las políticas de desarrollo. La débil capacidad de gestión es el problema principal, y no es probable que se resuelva en los próximos años.

Pese a los esfuerzos realizados, la cooperación internacional no ha podido superar ésta y otras limitaciones. Retrospectivamente, se diría que la cooperación internacional ha sido un mecanismo caro e ineficaz.

Desde el interior y desde el exterior, se incita a los gobiernos a una mayor reglamentación. Para ello se requieren nuevas estructuras que apliquen los instrumentos legales, y se ha prestado poca atención a la eficiencia del proceso; un proceso que aumenta y seguirá aumentando los costos para los gobiernos, y que está transfiriendo tales costos al sector privado.

Algunos países han promovido la descentralización de la administración pública, haciendo que las autoridades provinciales y municipales intervengan en la vigilancia de los bosques y del medio ambiente y en otras cuestiones conexas. Se ha pensado que esta es una manera de promover la participación de los interesados y también de facilitar el ajuste de los reglamentos y los instrumentos de desarrollo a las condiciones locales específicas. El principio es correcto, pero los resultados en la mayoría de los casos no han sido positivos. La descentralización ha llevado en general a la superposición de reglamentaciones, la multiplicación de órganos reguladores más conflictos y costos adicionales.

El resultado de esta evolución es que las compañías y los países de la región pierden competitividad, lo que implica más limitaciones para la adopción de una silvicultura sostenible, que es el objetivo final. Otros actores en el mercado mundial están menos reglamentados y tienen ventaja competitiva.

EL IMPORTANTE PAPEL DE LAS PLANTACIONES

La tendencia reglamentista continuará en los próximos años. Algunos países de la región podrían necesitar 20 años o más para superarla, y entonces los productos forestales autóctonos habrán perdido probablemente la mayor parte de su valor de mercado.

Las plantaciones forestales seguirán creciendo en América Latina y el Caribe. Actualmente su reglamentación es severa en la mayoría de los países de la región, pero lo será menos en el futuro. Además, desde un punto de vista puramente económico las plantaciones son más productivas que los bosques autóctonos. Estos factores harán más competitivos los productos de las plantaciones. La tecnología seguirá viniendo en ayuda de las plantaciones, posibilitando la producción de material de mejor calidad y más uniforme en menos tiempo. En el futuro, de las plantaciones saldrán productos de madera mejores y más baratos.

No todos los países de la región se beneficiarán de plantaciones forestales. Éstas requieren inversiones a largo plazo, y no todos los países pueden asegurar la estabilidad jurídica, política y económica que requieren los inversores. Además, los países con pocos mercados locales e infraestructuras débiles tendrán menos probabilidades de desarrollar la silvicultura en los próximos años.

La evolución actual de las plantaciones indica claramente que en un futuro próximo el Cono Sur de América Latina figurará entre las más importantes regiones productoras de productos forestales del mundo. Plantaciones de pinos y eucaliptos serán las fuentes principales de materia prima. La especie Eucalyptus se impondrá en el mercado sobre las maderas tropicales.

Seguirá afluyendo capital a los países del Cono Sur, sobre todo de inversores privados. Grandes empresas sustituirán gradualmente a la industria actual. La propiedad de los bosques y la producción industrial estarán muy concentradas. El mercado regional crecerá más rápidamente que el mundial y será importante para los productores locales, pero la región tendrá también una presencia importante en el mercado internacional.

Trabajadores de un vivero de eucaliptos en Honduras cuidan los futuros árboles.
En América Latina y el Caribe, las plantaciones de eucaliptos serán importantes proveedoras de productos madereros en 2050

- FAO/20720/A. PROTO

Los bosques autóctonos se conservarán en el futuro principalmente con fines medioambientales. Se reducirán sus zonas de producción, ya que su selección obedecerá a razones medioambientales o por carecer de competitividad.

Se invertirá cada vez más dinero procedente de la cooperación internacional y otros mecanismos de financiación (retención de carbono, conversión de la deuda, protección de la biodiversidad y otras fuentes) en la protección de los bosques autóctonos. Varios gobiernos de la región aceptarán esos fondos y promulgarán y aplicarán leyes y reglamentos para reducir continuamente la producción en los bosques autóctonos. Se podrán resolver así con más facilidad y presteza problemas inmediatos relacionados con la falta de capitales, colmando las expectativas de las poblaciones. Los gobiernos reducirán así la presión social y ganarán estabilidad política. Las generaciones futuras juzgarán esta decisión. u

Cercano
Oriente




H.O. Abdel Nour

Hassan Osman Abdel Nour es un consultor
forestal independiente residente
en Jartum, Sudán.

Nosotros los técnicos forestales, o al menos la mayor parte de nosotros, hemos pasado el siglo que se va lamentándonos y maldiciendo nuestro destino. Protestábamos, sobre todo entre nosotros mismos, porque la sociedad, o si se quiere las autoridades, colocaban nuestra profesión casi en el último peldaño de la escala. No podemos mantener esta actitud en el siglo XXI, y ciertamente no lo haremos. Aspiremos a un trato mejor, o al menos soñémoslo.

La visión que sigue se dirige a aquellos que opten por la profesión forestal en el Cercano Oriente a fines del cuarto o principios del quinto decenio de este siglo. Llegarán al año 2050 cumplida o próxima a acabarse su treintena, con más de diez años de experiencia y más de veinte de servicio activo antes de su jubilación.

PAZ Y POLÍTICAS ECOLÓGICAS

Es de esperar que bastante antes de 2050 se habrán resuelto amistosamente los conflictos regionales, las disputas intergubernamentales y las luchas internas. Los golpes de estado habrán dado paso a los procesos democráticos. La única manera de asumir el poder serán las elecciones. El respeto del medio ambiente y la apuesta por el desarrollo sostenible tendrán una alta prioridad en los manifiestos de los partidos y los programas electorales. Se mantendrán las promesas y se cumplirán los compromisos.

Al mejorar los procedimientos de gobierno tendrá más influencia la opinión pública y se realzarán los papeles de la sociedad civil, las organizaciones no gubernamentales, el sector privado y las comunidades locales. Todas estas fuerzas contribuirán a que se dirijan más atención, más esfuerzos y más recursos al medio ambiente, en particular a las plantaciones de árboles. También propiciarán probablemente una mayor eficiencia en el uso de los recursos con esa finalidad.

Los créditos presupuestarios para armamento, guerra, seguridad y gastos conexos se utilizarán para usos constructivos. El grueso de los presupuestos nacionales y de la financiación bilateral y multinacional se dirigirá hacia la reconstrucción, el desarrollo sostenible, la rehabilitación del medio ambiente y los servicios sociales.

EL NUEVO SILVICULTOR

Apaciguados los conflictos internos y con el advenimiento de la estabilidad social, la urbanización y la automación, se precisarán oportunidades de empleo. ¿Qué mejor fuente de empleo que la silvicultura y la plantación de árboles?

Militares y reclutas licenciados seguirán cursos de readaptación y se aplicarán, junto con su material para movimiento de tierras, camiones, cisternas, etc. al trabajo de reconstrucción y rehabilitación del medio ambiente. Junto con los guardas forestales y el personal forestal en general, se les dará formación para abandonar la mentalidad policial y aceptar barreras sociales en lugar de las de alambre de espino.

Esta transformación traerá cambios radicales en los planes de estudios de las escuelas forestales, que harán más hincapié en los servicios y productos no tradicionales de los bosques, en especial la protección de cuencas fluviales y arroyos, la prevención de la desertificación y los productos forestales no madereros. Habrá que prestar también más atención a los aspectos sociales, a la supresión de «muros de Berlín» entre silvicultura, agricultura y horticultura y a la adopción de conceptos contemporáneos como programas forestales nacionales, biodiversidad y gestión forestal sostenible. El objetivo final es formar el «nuevo silvicultor» deseado.

Además de soldados licenciados, se recurrirá a otros sectores sociales además de los que actualmente intervienen en los trabajos forestales y la plantación de árboles, en particular las mujeres. Indicios de esta tendencia se manifiestan ya en países como Sudán, donde el estudiantado femenino va en aumento en las facultades y departamentos forestales (como en otros sectores de la enseñanza superior). De hecho, una promoción reciente de graduados forestales en Sudán estaba formada por 11 mujeres y un solo varón. Muchas mujeres, individualmente o en grupo, son ya propietarias de bosques o se dedican a la silvicultura privada, familiar o comunal. Si esta tendencia continúa, en 2050 no serán las mujeres sino los hombres quienes reclamen igualdad de oportunidades en la silvicultura.

Ordenación y conservación sostenibles de los bosques

Con el progreso de la conciencia ecológica se corregirán los factores nocivos para el medio ambiente, los bosques y los árboles. La práctica del desarrollo sostenible durante decenios habrá asimilado finalmente el concepto. La producción agrícola sostenible será casi suficiente para satisfacer la demanda nacional y regional. Las urbanizaciones no invadirán tierras de cultivo sino que se harán en tierras yermas y laderas de montañas. La preocupación por el medio ambiente no sólo detendrá las agresiones a bosques y arbolados, sino que les adjudicarán más tierras.

La elevación del nivel de vida y la disponibilidad de fuentes alternativas de energía, en particular electricidad, queroseno y gas butano, disminuirá el consumo de leña y su recogida como actividad remuneradora. Lo mismo pasará con el pastoreo comunal y la ganadería trashumante. Las superficies boscosas y arboladas, en cambio, se extenderán.

Generalizada la percepción de los bosques y los árboles como propiedad común que a todos interesa, disminuirán las destrucciones e incendios forestales provocados. Los conflictos respecto al uso de la tierra en zonas forestales y las disputas con el personal forestal no suscitarán ya incendios intencionados, grave problema de la región en la actualidad, y ganará aceptación el reconocimiento de que es preciso proteger los bosques.

Las dunas seguirán avanzando sobre los asentamientos humanos y las propiedades, pero estarán en proceso de estabilización y fijación. Por todas partes se establecerán santuarios de la fauna y la flora, parques recreativos, espacios verdes, jardines botánicos y arboretos. Granjas, fincas, centros cívicos, carreteras, canales y líneas férreas estarán bordeados por árboles de diversas formas y colores, florecientes estacionalmente.

La solución de los conflictos internos y transfronterizos facilitará la asignación de recursos y la gestión sostenible de cuencas comunes, el establecimiento de cortinas de protección comunes y el encauzamiento del agua en casos de tormentas. Una de las actividades importantes en la ordenación de cuencas hidrográficas será la plantación y conservación de árboles, lo que contribuirá a la larga a la disponibilidad de agua más abundante y de mejor calidad para todos los fines, entre ellos riego de bosques, zonas verdes, cortinas protectoras y árboles aislados.

Análogamente, los recursos antaño gastados en guerras y en reparación de sus consecuencias quedarán liberados para dedicarlos a la desalinización del agua de mar y el reciclaje de aguas sobrantes de regadíos, aguas negras y aguas residuales industriales, que se utilizarán para regar árboles. Se aprovechará al máximo el agua suplementaria así obtenida desarrollando y adoptando mejores sistemas de riego.

En el futuro, las dunas del Cercano Oriente darán paso a santuarios de la flora y la fauna y parques recreativos. En la foto, técnicos consultan un mapa compuesto con imágenes de satélite en relación con el establecimiento de una reserva de la naturaleza en los pastizales de Palmira, República Árabe, Siria

- FAO/19060/R. FAIDUTTI

Por supuesto que, incluso mejorando la distribución de la humedad, con tierras más cubiertas de árboles y arbustos y disminuyendo los daños causados por el sobrepastoreo y la destrucción de la vegetación, no puede esperarse una vuelta a los paisajes de tiempos prehistóricos. De todos modos, podrán restablecerse probablemente muchas especies de la fauna y la flora, ya sea a partir de bancos de semillas enterrados o mediante la reintroducción deliberada, hasta niveles de un pasado no tan remoto.

América
del Norte




M. Dombeck y A. Moad

Michael Dombeck es Jefe del Servicio Forestal,
Departamento de Agricultura de los Estados
Unidos de América.
Alex Moad es Director Adjunto de Cooperación
Técnica, Programas Internacionales,
Servicio Forestal, Departamento de
Agricultura de los Estados Unidos de América.

La predicción del futuro de los bosques y la silvicultura es tan arriesgada como la de otros biomas y actividades humanas. Quizá más, por estar el destino de los bosques tan fuertemente condicionado por fuerzas exteriores como tendencias de la población y el consumo, cambios en la tecnología agrícola y actitudes sociales dominantes en lo que se refiere a la naturaleza, las actividades recreativas y la estética del paisaje. En América del Norte, estas influencias se complican con la enorme variedad de tipos de bosques (desde los bosques boreales de Alaska y el Canadá septentrional hasta los tropicales del Sur de México), de regímenes de propiedad (gobiernos federales, estatales y locales, industria privada y pequeños propietarios, organizaciones comunales y tribales) y de niveles de desarrollo económico. No obstante, a partir de las tendencias actuales se debería poder hacer al menos algunas predicciones generales sobre la evolución de los bosques y la silvicultura en la primera mitad del siglo XXI.

MAYOR APRECIO DEL VALOR MEDIOAMBIENTAL DE LOS BOSQUES

Tal vez el cambio más pronunciado en el sector forestal norteamericano en los próximos decenios será una continuación de la profunda evolución de la actitud del público respecto al valor y los usos apropiados de los bosques. En particular, los bosques naturales de propiedad pública serán cada vez más apreciados por los servicios medioambientales que prestan -principalmente protección de cuencas hidrográficas, conservación de la biodiversidad y retención del carbono- y no tan sólo por el valor de su madera y otros productos forestales.

El agua limpia y potable es y sin duda seguirá siendo uno de los productos más importantes de los bosques en toda América del Norte, pues es esencial no sólo para la agricultura de regadío en la parte occidental de Estados Unidos y la región septentrional de México, sino también para el uso residencial e industrial en todo el continente. De hecho, los Bosques Nacionales de los Estados Unidos se crearon en gran parte para detener el deterioro de las cuencas hidrográficas en el siglo XIX y devolverles la salud, proceso en el que se invirtió buena parte de la primera mitad del siglo XX. Esos bosques abarcan hoy unas 3 400 cuencas que suministran agua potable a más de 60 millones de personas. Al diversificarse y dilatarse la economía de México, miles de municipios en crecimiento necesitarán el agua de los bosques para uso doméstico e industrial.

Los bosques como lugar de recreo, ya muy valorados en América del Norte, serán probablemente todavía más importantes al elevarse la productividad per cápita y aumentar el tiempo de ocio en todos los países, y al seguir creciendo en México la clase media urbana.

A medida que se siguen extinguiendo especies en el mundo, los bosques se valorarán más como reservas de biodiversidad. En América del Norte, seguirán seguramente centrando la atención los ricos bosques del sur de México y de América Central. Pero también en la ordenación de los bosques templados será la biodiversidad un factor importante, como lo prueban los esfuerzos actuales por modificar las prácticas forestales en la costa occidental de los Estados Unidos y de Canadá para proteger las poblaciones de salmón.

Finalmente, al hacerse evidentes los efectos del cambio climático mundial, el papel de los bosques como sumideros de carbono y moderadores de las perturbaciones climáticas (tales como inundaciones) adquirirá un nuevo significado, que se traducirá no sólo en añadir la retención del carbono a los múltiples fines de la ordenación de bosques públicos, sino también en proyectos específicos de reforestación y protección forestal en tierras de propiedad privada en respuesta a incentivos ofrecidos por los mercados del carbono.

Para realzar el papel de los servicios medioambientales en la ordenación forestal, serían necesarios al menos tres cambios fundamentales en las prácticas forestales norteamericanas. Primero, habrá que dedicar fondos y esfuerzos importantes a restaurar la salud ecológica de los montes norteamericanos, sobre todo en la parte occidental de los Estados Unidos, donde una combinación de explotación intensiva y prevención de incendios, pese a sus buenas intenciones, ha ocasionado lamentables cambios no deseados en la composición por especies, la estructura de los rodales y la acumulación de material combustible, haciendo que muchos bosques sean vulnerables a incendios excepcionalmente intensos y a la propagación de enfermedades. Peligros análogos, aunque tal vez menos graves, amenazan a Canadá y México.

Segundo, habrá que adoptar en la planificación pública y en las estructuras de mercado mecanismos innovadores que reflejen debidamente todo el valor de los servicios medioambientales. Por ejemplo, unas cuencas hidrográficas sanas y en buenas condiciones suponen para las comunidades locales de toda América del Norte economías de miles de millones de dólares en costos de filtración del agua. Sin embargo, los servicios medioambientales de los bosques se han tratado tradicionalmente como un «bien gratuito», sin reconocer su verdadero valor o en los costos de su mantenimiento. Esto empieza a cambiar: la ciudad de Nueva York, por ejemplo, decidió no hace mucho invertir 1 500 millones de dólares en ordenación de cuencas hidrográficas y reforestación como alternativa al pago de 8 000 millones para nuevas instalaciones de tratamiento de aguas. Para corregir la infravaloración de los servicios medioambientales, podría recurrirse con más frecuencia a prácticas mercantiles como servidumbres de conservación, transacciones sobre el carbono y atribución de un «costo real» al agua, a los servicios recreativos y a la energía hidroeléctrica.

Tercero, habrá que prestar más atención a las dimensiones sociales de los bosques. El uso recreativo de los Bosques Nacionales en los Estados Unidos ha crecido desde menos de 20 millones de días/persona en 1950 a cerca de 1 000 millones hoy día, pero se ha hecho poco por comprender la naturaleza y las consecuencias de este espectacular cambio en el uso de los bosques. Ya que los administradores se adaptan a los cambios en las actitudes del público frente a los bosques y su uso, será preciso poner en claro las prioridades sociales y comprender mejor las interacciones humanas con los bosques. Ya que los administradores forestales aprecian mejor la importancia de los acuerdos sociales e institucionales, es probable que se adopten nuevos sistemas para dar transparencia a las decisiones y propiciar la participación pública en ellas. Los criterios e indicadores de sostenibilidad en el plano nacional (p.ej. el Proceso de Montreal) y en los servicios de gestión (p.ej. certificación), el traspaso de atribuciones a las instituciones locales y los planteamientos innovadores de coparticipación de los sectores público y privado son algunos ejemplos de posibles medios para promover la transparencia y la participación pública en la ordenación forestal. Por último, para ordenar los bosques a escala regional se establecerán probablemente nuevos mecanismos para la coordinación voluntaria por encima de límites de propiedad, incluso de las fronteras internacionales. La presencia de bomberos mexicanos y canadienses en los Estados Unidos durante los grandes incendios de 2000, así como la asistencia en años recientes, de los Estados Unidos a ambos países, es testimonio de la potencialidad de tal cooperación.

Los bosques como espacios de recreo, muy apreciados ya en gran parte de América del Norte, es probable que ganen importancia en los próximos 50 años. Estas sequoias gigantes cerca del Yosemite National Park, California, pueden vivir más de 3 000 años

- FOTO: FAO, DEPARTAMENTO DE MONTES/TH-097/T. HOFER

PRODUCCIÓN DE MADERA Y FIBRA

Los bosques norteamericanos no dejarán de suministrar, sin embargo, importantes cantidades de madera, fibra y otros productos comerciales. Al contrario, es probable que la producción norteamericana de madera y fibra aumente en los próximos decenios en respuesta a la demanda nacional e internacional, que tenderá a crecer pese a los efectos de la sustitución de productos. No obstante, es probable que esta producción se concentre progresivamente en plantaciones privadas específicamente dedicadas a la producción de fibra, más bien que en bosques públicos naturales. Algunas razones de esta tendencia, ya muy evidente, son la reducción de las extracciones en tierras públicas por agotamiento de recursos comercialmente disponibles y la inquietud pública respecto a la compatibilidad de la explotación con los servicios medioambientales. La introducción de nuevos árboles híbridos de crecimiento rápido adaptados a más diversos ambientes contribuirá a aumentar la ventaja económica comparativa de la madera de plantación y a extender su presencia a otras zonas.

Esto no significa que la explotación comercial desaparezca necesariamente en los bosques naturales en los próximos decenios. Una explotación forestal cuidadosamente regulada será probablemente un instrumento importante para obtener múltiples beneficios, entre ellos la restauración de la salud de los bosques, en los decenios venideros. De hecho, se dará prioridad a la utilización de troncos y ramas de pequeño diámetro como parte del proceso de restauración de la salud ecológica de los bosques occidentales con mucho material combustible. Los pequeños bosques privados de la región, en particular en el nordeste y en las zonas tropicales, seguirán probablemente produciendo madera de alta calidad, entre otras cosas.

Parece probable que organismos genéticamente modificados desempeñen un papel revolucionario en la producción de fibra en el próximo y los siguientes decenios. En vista de las legítimas inquietudes respecto a la creación y propagación de organismos genéticamente modificados, especialmente en zonas silvestres, parece probable que su contribución a la producción de fibra se realice en plantaciones y cultivos agrícolas, en combinación con nuevas tecnologías de elaboración de materiales compuestos. Tal vez los organismos genéticamente modificados produzcan efectos mayores sobre los bosques a través del sector agrícola, sea por la concentración de cultivos y la subsiguiente reforestación de tierras marginales, sea por la extensión de cultivos modificados a tierras anteriormente no aptas para la agricultura, o por ambas causas. Por último, no es posible desdeñar el potencial de los organismos genéticamente modificados tanto para perjudicar a los bosques introduciendo nuevas especies invasoras como para beneficiarlos con la reintroducción de especies como el castaño americano o el olmo.

Predecir el futuro es arriesgado, pero mucho más lo es, sobre todo en un campo de tan dilatado horizonte temporal como la ordenación del ecosistema forestal, no hacer nada para preverlo y prepararlo.


 1 Las ideas expresadas son de los autores, no del Banco Africano de Desarrollo.

2 Este artículo ha aprovechado las sugerencias de Volker Sasse, encargado de los estudios de perspectiva del sector forestal europeo.

 3 Las protestas contra los precios del petróleo en Europa en septiembre de 2000 muestran que esto será políticamente muy difícil.


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