Página precedente Indice Página siguiente


7. La lucha contra los insectos y las enfermedades forestales


Parte I. Lucha contra los insectos forestales
Parte II. Lucha contra las enfermedades forestales

Parte I. Lucha contra los insectos forestales

En uno de los grandes países de Europa central, varios profesionales que se ocupan en la protección de las plantas contra los insectos y las enfermedades están organizados en una «Asociación de... Médicos de las Plantas». Como se deduce del nombre, los miembros consideran su profesión análoga a la de médico o la de veterinario, al menos en cuanto se refiere a los principios científicos (aunque ciertamente no lo es desde el punto de vista económico).

A estas tres ciencias afines, que tratan de las plantas, los animales y el hombre, es igualmente aplicable aquello de que «vale más prevenir que curar», pero, por desgracia, la situación a menudo dista mucho de este ideal. La razón principal de que sea así se ha puesto repetidas veces de manifiesto en este Simposio y deriva de la falta de conocimientos referentes a las causas fundamentales de la formación de plagas de insectos forestales. Y, como se desconoce el modo de impedir estas plagas, generalmente no hay otro remedio que recurrir, como hacen los médicos, a la «cura». Si se quiere tener la esperanza de poder alterar alguna vez esta situación, habrá que efectuar muchas más investigaciones teóricas, especialmente en lo que concierne a la dinámica de las poblaciones y la ecología de los insectos enemigos de los árboles. A estas investigaciones se les debe conceder la máxima prioridad, según se expone en la primera recomendación general aprobada por el Simposio.

Los oradores que intervinieron en la novena reunión trataron principalmente de la «lucha».

Existen cuatro métodos de lucha, tres de los cuales: la química, la biológica y la silviculturas, fueron objeto de extensas discusiones en el Simposio. El cuarto método, la lucha mecánica, no se examinó detalladamente porque ha perdido mucha de su antigua importancia. Aparte otras limitaciones que presenta, la escasez de mano de obra en Europa y la vasta extensión de los montes y el costo de la mano de obra en América del Norte hacen que este tipo de tratamiento sea frecuentemente impracticable. Sin embargo, en los países donde la mano de obra es barata y abundante, la lucha mecánica contra ciertas plagas de insectos podría ser factible.

Se admite, generalmente, que toda plaga forestal debe evaluarse cuidadosamente antes de decidir si se la debe o no combatir. Sin embargo, un obstáculo importante con que tropieza esta evaluación es la frecuente falta de datos cuantitativos acerca de las pérdidas directas e indirectas que causan las enfermedades y los insectos forestales. Como el Simposio destaca en una de sus recomendaciones, estas determinaciones cuantitativas darían una base más sólida a las actividades de investigación, reconocimiento y lucha, y reforzarían nuestra situación frente al forestal y al público en general.

El arma en que actualmente se confía más en la batalla contra los insectos de los montes es la lucha química. La producción comercial de varios insecticidas extremamente potentes y la facilidad con que éstos se pueden aplicar en vastas áreas permiten combatir rápida y eficazmente la mayoría de los insectos defoliadores. Este progreso recuerda los logrados recientemente con las sulfamidas y los antibióticos en el campo de la medicina humana.

Sin embargo, los modernos insecticidas orgánicos tienen varios inconvenientes graves, pues pueden ocasionar efectos secundarios indeseables y a veces perjudiciales (como ocurre con los antibióticos cuando se aplican al hombre), matando no sólo la plaga de que se trate sino también sus enemigos naturales y otros muchos animales. Además, algunos de estos insecticidas son tóxicos incluso para el hombre. Aunque estos efectos perjudiciales los conocen ya de antiguo los entomólogos forestales y agrónomos, sólo recientemente han sido examinados y realmente investigados por el Congreso americano. Por ello, el objetivo que se debe perseguir actualmente es la creación de insecticidas más específicos y menos tóxicos.

Otro grave inconveniente de los insecticidas es que no eliminan las causas fundamentales de la formación de las plagas, por lo que, frecuentemente, hay que aplicarlos año tras año, lo cual aumenta considerablemente los gastos generales.

Por estas razones, los otros tipos de lucha contra los insectos de los montes, es decir, la lucha biológica y la silvícola, se han discutido más intensamente en el Simposio. A pesar de todo, se reconoce que los entomólogos tendrán que recurrir a los productos químicos durante muchos años todavía.

La lucha biológica, en su aplicación clásica, se dirige sobre todo contra las plagas de insectos introducidas. Sin embargo, las recientes realizaciones en el campo de la lucha microbiana y autocida ofrecen también oportunidades atrayentes para combatir las plagas indígenas, igual que las de los métodos de conservación de los enemigos naturales indígenas y las medidas de lucha biotécnica, tales como el empleo de sustancias atrayentes del sexo, etc.

La importación de insectos entomófagos para combatir las plagas exóticas es particularmente interesante en el caso de los insectos que atacan los montes, debido a lo prolongado de la rotación de los cultivos forestales. Esto proporciona un ambiente para la aclimatación de los enemigos naturales importados más estable que, por ejemplo, los cultivos transitorios en las tierras arables.

La experiencia enseña que, antes de que se pueda recomendar una introducción, el estudio cuidadoso de todo el complejo parásito-hospedante en el país de origen es de importancia capital. Muchos de los fracasos sufridos en otro tiempo pueden atribuirse a no haberse efectuado investigaciones de la especificidad en cuanto al hospedante y de las relaciones mutuas de las diversas especies de parásitos descubiertas. Actualmente, una cuestión muy debatida es si se debe introducir una especie únicamente o varias (es decir, la más eficaz y la de mejor adaptación). Otro modo de proceder sería introducir todos los parásitos primarios existentes, con vistas a establecer todo el complejo de enemigos naturales, tal como existe en el área original. En algunos casos (por ejemplo, en el de la tortrix europea de los brotes del pino en Canadá), se ha observado incompatibilidad entre diversos parásitos introducidos, pero se han registrado otros casos en que un complejo de diversos parásitos se ha comportado mejor que una sola especie (por ejemplo, la mosca de sierra de la picea europea en Canadá). Por esto, cada caso debe estudiarse particularmente.

Un inconveniente grave de este tipo de lucha biológica deriva de que en muchas ocasiones las evaluaciones de la eficacia de las introducciones son inadecuadas. Sólo muy recientemente se han publicado informes acerca de los efectos de las operaciones de lucha biológica llevadas a cabo en los Estados Unidos, Australia y Canadá. Así, pues, únicamente por una cuidadosa y prolongada investigación se pueden evaluar y mejorar los resultados. La cría selectiva de variedades introducidas de parásitos, la búsqueda de parásitos de especies hospedantes muy afines a las de la plaga de que se trate y la mejora de los complejos de parásitos o de depredadores por traslado de enemigos naturales de una a otra área (por ejemplo, de occidente a oriente de América del Norte) son otros medios que deben investigarse más a fondo.

El empleo de organismos patógenos, como virus, bacterias y hongos que atacan a los insectos forestales perjudiciales, es otra esfera de lucha biológica objeto actualmente de muchas investigaciones en diversos países. Algunos de estos organismos (por ejemplo, Bacillus thuringiensis y Beauveria) se prestan para ser producidos industrialmente, con lo cual satisfacen ampliamente la demanda de «insecticidas» más específicos. El método de aplicación es semejante al de los insecticidas químicos, con los que pueden usarse sin inconveniente alguno.

Los microorganismos entomopatógenos tienen mucha semejanza con los antibióticos que usa la medicina, pero la especificidad de las diversas variedades de microorganismos para las diferentes plagas tiene que examinarse cuidadosamente antes de proceder a su aplicación.

Por lo general, la lucha microbiana no es tan rápida ni a veces tan eficaz, como la lucha química. Sin embargo, esto tiene ciertas ventajas, puesto que aumenta las posibilidades de que el organismo patógeno pase de una generación de insectos a la siguiente, con lo que se obtiene un efecto duradero.

Una de las últimas realizaciones en el campo de la lucha biológica es el procedimiento que se conoce por la lucha autocida, y que consiste en limitar la especie perjudicial mediante la liberación de grandes masas de variedades genéticamente inferiores. Machos esterilizados mediante rayos gamma y puestos luego en libertad en gran número en el área donde se halla la plaga se aparean con hembras que originarán descendientes no viables. En silvicultura, este método se ha aplicado recientemente en Suiza con resultados prometedores a una población local de melolóntidos. En diferentes países hay en marcha otros muchos proyectos de esta índole. El descubrimiento de sustancias químicas que esterilicen a los machos o a ambos sexos puede simplificar considerablemente la lucha autocida. Estos quimoesterilizantes se pueden aplicar directamente a una población de insectos, reduciendo con ello grandemente los gastos.

FIGURA 29. - La lucha biológica contra los insectos presenta buenas perspectivas de éxito, ya que se han hecho importantes progresos en los métodos y procedimientos de combate. La mosca de sierra del pino (Neodiprion sertifer), defoliador grave de las coníferas, ha podido dominarse con éxito en algunos ensayos experimentales, empleando pulverizaciones con un virus especifico. (Foto: Servicio Forestal de los E.U.A.)

La cría y liberación de variedades de insectos poseedores de un complejo génico genéticamente inferior (es decir, que comprenda muchos factores letales) es otro modo de rebajar el vigor de las poblaciones de insectos y de diezmarlas.

En general, la lucha biológica parece particularmente apropiada para resolver los problemas que plantean los insectos forestales, puesto que el medio ambiente relativamente estable de un monte garantiza la ausencia de efectos adversos como la interferencia de los plaguicidas o las prácticas agronómicas perturbadoras.

FIGURA 30. - Pleolophus basizonas es un parásito de los capullos de la mosca de sierra que ha logrado establecerse con éxito en Norteamérica para combatir plagas introducidas del tipo de la mosca de sierra del pino. Si bien en el caso de algunos parásitos se han logrado resultados espectaculares, esta especie ha tardado en demostrar sus repercusiones como eficaz agente de lucha. (Foto: Departamento de Montes del Canadá)

Como los agentes de la lucha biológica, una vez que se han establecido satisfactoriamente, se perpetúan por sí solos y llegan a atravesar las fronteras políticas, los países pequeños podrían cooperar en proyectos de importancia para varias naciones. Actualmente, existen ya dos organizaciones internacionales de lucha biológica: el Commonwealth Institute of Biological Control (CIBC) para los países de la Comunidad Británica, y la Commission internationale de lutte biologique contre les ennemis des cultures (CILB) para la mayoría de los países de Europa occidental y de la cuenca del Mediterráneo.

Algunos aspectos de la lucha biológica, como, por ejemplo, el enriquecimiento de las estaciones con fanerógamas productoras de polen y néctar para los insectos entomófagos adultos, constituyen una transición hacia el tercer método de lucha contra las plagas, es decir, la lucha silvícola, a que tan gran atención se ha prestado en el Simposio.

La lucha silvícola es un método indirecto que tiende:

a) a impedir la formación de plagas de insectos;
b) a alterar las condiciones forestales durante la existencia de una plaga para combatirla;
c) a prevenir el daño a los árboles;
d) a acelerar la recuperación de las masas devastadas.

En el caso de las masas de establecimiento reciente, las precauciones deben adoptarse desde el comienzo. Uno de los principios más importantes a este respecto es elegir las especies arbóreas apropiadas y las razas adecuadas de una especie determinada. Según ha demostrado abundantemente la historia contemporánea de los montes europeos, los mayores riesgos se corren cuando se introducen especies arbóreas en áreas nuevas.

El ejemplo más impresionante es el de Picea abies, que se limitaba en un principio a las partes montañosas de Europa central de más de 1.000 m de altitud. En el siglo pasado, los forestales de las tierras bajas, esperando aumentar la producción por unidad de superficie, iniciaron el reemplazamiento de los montes originales de roble y haya con plantaciones de Picea abies en masas puras. Ahora que se recogen las generaciones primera o segunda de estas masas de coníferas, se puede apreciar totalmente el inconveniente de las masas puras. Estas masas no sólo deterioran rápidamente el suelo impidiendo el establecimiento de nuevas masas, sino que la madera que producen es de pobre calidad debido a los repetidos ataques de hongos e insectos. Esto ha dado origen al aprovechamiento de estas masas para pasta de madera y para madera aserrada de baja calidad. Entre las especies de insectos que han resultado más peligrosas figuran Lymantria monacha y Pristiphora abietina, que son casi desconocidas en los montes naturales de picea.

Son muchos los que atribuyen la gran abundancia de estas especies a un «equilibrio biótico» diferente en los montes de masas puras. Por ejemplo, se cree que los enemigos naturales de estos insectos no se encuentran en dichos montes por faltar en ellos fanerógamas y hospedantes. Además, los árboles quizá presenten una mayor susceptibilidad en condiciones artificiales. Sin embargo, es muy necesario hacer más investigaciones de este problema para poner en claro las causas que originan el denominado «trastorno del equilibrio biocenótico». Es indudable que este ejemplo debiera servir de advertencia para todos aquellos países con problemas análogos de repoblación forestal.

Como la cría de árboles es una ciencia relativamente nueva, la selección de variedades resistentes se halla todavía en su infancia si se la compara con la labor semejante hecha para defender la agricultura del ataque de las plagas. Ultimamente se ha dado más importancia a la mejora de las plantaciones mediante el uso de abonos químicos, método utilizado universalmente en agricultura. Trabajos recientes efectuados en Alemania han demostrado que, mientras algunos insectos chupadores han prosperado, las poblaciones de insectos defoliadores han quedado a menudo muy reducidas cuando, por ejemplo, se han aplicado abonos nitrogenados. Sería conveniente que durante largo tiempo se efectuasen nuevas investigaciones en este aspecto.

Una de las exigencias primordiales del tratamiento silvícola del volumen en pie, así como durante la recolección de éste, se conoce en Alemania por «ordenación higiénica limpia». Esta ordenación entraña una corta y un aclareo selectivos para eliminar los árboles oprimidos, fisiológicamente débiles, y también métodos «limpios» de recolección y extracción. Por lo que a esto último se refiere, los modernos procedimientos mecanizados de apeo y extracción quizá constituyen un retroceso. Por ejemplo, algunos métodos de apeo extensivo en América del Norte ciertamente distan mucho de ser inocuos.

Como se ha expuesto en el Simposio, una cuestión tan compleja como la lucha silvícola únicamente puede tratarse en modo eficaz mediante la cooperación intensiva entre los forestales, por una parte, y los especialistas (entomólogos, patólogos, fitosociólogos, etc.), por la otra.

En conclusión, puede decirse que el porvenir de la lucha contra los insectos forestales está en la integración de los tres métodos de lucha de que se acaba de hablar. En los casos urgentes, quizá haya que recurrir a los productos químicos. Sin embargo, trabajando sin cesar para conocer mejor las relaciones ecológicas entre las condiciones de los montes y las plagas de insectos será cada vez más hacedero reemplazar la lucha química con medidas preventivas, o al menos con métodos de lucha más naturales.

Parte II. Lucha contra las enfermedades forestales

Informes acerca de las enfermedades

La lucha contra las enfermedades y las plagas de insectos de los árboles forestales fue uno de los últimos temas que se examinaron en el Simposio. En él se presentaron muchos amplios informes en que se resumía la literatura mundial y las investigaciones actuales relativas a las enfermedades de los montes. Estas comunicaciones fueron discutidas animadamente por hombres de ciencia representantes de los diversos países participantes y permitieron establecer comparaciones de los problemas comunes y particulares planteados en situaciones forestales ampliamente diversas.

Las comunicaciones trataban, en primer lugar, de los principales tipos de enfermedades y, luego, de las enfermedades importantes de los árboles de países o regiones de todo el mundo. En casi todas las comunicaciones se exponían y evaluaban las medidas de lucha conocidas para enfermedades concretas (véase Capítulo 5). Además, trabajos de índole general revisaban los principios, procedimientos y problemas de la lucha contra las enfermedades de los árboles forestales (véase Capítulo 3).

Enfermedades internacionales y cuarentenas de plantas

El Simposio centró su atención principalmente en las «enfermedades internacionalmente peligrosas» y en los posibles modos y medios de prevenir su propagación. Así, se destacó repetidamente en todo el Simposio que «las cuarentenas eficaces son la primera línea de defensa contra la propagación internacional de organismos patógenos para los montes». Los principios, problemas y posibilidades de «restringir el movimiento (de organismos patógenos) en semillas, material vegetal vivo y madera en sus diversas formas», se examinaron en comunicaciones debidas a funcionarios de los servicios de inspección de muchos países (véase Capítulo 6). Se reseñaron diversos procedimientos de desinfección, desinfestación y descontaminación de productos vegetales y materiales de envase (véanse los capítulos precedentes). El Simposio recomendó diversos modos para reforzar las cuarentenas de plantas (véase capítulo sobre Recomendaciones, 7-20 y 39-43) y subrayó la necesidad de nuevas investigaciones, especialmente acerca de los organismos patógenos transmitidos por las semillas y su combate.

Quizás merezca la pena repetir una cuestión en vista del propósito del Simposio de iniciar y reforzar la cooperación internacional en la lucha contra las enfermedades. Aunque gran parte de las discusiones acerca de las normas de cuarentena se referían principalmente a los países importadores, se fijaron ciertas obligaciones a los países exportadores. No hay duda de que la «regla de oro» de las cuarentenas de plantas podría ser, como ya ha expuesto Farstad, que «todo país debe estar preparado para proporcionar tanta protección al país que compre sus productos como la que él espere del país donde haga sus compras». El Simposio sugirió a los países y organizaciones exportadores ciertas medidas para lograr tales garantías (véanse Recomendaciones 11, 13 y 15).

Principios de la lucha contra las enfermedades forestales

Los principios generales que rigen la lucha contra las enfermedades de los montes se definieron diversamente. Los conceptos clásicos de lucha contra las enfermedades de las plantas: exclusión, extirpación, protección e inmunización, tan amplia y eficazmente utilizados con los cultivos agrícolas, son aplicables a la práctica forestal. Los dos primeros se dirigen contra el agente causal o provocador de la enfermedad y los dos últimos, a la planta hospedante.

Las medidas de lucha directas, que se formulan específicamente para limitar o incluso extirpar un organismo patógeno determinado, comprenden tratamientos temporales o de urgencia dirigidos contra los organismos patógenos recién introducidos antes de que éstos se establezcan firmemente o contra enfermedades existentes que hayan alcanzado, o amenacen alcanzar, proporciones de epidemia en circunstancias especialmente favorables. Aunque son costosas, su uso puede estar justificado en ciertas ocasiones en que el valor de una cosecha forestal o del de determinados árboles sea muy elevado. Entre los ejemplos mencionados a este propósito se citó el uso de fungicidas, insecticidas, nematocidas, herbicidas y fumigantes para el suelo, y la ejecución de prácticas culturales especiales en los viveros forestales, las plantaciones de árboles para Navidad, a veces en plantaciones forestales y, comúnmente, con árboles de sombra y de adorno. Investigaciones recientes han sugerido el posible empleo de microorganismos antagonistas, antibióticos, sustancias quimoterapéuticas sistémicas, reguladores del crecimiento y silvicidas en la lucha contra las enfermedades de los árboles.

Las medidas de lucha indirectas tienden a corregir o evitar defectos fundamentales de las condiciones forestales que pueden servir de estímulo inicial para los brotes de enfermedades. Estas medidas son más bien preventivas que curativas de las enfermedades y se aplican durante largos períodos de tiempo. Aunque a veces se las considera incidentales de las prácticas normales de ordenación, estas «regulaciones silvícolas» adquieren a menudo una función principal y pueden determinar en gran modo el tipo de silvicultura que se utilice (véanse ejemplos en el Capítulo 1). Su costo inmediato debe equilibrarse con las pérdidas que impiden y con los beneficios que producen (véase el Capítulo 3, donde se examinan más detenidamente los factores económicos que rigen los programas de lucha contra las enfermedades, y también Recomendaciónes, 2, en que se indican las medidas que propone el Simposio).

El Simposio reconoció que «como cada día son más las masas naturales que se sustituyen con bosques plantados o regenerados artificialmente», surgirán nuevos problemas fitosanitarios. La experiencia ha demostrado los posibles peligros de la plantación de una sola especie simultáneamente en grandes extensiones; de la falta de cuidado en la elección de las especies o las semillas arbóreas; del empleo de material de plantación de calidad inferior; de la plantación en estaciones muy deterioradas, y del descuido de las plantaciones nuevas. Sin embargo, el mayor provecho que se saca de estas plantaciones y las oportunidades que ofrecen de una ordenación intensiva permitirán la aplicación de nuevas, y quizá más eficaces, medidas de lucha desde el momento en que se efectúa la plantación. Las masas plantadas dan también la oportunidad de emplear material de plantación resistente de tipo superior, creado por selección o por hibridación. Existen ya en el comercio diversas variedades arbóreas resistentes.

FIGURA 31. - Se están llevando a cabo estudios pormenorizados de las enfermedades de los insectos a fin de determinar las enormes posibilidades que presentan para combatir tanto las plagas indígenas como las introducidas. En la foto se ven larvas de la mosca europea del pino muertas por un virus causante de la enfermedad poliédrica. (Foto: Departamento Forestal del Canadá)

En casi todos los informes de enfermedades se mencionaron muchos ejemplos de medidas de lucha silvícola eficaces para impedir o reducir al mínimo las pérdidas ocasionadas por las enfermedades. De hecho, parecía que la lucha más corriente contra las enfermedades forestales es de naturaleza indirecta y que entraña reajustes en las prácticas de ordenación forestal. Reconociendo estas posibilidades, el Simposio recomendó firmemente la mayor utilización de la considerable información ya existente, pero, al mismo tiempo, recomendó que los técnicos forestales prosigan sus investigaciones en búsqueda de métodos de lucha mejores. Además, el Simposio pidió el incremento de las investigaciones «para obtener más datos acerca de la identificación, distribución y biología de los organismos patógenos forestales», acerca de los procesos de infección, los efectos del medio ambiente, la epidemiología, las reacciones mutuas entre hospedante y parásito, los mecanismos de las enfermedades, las reacciones de defensa y las variaciones genéticas en el hospedante y en el organismo patógeno. Estas investigaciones teóricas debieran contar con un apoyo financiero generoso, aunque no se perciba fácilmente la aplicación inmediata de las mismas a las situaciones fitosanitarias reales. De estos estudios teóricos resultan generalmente avances importantes para la ciencia. Al mismo tiempo, el Simposio reconoció la necesidad de que se efectúen mejores evaluaciones cuantitativas de las pérdidas que causan las enfermedades para que los programas de investigación relativos a la lucha contra las enfermedades se puedan orientar hacia la resolución de los casos más urgentes.

FIGURA 32. - Cuando no se dispone de medios de lucha biológica y los valores del monte son elevados, se hace a menudo necesaria la aplicación aérea de insecticidas en gran escala. Corrientemente, los árboles se liberan de la plaga que se combate, pero, con frecuencia, no se tienen en debida consideración otras formas de vida como los peces, los pájaros y los seres humanos. (Foto: Departamento Forestal del Canadá)

FIGURA 33. Parásito exótico de un insecto exótico. Un ejemplar de Rhyssa persuasoria ovipositando en una cría de larvas Sirex sobre pino insigne, Bosque Kaingaroa, Nueva Zelandia. Rhyssa fue importada por primera vez en Nueva Zelandia en 1925 y más tarde nuevas introducciones de Rhyssa, Megarhyssa e Ibalia han contribuido mucho a combatir la población de Sirex en todo el país. (Foto: Servicio Forestal de Nueva Zelandia)

Responsabilidad y capacitación

Como la responsabilidad principal de la aplicación de las medidas de lucha corresponde a los forestales o a los administradores u ordenadores forestales, unos y otros deben conocer, al menos, las principales enfermedades que amenazan los montes y poder reconocer sus señales y síntomas, interpretar su significación en función de los daños presentes y futuros, conocer y aplicar las medidas de lucha donde el valor de la masa lo permita, o saber cómo, cuándo y dónde solicitar la ayuda de técnicos forestales profesionales. Es innecesario añadir que al patólogo forestal corresponde no sólo descubrir los hechos fundamentales, sino también organizar y presentar éstos en forma comprensible para el forestal. A este fin, el Simposio consideró varios mecanismos por los que se podría recoger, organizar y resumir información y distribuirla a diversos medios forestales de todo el mundo (véase capítulo sobre Recomendaciones, 3, 5, 20, 26, 28, 30 y 33). Análogamente, consideraciones referentes a la capacitación que requieren los técnicos forestales, los administradores forestales y los oficiales de los servicios de inspección para desarrollar eficazmente su labor, dieron origen a recomendaciones concretas del Simposio (véase Capítulo 8 y Recomendaciones, 4, 16, 17, 23, y 24).

La lucha contra las plagas forestales en los Estados Unidos

En resumen, los principios que rigen la lucha contra las enfermedades forestales en los Estados Unidos son los siguientes:

1. La enfermedad debe constituir una amenaza importante, según evaluaciones previas.

2. La aplicación de las medidas de lucha debe ser concienzuda y completa, sujetándose estrictamente a las normas técnicas.

3. La investigación debe ser dinámica y continua para que las medidas de lucha sean las mejores y más modernas.

4. Los ordenadores forestales y el público deben estar bien informados para que conozcan las posibilidades y limitaciones de los programas de lucha.

5. El público interesado debe ser persuadido para lograr su comprensión y cooperación. El aspecto de la cooperación en la lucha contra las enfermedades interesa al Gobierno Federal, a los gobiernos de los estados, a los propietarios de monte particulares y a los representantes del pueblo.


Página precedente Inicìo de página Página siguiente