Comisión de Recursos Genéticos para la Alimentación y la Agricultura

Commission on Genetic Resources for Food and Agriculture

La biodiversidad para la alimentación y la agricultura - preguntas frecuentes

La biodiversidad para la alimentación y la agricultura está disminuyendo: ¿eso qué significa? ¿Qué puedo hacer al respecto?

El problema de la pérdida de biodiversidad recibe cada vez más atención en todo el mundo. Sin embargo, la información relativa a la biodiversidad, especialmente en el contexto de la alimentación y la agricultura, puede resultar difícil de transmitir.

A continuación se proporcionan respuestas sencillas a las preguntas más frecuentes sobre la biodiversidad para la alimentación y la agricultura. Se basan en la información contenida en el informe de la FAO sobre El estado de la biodiversidad para la alimentación y la agricultura en el mundo, una importante evaluación mundial publicada en 2019 fundamentada en los informes de 91 países preparados a tal efecto y las aportaciones de cientos de autores y revisores. El informe ofrece un resumen de las funciones esenciales que desempeña la biodiversidad en el suministro de alimentos y otros productos agrícolas.

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Podría parecer que los abejorros, las razas ganaderas, los bosques de montaña y las bacterias que hacen el yogur tienen poco en común. Pero todos ellos constituyen la biodiversidad para la alimentación y la agricultura: esa parte de la biodiversidad —término con el cual nos referimos a los ecosistemas, las especies y la variación genética dentro de cada especie— que contribuye al suministro de nuestros productos alimenticios y agrícolas.

La biodiversidad para la alimentación y la agricultura abarca desde los cultivos y el ganado, pasando por las plantas y animales silvestres utilizados como alimento, hasta la multitud de especies y procesos ecológicos que apoyan la seguridad alimentaria de formas menos obvias. Entre estos figuran los polinizadores, los depredadores de las plagas, la vida benéfica del suelo, los microorganismos que procesan alimentos y muchos más. Así pues, la biodiversidad para la alimentación y la agricultura abarca una mezcla increíble: vacas, arroz, manzanas, yuca, salmón salvaje y cultivado, abejas que polinizan cultivos, especies como las mariquitas que comen áfidos dañinos, lombrices que crean suelo sano, bambú, ratán y pinos, variedades de frutas locales, variedades de cultivo resistentes a las sequías y las bacterias que producen productos de leche fermentada. Se incluyen aquí los ecosistemas presentes en las explotaciones agrícolas y en torno a estas, o que de algún modo contribuyen a la producción alimentaria y agrícola, como por ejemplo los terrenos boscosos que protegen las explotaciones frente a la erosión eólica de los suelos.

Para entender la biodiversidad para la alimentación y la agricultura es por tanto necesario conocer la forma en que los distintos tipos de biodiversidad interactúan e influyen en la agricultura y la producción de alimentos. Se trata de un concepto un tanto difuso y aún nos queda mucho que aprender.

La biodiversidad para la alimentación y la agricultura es la piedra angular de la seguridad alimentaria mundial. No es algo accesorio. Comprende los cultivos y el ganado, que son la base principal de nuestras dietas, así como una multitud de especies silvestres que contribuyen a nuestros suministros alimentarios y materiales.

Los peces silvestres aportan 90 millones de toneladas de alimento al año y constituyen la principal fuente de proteínas para muchas comunidades costeras. Los alimentos silvestres obtenidos de los bosques y otros hábitats terrestres son importantes fuentes de nutrición para millones de personas y, en muchos casos, les ayudan a alimentarse durante períodos de escasez y les ofrecen protección frente a la pérdida de cosechas.

La agricultura mundial depende del agua de riego procedente de ecosistemas sanos en buen estado de funcionamiento, de suelos estables y sanos y de los insectos, murciélagos y pájaros que polinizan los cultivos y ejercen el control biológico de las plagas. En partes de China, la desaparición de poblaciones de insectos hace que los productores tengan que polinizar los cultivos a mano, utilizando pinceles. Los microorganismos impulsan gran parte de la amplia industria de elaboración de alimentos en el mundo, desde la fermentación tradicional de cultivos en casas de aldea hasta la elaboración de yogur por parte de gigantescas empresas alimentarias. Las especies silvestres afines contribuyen a las iniciativas para generar resiliencia frente a nuevas enfermedades de los cultivos y el cambio climático. Los huertos caseros complementan las dietas de miles de millones de personas.

La diversidad genética en las variedades de cultivos y razas de ganado hace que podamos disfrutar de una mayor variedad de sabores y texturas en nuestros alimentos y permite que estos sean producidos en muchos climas, tipos de suelo y condiciones ambientales diferentes.

Numerosos agricultores trabajan de forma consciente con la naturaleza, aprovechando los beneficios derivados de ecosistemas bien gestionados. Estos enfoques evitan también muchos efectos perjudiciales, derivados de la contaminación, la erosión del suelo y la pérdida de agua de riego aprovechable, que de no ser así socavarían la agricultura. La biodiversidad para la alimentación y la agricultura no es solo importante, es irreemplazable.

Todos los datos parecen indicar que la biodiversidad tanto silvestre como domesticada para la alimentación y la agricultura está disminuyendo, aunque nuestros conocimientos al respecto son todavía insuficientes.

En general, a medida que la actividad agropecuaria se especializa, las razas de ganado y variedades de cultivo tradicionales se abandonan y algunas se ven amenazadas de extinción; al menos el 28 por ciento de las razas de ganado locales está en situación de riesgo. La producción de alimentos se basa en gran medida en un pequeño número de especies: dos tercios de la producción mundial de cultivos provienen de solo nueve especies y el 97 por ciento de la producción de carne procede de ocho especies.

Entre la biodiversidad silvestre para la alimentación y la agricultura, casi un tercio de las poblaciones de peces de los océanos está sobreexplotado, un tercio de los peces de agua dulce está en peligro de extinción y cerca de una quinta parte de las especies registradas en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza como fuentes de alimento humano se clasifican como amenazadas.

Los ecosistemas fundamentales que apoyan la alimentación y la agricultura (los ecosistemas forman parte de la biodiversidad) también están desapareciendo, junto con la biodiversidad asociada a ellos, como por ejemplo los polinizadores. A pesar de la preocupación mundial por la deforestación, la pérdida de bosques sigue manteniéndose en niveles elevados. Los humedales se drenan y se contaminan. El cambio climático daña los ecosistemas que contribuyen a la alimentación y la agricultura, por ejemplo, al provocar condiciones climáticas más secas que amenazan los bosques nubosos tropicales de montaña que suministran agua para riego.

Nuestra capacidad de reaccionar ante estas pérdidas se ve obstaculizada por la falta de conocimientos sobre muchos aspectos menos obvios de la biodiversidad para la alimentación y la agricultura. Si bien los científicos conocen a prácticamente cada uno de los tigres salvajes que quedan vivos, el 1 por ciento de las especies de bacterias no ha sido siquiera identificado, a pesar de que muchas de ellas desempeñan funciones irreemplazables en la producción de alimentos. En muchos países, el seguimiento de la biodiversidad para la alimentación y la agricultura sigue siendo casi inexistente. Adquirir un mejor control de las tendencias en la biodiversidad para la alimentación y la agricultura es una de las primeras prioridades para asegurar una gestión más sostenible.

Las amenazas se presentan en muchos niveles y suelen estar relacionadas entre sí. La mayor amenaza de todas probablemente sea la pérdida de hábitat y la incesante conversión de los bosques naturales, los pastizales, la sabana, los humedales y los hábitats costeros. La agricultura es el mayor factor de impulso de estas pérdidas, por ejemplo, mediante el desbroce de vegetación autóctona para crear tierras agrícolas y ranchos, la alteración de los ciclos hidrológicos y la contaminación por plaguicidas y fertilizantes. La actividad agropecuaria es asimismo una importante fuente de gases de efecto invernadero. Los efectos repercuten en esta actividad, al socavar su propia sostenibilidad, reducir las especies silvestres útiles como los polinizadores, alterar el riego y acelerar el cambio climático.

La pérdida de ecosistemas también destruye los alimentos silvestres de los que dependen muchas personas pobres, además de otros servicios ecosistémicos esenciales. Numerosas fuentes de alimentos silvestres se ven sobreexplotadas, lo que genera escasez de alimentos y amenazas de extinción.

El cambio climático incide prácticamente en todo y trastorna los ciclos agrícolas, aumenta los fenómenos meteorológicos extremos y debilita los ecosistemas. Los desastres relacionados con el clima pueden ser devastadores: las inundaciones, las sequías y los incendios destruyen los sistemas agropecuarios y las fuentes de alimentos silvestres, poniendo en inminente peligro a las comunidades humanas. Las especies invasivas, que se extienden como consecuencia de la globalización, destruyen valiosas especies locales y degradan los ecosistemas.

Muchas de estas presiones vienen determinadas por tendencias sociales más amplias, a saber, el crecimiento demográfico, las estrategias de mercado de grandes empresas y los cambios socioeconómicos y culturales, tales como el aumento del consumo y un auge del consumo de carne.

La intensificación agrícola ha reducido la diversidad agropecuaria, y las estrategias de producción y las políticas de comercialización se centran en unos pocos productos clave, lo que ha disminuido las oportunidades de adaptación y, de forma incidental, ha negado a los consumidores los múltiples sabores que ofrecen las variedades tradicionales de frutas y hortalizas.

Es difícil tener certeza. Los países informan de que las prácticas respetuosas con la biodiversidad, tales como la gestión sostenible de los suelos, la potenciación de los polinizadores y la restauración de los arrecifes de coral, están aumentando. Pero es difícil evaluar si esto ha incidido realmente en la biodiversidad para la alimentación y la agricultura.

Los países más ricos notifican con mayor frecuencia prácticas de gestión específicas respetuosas con la biodiversidad. Por otro lado, muchos agricultores de los países más pobres probablemente no se puedan permitir comprar los plaguicidas y fertilizantes que suelen perjudicar la biodiversidad para la alimentación y la agricultura.

Los sistemas de gestión respetuosos con la biodiversidad son a menudo más complicados, ya que dependen de un conocimiento exhaustivo de las condiciones ambientales locales y, a veces, requieren más trabajo, factores que obstaculizan su introducción. Incorporar enfoques respetuosos con la biodiversidad en la agricultura ordinaria constituye una prioridad urgente en el futuro inmediato a fin de obtener una valiosa biodiversidad para la alimentación y la agricultura antes de que sea demasiado tarde.

En general, la biodiversidad tanto silvestre como domesticada (los ecosistemas, las especies y la variación genética dentro de las especies) se conserva mejor en sus hábitats normales o en explotaciones agrícolas, lo que se conoce como in situ, y no en bancos de semillas o genéticos, zoos, jardines botánicos, acuarios o arboretos, lo que se denomina ex situ. Sin embargo, la conservación ex situ es fundamental como póliza de seguros frente a la extinción en el medio silvestre y la pérdida de razas y variedades raras de las explotaciones y como fuente de material para el mejoramiento de cultivos y ganado. La conservación In situ presenta muchos aspectos. Puede comprender el fomento de la producción de cultivos tradicionales y el mantenimiento de razas locales, el establecimiento de zonas protegidas para mantener una biodiversidad silvestre útil para la alimentación y la agricultura, la introducción de medidas de control de la gestión para la pesca y otros usos de la biodiversidad silvestre para la alimentación y la agricultura y, en ocasiones, la restauración de ecosistemas dañados y degradados. Sigue habiendo enormes deficiencias en las iniciativas de conservación y, por ejemplo, solo una pequeña parte de las especies silvestres comestibles que están amenazadas tienen programas de conservación.

La gestión eficaz de la biodiversidad para la alimentación y la agricultura conlleva muchas actividades diferentes. Todas ellas se centran de un modo u otro en reducir al mínimo las pérdidas de biodiversidad para la alimentación y la agricultura y aumentar al máximo los posibles beneficios derivados de su uso sostenible.

Es preciso abordar las amenazas para la biodiversidad que plantean la destrucción de hábitat, el cambio climático y la contaminación. Deben acordarse estrategias de gestión sostenible para las especies recolectadas en el medio silvestre. Asimismo, es importante diversificar la producción y reducir la contaminación provocada por los plaguicidas y fertilizantes para evitar la degradación de los ecosistemas, basándose en los numerosos enfoques orgánicos y de pocos insumos que hay disponibles. La conservación basada en áreas, como por ejemplo parques nacionales y reservas naturales, desempeña un papel fundamental en el mantenimiento de los ecosistemas saludables que apoyan la seguridad alimentaria.

La protección activa de la diversidad genética en especies domesticadas es fundamental, tanto en las explotaciones agrícolas como mediante bancos de semillas y genéticos o centros de razas raras. La conservación de especies silvestres de cultivos y ganado en ecosistemas naturales también es esencial. Los programas de mejoramiento para cultivos, ganado y especies acuáticas cultivadas deben planificarse adecuadamente, de manera que mantengan un nivel suficiente de diversidad genética y produzcan poblaciones de plantas y animales que se adapten bien a las condiciones de producción y las necesidades de los productores.

Una buena gestión supone abordar las compensaciones: equilibrar las funciones de los ecosistemas naturales con la necesidad de más tierras agrícolas, controlar las plagas de cultivos sin destruir a los depredadores de plagas, mantener las poblaciones de peces sin empobrecer a las comunidades pesqueras, etc.

Todavía queda mucho que aprender, tanto por los científicos como mediante la colaboración con las comunidades locales e indígenas para recoger conocimientos tradicionales acerca de todo, desde la adaptación de los cultivos al cambio climático hasta la mejora de la fermentación en la preparación de alimentos. La gestión de la biodiversidad para la alimentación y la agricultura suele ser muy específica del lugar.

Las personas en todos los niveles de producción y consumo de alimentos tienen un papel que desempeñar para alentar e impulsar la gestión sostenible de la biodiversidad para la alimentación y la agricultura.

La crisis que amenaza la biodiversidad para la alimentación y la agricultura requiere que exista cooperación mundial para apoyar su uso sostenible y conservación, por ejemplo, mediante la eliminación de las amenazas transfronterizas, la colaboración en la gestión de especies migratorias y la coordinación del intercambio de investigaciones e información. El intercambio internacional de recursos genéticos es fundamental para la alimentación y la agricultura y se necesita cooperación para garantizar que se lleve a cabo de forma eficaz, justa y equitativa.

La Comisión de Recursos Genéticos para la Alimentación y la Agricultura de la FAO es el único órgano intergubernamental permanente que se ocupa específicamente de la biodiversidad para la alimentación y la agricultura. La Comisión se creó en 1983 para ocuparse de los recursos genéticos de las plantas de cultivo. En 1995, su mandato se amplió para abarcar todos los tipos de biodiversidad de importancia para la alimentación y la agricultura. Con anterioridad a 2004, la Comisión negoció el Tratado Internacional sobre los Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura. Al 1 de octubre de 2020, son miembros de la Comisión 178 países y la Unión Europea, y hay numerosas organizaciones que asisten a las reuniones en calidad de observadores.

La Comisión supervisa la preparación de evaluaciones mundiales periódicas de los recursos genéticos vegetales, animales, forestales y acuáticos, negocia respuestas en materia de políticas sobre estos y elabora directrices técnicas, códigos de conducta y otros instrumentos para apoyar a los países. Hasta 2020, ha acordado planes de acción mundiales para los recursos fitogenéticos, los recursos zoogenéticos y los recursos genéticos acuáticos para la alimentación y la agricultura, así como para los recursos genéticos forestales.

El estado de la biodiversidad para la alimentación y la agricultura en el mundo presenta una primera evaluación mundial de la situación y las tendencias de la biodiversidad para la alimentación y la agricultura. En 2021, la Comisión acordó una respuesta relativa a las políticas, el Marco de acción en materia de biodiversidad para la alimentación y la agricultura, en el que se presenta un conjunto de medidas integradas e interrelacionadas con miras a la utilización sostenible y la conservación de la biodiversidad para la alimentación y la agricultura.

La Comisión no solo aborda la labor de los gobiernos, sino que reconoce, y trata de facilitar, las contribuciones que hacen los agricultores, los habitantes de los bosques, los pastores, los criadores de ganado, los pescadores y las comunidades locales e indígenas a la gestión de la biodiversidad para la alimentación y la agricultura, por ejemplo manteniendo los conocimientos y los estilos de vida y agroecosistemas que apoyan la biodiversidad para la alimentación y la agricultura.

Todos tomamos decisiones a diario que afectan a la biodiversidad para la alimentación y la agricultura. Los agricultores, los vendedores, los profesores, los aficionados a la jardinería, los voluntarios para la conservación, los votantes y los consumidores, todos tienen una función que desempeñar.

La elección de alimentos procedentes de sistemas fiables y respetuosos con la naturaleza, como la agricultura orgánica, las granjas avícolas de crianza libre o las pesquerías sostenibles, apoya a los productores que intentan contribuir a la biodiversidad para la alimentación y la agricultura. Informarse acerca de las variedades de cultivos y razas de ganado locales y comprar sus productos de huertos o mercados puede apoyar la biodiversidad para la alimentación y la agricultura al contribuir a que las variedades y razas amenazadas sigan utilizándose. A veces los productos respetuosos con la biodiversidad resultan más costosos y no están disponibles para todos. Pero cualquiera puede preguntar a los vendedores de dónde provienen sus productos alimenticios o contactar con los fabricantes de alimentos para preguntar si sus productos se producen de forma sostenible. Cuando las empresas conozcan suficientemente la preocupación de sus clientes, empezarán a hacer cambios. Lo mismo ocurre con las escuelas, los lugares de trabajo y los gobiernos locales; el mensaje de que las personas quieren alimentos locales sostenibles marcará una diferencia.

Las personas con jardín, huerto o balcón pueden plantar algunos de sus propios alimentos y ayudar a reconstruir poblaciones de insectos escogiendo plantas que atraigan a insectos beneficiosos y reduciendo o eliminando el uso de plaguicidas. Construir una “casa de insectos” especial con lugares para que estos vivan y críen puede ampliar su número y ser realmente útil en las escuelas, donde se puede utilizar para el aprendizaje. Los grupos de conservación buscan voluntarios para proyectos como la restauración de superficies forestales o humedales que prestan valiosos servicios ecosistémicos a los productores de alimentos y muchos sistemas de seguimiento dependen de científicos no profesionales.

Conservar la biodiversidad para la alimentación y la agricultura no es solo un trabajo de los gobiernos, sino una prioridad urgente en la que todos podemos ayudar.