Awa Jagne

“El mijo nos aporta un medio de vida en las comunidades afectadas por la degradación forestal”.
15/09/2023

Gambia

 

En la aldea de Boiram, en la región de Central River en Gambia, son pocas las familias que no cultivan mijo. Aquí, en el corazón de este país del África occidental, los pequeños granos de cereal son un alimento básico que goza de alta estima.  

 

“Preparamos platos de mijo para la cena de las personas mayores”, dice Awa Jagne, que se ocupa de un hogar de 36 personas. “Nuestras embarazadas, madres lactantes y bebés también comen gachas como suplemento nutricional, debido a la falta de acceso a suplementos lácteos modernos”.  

 

Malang Fofana, Director Ejecutivo Adjunto de la Agencia Nacional de Nutrición (NaNA), está de acuerdo con esta afirmación. 

 

“El mijo puede aportar vitaminas y minerales esenciales para el crecimiento de los niños y puede controlar los niveles de azúcar en sangre de las mujeres embarazadas”. 

 

Awa, de 45 años, siembra el mijo en verano y lo cosecha a principios del otoño. Cuenta que su elaboración es agotadora, y que la realizan principalmente las mujeres. El trillado y el aventado son tareas exigentes. Una vez secas, las semillas se trituran hasta convertirlas en harina, bien a máquina o bien a mano con un gran mortero y un mazo. Pero, según cuenta, el esfuerzo merece la pena, porque es para uso doméstico. Y, según Awa, quien también cultiva arroz, el mijo es el que sigue aportando el mayor valor nutricional. Así que las mujeres encuentran formas de entretenerse, charlando y cantando. 

 

Más allá de la nutrición, el mijo perla, la variedad preferida en el país, ayuda desde hace mucho tiempo a comunidades rurales como la de Boiram a mantenerse alejadas de la pobreza gracias a su tolerancia a la sequía: cuando otros cultivos fallan, el mijo perla es el cultivo comercial en el que los agricultores pueden confiar para obtener una buena cosecha.  

  

“El mijo nos aporta un medio de vida en las comunidades afectadas por la degradación forestal”, comenta el Jefe Jim Jobe, aludiendo a los años de grandes incendios forestales que asestaron un golpe importante a la biodiversidad local.  

 

Este octogenario ostenta el título de Jefe con más años de servicio en la historia de Gambia, pero sigue labrando la tierra con su caballo y su arado. “El año pasado produje aproximadamente 300 sacos de mijo perla en mis seis hectáreas”, dice; una cosecha considerable contando 50 kg por saco.  

 

Durante más de cuatro decenios, cosechas como esta le han permitido realizar la peregrinación a la Meca, construirse una casa, comprar ganado y pagar los estudios de sus hijos. 

 

Un descenso en la producción de mijo entre 2020 y 2021 demostró que todavía existe la necesidad de prestar apoyo a los agricultores de Gambia mediante capacitación, herramientas y campañas de promoción. Sin embargo, últimamente la población local dice que la subida de los precios del arroz importado está haciendo que la gente vuelva a optar por el mijo cultivado localmente: una victoria para agricultores como el Jefe Jobe y para la nutrición en general.