Josephine Okolodi

“Estamos orgullosos del mercado que hemos conseguido. Podemos vender nuestro mijo en el momento y la cantidad que queramos”. Simon Okedi
15/09/2023

Kenya

 

A medida que el sol se asoma en la aldea de Asinge, en el oeste de Kenya, Josephine Okolodi comprueba el estado de sus campos de mijo con una mezcla de preocupación y emoción. Durante años, Josephine y otros pequeños agricultores de este lugar, que se encuentra a una hora y media en coche al norte del Lago Victoria, han tenido dificultades para encontrar un mercado para sus cosechas. Esto es porque el coracán o mijo africano ha sido considerado durante mucho tiempo un cultivo huérfano en Kenya, por lo que los agricultores se quedan con más producción de la que pueden vender. Pero esto ha cambiado.  

 

Desde hace alrededor de un año, Josephine forma parte de una innovadora asociación que conecta por primera vez a más de 400 agricultores de mijo de su región con un mercado sólido. Esto significa que por fin puede obtener beneficios, gracias a la asociación entre el fabricante mundial de bienes de consumo Unilever, la asociación público-privada Alianza entre las Explotaciones Agrícolas y el Mercado, que conecta a los pequeños agricultores con mercados y soluciones, y TruTrade, una empresa social que hace lo mismo.  

 

Además de vender su propia cosecha, Josephine está trabajando como agente proveedor con TruTrade, quien le aporta una comisión. 

 

“Esta temporada he podido comprar más de 12 toneladas de corocán”, cuenta, algo que es nuevo para ella. Según afirma, el aumento de la producción es “el resultado de las buenas prácticas agrícolas que los agricultores han aprendido de la Alianza”. 

 

Agricultores como Simon Okedi llevan su mijo al punto de recogida de Josephine, donde ella realiza controles de calidad basados en las especificaciones del mercado. Después pesa el producto y solicita el pago a través de la aplicación móvil weSource. Al agricultor le llegan un recibo y el pago directamente a su teléfono móvil.  

 

“Estamos orgullosos del mercado que hemos conseguido”, dice Simon. “Podemos vender nuestro mijo en el momento y la cantidad que queramos. Si tenemos que pagar urgentemente una factura escolar, por ejemplo, no tenemos más que llevar el mijo al Centro de Servicios para Agricultores. Y en menos de 30 minutos, recibimos el pago”. 

 

Es un cambio considerable en comparación con años anteriores, cuando Simon tenía que recorrer largas distancias para encontrar un comprador, que solo compraría unos pocos kilos. Y tardaba varios días en recibir el pago.  

 

Una demanda constante se traduce en un flujo constante de ingresos, lo que aporta tranquilidad a las familias dedicadas a la agricultura. También mejora la nutrición, ya que pueden comprar una mayor diversidad de alimentos.  

 

Ahora “incluso mi salud ha mejorado”, dice Josephine, “y he ganado peso”.  

 

Otra cosa que han ganado las mujeres locales es confianza para crecer en el comercio y sustentar sus hogares.  

 

“Actualmente, no es únicamente el hombre el que se ocupa del trabajo agrícola o provee para la educación de los hijos. Las mujeres también han comenzado a trabajar en la agricultura”, afirma. “Plantamos sabiendo que tenemos un mercado”.