No.1  junio 2006  
 Perspectivas Alimentarias
  Análisis del Mercado Mundial

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RESÚMENES DE MERCADO

TRIGO

CEREALES SECUNDARIOS

ARROZ

YUCA

SEMILLAS OLEAGINOSAS, ACEITES Y HARINAS OLEAGINOSAS

AZÚCAR

CARNE Y PRODUCTOS CÁRNICOS

LECHE Y PRODUCTOS LÁCTEOS

PRONÓSTICOS A CORTO PLAZO RELATIVOS A LOS MERCADOS DE PRODUCTOS BÁSICOS: VINCULACIONES ENTRE LOS MERCADOS

EL AUMENTO DE LOS PRECIOS DEL PETRÓLEO CRUDO ESTIMULA LA DEMANDA DE PRODUCTOS AGRÍCOLAS RELACIONADOS CON EL ETANOL

PERSPECTIVA A MEDIO PLAZO: ÁFRICA IMPORTARÁ MÁS ALIMENTOS

FERTILIZANTES

FLETES MARÍTIMOS

APÉNDICE ESTADÍSTICA

Indicadores de mercado y facturas de las importaciones de alimentos

ANUNCIO

EL AUMENTO DE LOS PRECIOS DEL PETRÓLEO CRUDO ESTIMULA LA DEMANDA DE PRODUCTOS AGRÍCOLAS RELACIONADOS CON EL ETANOL

Interés en todo el mundo por el combustible etanol

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Con los niveles sin precedentes que están alcanzando los precios del petróleo crudo, crecen las perspectivas mundiales para el etanol usado como combustible. La producción del etanol derivado de plantas feculentas y azucareras, tales como la caña de azúcar y algunos cereales, aumentó un 53 por ciento, desde 30 mil millones de litros en 2000 hasta alrededor de 46 mil millones de litros en 2005. Se prevé que para 2010 el consumo mundial de etanol alcance los 54 mil millones de litros, correspondientes a alrededor de un 1 por ciento del consumo mundial de petróleo (que para 2010 superará, según las estimaciones del Consejo Mundial de la Energía [2005], los 5 151 000 millones de litros). El interés creciente que suscita el combustible etanol obedece no sólo a las preocupaciones por los altos precios del petróleo sino también a otros motivos importantes. Entre los cuales cabe mencionar los siguientes: la necesidad de diversificar las fuentes de energía, el deseo de muchos países de reducir el gas de efecto invernadero de conformidad con el Protocolo de Kyoto, y la necesidad de estabilizar los precios de los productos básicos y ajustar las subvenciones agrícolas a las disposiciones de la OMC. Gracias a los avances tecnológicos y a los incentivos normativos, la industria del combustible etanol ya no se limita a unos pocos países (Brasil, Japón y los Estados Unidos) sino que está cobrando importancia también en otras partes del mundo, sobre todo China, la India y Tailandia. El incremento de la utilización de etanol tiene el potencial de crear una demanda apreciable de productos agrícolas relacionados con la energía y de influir ulteriormente en los mercados de productos básicos.

Políticas relativas al etanol

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Para sostener la producción y el consumo de etanol los países recurren por lo general a las reglamentaciones del mercado, que establecen la obligación de mezclarlo con la gasolina, y a la concesión de incentivos fiscales. Las proporciones de las mezclas obligatorias oscilan entre el 5-10 por ciento (China, Tailandia) y el 20-25 por ciento (Brasil). Otras formas de apoyo consisten en la concesión de créditos para el almacenamiento del etanol, la aplicación de impuestos menores que para la gasolina, y la autorización de inversiones destinadas a la construcción de nuevas plantas. La mayoría de los vehículos que se producen actualmente pueden funcionar con mezclas que contienen una proporción reducida de etanol, mientras que las mezclas que contienen proporciones elevadas y los biocombustibles puros requieren pequeños ajustes de motor. En el Brasil, el principal productor y consumidor mundial de combustibles etanol, se comenzó en 1997 con el programa nacional PROÁLCOOL destinado a reducir la factura de las importaciones de petróleo del país. Dos instituciones desempeñaron una función de vital importancia en la ejecución del programa: el Instituto del Azúcar y del Alcohol (IAA), que controlaba la producción y las exportaciones de azúcar y etanol mediante un contingente de producción y un precio de compra fijo para el etanol; y Petrobas, que controlaba las ventas internas y la distribución del etanol. A principios de los años noventa, una gestión inadecuada de la oferta y la demanda de etanol causó graves pertubaciones en el mercado, que llevaron al Gobierno a modificar radicalmente su política durante el período 1997/1999. En 1997, se liberalizó el precio del etanol hidratado, seguido del etanol anhidro en 1999; se abolió el monopolio de distribución de Petrobas y se redujeron las subvenciones a los productores de mezclas de etanol y gasolina. El Gobierno ya no controla directamente la producción y las exportaciones de etanol, sino que establece la proporción de la mezcla de etanol y combustible, y periódicamente contribuye con las compras y las ventas de etanol de las reservas estratégicas.

En los Estados Unidos, el segundo productor mundial de biocombustibles, existe una variedad de incentivos federales y estatales, incluidas la exención de los impuestos al consumo y las subvenciones, principalmente para el combustible etanol derivado del maíz. Además, es probable que el etanol sea uno de los principales beneficiarios de las disposiciones de la Norma de Combustibles Renovables (RFS), que forma parte de la Ley de Energía aprobada últimamente en los Estados Unidos. La RFS no prevé protección alguna en materia de responsabilidad por el uso del MTBE (éter metil terbutílico), un mejorador de octano en la gasolina prohibido en algunos estados y considerado como uno de los sucedáneos principales del etanol.

En la UE, donde en el mercado de biocombustibles predomina el biodiesel derivado de aceites vegetales, el etanol representa alrededor del 20 por ciento del mercado. Francia y España son los productores principales. En 2003, la UE emanó una directiva para el uso de combustibles renovables en el transporte, en la que se establecen objetivos y directrices. Fijó el porcentaje de los combustibles en el transporte total en un 2 por ciento, que aumentará a 5,75 por ciento para 2010. Otra directiva permitió a los estados miembros eximir los biocombustibles de los impuestos aplicados a los combustibles fósiles. Se concedió también a los estados miembros la posibilidad de formular políticas energéticas adaptadas a sus objetivos. En Francia, el Gobierno fijó contingentes de producción y estableció iniciativas fiscales para la producción de biocombustibles. En 2005, se aplicó un tipo impositivo gradual a los distribuidores de petróleo para fomentar la mezcla de biocombustibles con gasolina. Análogamente, España, el mayor productor de etanol de la UE, junto con Alemania, Italia, Portugal y Suecia, concedieron exenciones parciales o totales de los impuestos al consumo de productos derivados del petróleo, y emanaron leyes destinadas a alentar la producción de biocombustible.

El programa bioenergético de la India tenía por objeto crear una alternativa para los azucareros ante la depresión de los precios. En 2002, se revisó el Fondo para el fomento del sector azucarero para incluir disposiciones sobre el uso del etanol. El Gobierno aprobó la venta de E5 (mezcla de 5 por ciento con gasolina) en varios estados, e introdujo la exención del impuesto de 0,75 rupias para las ventas de etanol. También concede subvenciones a la producción de etanol, y en algunas provincias impone la utilización de mezclas de etanol E10. En Tailandia se aplican incentivos fiscales para promover las mezclas combustibles E10, mientras que Australia, Canadá y el Japón conceden, con ciertas condiciones, subvenciones a las inversiones y la producción. Actualmente, la mayoría de los países aplican aranceles altos a la importación para evitar la competencia con el suministro interno.

Repercusiones del aumento de los precios del petróleo en la demanda de productos agrícolas relacionados con el etanol

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Normalmente, cuando aumentan los precios del petróleo crudo hay dos factores principales que afectan a los mercados de productos agropecuarios. Primero, aumentan los costos de producción para los cultivos; lo que, en condiciones competitivas, redunda en una contracción de la oferta y en un alza de los precios. Segundo, según la economía de la producción de biocombustible (incluidos los incentivos gubernamentales), el alza de los precios del combustible derivado del petróleo constituye un incentivo para que los productores de biocombustible aumenten la producción, lo que a su vez aumenta la demanda de productos forrajeros agrícolas y hace que los precios suban más todavía. Al mismo tiempo, el incremento de la oferta de biocombustible puede verse atenuado por el aumento paralelo de los precios de los productos. Las repercusiones globales sobre los mercados de productos básicos dependerán del alza de los precios del biocombustible en relación con el incremento del costo total de la producción agrícola. Algunos análisis recientes han demostrado que los efectos de los precios del petróleo en los costos de producción son comparativamente mucho mayores que en el aumento de la demanda de productos relacionados con el biocombustible, debido en parte a que el porcentaje mundial de bioenergía en el consumo total de combustible para el transporte y la capacidad actual de producción de biocombustible siguen siendo relativamente limitados (Agricultural market impacts of future growth in the production of biofuels, OECD, Paris [2006]).

Perspectivas Alimentarias

 

Es probable, sin embargo, que las repercusiones mayores de los precios del petróleo se produzcan en los productos que constituyen una importante fuente de demanda de bioenergía. El mejor ejemplo de esto es el del azúcar (de caña), actualmente el más económico de los cultivos forrajeros importantes. En efecto, en el caso del azúcar, hay indicios de una fuerte evolución paralela entre sus precios y los del petróleo crudo. Mediante una prueba estadística estándar se examinó si existía una relación a largo plazo entre estos dos precios, y en caso positivo, cuál era su consistencia. Los resultados indicaron que existía tal relación y que era mucho más firme que la que se daba entre los precios de otros productos aparentemente no relacionados. Se estableció, además, que las señales procedentes del mercado del petróleo se transmitían mucho más rápidamente al mercado del azúcar que viceversa, lo que llevó a la conclusión de que, por término medio, los precios del azúcar tienden a depender de los precios del petróleo.En la Figura 35 puede observarse la vinculación que existe entre los precios del petróleo y los del azúcar, mientras en el Cuadro 11 se muestran los precios paritarios del azúcar y el petróleo, basados en una simulación de la relación precios del petróleo/precios del azúcar.

Cuadro 11. Estimaciones de los precios paritarios entre el azúcar y el petróleo crudo

Precio del petróleo crudo 1
dólares EE.UU. por barril
Azúcar sin refinar 2
centavos de dólar por libra
407.52
6012.94
6513.37
7013.98
1 Petróleo Intermedio de Texas (WTI)
2 Precio del azúcar del Convenio internacional del azúcar

La evolución paralela entre los precios del azúcar y los del petróleo crudo se ha dado a causa principalmente del fuerte vínculo que existe entre la producción de etanol y de azúcar en Brasil, el mayor productor y exportador mundial de azúcar, que representa alrededor del 38 por ciento de las exportaciones mundiales y el 19,5 por ciento de la producción. El número cada vez mayor de vehículos brasileños de combustible “flexible” que pueden funcionar con cualquier combinación de gasolina y etanol influye directamente en la demanda de etanol. Dada la reacción de los consumidores ante la diferencia de los precios relativos entre la gasolina y el etanol, cualquier aumento en el precio de la gasolina estimula la demanda de etanol, reduce las exportaciones de azúcar y aumenta los precios mundiales del azúcar. De forma análoga, una disminución en los precios del petróleo crudo se traduciría en un consumo menor de etanol, una desviación mayor de volúmenes de azúcar al mercado mundial, y una presión a la baja sobre los precios mundiales del azúcar. A los actuales niveles mundiales, se estima que alrededor del 15 por ciento de los cultivos de azúcar se convierten en etanol y no en azúcar.

Perspectivas para la expansión de la producción de biocombustibles

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Con las tecnologías existentes, la producción de etanol derivado de la caña de azúcar y del maíz ha sido la más económica en comparación con el etanol derivado de otras materias primas, y con los biocombustibles derivados de los aceites vegetales. Sin embargo, si los precios del petróleo se mantienen altos, crecerán ulteriormente los incentivos para producir tanto etanol como otros biocombustibles derivados de diferentes materias primas. Esto podría beneficiar a muchos países en desarrollo que producen caña de azúcar o cuentan con cereales o aceites vegetales, sobre todo los países sin salida al mar e importadores de energía.

La aparición de programas de comercialización del carbón con arreglo a la ratificación del Protocolo de Kyoto puede también mejorar la competitividad de los biocombustibles, sobre todo el etanol, en comparación con los combustibles fósiles. Dado que el consumo de etanol redunda en una importante disminución de las emisiones de dióxido de carbono, los usuarios pueden obtener créditos de carbón que pueden venderse a los grandes responsables de la contaminación reduciendo los costos de producción del etanol y aumentando los de los combustibles fósiles. Algunos países, entre ellos el Japón y la UE, ya han propuesto programas de comercialización del carbón y es probable que en todo el mundo surjan planes semejantes.

Es importante que muchos países en desarrollo que cuentan con recursos limitados y quieren producir biocombustible evalúen el costo que representa el hecho de retirar recursos de la producción de alimentos y piensos frente a las ventajas de reducir las importaciones de petróleo crudo. Por ejemplo, en el estudio de la OCDE sobre los efectos de los precios del petróleo en la producción de bioenergía se examinó la necesidad de recursos en términos de tierras. Se estima que la UE necesitaría transformar alrededor del 70 por ciento de sus tierras agrícolas para cubrir el 10 por ciento de sus necesidades de energía, mientras que los Estados Unidos, el Brasil y el Canadá necesitarían 30, 3, y 0,3 por ciento de tierras agrícolas, respectivamente. La tasa de transformación varía según los países y depende de las materias primas utilizadas para producir bioenergía y del consumo per cápita del combustible para transporte: dada la actual tecnología, cuanto mayor sea esto último, tanto mayor será la necesidad de tierras. A largo plazo, los avances tecnológicos y los aumentos de la productividad podrían permitir el uso de menos tierras por unidad de energía producida. Habría que tener en cuenta que los avances tecnológicos pueden permitir también la producción de biocombustibles derivados de materias primas más baratas, como el etanol derivado de materias primas basadas en la celulosa, tales como tallos, materiales leñosos y hojas. Con ello se podría producir más etanol a un costo menor, reduciendo al mismo tiempo el impacto de mercado en los productos alimentarios.

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