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Conservación comunal de la biodiversidad en bosques cerrados de África oriental

W.A. Rodgers, R. Nabanyumya, E. Mupada y L. Persha

Todos los autores trabajan en
el proyecto "Reducción de la pérdida
de biodiversidad en espacios transfronterizos
de África oriental": W.A. Rodgers y
L. Persha en Arusha, República Unida
de Tanzanía, y R. Nabanyumya y
E. Mupada en Kampala, Uganda.

Las comunidades locales necesitan incentivos para conservar la biodiversidad. Se presentan algunos ejemplos del proyecto del FMAM, el PNUD y la FAO "Reducción de la pérdida de biodiversidad en espacios transfronterizos de África oriental".

La biodiversidad puede definirse en términos utilitarios como el sopor- te de la variada base de recursos que da resistencia a las economías tanto domésticas como nacionales en gran parte de África. La gestión de estos recursos -que ofrecen alimentos, abrigo, energía e ingresos- exige mantener su diversidad a varios niveles, y de manera que permita la continuación de sus procesos evolutivos y ecológicos. Conservar la biodiversidad forestal significa mantener unas condiciones ecológicas adecuadas para la cubierta forestal. Cuidar de la biodiversidad de los bosques es como administrar el agua de una cuenca y, con una buena planificación, equivale a la producción de una serie de productos.

Si la población local reconoce los beneficios que recibe de los productos y servicios forestales, se sentirá motivada para modificar sus prácticas de uso de los recursos y la tierra y para dedicar tiempo y trabajo a actividades de conservación. Los autores sostienen que, en un entorno propicio y con unos incentivos adecuados, las comunidades locales cuidarán de la biodiversidad de los bosques y de los recursos forestales.

En este artículo se examina la gestión comunal o cooperativa ("cogestión") de bosques cerrados en atención a sus valores de biodiversidad. Se describen varios procesos de conservación con diferentes incentivos que se están experimentando en el proyecto "Reducción de la pérdida de biodiversidad en espacios transfronterizos de África oriental", financiado por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM) a través del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y ejecutado por la FAO y los Gobiernos de Kenya, Uganda y la República Unida de Tanzanía. El artículo se suma al creciente debate sobre el proceso y las repercusiones de la gestión cooperativa de los recursos de los bosques naturales en África oriental.

El avance de la agricultura y los incendios son amenazas donde los cultivos en fuerte declive lindan con la reserva forestal de Chome, República Unida de Tanzanía; el proyecto transfronterizo sobre biodiversidad ha colaborado con los aldeanos en la limpieza de la linde del bosque cada año para que los fuegos con que se preparan los cultivos no se propaguen al bosque

L. PERSHA

ANTECEDENTES HISTÓRICOS: POBLACIÓN Y CONSERVACIÓN FORESTAL EN ÁFRICA

La historia de las relaciones entre población y bosque en África después de la Edad del Hierro puede dividirse en tres períodos (Rodgers, 1993; Wily y Mbaya, 2001):

Antes de la colonización, está claro que los pueblos utilizaban los recursos forestales, como lo muestra la gran disminución de la superficie forestal en África oriental al extenderse la Edad del Hierro desde el noroeste (Hamilton, 1984). Hay algunos indicios de conservación de recursos naturales; los recursos escasos, como los manantiales y los pastos en la estación seca, se administraban mediante normas, reglas y sanciones de la comunidad. Los bosques se conservaban también, pero básicamente por un valor distinto de los recursos que contenían: ofrecían refugio, y a menudo adquirían una significación religiosa. El Wa-jikenda de los bosques costeros de Kenya, por ejemplo, protegía los kayas, o extensiones forestales, por razones religiosas.

El período colonial se caracterizó por separar deliberadamente al pueblo del uso legal del bosque cerrado y del acceso a éste, ya que los poderes coloniales reservaban los bosques para el suministro de agua y recursos madereros para el Estado (Rodgers, 1993; Newmark, 2002). Gran parte de las tierras forestales de África oriental constituían reservas antes de la Primera Guerra Mundial. Después de la independencia, la mayoría de los gobiernos continuaron las prácticas coloniales; más bosques fueron objeto de reservas y más personas fueron excluidas de ellos. Pero gradualmente las instituciones forestales gubernamentales se empobrecieron y perdieron su capacidad para conservar, lo que condujo a una rápida degradación forestal.

Más recientemente, ha habido cambios en los bosques de África oriental, como en otras zonas tropicales, al aparecer la gestión forestal comunal (gestión a cargo de las comunas, generalmente en tierras comunales) y la gestión forestal conjunta (en la que derechos de propiedad y gestión son compartidos por las comunas y el Estado). Esta evolución se inició lentamente en África oriental y se apoyó en gran medida en la experiencia de la India. La aceptación de la idea fue lenta; pero, igual que en otras partes, el fracaso cada vez más patente de una administración forestal gubernamental sin fondos dio crédito a alternativas posibles, sobre todo para la gestión de bosques y zonas arboladas de valor localizado.

Los bosques han perdido biodiversidad en los últimos cien años de gestión, básicamente bajo control gubernamental (Burgess y Clarke, 2000; Hamilton, 1984; Hamilton y Bensted-Smith, 1990; Howard, 1991; Lovett y Wasser, 1993; Newmark, 2002). Al principio la pérdida fue deliberada, ya que las propiedades forestales eran administradas con miras a la producción maderera y se favorecieron unas pocas especies de alto valor. Se practicó la corta selectiva para eliminar trepadoras, higueras y lo que se consideraba "árboles cizaña". Al estimarse que los bosques naturales tenían tasas bajas de reproducción de árboles madereros, se sustituyeron algunos por plantaciones de maderas blandas exóticas.

Fines potencialmente divergentes de la gestión forestal y sus parámetros de éxito

Objetivos

Parámetros de éxito correspondientes

Conservación de especies

Que las poblaciones no disminuyan constantemente
Que las poblaciones no corran peligro de extinción

Mantenimiento de servicios del ecosistema

Que se mantengan la productividad primaria y el ciclo de nutrientes
Que se mantengan los paisajes
Que se mantenga la capacidad de las cuencas de captación

Sustento humano

Que se mantenga la disponibilidad de recursos
Que se alivie la pobreza y aumente la renta per cápita
Que aumente la participación de la población local en las actividades de gobierno

¿DEBEN PROMOVER LAS COMUNIDADES LOCALES UNA ALTA BIODIVERSIDAD FORESTAL?

Gran parte de la experiencia de África oriental en la cogestión se ha adquirido en bosques que ofrecen bienes y servicios de valor predominantemente local. Se trata a menudo de espacios densamente arbolados más bien que de bosques perennifolios cerrados. Un ejemplo es la gestión comunal para combinar el uso sostenido de los bosques de miombo (Brachystegia spp.) con medidas para reducir la degradación -principalmente limpieza, vigilancia y lucha contra incendios- en la República Unida de Tanzanía (Wily, 1996).

Una cuestión fundamental en el debate sobre cogestión de los bosques es la posibilidad de aplicar los acuerdos de cogestión concebidos para tales espacios arbolados a bosques de gran complejidad biológica con un valor mundial y nacional para la conservación del agua y la biodiversidad. Este debate empezó a plantearse en los primeros años noventa, cuando se discutió sobre la participación de las comunas en la gestión de los bosques del parque nacional de Bwindi en Uganda (Cunningham, 1996; Wild y Mutebi, 1996) y en los bosques cerrados de los montes del Arco Oriental en Tanzanía (Rodgers y Aloo, 1996), un conjunto de bosques fragmentados dentro de 11 macizos montañosos, reconocidos como uno de los 25 "puntos calientes" mundiales de la biodiversidad (Myers et al., 2000), es decir zonas con alta concentración de diversidad. El debate no ha concluido; aunque los acuerdos sobre el miombo se han incorporado a los códigos nacionales de "mejores prácticas" de gestión en la República Unida de Tanzanía (Gobierno de Tanzanía, 2001), muchos oficiales forestales nacionales se oponen a su aplicación en los bosques cerrados de los montes del Arco Oriental.

La oposición se basa en los siguientes postulados:

Sin embargo, excluir a las comunidades locales del proceso de conservación también llevaría probablemente al fracaso. Se precisan soluciones transaccionales.

La experiencia dice que la cogestión puede funcionar si las comunidades tienen suficiente incentivo para invertir en la conservación en un marco aceptable para los planificadores. Para la sostenibilidad, el apoyo a proyectos a corto plazo apenas sirve para cambiar los hábitos de uso de los recursos; la oferta de incentivos económicos tendrá efectos más duraderos (DGIS/WWF, 2001).

La experiencia de diez años de gestión forestal conjunta en la India reveló la complejidad de la gestión de bosques con múltiples especies para diversos fines. Para fijar metas de rendimiento sostenido y objetivos de regeneración de diversos productos se precisa dar una nueva formación al personal local, realizar nuevas investigaciones y dictar nuevas directrices de silvicultura. Las comunidades querían obtener de sus bosques diversos productos -no sólo los tradicionales como madera, postes y leña, sino también pastos, frutos, medicinas, setas, fibras, gomas, etc.- pero carecían de conocimientos técnicos y de cohesión social para llegar a un acuerdo sobre los medios de gestión (Poffenberger, 1990).

ESTUDIOS DE CASOS DE CONSERVACIÓN COMUNAL DE LA BIODIVERSIDAD

En esta sección se describen varios programas de conservación, con diferentes incentivos, del proyecto del PNUD, el FMAM y la FAO "Reducción de la pérdida de biodiversidad en espacios transfronterizos de África oriental". El proyecto se basa en cuatro zonas de ecosistemas forestales cerrados transfronterizos (véase el mapa). Los bosques tienen interés mundial (biodiversidad), nacional (agua, madera y biodiversidad) y local (recursos madereros y no madereros de sustento), pero están amenazados por la insuficiente capacidad reglamentadora institucional, la extracción excesiva de recursos y la ocupación de tierras para otros fines. La filosofía del proyecto es trabajar en todos los niveles en que se decide el uso de recursos, desde el hogar (concientización, alternativas), la aldea (reglamentos, presión sobre los compañeros, mercados), el distrito (directrices sobre uso de la tierra, programas de financiación), hasta el nivel nacional (políticas y leyes).

Las actividades centrales del proyecto son la formulación de planes de gestión forestal participativos y la promoción de la cogestión por el gobierno y las comunidades para conservar los recursos forestales y usarlos de manera sostenible. La población es parte integrante de la solución del problema. Como los problemas, los intereses de los habitantes y las soluciones potenciales difieren según los lugares, cada lugar debe tener su solución, aunque pueden utilizarse unos marcos básicos para orientar todas las acciones.

Los cuatro parajes transfronterizos del proyecto "Reducción de la pérdida de biodiversidad en espacios transfronterizos de África oriental"

Gestión tradicional de recursos naturales por la etnia ik, Karamoja, Uganda

Karamoja, en el nordeste de Uganda, es predominantemente llana, con montañas boscosas que se elevan a 2 500 m sobre el nivel del mar. La pluviosidad es baja e irregular, recibiendo algunas zonas menos de 400 mm al año. Por gran parte de Karamoja se extienden pastizales, matorrales y bosques bajos degradados tras muchos años de presión ganadera. Asentamientos recientes en las laderas de las montañas han tenido consecuencias sobre los bosques y los pastizales de montaña.

Los principales grupos étnicos de Karamoja son los karimojong, tepeth, dodoth, pokot e ik. Los ik están prácticamente confinados en los bosques del monte Timu, al norte de Karamoja. Gracias a la diversidad de especies que se encuentran en los ecosistemas forestales, satisfacen muchas de sus necesidades básicas para el sustento: alimentos, leña, medicinas, carne, miel y agua. En los últimos años noventa, algunos ik se trasladaron al más lejano bosque de Morungole huyendo de las frecuentes incursiones de ladrones de ganado entre los vecinos dodoth y turkana.

Los ik son uno de los grupos étnicos menos desarrollados social y económicamente de Uganda, con una tasa de alfabetización del 29 por ciento. No tienen ni ganado vacuno ni armas de fuego. Durante muchas generaciones han practicado la agricultura en pequeños enclaves en el bosque. Sus medios de sustento agrícolas son frágiles, tanto por las frecuentes sequías como por las incursiones de grupos vecinos. Complementan su producción agrícola con la caza, la recolección de frutos silvestres y la apicultura. Cada familia ik tiene por lo menos una colmena. Alguna miel se vende en mercados cercanos.

Los ik son una comunidad organizada y suelen actuar en grupo. En un proceso participativo de planificación forestal realizado en el marco del proyecto sobre biodiversidad transfronteriza, los ik demostraron poseer un caudal de conocimientos indígenas sobre recursos forestales y su gestión. Han establecido directrices sobre uso del fuego, tala de árboles y cosechas. Expresaron su dependencia del bosque con referencia a cuatro principales necesidades: seguridad, tierra agrícola, agua e ingresos. Mencionaron también otros valores derivados del bosque, a saber:

Además de apreciar los valores del bosque, los ik reconocían la necesidad de reducir las amenazas, tales como:

Las prácticas de los ik no son en general destructivas para el bosque. No cortan árboles grandes, prefiriendo podar las ramas. Si necesitan recoger frutos o miel, normalmente trepan a los árboles, a diferencia de otros grupos en Karimoja que son más destructivos para el bosque. No hacen carbón vegetal y no provocan intencionalmente incendios forestales, porque utilizan el bosque para almacenar grano, mantener las colmenas y como refugio en tiempos de inseguridad.

Los ik saben que los bosques que utilizan son zonas formalmente protegidas desde los años cuarenta del siglo XX. Aunque la ley forestal se ha aplicado durante decenios en torno a Timu y Morungole, el Departamento de Silvicultura no ha estado presente desde que el gobierno colonial hizo la demarcación original de la zona protegida. Sin embargo, gracias al valor que los ik atribuyen a los bosques, éstos han permanecido básicamente intactos, a diferencia del sur de Karamoja, como en Moroto, donde la cubierta forestal se ha degradado por los incendios, la explotación excesiva y extensos avances de la agricultura sobre tierras forestales.

La jerarquía de mando y control cuida de que todos practiquen las normas sociales de gestión forestal. La regla de no prender fuego es una ley tradicional; quien provocara un incendio sería castigado. No ha habido pues incidente alguno de incendio provocado por un miembro del grupo. Lo que preocupa a los ik son los incendios causados en Timu por invasores Turkana y Dodoth, que destruyen sus medios de vida.

Los ik tienen una responsabilidad colectiva de acceso y uso de los recursos. No hay un sistema de licencias. Las comunidades están en asentamientos organizados, teniendo cada una acceso a los recursos del bosque contiguo. Pueden también acceder a recursos distantes, pero rara vez lo hacen, por la amenaza de incursiones de otros grupos étnicos. Como les interesa la pervivencia de los recursos tan cerca como sea posible de sus hogares, se cuidan de recolectar los productos madereros y no madereros causando un mínimo de daños.

Los ik están deseosos de participar en intervenciones y asociaciones exteriores como el proyecto de biodiversidad transfronteriza. Las comunidades locales han trazado y despejado los límites de la reserva forestal de Timu con una mínima aportación del proyecto. Cada asentamiento ha tomado posesión de las porciones limítrofes más cercanas. Miembros de la comunidad cuidan de los árboles que el proyecto ha plantado como hitos vivos a lo largo del límite, regándolos y cubriéndolos con paja durante la estación de extrema sequía. El proyecto, con fondos adicionales del PNUD, ha proporcionado norias eólicas seguras en el límite de la reserva para elevar el agua de nuevos pozos, ya que los ik tenían que caminar a menudo kilómetros para buscar agua. Se espera que esta acción facilite contratos sociales adicionales para la conservación de los bosques, en especial para prevención de incendios e información sobre usos ilegales.

Proyectos de conservación y desarrollo integrados

En los primeros años noventa del pasado siglo, los proyectos de conservación y desarrollo integrados (PCDI) parecieron la panacea para contrarrestar tanto el fracaso de las iniciativas de desarrollo rural como el creciente antagonismo rural frente a los proyectos de conservación de zonas protegidas. Se suponía que si las comunidades que vivían junto a zonas protegidas vieran los mayores beneficios derivados de la protección, y comprobaran un mayor apoyo a sus medios de vida, estarían más dispuestas a apoyar iniciativas de conservación. La idea era encomiable pero ingenua, como harían ver diez años de análisis. La evaluación de la primera ronda de proyectos encontró poca información básica sobre medios de vida o parámetros de conservación para poder evaluar los resultados.

El análisis de una segunda ronda de proyectos, que incorporaron las enseñanzas de la primera, mostró que la deficiencia principal era la insuficiente vinculación entre conservación y desarrollo. Las poblaciones se beneficiaban de apoyo en sus medios de vida, pero no retomaban el contacto institucional con los organismos o los objetivos de la conservación. Se dedujo que era necesario mejorar las políticas institucionales y promover la capacidad de las comunidades para una participación efectiva. El proyecto transfronterizo sobre biodiversidad puede verse como un PCDI de tercera generación. El proyecto invierte en capacidad, en vínculos y en el espacio institucional dentro del cual se desarrolla la iniciativa. Un buen ejemplo de vinculación viene del suministro de agua desde las captaciones forestales. Para mantener flujos sostenibles de agua hay que mejorar las captaciones forestales: tanto los interesados en la conservación como los que buscan el desarrollo se beneficiarán.

El dictamen sobre los últimos PCDI está pendiente. La idea es valiosa, pero la amplitud de las cuestiones institucionales que hay que tratar lleva a complejas estructuras de los proyectos. Si estas estructuras funcionan, la idea tendrá buenas probabilidades de éxito.

El agua como incentivo para la conservación del bosque

Muchos de los parajes forestales transfronterizos son secos o tienen largas estaciones secas. El agua es un recurso esencial, y las zonas de captación forestales son importantes para el suministro de agua a las aldeas y otros grupos humanos y como sustento de una amplia gama de comunidades biológicas. La práctica del proyecto se basa en concertar contratos sociales (Gobierno de Tanzanía, 2001) con las aldeas, estipulando derechos y obligaciones para la cogestión de las zonas forestales. Se supone que hay interés en dar continuidad a las funciones de la cuenca colectora de las que depende la vida. La cuenca colectora define el ámbito de interés de la comunidad, dentro del cual se establecen normas convenidas de uso de los recursos que se incluyen en el contrato social. Los usos varían desde el ecoturismo (Shengena Peak en el bosque Chome de la República Unida de Tanzanía, Taita Hills y Namanga Mountain en Kenya), los pastizales de montaña (Karamoja y Turkana), hasta la recogida de productos (productos medicinales, leña, postes, paja y fibras).

Los contratos de aldea se insertan en el marco más amplio del Plan de gestión forestal participativa. Este plan redefinirá parte de los bosques mayores como reservas forestales naturales, en las que se permitirá el ecoturismo pero no la extracción de recursos; los derechos de acceso en otras zonas del bosque podrán incluir la extracción selectiva de recursos. El proceso de conservación tiene un apoyo adicional en la filosofía combinada de conservación y desarrollo propia del proyecto (véase el recuadro). El plan de gestión se está ampliando para incluir estrategias alternativas de uso de recursos, por ejemplo promoción de hornillos de bajo consumo y bosquecillos domésticos para reducir el uso de leña y promoción de la producción en plantación de postes y árboles madereros (esto último con una perspectiva a más largo plazo). El plan considerará también las necesidades de estrategias alternativas de generación de ingresos.

El incentivo de la madera a largo plazo: los bosques pantanosos de Minziro-Sango Bay

Minziro-Sango Bay es un sistema pantanoso cruzado por la frontera República Unida de Tanzanía-Uganda, con extensos prados anegables que rodean islotes forestales cerrados de perennifolias. Incendios anuales en los prados afectan al borde del bosque. Uno de los asuntos más complejos en relación con la cogestión de estas zonas forestales es el acceso a madera de valor comercial. Los ingresos monetarios son una prioridad para muchas comunidades de zonas forestales remotas, y la madera podría satisfacer esa necesidad. No obstante, el Gobierno de la República Unida de Tanzanía prohibió toda extracción comercial de madera en todos los bosques de captaciones de montaña hace unos 15 años (Tanzania Forest Conservation Group, 2001). La incorporación de la extracción sostenible a los contratos de aldea no es una opción legal. Se permite una extracción limitada para desarrollo comunal, pero no suficiente para proporcionar ingresos monetarios ni un empleo que no sea desdeñable. El problema es compaginar la conservación comunal del agua y los sagrados imperativos forestales con la demanda individual de madera siempre presente.

En Minziro y Sango Bay, la intensa e incontrolada explotación comercial de madera destruyó en el pasado una población de podos (Podocarpus spp.). Hoy no quedan árboles de tamaño apto para el mercado. Sin embargo, una especie maderera menos valiosa (Bakiaea spp.) constituye alrededor del 25 por ciento de la cubierta forestal. El proyecto transfronterizo trabaja con las comunidades locales para establecer técnicas de aserrado para esta especie y normas de recolección dentro de las zonas atribuidas a las aldeas en los bordes del extenso bosque pantanoso (Rodgers, Nabanyumya y Salehe, 2002). Sin embargo, para que la producción de madera sea un incentivo de gestión a largo plazo, el proyecto tendrá que dar a la comunidad la seguridad de que toda ella saldrá beneficiada, y no sólo unos pocos especialistas en aserrado o intermediarios.

CONCLUSIONES

Continúa el debate sobre la aplicación de la cogestión, o incluso la posibilidad de transferir los plenos derechos y la posesión para que la comunidad pueda gestionar bosques de alto valor nacional. Los gobiernos no están dispuestos a transferir la propiedad de valores forestales nacionales a las comunidades locales. Reconocen, empero, que no se puede excluir a las comunidades limítrofes del uso y la gestión de los bosques. El camino podría ser la gestión en colaboración (gestión forestal mixta) con claridad en las funciones, las responsabilidades y los derechos de las partes. El éxito de la cogestión depende de cuestiones de titularidad, acceso, propiedad y capacidad institucional de gestión.

Las comunidades pueden ser reticentes a participar plenamente en la cogestión a menos que reciban beneficios o rendimientos suficientes como incentivo para la conservación. La oferta de incentivos requiere confianza prolongada y fomento de la capacidad, así como concientización de los aldeanos y de los organismos forestales respecto a los beneficios de la cogestión y del uso sostenible de los recursos, incluida la conservación. Una planificación en función del lugar, con evaluación de los recursos forestales e identificación de las amenazas específicas que pesen sobre ellos, permitirá concertar contratos sociales con apoyo de organismos forestales y autoridades locales.

Habría que ver estas iniciativas como experimentos encaminados a asociaciones plenamente sostenibles entre los pueblos y sus gobiernos para la custodia conjunta de los bosques que brindan sus beneficios en los planos local y nacional, en especial la conservación de la biodiversidad. Tales iniciativas alcanzarán su fin si las apoyan todos los interesados, incluidas las fuentes mundiales de financiación, y si hay un claro ambiente favorable a nivel nacional y de distrito. Los primeros objetivos deben ser formar esas asociaciones y adoptar regímenes de uso sostenible que satisfagan a los múltiples interesados.

Un guardabosque detiene a un campesino que saca una tabla de alcanfor (Ocotea usambarensis) del bosque de Chome, de donde se sigue extrayendo madera pese a la prohibición, y los derechos correspondientes son controvertidos

L. PERSHA

Un comité medioambiental de aldea organizado por el proyecto transfronterizo sobre biodiversidad moviliza a los aldeanos para prevenir y apagar incendios forestales y reforestar zonas quemadas en la reserva forestal de Chome

K. KALAGE

Bibliografía

Especies animales forestales especialmente vulnerables a la caza

Las especies de grandes animales sometidas actualmente a una intensa presión por los cazadores en muchos lugares, como elefantes y grandes monos de los bosques tropicales africanos, preocupan a los conservacionistas. Uno de los motivos de preocupación es la posibilidad de que si distintos animales están sometidos a la misma presión cinegética, las especies que crecen y se reproducen lentamente pueden ser más vulnerables a la caza que las que lo hacen con más rapidez.

Sobre la base de una detallada observación comparada de la abundancia de especies en zonas de persistente y de ligera actividad cinegética en las selvas amazónicas del Perú, Bodmer, Eisenberg y Redford (1997) comprobaron que en los mamíferos con más de 1 kg de peso el descenso de la población causado por la caza era correlativo a la tasa intrínseca de aumento, longevidad y tiempo de generación (edad en la primera reproducción) de la especie. De estos resultados se deduce que las especies con individuos longevos, bajas tasas de crecimiento y tiempo largo de generación están más expuestas a la extinción que las especies con individuos de vida breve, altas tasas de crecimiento y tiempo más breve de generación.

Fuente: Adaptado de Bodmer, R.E., Eisenberg, J.F. y Redford, K.H. 1997. Hunting and the likelihood of extinction of Amazonian animals. Conservation Biology, 11(2): 460-466.


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