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APENDICE C
Discurso del Sr. Narciso Almonte C., Capitán de Corbeta, M. de G. Director del Departamento de Recursos Pesqueros Secretaría de Estado de Agricultura, República Dominicana

Señores delegados:

El mundo actual experimenta una explosión demográfica de tanta dimensión, que resulta altamente preocupante el porvenir de la humanidad ante las limitaciones vigentes de la producción de alimentos y que el hombre moderno en interés de aumentarla se ha visto precisado a mejorar sus métodos de cultivo, cría o captura. Se creyó que la pesca marina era la gran solución, pero hoy día, existen dificultades en aumentar las capturas debido a la degradación del mar a causa de la contaminación y el mal uso de los recursos marinos.

Pero la ciencia no se detiene en la búsqueda de nuevas y mejores cosas, y así ha tomado cuerpo una ciencia practicada por los chinos muchos siglos antes de la era actual y cuya primera publicación fué hecha en el año 495 Antes de Cristo: la acuacultura.

Consciente del papel que la misma podría jugar, la FAO poco después de su creación decidió impulsarla para lo que seleccionó los mejores técnicos de China con fines hacerla llegar a todo el mundo, y lo ha logrado. La América Latina fué la última región en llegar, sin embargo, esta está ampliamente difundida, y en la actualidad en estos países se le da un enfoque eminentemente socio-rural en su aspecto subsistencia, y que se orienta a formas semi-industrial e industrial y pesca turística o de esparcimiento en los embalses artificiales y lagunas.

La acuacultura es una prometedora actividad enmarcada dentro de la economía agropecuaria, razón por la cual, en un país como el nuestro, los recursos financieros que se canalicen en ese sentido deben ser incrementados para convertirla en fuente de alimentación masiva y de dinamismo económico.

En la República Dominicana la población íctica de las aguas interiores viene manteniéndose en forma artificial desde la decada de 1950, mediante programas de acuacultura extensiva de población y repoblación con especies exóticas de más rendimiento que las nativas. Ello ha permitido producir bienes de consumo popular incidiendo para que en las zonas rurales disminuya el precio de la canasta familiar con la consiguiente reducción de las presiones inflacionarias en la economía general, y mejorando el nivel de vida de los grandes grupos poblacionales en el campo principalmente.

Hasta el 1978 el término acuacultura era casi desconocido en la República Dominicana y fué durante la presente administración gubernamental que se iniciaron planes serios que nos han permitido logros significativos. Antes de ese año, no se había evaluado la producción pesquera de las aguas interiores por ser muy baja. En 1979 (PRODESPE-INDOTEC) estableció una producción de unas 1 900 toneladas de pescado, cantidad que, mediante los programas de extensión que hemos desarrollado ha aumentado en forma substancial y que para el 1981 se estima en más de 3 900 ton. de pescado. Con la producción actual, la prevista para los próximos años y las técnicas de procesamiento de pescado, ya que con el paso estamos rompiendo el decir popular que el dominicano no consume pescado, ya que con el paso del tiempo este alimento, rico en proteínas, se está conviertiendo en una ineludible necesidad en la dieta alimentaria de nuestro pueblo.

Al inicio de su gestión al frente de la Secretaría de Estado de Agricultura, el señor Hipólito Mejía, fiel intérprete de la política agropecuaria de Su Excelencia Don Antonio Guzmán Fernández, Presidente Constitucional de la República y Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, me manifestó “quiero que aprovechemos al máximo las aguas interiores mediante la producción de peces, de modo que no existan aguas ociosas en el país”. En esa época se realizó la primera evaluación de la Presa de Tavera y otros lugares las que registraron una producción baja. Hoy esas aguas están en exitosa producción por lo que nos aprestamos a introducir métodos de captura acorde con los tiempos y posibilidades actuales. Las represas y lagunas de área importante producen un buen porcentaje de la producción pesquera interior; por ejemplo, las represas de Sabana Yegua y Tavera producen más de 600 toneladas, en Valdesia un grupo organizado de 35 campesinos sin tierra convertidos en pescadores, al que damos asistencia técnica, con equipos rústicos promedian unas 50 libras por persona diariamente, captura que mejorará con nuevos equipos que adquirirán proximamente.

El superior Gobierno viene además fomentando la acuacultura en su aspecto industrial mediante la construcción de granjas piscícolas y camaronícolas, a las que hemos incorporado los más modernos métodos de reproducción artificial y cultivo intensivo, a la vez que realizamos los estudios de factibilidad para cultivos comerciales en zonas costeras. Para el primer trimestre del próximo año incorporaremos la producción de camarones para el mercado exterior y el consumo interno. Pero, no debemos dejar de señalar que uno de nuestros logros ha sido la incorporación de la acuacultura a los programas de reforma agraria. El Proyecto ISURA de Azua es un ejemplo de esto, actualmente está bajo estudio por parte del IAD, el primer asentamiento humano en la Presa de Tavera y cuya etapa experimental mediante cultivo en jaulas o cajas flotantes está avanzando, entendemos que será el primer asentamiento de esta naturaleza.

Para lograr los resultados obtenidos hasta ahora hemos soportado críticas, cosa normal cuando se trabaja y se cumple honestamente con su deber, hemos vencido las dificultades propias de las cosas que comienzan. Pero el trabajo se está haciendo inspirado en los mejores intereses del país y con la satisfacción del deber cumplido.

Somos optimistas en los programas de acuacultura que se realizan a nivel nacional ya que el pescado rara vez llegaba a las zonas rurales y cuando solía hacerlo era a través de cadenas de intermediarios, lo que dió origen a la preferencia por el pescado procesado como arenque, bacalao y otros. Hoy día, está llegando fresco a través de las fuentes de agua fluviales o cultivado por ellos mismos.

De esta forma, la acuacultura y la pesca continental se encamina a constituir un rubro importante en la alimentación de los dominicanos y fuente generadora de empleo para numerosos conciudadanos y, sobre todo, lo que es una preocupación permanente del Gobierno nacional: mejorar el nivel de vida de los núcleos rurales.


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